Pninei Halajá

12 – Yom Hazikaron: Día de Recordación de los soldados caídos en las guerras de Israel.

Desde el punto de vista de la halajá, no es necesario establecer un día específico para recordar a los caídos en las guerras de Israel, sino que se debe actuar como en el caso de cualquier otro difunto que es recordado en el aniversario de su fallecimiento y en el cual su hijo o sus parientes cercanos recitan kadish, estudian Torá y dan tzedaká para la elevación de su alma. Quienes buscan hacerlo con excelencia, fijan un homenaje recordatorio y realizan sesiones de estudio de Torá para la elevación de su alma.

Durante nuestra larga historia participamos de innumerables guerras y en muchas oportunidades murieron en ellas más soldados que en todas las guerras del moderno Estado de Israel, y nunca vimos que los sabios hayan establecido un día especial de recordación para los caídos. En caso de victoria se celebró y en caso de derrota se mantuvo luto individual. Los sabios establecieron duelo colectivo sólo en virtud de la destrucción del Templo, que implicó un desmoronamiento nacional y espiritual colectivo, fijando los diferentes ayunos conmemorativos. En realidad la destrucción del Templo es el origen de todas las desgracias, persecuciones y masacres que padeció nuestro pueblo a lo largo de los años del exilio. El ayuno de Guedalia no fue establecido porque él haya sido el mayor de los justos, sino porque con su asesinato se extinguió la luz del remanente de los judíos que permanecieron en Judea tras la destrucción del primer Templo.

Más aún, pocos años antes del establecimiento del Estado de Israel, fueron asesinados con suma crueldad más de seis millones de judíos y ellos son nuestros hermanos en no menor medida que los soldados caídos desde 1948 a la fecha, y además son unas trescientas veces más numerosos. Cabe preguntarse ¿cómo se estableció un día de duelo en memoria de los soldados caídos al igual que por los seis millones de víctimas de la Shoá?

Corresponde fijar un día recordatorio especial en la medida que sirva a los efectos de educar sobre la naturaleza y la misión del pueblo de Israel, así como para destacar el valor de la entrega desinteresada de los caídos en pos de la nación. Hay quienes erróneamente piensan que cuanta más gacha pongan su cabeza y con mayor pesar describan su sentir por la pérdida de los soldados, mayor es su respeto por su memoria. La verdad es exactamente a la inversa, la actitud correcta hacia los caídos es destacar su carácter santo, por cuanto que toda su vida fue consagrada y entregada en pos del Pueblo y la Tierra de Israel. Sobre ellos dijeron nuestros sabios de bendita memoria (Tratado de Pesajim 50(A)): «quienes murieron al servicio de la comunidad (haruguei maljut) no hay quien pueda estar en su cercanía en el Jardín del Edén». Quien no tiene fe, cree que los soldados caídos están simplemente muertos, pero un judío creyente sabe que están más vivos que nunca. Murieron jóvenes en este mundo pero se mantienen vivos en el mundo venidero. Ellos están más vivos que nosotros. Ellos son santos, y ya dijeron nuestros sabios (Tratado de Sanhedrín 92(A)): «Lo sagrado perdura por siempre».

Al morir consagrando el Nombre Divino, se elevaron por encima de la realidad particular en la que cada judío está inmerso, para ascender al grado general de la santidad colectiva del Pueblo de Israel. Al entregar toda su existencia en pos del pueblo de Israel, se elevaron al nivel espiritual del colectivo judío, por lo que están más cercanos a D´s fuente de toda vida. Por esta razón decimos que al morir generaron cuantiosa vida, tanto en este mundo como en el venidero y en su mérito nosotros estamos aquí y todo lo que hacemos es gracias a ellos.

Lamentablemente, personas no creyentes que distan de conocer tanto el pasado como la misión última del Pueblo Judío, se apoderaron de los medios oficiales de comunicación así como de la agenda cultural del Estado de Israel. Al principio estas personas tenían algo del judaísmo que recibieron en casa de sus padres, empero con el correr del tiempo, el distanciamiento hizo lo suyo y transformaron Yom Hazikaron en un día de debilidad y derrotismo, un día en el que en lugar de honrar la memoria de los caídos, destacando el significado de la existencia del Pueblo Judío dando así sentido al sacrificio realizado, destacan el dolor, la desesperación y la destrucción, presentando su muerte como carente de sentido. Ellos se ven como si respetasen a los caídos, empero no hay mayor profanación de su memoria que el carácter vano que le adjudicaron a Yom Hazikaron, al ignorar por completo la misión del judaísmo en pos del cual estos soldados entregaron sus vidas.

Si se realiza un día de conmemoración, corresponde que en éste se destaque la entrega de los caídos y su consagración del Nombre Divino. Es menester que en este día se puntualice que el proyecto de la reunión de las diásporas y construcción del pueblo judío en su tierra son tan importantes, que justifican entregar la vida en pos de su materialización, y de esta manera nos reforzamos al continuar andando a la luz de su ejemplo. Los asentamientos que construimos, la Torá que estudiamos, los hijos que criamos, la sociedad judía justa y moral que procuramos establecer aquí según la visión de nuestros profetas, les pertenecen íntegramente a los caídos. En virtud de una recordación de este tipo podremos seguir su camino con renovados bríos, camino de entrega por todo el pueblo judío. De esta manera honramos de verdad a los caídos como santos y puros, luminosos cual prístino resplandor celestial.

Este debe ser el mensaje a transmitir a las familias de los caídos: no os rindáis ante el dolor de la muerte, extraed de la memoria de los caídos fuerzas para continuar viviendo. No agachéis vuestras cabezas, sino más bien erguíos en su honor, contemplad allende el horizonte común y ordinario y divisad la redención y los días mesiánicos. Y aunque vuestros ojos enjuguen aún lágrimas, éstas son lágrimas de grandeza.

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