Pninei Halajá

04. ¿Cuándo se recita la bendición por el lavado de manos- «al netilat iadaim»?

El momento indicado para el recitado de la bendición es inmediatamente después de haberse lavado las manos y antes de secarlas. La regla general indica que en el caso de las bendiciones por el cumplimiento de preceptos, primero se bendice y luego se realiza la acción. Por esta razón, primero se recita la bendición de la separación de la «jalá» y sólo después ésta se realiza, así como primero se recita la bendición por la «mezuzá» y luego se coloca. Sin embargo, en el caso del lavado de manos, la norma varía ya que no corresponde recitar la bendición cuando las manos están aún sin lavar, y por lo tanto se posterga el recitado para después de la ablución. De todas maneras, no se debe alejar demasiado la bendición del acto preceptivo, por lo que bendecimos inmediatamente después de la ablución y antes de secarnos las manos.

En la práctica, no se acostumbra a recitar la bendición inmediatamente después del lavado de manos matinal, porque normalmente, las personas necesitan evacuar tras haber dormido y no es correcto bendecir cuando uno está urgido fisiológicamente. Además, en opinión del Rosh, la razón principal del lavado es la preparación para el rezo, y según esta idea se tiene que recitar la bendición por el lavado, previo al servicio religioso. Por lo tanto, tras haber evacuado, se deben lavar de nuevo las manos con la jarra de ablución («natlá«). Dado que el espíritu de impureza ya salió con la ablución inicial, esta vez no es necesario verter agua tres veces intercaladamente y se recita la bendición antes de secarlas. Una persona que no necesita evacuar por la mañana, recitará la bendición inmediatamente después de la primera ablución (Shulján Aruj Oraj Jaím 6:2, Mishná Berurá 4:4).

A priori, es preferible recitar las bendiciones matinales lo más temprano posible e inmediatamente después de levantarse, y paso seguido rezar la Amidá. Esto obedece a que es correcto alabar al Creador mediante las bendiciones matinales en el mero inicio de la jornada y además es procedente rezar la Amidá antes de comenzar con otras ocupaciones (ver adelante 8:4). Además, es bueno no interrumpir la secuencia entre el lavado de manos matinal con su bendición «al netilat iadaim» y nuestro rezo ya, que hay juristas que sostienen que la ablución tiene como propósito preparar a la persona para su plegaria (Rosh). Aquella mujer que no acostumbra rezar por la mañana por causa del trajín de las labores domésticas, debe hacer el esfuerzo e intentar, al menos, recitar las bendiciones matinales inmediatamente después que se levantó y lavó sus manos. De esta manera la ablución sirve de preparación para el recitado de éstas.

En el caso de una mujer que se levanta antes de que despunte el alba, deberá lavar sus manos y recitar la bendición «al netilat iadaim» y luego todas las bendiciones matinales. Esto a condición de que la mujer en cuestión se levantara pasada la medianoche, sin embargo, si lo hizo antes de esta hora no podrá recitar las bendiciones matinales, y por lo tanto tampoco la bendición por el lavado de manos. En este caso se debe esperar a que pase la medianoche y cuando vaya al baño y evacúe deberá lavar sus manos y recitar la bendición correspondiente y luego todas las demás bendiciones matinales.

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