Pninei Halajá

04 – El maquillado del rostro.

Una de las treinta y nueve labores prohibidas en Shabat es la de «colorear» («Tzviá«) (tal como se explicará adelante 18:5). De acuerdo a la Torá, no se puede colorear con pintura que perdura largo tiempo sobre una superficie que conservará el color también por largo tiempo. Los sabios agregaron la prohibición de colorear con una pintura que no perdura, así como hacerlo sobre una superficie que no conservará el color prolongadamente, por ejemplo, en el caso de las mujeres que se maquillan y colorean su cutis por lapsos breves. Por lo tanto, está prohibido pintar con delineador azul alrededor de los ojos así como también se prohíbe aplicar rubor sobre las mejillas, pintar los labios con color o aplicar sobre estos un lápiz labial transparente para que les confiera brillo. De la misma manera, está prohibido aplicar esmalte sobre las uñas aun siendo transparente, pues el brillo se considera color. Si bien está prohibido maquillarse, es permitido retirar el maquillaje con agua o algodón. De todas maneras, no se debe usar algodón empapado en agua para evitar la prohibición de «escurrir».

Asimismo, está prohibido aplicar una capa de «make up» sobre el rostro. Esta prohibición es de mayor gravedad que el simple maquillaje, pues además de trasgredir la prohibición rabínica de «colorear» se trasgrede la prohibición de la Torá de «untar» («Memareaj«) una crema sobre la piel, pues alisa las arrugas (ver en la próxima halajá).

Sin embargo, está permitido esparcir «poudre» blanco o de color pues carece de un componente adherente, ya que la prohibición de «colorear» aplica únicamente sobre un producto de color que adhiere a la piel, mas si está sobre el rostro sin estar adherido no hay prohibición (Igrot Moshé Oraj Jaím 1:14, Iejavé Da´at 4:28). Hay quienes son más rigurosos y tampoco permiten aplicar estos polvos (Maharam de Brisk 1:23, Beit Israel 56). Dado que se trata de una discusión respecto de una ley rabínica, se sigue la opinión más flexible.

La prohibición de maquillarse es de las más difíciles de cumplir. Para una mujer que está acostumbrada a maquillarse a diario es muy difícil abstenerse de hacerlo en Shabat, pues justamente en este día nos vestimos con ropas festivas y las mujeres procuran lucir de la mejor manera. Sin embargo, si se contempla desde una perspectiva más profunda, podríamos quizás decir que justamente esa es la cuestión central del Shabat la santidad y el reposo. Reposo de la tensión propia de los días de la semana en los que realizamos nuestro mayor esfuerzo por vernos mejor de como realmente nos vemos, para así estar acorde a los estrictos estándares de belleza exterior. Mediante el Shabat y el refuerzo de nuestra fe en la Divina Providencia que este día conlleva, debemos obtener el reposo, verdadero fruto de la aceptación interior de la realidad tal cual es y de la belleza natural,  la cual realzamos mediante joyas y vestimentas. Ese es el deleite del Shabat.

De todas maneras, es tanto posible como apropiado el maquillarse antes de Shabat, y sobre esto dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Avodá Zará 3(A)): «Quien se esmeró en la víspera de Shabat comerá en Shabat». Esto implica que es nuestro deber mejorar y sofisticar el mundo durante los días de la semana y prepararlo para el Shabat, y así poder captar más cabalmente la completitud de la Luz Divina. Empero, si previo a Shabat no pudimos prepararnos por completo y, por ejemplo, no pudimos maquillarnos en la víspera para que dure todo el día, una vez iniciado el sagrado día debemos aceptar la realidad tal cual es con tranquilidad y alegría. Justamente, en virtud de esta aceptación es que podemos seguir mejorando el mundo durante los días hábiles.

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