Pninei Halajá

13- Leyes referentes a la ubicación de las velas y el horario de su encendido.

1 – El decreto de los sabios respecto al lugar del encendido.

Nuestros sabios dijeron que: «Las velas de Januca deben ser colocadas del lado exterior de la entrada de la casa. Quien vive en un piso alto que las coloque en la ventana que da al dominio público y en caso de peligro es suficiente que las coloque sobre la mesa» (Tratado de Shabat 21(B)).

En el pasado, la mayoría de las personas vivían en planta baja con una puerta que daba o a la vía pública o a un patio amurallado con un portón que daba a la calle. Los sabios dispusieron que se encendieran las velas en la entrada que daba a la calle, para así publicitar el milagro. Además, dispusieron que se colocasen las velas a la izquierda de la entrada para que quien entre se vea rodeado de preceptos, la «mezuzá» del lado derecho y las velas del lado izquierdo (Tratado de Shabat 22(A)).

A priori, las velas deben colocarse a una altura del suelo que va de los tres a los diez palmos (de 24 a 80 cm.) ya que si se colocan más alto, quienes las ven, pueden pensar que fueron encendidas como faroles para iluminar la entrada a la casa. Por otra parte si las velas se colocan a la altura del suelo, parece como que alguien las dejó allí por unos minutos, para luego llevarlas a que iluminen en otra parte. En cambio, si se colocan a una altura que va de los tres a los diez palmos, queda claro que están allí para cumplir con el precepto de publicitar el milagro. De todas maneras, a posteriori, si se las encendió por debajo de los tres palmos o por encima de los diez igualmente se cumplió con el precepto. Si se encendieron las velas a una gran altura, por encima de los veinte codos (9.6 mts.), no se cumplió con el precepto, pues las personas no acostumbran a mirar tan alto (Tratado de Shabat 21(B), Shulján Aruj Oraj Jaím 671:6).

En el caso de las personas que viven en un piso más alto que la planta baja, si encienden su “janukiá” en la puerta de entrada de abajo que está sobre la calle, no se distinguiría que se trata de sus velas y por eso los sabios les indicaron que enciendan junto a sus ventanas.

En épocas de peligro, en las que se teme que los gentiles puedan agredir a los judíos, los sabios dispusieron que se enciendan las velas dentro de la casa sobre la mesa y así se publicita el milagro para los integrantes del hogar.

2 – Ubicación de las velas para quien habita en una casa privada.

De las disposiciones de los sabios se desprende que no temían que las velas se apaguen por corrientes fuertes de aire ya que en esos días las personas vivían en casas muy aglomeradas y muchas de las ciudades o patios estaban rodeados de muros, por lo que entre las casas no soplaban vientos fuertes. Por esta razón, se podían encender velas en las puertas de las casas y portones de los patios sin temor a que se apaguen. Hoy en día la única manera de encender velas de Januca fuera de la casa, es en cajas de vidrio.

Sin embargo en ninguna parte vemos que los sabios nos ordenaron comprar cajas de vidrio, por lo tanto quien no esté interesado en adquirir una puede encender las velas dentro de su propia casa. En este caso estará cumpliendo el precepto con excelencia en cuanto a la publicitación del milagro, empero no logra alcanzar un ulterior grado de excelencia que es el encender las velas del lado izquierdo de la puerta de entrada para que quien ingresa esté rodeado de preceptos, mezuzá del lado derecho y velas del lado izquierdo. Quienquiera cumplir con todos los grados posibles de excelencia («hidur»), que compre una caja de vidrio y coloque las velas a la izquierda de la entrada a la casa, del lado de afuera. En el caso de una familia ashkenazi o algunas de origen sefaradí, que encienden varias “janukiot” (ver arriba capítulo 12 incisos 3 y 4), deben poner atención en colocarlas de tal manera que cada una se vea separada de las otras para que se pueda percibir el número de velas que se corresponden con los días. Se permite también colocar una “janukiá” en la entrada dentro de una caja de vidrio y que las demás sean colocadas en la ventana.

En el pasado era muy común vivir en casas que daban a patios rodeados de muros que tenían un portón que daba a la vía pública, por lo que el patio era considerado una extensión de la casa y por ende el sitio de encendido era del lado exterior del portón. Hoy día los patios no suelen estar rodeados de murallas, por lo que se colocan las velas en la puerta de entrada a la casa.

