Pninei Halajá

08. La intención en el rezo y aquellos a quienes les cuesta concentrarse.

El rezo es el servicio a Dios con el corazón y por lo tanto su efectividad depende de la intención de quien ora. «Así solían hacer los piadosos y los hombres de recto actuar, se apartaban y meditaban en la intención de su rezo hasta que sus almas se separaban de sus cuerpos físicos, su poder mental se acrecentaba, al punto que casi alcanzaban el nivel de la profecía. Si en medio del rezo se le aparecía un pensamiento extraño, entonces callará hasta que el mismo se disie» (Shulján Aruj, Oraj Jaim 98:1).

En el rezo hay dos tipos de intención («kavaná»): una general que implica tomar conciencia de que uno está ante el Rey de los Reyes y de esta manera uno se verá imbuído por sentimientos de temor reverencial y amor; la otra es particular y es que su corazón sienta lo que su boca pronuncia.

Es necesario saber que los seres humanos son diferentes por naturaleza. Están aquellos a quienes concentrarse les resulta sencillo y a pesar de recitar  a diario el mismo texto, pueden seguirlo y su corazón sentir su contenido. Hay otros a quienes les resulta difícil la concentración y cuanto más conocido les resulta la cuestión, más difícil se les hace y si bien intentan mantener la intención, su pensamiento deambula de un tema a otro. Logran concentrarse en la bendición de los patriarcas (avot), luego se distraen y de repente ya están en la bendición del perdón («selaj lanu«). Nuevamente intentan concentrarse durante una bendición y media y otra vez su pensamiento parte a otras latitudes y de repente se ven inclinándose en la bendición de agradecimiento («modim«).

Hubo amoraítas que se lamentaron por las dificultades de concentración durante el rezo, tal como relata el Talmud Jerosolimitano (Tratado de Berajot 2:4) que Rabí Jía dijo que nunca logró concentrarse durante todo el servicio. Una vez que intentó hacerlo, en la mitad del rezo comenzó a pensar quién era más importante en la corte real, el ministro fulano o mengano. Shmuel dijo: yo conté polluelos durante el rezo. Rabí Bun Bar Jía dijo: yo conté «los edificios de la ciudad» durante el rezo. Rabí Mataniá dijo: yo le agradezco a mi cabeza que aun cuando no pongo atención en lo que estoy diciendo, ella  sabe por sí misma inclinarse en la bendición del agradecimiento («modim«). De lo dicho por estos grandes amoraítas aprendemos que es difícil mantener la concentración desde el principio hasta el final del rezo, y si bien la persona debe esforzarse al máximo para lograr mantener la intención de la plegaria, que no se desanime cuando ve que no logra hacerlo plenamente. Y aunque haya soñado durante la mayor parte del rezo, no habrá de desesperarse sino que habrá de concentrarse en lo que resta del mismo.

Que no diga la persona, si no logro concentrarme quizás sea mejor no rezar,  ya que al pararse ante HaShem en su plegaria está expresando lo más profundo de su ser, que es su deseo de estar conectado con Él y orarle.

Cada ser humano se mide según su carácter y a veces, la virtud de quien difícilmente logra concentrarse, y a pesar de ello se esfuerza y logra hacerlo en algunas bendiciones, tiene más valor que aquél que logra con mayor facilidad concentrarse durante todo el rezo por poseer facilidad natural para ello. Además, aquellos que logran concentrarse fácilmente durante los rezos comunes, generalmente en las ocasiones especiales o cuando les acontece alguna desgracia, continúan rezando sin entusiasmo especial. Por el contrario, justamente aquellos a quienes les cuesta concentrarse en el rezo de rutina, en circunstancias especiales logran elevarse a niveles superiores de concentración.

Se dijo en nombre del Arí z»l que la intención (kavaná) es comparada a las alas por  medio de las cuales la plegaria se eleva y es aceptada. Y cuando una persona reza sin intención o concentración, la plegaria carece de alas para elevarse  y queda en espera hasta que la persona ore correctamente. Y cuando lo concrete, junto a su plegaria se elevarán ante HaShem todos los rezos que realizó anteriormente sin la concentración o intención debidas. La razón de esto es clara ya que el mero hecho de que una persona se propone rezar expresa su voluntad de conexión con HaShem para alabarlo y pedirle sus necesidades, tal que si no logra concentrarse debidamente en una ocasión, al volver a rezar y hacerlo adecuadamente, abre el portón para que todas las plegarias se eleven.

La halajá indica que todo aquél que se concentró en el primer versículo del Shemá Israel y en la primera bendición de la «Shemoné Esré«, aunque no se haya concentrado durante el resto del servicio cumplió con su obligación (Shulján Aruj Oraj Jaím 63:4, 101:1 y más adelante en esta obra 15:6, 17:9).

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