Pninei Halajá

01. Lavado de manos matinal.

Nuestros sabios establecieron que nos lavemos las manos cada mañana y acto seguido recitemos la bendición: «que nos consagraste con Tus preceptos y nos ordenaste lo concerniente al lavado de manos» («al netilat iadaim«).

Mediante sus manos  el hombre suele actuar en el mundo; a través de éstas toma y entrega, negocia y mercadea, hace uso de sus utensilios y se ocupa de su cuerpo. Por una parte, son órganos de una enorme utilidad pero al mismo tiempo, al ocuparse de todos los quehaceres de este mundo tienden también a ensuciarse y contaminarse. Por lo tanto cuando es necesario apartarse un poco de las cuestiones mundanas para dedicarse a la santidad, lavamos nuestras manos. Esa es la intención básica del lavado o ablución de manos en general, y el de la mañana en particular.

Los sabios medievales (rishonim) debatieron respecto de cuál es la intención particular del lavado matinal.

Según el Rosh, por cuanto que las manos son sumamente activas, es probable que durante la noche hayan tocado partes del cuerpo que normalmente van cubiertas, y entonces el lavado fue establecido por nuestros sabios para purificarlas de caras al rezo de Shajarit.

Según el Rashbá, cada mañana la persona es como una nueva creatura, tal como reza el versículo (Eijá-Lamentaciones 3:23): «Se renuevan cada mañana. ¡Muy grande es Su Fidelidad!». Una persona se va a dormir cansada y entrega su alma al Creador y por la mañana se levanta con renovadas fuerzas. Esta nueva creatura debe ser santificada y consagrada al servicio Divino mediante la ablución matinal de manos.

En otras palabras, según el Rosh el lavado de manos de Shajarit es una preparación para el rezo, mientras que para el Rashbá se trata de una consagración o preparación previa al servicio de D´s de toda la jornada por venir.

Los juristas debatieron respecto de qué ocurre en el caso de quien estuvo despierto toda la noche. Hay quienes piensan que dado que no durmió, no aplica para él el recitado de la bendición matinal instituida por los sabios, por lo que se ha de lavar previo al rezo mas sin bendecir, siendo esta la tradición sefaradí (Shulján Aruj 4:13). Por otra parte, hay quienes dicen que por el mero hecho de haberse renovado el día corresponde lavarse las manos con recitado de bendición. Pero aquellos quienes consideran que sólo se debe bendecir por la higiene de las manos previo al servicio religioso (Rosh), es bueno hacer sus necesidades antes del rezo lo cual le implicará tocar partes cubiertas del cuerpo, y de esa manera se podrá lavar las manos y recitar la bendición. Esta es la costumbre de los ashkenazíes. (Mishná Berurá 4:30, ver adelante 6:7, 7:7 en las reglas relativas a las bendiciones matinales y las de agradecimiento por el recibimiento de la Torá).

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