Cuando la puerta de entrada a la casa se encuentra en un lugar que no se divisa desde la vía pública, mientras que si colocan las velas en la ventana serán visibles, hay quienes dicen que es preferible encenderlas en la puerta de la casa, pues así lo dispusieron nuestros sabios en un comienzo, para que el que entre a la misma se encuentre rodeado de mitzvot. Otros opinan que es mejor hacerlo en la ventana, pues los sabios dispusieron que el milagro sea publicitado. Nos parece que en la práctica, es mejor encenderlas en la ventana, si bien hacerlo en la puerta tiene una virtud especial.

3 – Ubicación de las velas para quien vive en un departamento.

La mayoría de las personas viven en la actualidad en edificios de apartamentos y por lo tanto la mejor ubicación para el encendido es sobre la ventana o el balcón que da a la calle, de manera que el milagro se publicite lo más posible. Quienes encienden al lado de la ventana deben poner cuidado en que tanto los miembros del hogar como las personas que están afuera puedan ver las velas, por lo que en este caso no se debe usar una “janukiá” que tenga «espalda», o sea un pequeño tabique, que impida que quien está por detrás vea las velas encendidas.

En el caso de una ventana que da a la vía pública, que está a una altura mayor a los ochenta centímetros, igualmente se enciende en ésta, pues es más importante cumplir con la publicitación del milagro que con la especificación de la altura.

Hay quienes opinan que es preferible encender las velas en el pasillo que da a las escaleras o al elevador pues en ese caso quien entra a la casa está rodeado de preceptos, con la mezuzá del lado derecho y la “janukiá” del lado izquierdo. Si bien quien así hace cumple con el precepto es mejor encender las velas sobre la ventana que da a la vía pública para publicitar el milagro.

En el caso de quien habita un piso alto y la ventana está por encima de los veinte codos (9.6 mts.), siempre que los transeúntes puedan ver las velas desde la calle nos parece mejor encenderlas en la ventana para publicitar el milagro. De todas maneras quien así lo quiera, puede encenderlas en la puerta de entrada que da al pasillo de las escaleras y el elevador pues también allí se publicita algo el milagro. También quien enciende dentro de su casa cumple con el precepto.

4 – Horario y duración del encendido de las velas.

Nuestros sabios dispusieron que se enciendan las velas en el momento en que el milagro logre su mayor difusión. En el pasado, las calles no estaban iluminadas por la noche y al anochecer éstas estaban atestadas de personas que retornaban a sus hogares y se recluían en sus casas.

Es así que nuestros sabios dispusieron, que el horario de encendido de las velas sea «desde que se pone el sol hasta que la gente regresa del mercado» (Tratado de Shabat 21(B)). Empero los sabios medievales debatieron respecto de si los sabios del Talmud se referían al momento de la puesta del sol o al final del atardecer, cuando ya se ven las estrellas. Por una parte, al momento de la puesta del sol, había más personas en la calle, mientras que como contraparte, por haber todavía luz natural, las velas no resaltan lo suficiente. Por lo tanto es preferible esperar hasta la salida de las estrellas y en la práctica, la costumbre más extendida es encender al salir las estrellas, que es unos veinte minutos después de la puesta del sol.

Los hombres tienen preceptuado rezar el servicio de Arvit y muchos acostumbran a hacerlo inmediatamente con la salida de las estrellas, por lo que deben anteponer la plegaria al encendido, dado que el rezo nocturno es más frecuente que Januca, y en él se cumple con el precepto de la Torá de recitar el «Shemá Israel» de la noche. Una vez finalizado el servicio de Arvit es menester apresurarse a retornar al hogar para hacer el encendido de velas lo más próximo al momento de la salida de las estrellas. En el caso de quienes acostumbran a rezar Arvit más tarde en la noche, deberán encender las velas al salir las estrellas y más tarde rezar Arvit en el horario que habitúan hacerlo.

Si bien para cumplir con el precepto alcanza con que la vela arda media hora, hay quienes dicen que es bueno cumplir con mayor excelencia, por lo que en nuestros tiempos, es bueno colocar velas que duran unas dos horas o más pues hoy día la gente acostumbra a caminar por la calle hasta altas horas de la noche y al verlas ardiendo, el milagro es publicitado.

5 – Horario de encendido de las velas en víspera de Shabat y el sábado por la noche.

