«Habrá de sobreponerse cual león para levantarse por la mañana y servir a su Creador, de modo tal que sea él quien despierta a la aurora» (del comienzo del Shulján Aruj Oraj Jaím 1:1).
La manera en la que una persona se levanta por la mañana guarda estrecha relación con su estado anímico general, e influencia sobre su actuación a lo largo del día. Una mujer que tiene un objetivo en la vida se levanta de buena gana y se dirige diligentemente al encuentro de una nueva jornada. Generalmente ella se ha de levantar temprano por la mañana para alcanzar a hacer más cosas durante el día.
Sin embargo, una mujer que siente que perdió sus valores y su rumbo en la vida, perdió el sentido de su existencia y carece de un desafío que la impulse a levantarse temprano. Por lo tanto, por la mañana siente cansancio y angustia y solo cuando no tiene más remedio se levanta tarde, y lentamente se encamina hacia otro día gris y tenebroso. En cambio, si se refuerza en su fe y se levanta velozmente, se despertarán en su interior la vitalidad y la alegría que le permitirán comenzar su día enérgicamente.
Los sabios de las últimas generaciones (Ajaronim) nos enseñan que al despertarse es bueno recitar: «Doy gracias a Ti, Rey viviente y eterno, pues Tú has restituido misericordiosamente mi alma dentro de mí; Tu fidelidad es grande» (Seder Haiom, Mishná Berurá 1:8). La fe le confiere al Hombre un objetivo en su existencia. Si D´s decidió concederle la vida, implica que ésta es de un gran valor y esta certeza le permite levantarse por la mañana, veloz y diligentemente. Nuestros sabios nos dijeron que había que sobreponerse cual león ya que éste simboliza a quien se quiere a sí mismo y reconoce su valor propio, y por esto se enfrenta a todos los obstáculos que se presentan en su camino (ver Likutei Halajot LeMoharán).