Pninei Halajá

5 – El establecimiento de un día festivo para todas las generaciones en el Día de la Independencia (Yom Haatzmaut).

Es preceptivo fijar un día de fiesta y acción de gracias a D´s por la salvación del pueblo de Israel y en virtud de este criterio se fijaron en su momento las celebraciones de Purim y Janucá para todas las generaciones. Si bien existe una prohibición de agregar preceptos a los ya existentes en la Torá, en el caso de las fechas rabínicas de acción de gracias, aprendemos que tienen lugar en el calendario por deducción de lo ocurrido con la salida de Egipto. Al salir de Egipto y pasar de la esclavitud a la libertad, se nos ordenó celebrar la festividad de Pesaj y entonar cantos de alabanza año tras año, por lo que se deduce que en Purim que nos salvamos del exterminio físico, debemos de celebrar también (Tratado de Meguilá 14(A)). Asimismo, en base a esta lógica se fijó también la festividad de Januca (comentario del Ritba allí). El Jatam Sofer explicó (Ioré Deá —- 233 y Oraj Jaím 208) que dado que este precepto se aprende por deducción de la Torá, se le considera como un precepto de la misma Torá. Empero, por cuanto que en el Pentateuco no tenemos una indicación clara de cómo se debe instituir una fiesta y cualquier recordatorio que se haga del milagro acaecido cumple con el precepto de la Torá, los sabios instituyeron en Purim que se lea el Libro de Esther, se celebre un banquete, se envíen porciones de comida y entreguen presentes a los pobres, y en Janucá, que se enciendan velas.

En base a este principio, los judíos de diferentes comunidades acostumbraron a conmemorar con días festivos, los milagros y las salvaciones acaecidos a cada comunidad en particular. En muchos sitios, a estas celebraciones se les dio el nombre de Purim, de manera tal que existieron «Purim de Frankfurt» o «Purim de Tiberias». En otras partes en estos días se acostumbró a celebrar con un banquete, envío de porciones de comida y entrega de presentes a los pobres. El Maharam Elshakar (cap. 49) sostiene que las conmemoraciones de las diferentes comunidades tienen vigencia halájica y los descendientes de quienes se salvaron deben continuar celebrándolas, aunque con el tiempo se hayan mudado a otras ciudades, y esta opinión fue corroborada por los juristas de las últimas generaciones (Maguén Abraham 686:5 y Eliá Rabá allí).

El gran erudito Rabí Meshulam Rata escribió que «no cabe duda que ese día (el 5 de Iyar) que fue establecido por el gobierno, el parlamento (que son electos por el pueblo) y la mayoría de los rabinos para ser conmemorado en todo el país en recuerdo del milagro de nuestra salvación y nuestra liberación, es preceptivo transformarlo en un día festivo, día de alegría y recitación del Halel» (Responsa Kol Mevaser I 21).

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