Pninei Halajá

14- La gravedad de la profanación del Shabat.

Una vez que estudiamos respecto de las virtudes del Shabat podemos entender la gravedad  especial que acarrea su profanación, pecado para el que la Torá previó el más grave de los castigos: si la profanación es premeditada y en presencia de dos testigos que advirtieron al trasgresor, el castigo es la muerte por apedreamiento; y si fuera premeditada mas en ausencia de testigos, el castigo es «caret»[2], tal como está escrito en la Torá (Shemot 31:14): «Y guardareis el sábado pues santo es para vosotros. Quien lo profane morirá porque el alma del que trabajare en sábado será extirpada («venijretá») de entre su pueblo» En la práctica era muy raro que se ejecutase a algún trasgresor, pues era poco común que una persona cumpla con todos los requisitos que demanda la Torá para poder someter a alguien a la pena capital. Por esta razón dijeron nuestros sabios en el Tratado de Makot (1:10) que un Sanhedrín que ejecutase un reo cada siete años era considerado un Sanhedrín peligroso o mortífero y Rabí Eleazar ben Azariá dijo que aunque ejecutase un reo cada setenta años también se le consideraba Sanhedrín ejecutor («javlanit»).

De todas maneras, es un hecho que uno de los dos casos que figura en la Torá en los que se ejecutó a alguien, está vinculado con la profanación del Shabat públicamente. Leemos en el libro de Números-Bamidbar (16:32-36): «Y cuando los hijos de Israel estaban en el desierto ocurrió que fue hallado un hombre que cortaba leña un día sábado. Y los que le sorprendieron cortando leña lo trajeron ante Moshé y Aharón y toda la congregación, y lo pusieron en prisión al no decidirse en el momento lo que había de hacerse con él. El Eterno, al ser consultado, le dijo a Moshé: «que muera ese hombre irremisiblemente. Lapídenlo todo el pueblo fuera del campamento». Y lo sacaron fuera del campamento y lo lapidaron matándolo como el Eterno le había ordenado a Moshé». Tal como vemos, la Torá procura enseñarnos  mediante este episodio cuán grave es la pública profanación del Shabat en la escala de valores del Pueblo Judío.

Empero, aún nos resulta difícil de comprender ¿cómo es posible que el leñador tuviera la insolencia de profanar públicamente el Shabat? Nuestros sabios explican que luego del pecado de los espías y del decreto Divino en virtud del cual la generación del desierto moriría sin ingresar a la Tierra de Israel, hubo quienes dedujeron de la situación que los preceptos de la Torá habían quedado sin efecto. Entonces, el leñador, en un arranque de fervor religioso quiso profanar públicamente el Shabat para que así sea necesario ejecutarlo y entonces todos vean lo grave de la profanación (el midrash está citado en las Tosafot del Tratado de Baba Batra 119(B)). Hay quienes sostienen que el leñador era Tzlofjad, quien luego tuvo el mérito de que sus hijas amen la Tierra de Israel y puedieran heredar en ella su parcela.

Respecto de la gravedad de la profanación del Shabat dijeron nuestros sabios en el Zohar (II 151:1) que en el momento en el que el Shabat es recibido y consagrado, el fuego del «guehinóm» se retira de los malvados salvo de aquellos que nunca cuidaron Shabat, a quienes el fuego continúa castigando durante el séptimo día. Empero quien se arrepintió o quien fue castigado por un tribunal como en el caso del leñador, su trasgresión es perdonada y no es castigado por ella en el más allá.


[2]. Se trata de un castigo a manos del cielo y no de uno aplicado por tribunales terrenales, que podría consistir, según las diferentes interpretaciones en fallecer antes de tiempo, desprenderse de las almas del pueblo de Israel o encontrarse distanciado de HaShem en el más allá (n. de t.).

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