Pninei Halajá

05. La confianza en Hashem («bitajón») y la alegría.

Nuestros sabios, respecto del versículo (Dvarim 4:7): «¿Qué otro gran pueblo tiene a D´s tan cerca que acude cada vez que es invocado?» dijeron: «¿Hay acaso otro pueblo como el judío, que conoce las leyes y el carácter de su D´s? Normalmente, cuando una persona tiene que presentarse a juicio se viste de luto, no afeita su barba y no corta sus uñas, ya que no sabe cuál será el veredicto final. En cambio el pueblo de Israel no actúa así, se visten de blanco, arreglan sus barbas, arreglan sus uñas, comen, beben y se alegran en Rosh Hashaná ya que saben que el Eterno obrará para ellos milagros» (Tur 581:4).

Aparentemente, cabe preguntar cómo podemos estar seguros que se nos hará un milagro y saldremos airosos del juicio, siendo que vemos claramente año tras año que hay personas que fallecen, otros sufren daños o enfermedades, ¿acaso ellos no son beneficiarios del milagro?

La respuesta es que todo aquel que cumple con los preceptos festivos como corresponde, y acepta sobre si Su Reinado operando así un despertar en sus ansias de superación en su labor espiritual, se le asegura que D´s lo juzgará con benevolencia ya que Su deseo es hacer el bien a Sus creaturas. Simplificando la idea, D´s nos bendecirá con un año bueno  como ocurre habitualmente. Empero, sabemos también que a veces en virtud de la magnitud del pecado o de la carencia del mundo, D´s considera que es mejor para la persona fallecer o padecer sufrimientos ya que de esa manera tiene la posibilidad de refinar sus acciones y repararlas para poder acceder a la verdadera vida en el Mundo Venidero. Si bien tenemos interés en que la Bondad Divina se revele sin sufrimientos en este mundo, de todas maneras, aun cuando no fuimos merecedores de ello, sabemos que el juicio es para nuestro bien y corresponde que nos alegremos (Shelá Tratado de Rosh Hashaná Torá Or 17).

Dado que el Eterno quiso dar méritos al pueblo de Israel, les estableció el Día de la Recordación y la «Truá» como día de descanso («shabatón») y Día de Sagrada Convocatoria». La santidad del día radica en la abstención de la realización de las labores mundanas y de las preocupaciones vinculadas a las mismas y en que podamos descubrir la santidad en la Torá, en el rezo y en la alegría de los banquetes festivos preceptivos. Si no se nos hubiese ordenado celebrar en Rosh Hashaná, es probable que en virtud del temor al veredicto final estaríamos todo el día ocupados elevando a D´s pedidos personales. Esto no sería beneficioso sino perjudicial para el resultado final del juicio, ya que el pecado se origina en el hecho que la persona olvida su rol sagrado general y se dedica exclusivamente a sus asuntos particulares. Mediante la santidad del día, el pueblo de Israel se regocija revelando el Reinado de Hashem en el mundo y de esta manera se despierta en ellos el anhelo por retornar a D´s con amor; salen airosos del juicio y son bendecidos con un buen año.

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