Pninei Halajá

03- De la salida de la esclavitud de Egipto a la libertad y el Shabat.

Durante dos mil años los seres humanos aprendieron a sustentarse, producir sus alimentos, confeccionar sus vestimentas y construir sus moradas, así como también a organizarse en sociedades que permitan enfrentar más eficientemente los desafíos que presenta el entorno. Empero, salvo unas pocas personas excepcionales que se conducían de acuerdo con la fe y la moral, la mayoría de los humanos se manejaba conforme al imperio de las necesidades y por la fuerza, sin ningún ideal superior que oriente sus acciones. Cuando aparecieron nuestros ancestros, Abraham, Yitzhak y Yaakov, invocaron el nombre de Hashem y dedicaron sus vidas a corregir el mundo a la luz de la generosidad y la verdad. Ellos repudiaron la idolatría que entronaba la fuerza natural y negaba la moral. A partir del mandato interior de sus corazones, nuestros ancestros cuidaron los preceptos y guardaron el Shabat (Bereshit Rabá 79:7); mas la Torá aún no les había sido entregada, razón por la cual no pudieron afianzar y establecer su praxis en el resto del mundo. Muy por el contrario, todo el mal contra el que luchaban se ensañó contra ellos y la nación egipcia que era la más poderosa en ese tiempo sojuzgó al Pueblo de Israel transformándolo en una nación de esclavos, obligándoles a realizar trabajos forzados a los efectos de sostener la economía egipcia y proveerla de todas sus necesidades y satisfacer sus bajos deseos. Allí aprendió el Pueblo de Israel hasta qué punto la naturaleza humana puede ser maligna y en qué medida los seres humanos necesitan del mensaje de fe que los ancestros divulgaron en el mundo. Los judíos tenían una tradición escrita en pergaminos o rollos, que indicaba que en un futuro Hashem los liberaría de Egipto y cada Shabat leían esos textos y se regocijaban con ellos (ver Shemot Rabá 5:18). En virtud de esa fe preservaron su propia identidad y se multiplicaron numéricamente hasta transformarse en una nación. Más adelante, el Dios de sus ancestros se les reveló y los sacó de Egipto redimiéndolos de la esclavitud para darles la Torá y el Shabat.

Al salir de Egipto el Pueblo de Israel no se vio redimido únicamente de la esclavitud, sino que en virtud del recibimiento de la Torá y del precepto del Shabat se vieron liberados del sometimiento a la naturaleza y de la lucha por la subsistencia. Se vieron libres del sometimiento a la idea de que el objetivo del hombre es la acumulación de bienes materiales, objetivo que justifica estar dispuesto a someter al prójimo y esclavizarlo.

Al cuidar Shabat, el Pueblo de Israel recuerda permanentemente que Hashem creó el mundo y lo sostiene; y que el objetivo máximo del hombre es apegarse al Eterno e imitar Sus atributos, liberándose así del yugo de la inclinación al mal (Ietzer Hará) y de la lucha por la subsistencia. Aunque un judío necesite trabajar duro para subsistir y aunque le toque ser siervo, al descansar en Shabat le queda claro que no está completamente subyugado, que su espíritu es libre y está conectado a su origen Divino. Tal como está escrito (Deuteronomio-Devarim 5:11-14): «Guardarás el día de descanso para santificarlo como el Eterno tu Dios te ha mandado. Seis días trabajarás y en ellos harás tus obras pero el día séptimo es de descanso para el Eterno tu Dios. En él no harás trabajo alguno ni tampoco tu hijo ni tu hija ni tu siervo ni tu sierva ni tu ganado ni tu asno ni el forastero que habitare dentro de tus puertas. Tu siervo y tu sierva descansarán como tú. Acuérdate de que fuiste siervo en la tierra de Egipto y que el Eterno tu Dios te sacó de allí con mano poderosa y brazo extendido. Por consiguiente el Eterno tu Dios te ordena que guardes el día de descanso».

Fue la intención de HaShem crear el mundo incompleto para que los hombres puedan participar de su corrección. No es posible repararlo sin revelar su origen y su meta que es transitar por el camino que Hashem marcó en la Torá. El objetivo del Pueblo de Israel es revelar la existencia de HaShem en el mundo, tal como está escrito (Ishaiahu 43:21): «Este pueblo que he formado para Mí, Mi alabanza ha de relatar». Por esta razón nuestros sabios dijeron (Vaikrá Rabá 36:4) que «Los cielos y la tierra no fueron creados sino en mérito del Pueblo de Israel«. Mediante el Shabat que es el tiempo bendito y consagrado, el Pueblo de Israel puede cumplir con su objetivo. Por esta razón la Torá fue entregada en Shabat (Tratado de Shabat 86(B)) y por esta razón el Shabat es el día más propicio de todos para el estudio de la misma.

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