Pninei Halajá

4 – Las crisis de la dinastía hasmonea.

Una vez que la guerra contra los griegos culminó con una clara victoria militar y política en favor de los macabeos, volvió a despertar la contienda cultural interna en el seno de los judíos. Aún era necesario resistir culturalmente frente al embate civilizatorio helénico que había deglutido a todas las culturas locales. La cultura griega tenía un enorme poder. Poseía un sofisticado método de investigación científica, una excelente estrategia militar y un orden jurídico gubernamental sumamente eficiente. La escultura y la arquitectura griegas eran impactantes, sus representaciones de arte dramático impresionantes y las competencias atléticas atrapaban la atención de las multitudes. Por estas razones es que la cultura griega pudo expandir su influencia tan rápidamente por sobre todo el mundo entonces conocido. Incluso varios años más tarde, al Roma transformarse en el poder hegemónico del mundo, la cultura preponderante en el imperio romano era la griega.

Si bien la rebelión hasmonea hizo retroceder al proceso de helenización en el seno del pueblo de Israel, éste no desapareció y décadas más tarde, echó raíces profundas en el seno de las clases altas y de aquellos judíos que tenían contacto con personas de otras naciones. Los helenizantes de los días de la dinastía Hasmonea recibieron el nombre de Saduceos. Ellos no instaban a las masas a asimilarse por completo a la cultura griega, sino que creían que se podía combinar la cultura helena con la fidelidad a la Torá escrita en el marco de la nación judía.

Una de las tragedias históricas fue que los nietos y bisnietos de aquel Matityahu que arriesgó su vida en la defensa del judaísmo, se vieron atraídos por la cultura griega y persiguieron a los sabios de Israel por cuidar éstos de las tradiciones ancestrales. Un bisnieto de Matityahu, fue el Rey Yanai, que además de ejercer el poder político ejerció el supremo sacerdocio y tan malvado fue, que el día de su muerte fue fijado por los sabios como un día de fiesta. Como Yanai sospechaba que los sabios y quienes los apoyaban se alegrarían con su muerte, ordenó que el día de su deceso sean ejecutados muchos de los sabios de Israel, empero una vez fallecido, sus herederos encabezados por su esposa Shlomtzión dejaron sin efecto su decreto. El día de su muerte fue fijado como un día de alegría y agradecimiento por la desaparición de un malvado y por la salvación de los sabios de Israel.

Finalmente, los siervos de la dinastía hasmonea y Herodes a la cabeza de ellos, desplazaron del poder a la familia Hasmonea despojándolos de la corona, exterminando su simiente y gobernando en su lugar, hasta el punto que afirmaron nuestros sabios de bendita memoria (Tratado de Baba Batra 3(B)): «todo aquel que se dice descendiente de la estirpe hasmonea o se trata de un siervo o de un embustero».

A la luz de estos hechos son comprensibles las críticas que le formularan los sabios a la dinastía hasmonea, por no haber nombrado un rey del linaje de Judá, tal como lo estipulaba la Torá (Génesis 49:10):»No se apartará el cetro de Judá» (ver comentario de Najmánides en el sitio). Al inicio los gobernantes de la dinastía hasmonea recibían el título de presidentes (nesiím), pero más tarde se proclamaron reyes. Además, se designaban a sí mismos como Sumos Sacerdotes. Es claro que el título real afectaba su desempeño como Sumos Sacerdotes, de modo tal que una labor espiritual que debía llevarse a cabo en la máxima pureza, se vio afectada por los entretelones de la política y la influencia del helenismo aumentó. Por otra parte, su reinado tampoco fue estable desde el punto de vista político, ya que se manejaba a la sombra de los poderes dominantes de la época y bajo su hegemonía, lo cual con seguridad actuó en detrimento de la dinastía hasmonea.

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