Pninei Halajá

10. Otras leyes.

Cuando quien reza está de cara al baño, en caso de que la puerta del mismo esté cerrada y no se percibe mal olor, está permitido orar allí. En caso de que la puerta esté abierta aunque no se despida mal olor del gabinete higiénico, estará prohibido rezar allí (Mishná Berurá 83:5).

El excremento de bebés no expide tan mal olor y por lo tanto no se le aplica la normativa vigente sobre el normal. A partir del momento en que el bebé puede comer un «kazait» (29 gramos) de cereal en el lapso de tiempo que lleva comerse un panecillo (unos seis o siete minutos), se considera a su excremento como el de una persona adulta normal (Shulján Aruj 81:1). Hay quienes escribieron que el cambio es a partir del año de edad. Todo este análisis se aplica a caso de necesidad, empero, a priori, es bueno alejarse (para rezar) del excremento de un bebé aunque tan solo tenga ocho días de nacido (Mishná Berurá 81:3, Kaf HaJaím 1:6).

Cuando se reza en un lugar donde hay un bebé de un año de edad en adelante que evacúa en sus pañales, corresponde verificar, a priori, que no expida mal olor. Mientras el bebé no expida mal olor está permitido rezar junto a él ya que aunque haya hecho sus necesidades, por cuanto que están cubiertas por los pañales y la ropa, mientras el olor no llegue a quien recita cuestiones de santidad, no hay prohibición (ver Halijot Shlomó Tefilá 20:4-5). Si el mal olor le llega a la persona que reza aunque haya terminado el rezo, deberá repetirlo.

Cuando entra mal olor de la alcantarilla a la sinagoga, está prohibido seguir rezando en la misma. A veces, cerrando las ventanas es posible superarlo y el mal olor que queda se puede disipar mediante un desodorante de ambiente en aerosol. En el pasado se disipaba el mal olor quemando una prenda (Kaf HaJaím 79:20).

Nos parece que la regla referente al mal olor depende de las costumbres de los lugareños. En el pasado, las aguas servidas fluían libremente en los costados de las calles, e indudablemente el aire en las ciudades populosas estaba impregnado de malos olores. Empero, como las personas estaban acostumbradas a ese olor no se lo consideraba malo, y por lo tanto se rezaba en las sinagogas o casas contiguas a las canaletas de drenaje de aguas servidas. Sólo cuando estas canaletas se obstruían o en los días de verano en los que el mal olor se intensificaba se tomaban precauciones (ver Mishná Berurá 79:5). Empero, hoy en día, en que las aguas servidas fluyen dentro de cloacas y tuberías, el aire es más puro y por lo tanto somos más sensibles al mal olor, y por ende, en todo sitio en que percibamos un olor desagradable de acuerdo a lo aceptado hoy día, está prohibido rezar.

Asimismo en los «moshavim» (aldeas agrícolas) en los que hay establos y gallineros el olor que llega a las casas o a la sinagoga no se considera allí como malo. Empero, en la ciudad se lo considera mal olor y está prohibido rezar antes de que se lo neutralice. Nos parece que quienes se hospedan en los «moshavim» deben manejarse según la costumbre del lugar.

Quienes rezan afuera, deben tener cuidado de no hacerlo cerca de recipientes de basura que huelen mal. Y aunque estos no expidan mal olor, corresponde no rezar en un radio de cuatro codos  o frente a éstos (ver Sheerit Iosef II pag. 227).

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