Tal como ya estudiamos, nuestros sabios dispusieron que se enciendan las velas de Januca después de la puesta del sol, ya que antes, la luminosidad exterior hace que no se distingan con claridad. Empero, en víspera de Shabat, es claro que no se puede encender después de la puesta del sol, pues con ésta el Shabat comienza y queda prohibido encender fuego. Tampoco se puede encender fuego sobre el horario de la puesta del sol, por cuanto que hay un precepto que es el agregar tiempo profano al sagrado, y por lo tanto recibimos el Shabat antes de la puesta del sol. En la práctica la mayoría de las comunidades acostumbra recibir el Shabat veinte minutos antes de la puesta del sol y este es el horario oficial de encendido de velas sabáticas que se publica semana a semana. En el Shabat de Januca, es necesario encender las velas festivas antes que las sabáticas.

Si bien se encienden velas de Januca antes de la puesta del sol, la publicitación del milagro se lleva a cabo principalmente en la noche y por eso es importante tener la precaución de colocar suficiente aceite en las velas, como para que éstas se mantengan encendidas media hora después de la salida de las estrellas.

Es bueno rezar Minjá con la comunidad antes del encendido de las velas de Januca, ya que este servicio pertenece al día viernes, mientras que el encendido de éstas corresponde al día sábado. De todas maneras si no es posible rezar Minjá con minian, no se ha de rezar individualmente (Shulján Aruj 679:1, Mishná Berurá 2, Kaf HaJaím 671:79).

El sábado por la noche se ha de rezar primeramente el servicio de Arvit y luego se encienden las velas de Januca. Muchos acostumbran a realizar primero la «havdalá», ya que con ésta finaliza el sábado mientras que las velas de Januca corresponden al día domingo (Tur Zahav 681, Aruj Hashulján 2, Ben Ish Jai parashat Vaieshev 21). Otros acostumbran a encender primeramente las velas de Januca para poder hacerlo lo más cercano posible al horario de la salida de las estrellas y además es bueno demorar la havdalá para prolongar lo más posible la santidad del Shabat. De todas maneras se pueden encender las velas de Januca antes de la havdalá, a condición de que en Arvit se haya recitado «Atá Jonantanu» o la fórmula «Baruj hamavdil bein kodesh lejol» (Shulján Aruj Ramá 681:1). En la práctica ambas costumbres tienen asidero en la Halajá (Beur Hahalajá allí) y cada quien puede escoger cuál costumbre seguir.

6 – En caso de necesidad se puede demorar el horario de encendido./

Tal como vimos, en días del Talmud la gente acostumbraba a volver a sus casas al oscurecer, por lo que el precepto se cumplía «a partir de la puesta del sol y hasta que la gente regresara del mercado». El texto se refiere hasta que los pobres, que se quedaban después del cierre del mercado recogiendo las sobras, volviesen a sus hogares (Tratado de Shabat 21(B)) y esto implicaba como una media hora después del tiempo del encendido (Rif).

En nuestros días existe la luz eléctrica, por lo que la mayoría de las personas continúa trabajando algunas horas después que oscurece y por lo tanto vuelven a sus casas más tarde. De todas maneras el horario ideal de encendido sigue siendo el que fijaron nuestros sabios, desde la salida de las estrellas hasta media hora después.

En el caso de que a alguien se le dificulte volver a su casa a la hora de la salida de las estrellas podrá encender las velas más tarde pero de todas maneras habrá de intentar regresar lo antes posible para hacerlo lo más contiguo al horario estipulado por nuestros sabios. Es importante procurar encenderlas hasta las nueve de la noche (9:00 pm), que es en nuestros días una hora en la cual todavía es aceptado o común regresar de los quehaceres diarios y se cumple la estipulación talmúdica de «hasta que la gente regresa del mercado». Se debe evitar ingerir una «comida fija» de an o artículos panificados (mezonot) que para la Halajá es la cantidad equivalente a un huevo (58 gramos), hasta después del encendido de las velas (Mishná Berurá 672:10, 431:6 y ver arriba capítulo 12 inciso 13).

En un sitio en el cual habitualmente tiene lugar una clase de Torá después del servicio de Arvit, y de irse la gente a su casa a encender velas el estudio se suspendería, es preferible primero estudiar y luego encender las velas, pues a nivel de preceptos, el estudio de Torá tiene preferencia por sobre el encendido de las velas de Januca en su horario indicado.

7 – ¿Es necesario esperar a un miembro de la familia que se demora en regresar?

En muchas familias se presenta el dilema respecto de qué hacer en caso que el jefe de familia no puede regresar a la hora de la salida de las estrellas. ¿Es preferible que su esposa encienda las velas en tiempo o esperar a que el marido regrese?

