Pninei Halajá

11 – Leyes relativas a la lectura de la Meguilá

El pergamino debe estar enrollado desde el final hacia el comienzo, pero como se le considera «epístola», se acostumbra a extenderlo y doblarlo hoja por hoja frente al público  antes de la lectura, como forma de publicitar el milagro. Tras la culminación de la lectura, se enrolla nuevamente el pergamino del final al inicio, ya que no sería honroso para la Meguilá que quede abierta, y solo después de terminar de enrollarla el oficiante recita la bendición «Harav et Ribenu» (Shulján Aruj 690:17, Mishná Berurá 55-6, Kaf HaJaím 102-105).

El precepto de la lectura de la Meguilá se puede cumplir tanto de pie como sentado, y solo el oficiante debe estar de pie por respeto al público (Shulján Aruj 690:1). La mayoría de los judíos acostumbran a estar de pie durante el recitado de las bendiciones (Mishná Berurá 690:1, Ben Ish Jai Tetzavé 4, y ver Kaf HaJaím 2).

La Meguilá se lee con las entonaciones tradicionales y si no hay quien sepa leerla con éstas, a posteriori, se puede leer sin entonar (Shaaré Teshubá 690:1).

Se debe leer la Meguilá según el orden en el que está escrita, y si se lee desordenadamente, no se cumplió. Por ejemplo, quien no oyó una palabra o un versículo de la lectura del oficiante, no debe seguir escuchándola hasta el final para recién ahí completar el faltante, sino que debe hacerlo de inmediato para alcanzar al oficiante y continuar la lectura junto a toda la congregación.

Quien escuchó la lectura mientras estaba dormitando, no cumplió, pues con seguridad se perdió alguna palabra (Shulján Aruj 690:12). Tal como vimos arriba en el inciso 9, escuchar la Meguilá es preceptivo también para quien no entiende el idioma hebreo, y al escucharla cumple con su obligación. A priori se debe leer la Meguilá de continuo, y a posteriori, si hubo interrupciones tanto silenciosas como ruidosas, no se perdió lo ya leído y se puede continuar desde el punto en el cual se interrumpió (Shulján Aruj 690:5, y ver Mishná Berurá 18 y Shulján Aruj Oraj Jaím 65).

Quien escucha la lectura por medios eléctricos u electrónicos tales como teléfono, radio o parlantes, para la mayoría de los juristas no cumplió, pues estos artefactos captan las voces como señales eléctricas y luego las transforman en una nueva voz, por lo que se asemeja a  escuchar la lectura de una grabación.

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