Pninei Halajá

14 – Día de recordación de la Shoá y el heroísmo: Yom Hashoá.

La Kneset fijó por ley que el día veintisiete de Nisán se conmemore el «Día de Recordación de la Shoá y el heroísmo» para «evocar la memoria de la Shoá perpetrada por los nazis y sus colaboradores sobre el Pueblo Judío y recordar los actos de heroísmo y rebelión de aquellos días». «En todo el país se ha de mantener dos minutos de silencio durante los cuales cesarán todas las labores y parará todo tráfico vehicular, se realizarán actos recordatorios, asambleas populares y homenajes en campamentos militares e instituciones educativas, las banderas de los edificios públicos se bajarán a media asta, los programas de transmisión radiales expresarán la singularidad del día». A la hora once de la mañana se realizan dos minutos de silencio que dan punto inicial a la realización de los diferentes actos conmemorativos.

Empero, a diferencia de Yom Hazikaron, que contó con la avenencia del Rabinato de Israel, Yom Hashoá fue fijado el día veintisiete de Nisán sin contar con el asentimiento de los sabios, por cuanto que Nisán es un mes de alegría. La halajá (Shulján Aruj Oraj Jaím 429:2) indica que en este mes no se recita Tajanún ni se fijan ayunos públicos. En un entierro durante el mes de Nisán no se pronuncian sermones fúnebres ni se recuerda las almas de los difuntos (Mishná Berurá 429:8). Muchos acostumbran a no visitar los cementerios durante el mes de Nisán y quien tiene día de aniversario (Yortzait) de un pariente cercano, visita la tumba en vísperas del inicio del mes. Es así que resulta claro que no hay lugar para fijar en el mes de Nisán un día de recordación a las almas de los judíos santos que fueron asesinados durante la Shoá. Los días apropiados para evocar su recuerdo, son los días de ayuno fijados en memoria de la destrucción del Templo, especialmente el del 9 de Av. Efectivamente, el Rabinato de Israel fijó el ayuno del diez de Tevet, como día de recitación de kadish para todas las almas de las víctimas de la Shoá cuyo día de fallecimiento no es conocido.

Se nos ocurre que de todas maneras, la forma correcta de darle al día veintisiete de Nisán un cariz correcto, puede ser fijándolo como un día en el cual nos ocupemos de fomentar el concepto de la «familia judía». Seguramente el último deseo de los seis millones de víctimas torturadas y asesinadas fue que el pueblo judío siga existiendo, crezca y prospere, que el sufrimiento padecido por dos mil años y especialmente durante la Shoá no sea en vano, que cada judío haga lo posible por formar una familia y continúe con la tradición cumpliendo así con el precepto: «cuanto más lo oprimían más se multiplicaban» (Éxodo 1:12). Por lo tanto corresponde que en este día las personalidades públicas piensen cómo promover matrimonios y natalidad judía, que los maestros hablen de la enorme responsabilidad que recae sobre nuestros hombros como sobrevivientes, de continuar la existencia y el crecimiento del pueblo judío.

Otro tanto respecto del tema de la sirena, si mientras esta suena pensamos cómo promover el florecimiento del pueblo de Israel en mérito de la memoria de los asesinados, no estaremos realizando una manifestación de duelo sino pensando en la renovación y el resurgimiento nacional que van de la mano del mes de Nisán. Asimismo esta meditación no implica suspender el estudio de la Torá y de todas maneras quien no comparta esta opinión no ha de separarse de la comunidad.

Si D´s quiere, pronto volveremos a tener jueces como antaño y esta cuestión será sometida a su análisis y ellos nos indicarán cómo y cuándo evocar correctamente la memoria de los mártires.

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