Según el criterio básico de la Halajá, no es indispensable que ambos cónyuges estén presentes a la hora de encender las velas y cuando uno de ellos las enciende en la casa, el otro también cumple con el deber del encendido. Por lo tanto, parecería preferible que la esposa encienda en hora sin el marido. En la práctica, en la enorme mayoría de los casos es preferible esperar a que los dos cónyuges estén presentes. En términos generales, hay tres elementos a tener en cuenta para demorar el encendido hasta que el cónyuge ausente retorne.

El primero, cuando el marido no va a tener la posibilidad de escuchar el recitado de las bendiciones en la sinagoga o en otro sitio. Esto se debe a que con el encendido a distancia de su mujer cumple con el precepto de encender las velas, pero mientras no escuche el recitado de la bendición «que hizo milagros a nuestros ancestros» no cumple con el deber del agradecimiento a Dios y por lo tanto en ese caso es preferible esperarlo a que regrese a la casa (esta misma regla se aplica cuando es la mujer quien está ausente de la casa al salir las estrellas).

El segundo elemento a tener en cuenta es si el esposo o la esposa pueden ofenderse o acongojarse por el hecho que no les hayan esperado para el encendido.

El tercer elemento a sopesar es, si al no esperarlo la conexión del cónyuge ausente con el precepto de las velas de Januca pueda verse perjudicado. Esto adquiere especial trascendencia si el cónyuge por una cuestión de rutina laboral va a demorarse en regresar todos los días de la fiesta y entonces su vínculo con el precepto se puede ver afectado.

Este tercer y último factor a tener en cuenta, es muy significativo para la mayoría de los juristas sefaradim (ver arriba capítulo 12 inciso 3), según los cuales sólo uno de los miembros de la familia enciende la “janukiá” hogareña. En el caso en que los hijos o hijas se demoran en volver a la casa y si ésta se enciende en su ausencia, su conexión con el precepto se puede debilitar, por lo tanto es preferible esperarlos y encender más tarde.

Vemos pues que sólo en caso de que la demora sea excepcional y el demorado tuvo la posibilidad de escuchar el recitado de las bendiciones en la sinagoga o en otro sitio, de manera tal que no se alteran ni la relación familiar ni la conexión personal con el precepto, se preferirá encender las velas en tiempo, o a la hora de la salida de las estrellas. En todos los demás casos, es preferible esperar al regreso del cónyuge ausente y según los sefaradim, al regreso de todos los miembros de la familia. No obstante, no se debe demorar en encender las velas hasta después de las nueve de la noche y todos los miembros de la familia deben procurar abstenerse de ingerir una «comida fija», desde media hora antes de la salida de las estrellas y hasta después de encendidas las velas (como se explicó en el capítulo 12 inciso 10).

8 – El encendido de las velas en casos de necesidad excepcionales: antes de la puesta del sol y tarde en la noche.

Quien no alcanzó a encender velas de Januca hasta la hora nueve de la noche, puede hacerlo toda la noche hasta que despunta el alba y habrá de recitar las bendiciones sólo en caso de que sea altamente probable que un transeúnte vea las velas a esa hora o que haya en la casa otra persona, como ser el caso de su esposa o su hijo que habrán de verlas. Empero si todos los miembros del hogar ya se fueron a dormir, y les resultaría muy molesto ser despertados para el encendido y por la calle ya no pasa nadie, encenderá las velas sin recitar las bendiciones.

Quien no encendió las velas durante toda la noche, se perdió el cumplimiento del precepto de ese día, pero al día siguiente encenderá velas al igual que todos (Ramá 672:29).

Si bien vimos que en víspera de Shabat se encienden las velas de Januca antes de la puesta del sol, en días de semana ésto no se debe hacer. Únicamente en caso de que no haya alternativa alguna, se puede encender velas a partir del horario halájico de «plag haminjá» (cuarenta minutos antes de la puesta del sol). Este podría ser el caso de quien tiene que salir de su casa antes de la puesta del sol y no regresará sino hasta muy tarde en la noche, a una hora en la que nadie vería ya sus velas, y además en la casa no hay quien pueda encenderlas en su lugar. Dado que no tiene alternativa, que encienda las velas desde «plag haminjá», o sea cuarenta minutos antes de la puesta del sol y en la opinión de la mayoría de los juristas este encendido incluye la recitación de las bendiciones. En caso de que necesite salir de su casa aún más temprano, puede adelantar el encendido hasta una hora antes de la puesta del sol empero no recitará las bendiciones.

9 – Una familia que se hospeda en Januca.

