Pninei Halajá

8 – ¿Puede un amalecita salvar su vida mediante conversión al judaísmo?

Si bien la Torá ordenó eliminar la descendencia de Amalek, en el caso en que un amalecita acepte cumplir con los siete preceptos universales de los hijos de Noé, pierde el carácter amalecita original y ya no es necesario eliminarlo. Los siete preceptos de los hijos de Noé son los siguientes: la prohibición de la idolatría, la prohibición de adulterio e incesto, la prohibición de derramamiento de sangre, prohibición de robar, prohibición de blasfemar, prohibición de ingerir un trozo de un animal vivo y la obligación de nombrar jueces y establecer tribunales de justicia, que se ocupen de las relaciones del hombre para con su prójimo.

Más aún, aunque los amalecitas no hayan aceptado sobre sí los siete preceptos antemencionados, es nuestro deber ofrecerles un arreglo pacífico antes de salir al combate. Esto implica, ofrecerles cumplir los siete preceptos de los hijos de Noé, subyugarse al Pueblo de Israel y pagarles tributo. Si aceptan las condiciones, no se va a la guerra contra ellos, mas si no las aceptan, se les combate hasta eliminarlos por completo. Aunque más tarde se retracten y acepten las condiciones, se les rechaza, por cuanto que la guerra ya se inició y por ende se continúa hasta el final (Maimónides Hiljot Melajim 6:1-4, Kesef Mishné ídem).

Los juristas debatieron respecto de si aceptar o no la conversión de un amalecita al judaísmo. Según Maimónides, un amalecita se puede convertir (Hiljot Isurei Biá 12:17) y nuestros sabios talmúdicos nos enseñaron que los descendientes del malvado Hamán, que era de la simiente de Amalek, enseñaron Torá en la ciudad de Bnei Brak (Tratado de Guitín 57(B), Sanhedrín 96(B)), por lo que vemos que se aceptaron conversos de ese pueblo.

Hay quienes opinan que no se deben aceptar conversos de Amalek, ya que según la opinión de Rabí Eliezer en la Mejilta (final de la porción de Beshalaj), D´s juró por Su trono que si un amalecita va a venir a convertirse al judaísmo no se le aceptará. Según esta opinión, lo que dijeron nuestros sabios respecto de los descendientes de Hamán que enseñaron Torá en Bnei Brak, se trata de un error del tribunal de conversión, que ignoraba tener delante de sí a amalecitas y los aceptaron. Quizás también un amalecita descendiente de Hamán violó a una mujer judía, y el hijo resultante de la violación fue judío y de él descendieron los maestros de Torá de Bnei Brak (Resisei Laila 35:5).

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