Pninei Halajá

10. El orden de las bendiciones en la Amidá («Shmoné Esré»)

La Amidá o «Shmoné Esré» se divide en tres partes: alabanzas, pedidos y agradecimiento. En las tres primeras bendiciones nos asemejamos a un siervo que elogia a su amo, en las del medio a un siervo que eleva pedidos a su amo y en las tres últimas a un siervo que recibió un premio de parte de su amo y se retira (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(A)).

Esto lo aprendemos de la plegaria de Moshé, que comenzó con alabanzas y luego pasó a suplicar y pedir (ídem 32(A), ver arriba 14:1, en las halajot de los cánticos de alabanza). De no estar precedido por un prólogo de elogios y alabanzas, se teme que nuestro rezo se asemeje al ritual pagano que lo único que procura es manipular mágicamente las fuerzas superiores del universo para su provecho. Empero nosotros, mediante nuestra plegaria procuramos servir  a D´s y apegarnos a Él, por lo que Le pedimos que nos brinde bendición y fuerzas para cumplir con la Torá y sus preceptos en completitud y revelar así Su Gran Nombre en el mundo. Por lo tanto, primeramente debemos saber ante Quién nos paramos a rezar, ante el Dios grande, poderoso y temible, que otorga la vida y revive a los muertos, El D´s Santo. Siendo conscientes de esto, podremos pedir para nosotros y para la generalidad del pueblo de Israel con pureza de corazón e intención.

En la sección del medio, la de los pedidos, se manifiestan todas las aspiraciones del pueblo de Israel. Estas no son pedidos que procuran satisfacer las necesidades particulares y específicas del orante, sino que tienen como meta que se manifieste la gloria de Hashem en el mundo. De esta manera se entiende que los pedidos personales sobre la salud y el sustento económico tienen como propósito que podamos también nosotros participar de la corrección del mundo. Esto son los trece temas sobre los cuales pedimos: sabiduría, retorno o arrepentimiento, perdón divino, redención, salud, sustento económico, reunión de las diásporas, reinstauración de la justicia judía, erradicación de nuestros enemigos, bendición para los justos, reconstrucción de Jerusalém, la reinstauración de la dinastía davídica y finalmente que D´s escuche nuestras plegarias.

Tras los trece pedidos, concluimos con tres bendiciones generales en cuyo centro está la bendición de agradecimiento por nuestra vida y todas las bondades que D´s nos prodiga. Junto a esta tenemos otras dos bendiciones, una anterior en la que oramos por la reinstauración del servicio en el Templo de Jerusalém y otra posterior en la que rezamos por la paz, ya que ésta es el recipiente que sostiene a todas las demás bendiciones.

Es pertinente aclarar aquí que en el rezo de la «Amidá» o «Shmoné Esré» (en hebreo «dieciocho») hay diecinueve bendiciones. En un inicio, cuando los sabios de la Gran Asamblea lo instauraron, este rezo poseía dieciocho bendiciones. Más adelante, ante la profusión de delatores a causa del ascenso del cristianismo que predicaba el odio a los judíos, los sabios instituyeron una bendición suplementaria que pide por la salvación de nuestro pueblo de manos de estos perseguidores- «minín umalshiním».

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