Pninei Halajá

16 – El degollamiento del chivo y la finalización de las aspersiones.

El Cohen Gadol salía del Templo y degollaba el chivo que había sido sorteado para ser ofrendado a HaShem, recibía su sangre e ingresaba al Kodesh HaKodashim, se paraba entre las varas del Arca y asperjaba una vez hacia arriba y siete hacia abajo. Así como está escrito (Vaikrá 16:15): «Luego sacrificará el chivo de la expiación que es del pueblo y traerá su sangre detrás del velo y hará aspersiones como hizo con la sangre del buey y rociará el propiciatorio y delante de él. Y purificará el lugar santo de las impurezas de los hijos de Israel y de sus pecados…»

Luego salía del Kodesh HaKodashim, apoyaba la sangre del chivo y tomaba la del buey y rociaba con esta la cortina que separa la sala del Templo del ‘Sancta Santorum’, una aspersión hacia arriba y siete hacia abajo. Luego volvía a tomar la sangre del chivo y rociaba con esta la cortina mencionada, una aspersión hacia arriba y siete hacia abajo. De esta manera cumplía lo que está escrito (ídem 16:16): «Y así hará al tabernáculo que está con ellos en medio de sus impurezas»

Acto seguido, el Cohen Gadol tomaba la sangre del chivo y la del buey y las mezclaba, pasaba del lugar donde estaba la cortina hacia el altar de oro que se encuentra dentro de la Sala del Templo y rociaba con esta sangre las cuatro esquinas de este. Luego revolvía las brasas y las cenizas que estaban sobre el altar hasta que se veía su cobertura de oro, y entonces asperjaba esta sangre sobre el altar siete veces. Tal como está escrito (ídem 16:18-9): «Y saldrá al altar que está ante el Eterno y hará expiación por el altar, y tomará sangre del buey del chivo rociará con ella los cuernos del altar. Y rociará la sangre con su dedo índice siete veces y así quedará el altar purificado de las impurezas de los hijos de Israel». Luego salía y vertía los restos de sangre sobre la base occidental del altar exterior.

Tras haber finalizado la expiación por el Santuario comenzaba la expiación por el resto de las trasgresiones. El Cohen iba por el chivo a ser enviado a Azazel, apoyaba sobre este sus manos y confesaba en nombre de todo el pueblo de Israel. Tal como está escrito (Vaikrá 16:20-21): «Y cuando haya terminado la expiación por el lugar santo, el tabernáculo y el altar, traerá al chivo (que quedó) vivo. Y apoyará Aharón sus dos manos sobre la cabeza y confesará todas las iniquidades de los hijos de Israel y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza de la víctima…»

Esta era la fórmula de la confesión: Ana HaShem, jatú avú vepashú lefaneja amjá Beit Israel (Por favor HaShem, tu pueblo Israel pecó negligentemente, intencionalmente y se rebeló ante Ti), kakatuv beTorat Moshé avdeja: Ki baiom hazé iejaper aleijem letaher etjem mikol jatotejem lifnei HaShem titharu (tal como está escrito en la Torá de Tu siervo Moshé: pues en ese día os expiará para purificaros de todos vuestros pecados y os purificareis ante HaShem). Tal como ya aprendimos, cada vez que los cohanim y el pueblo oían el Nombre Divino Manifiesto pronunciado de boca del Cohen Gadol se ahincaban, prosternaban y proclamaban: «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed». Vemos entonces que se prosternaban nueve veces en las tres confesiones y conjuntamente con la vez que se hincaron al oír el Nombre Divino Manifiesto al realizarse el sorteo de los chivos, resulta que se hincaron diez veces.

Posteriormente, el Cohen Gadol enviaba el chivo al desierto con un emisario, tal como está escrito (Vaikrá 16:21-2): «Entonces por medio de un emisario enviará el animal al desierto. Y el chivo llevará todos los pecados del pueblo a una tierra desolada pues será llevado al desierto». El enviado caminaba hacia el desierto unos doce «mil» (medida de longitud en la halajá equivalente a unos once kilómetros), dividía en dos partes la cinta que estaba amarrada a la cabeza del animal, una mitad la amarraba a los cuernos y la otra la amarraba a una roca y así arrojaba al chivo desde el peñasco y antes de alcanzar la mitad de la distancia del descenso se desmembraba (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 67(A)).

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