Una familia que viaja a visitar amigos cercanos o a miembros de su familia y a la hora del encendido de las velas están todavía en lo de sus huéspedes, aunque cenen allí no se considera que es su casa y por lo tanto no cumplen con el precepto. En ese caso, si es posible, es bueno que un miembro de la familia visitante, a la hora de la salida de las estrellas, vuelva a la casa y encienda la “janukiá” y de esa manera haga cumplir con el precepto a todo el núcleo familiar. Asimismo, los huéspedes que se quedaron, deben poner atención en observar las velas y en escuchar el recitado de las bendiciones de sus anfitriones, para así participar del precepto de agradecer a Dios por el milagro. En caso de que los visitantes estén lejos de su hogar y no sea factible mandar a un miembro de la familia a encender las luminarias, deberán hacerlo al regresar, recitando las bendiciones, y si quieren comer en lo de sus anfitriones, deberán ponerse de acuerdo que cada quien le recordará al otro encender las velas cuando regresen.

Si los huéspedes tienen la intención de cenar y quedarse a dormir en lo de sus anfitriones, la casa donde se hospedan se transforma en la suya propia a los efectos del encendido de las velas de ese día, y por lo tanto cumplen con el precepto con el encendido del dueño de casa. En ese caso es importante que intenten participar del precepto, aunque sea colaborando con unos centavos para la compra de las velas o que el anfitrión les regale parte de la vela haciendo el huésped posesión del presente, al tomar la vela en cuestión en sus manos y elevarla.

Según la tradición ashkenazi, para cumplir el precepto en su mayor grado de excelencia, se acostumbra que cada miembro de la familia encienda velas y recite las bendiciones, por lo que el huésped habrá de encender su propia “janukiá” y recitará las bendiciones.

Si los huéspedes recibieron de sus anfitriones un apartamento separado donde pernoctar, según todas las tradiciones, allí es donde deben encender velas y recitar las bendiciones. En ese caso, deberán poner atención en encenderlas en un sitio que los transeúntes las puedan divisar, para así publicitar el milagro.

10 – Una familia que se hospeda en Shabat.

Una familia que se hospeda todo el Shabat, de manera tal que su casa pasa a ser la de su anfitrión,en víspera de Shabat le da unas monedas a los dueños de casa para así participar del precepto del encendido, cumpliendo así con su deber. Según la tradición ashkenazi es preferible que los huéspedes enciendan velas y reciten las bendiciones, y si recibieron un apartamento separado en el cual pernoctar, según toda las tradiciones, allí es donde deberán de hacerlo.

Si el sábado por la noche tienen la intención de regresar de inmediato a su hogar, es mejor que las enciendan allí. En caso de que los huéspedes planeen volver más tarde, a una hora en la que ya no hay transeúntes por la vía pública, es mejor que cumplan con el precepto en lo de sus anfitriones, de la misma manera que lo hicieron el día viernes. En caso de que se regresen a una hora intermedia, ni de inmediato ni muy tarde en la noche, pueden decidir dónde prefieren encender las velas, puesto que desde la perspectiva del día anterior, pueden hacerlo en lo de sus anfitriones y desde la perspectiva de dónde habrán de pernoctar esa noche, pueden hacerlo en su propio hogar, por lo que tienen la posibilidad de escoger.

11 – Una persona casada que no está en su hogar.

Un hombre casado que viajó solo en los días de Januca y se hospeda en lo de amigos o familiares, cumple con su deber mediante el encendido de su esposa, que se quedó en la casa. Si bien cumple con el encendido de su mujer, hay quienes opinan que no cumple con los preceptos de publicitar el milagro y contemplar las velas, por lo que debe escuchar el recitado de las bendiciones y ver las velas en lo de sus anfitriones o en la sinagoga, para participar del agradecimiento por el milagro (ver arriba capítulo 12 inciso 6).

Según la tradición ashkenazí si el viajero en cuestión quiere encender velas puede hacerlo incluso con recitado de bendiciones y es bueno que intente hacerlo antes que su mujer las encienda en su casa. Según la tradición sefaradí el viajero no habrá de encender.

Si el viajero se hospeda en un apartamento vacío o en una habitación de hotel, a pesar de que su esposa enciende en la casa, él mismo deberá encender velas donde pernocta. En este caso, según la tradición ashkenazí encenderá recitando las bendiciones mientras que según la tradición sefaradí, si se encuentra en el país encenderá las luminarias sin recitar las bendiciones mientras que si está en el exterior habrá de recitarlas.

En el caso de un soldado casado que está en su servicio de reservista no necesita encender velas pues su esposa lo hace por los dos en la casa y deberá escuchar el recitado de las bendiciones de boca del soldado que está encendiendo las velas. Si en el campamento militar no hay quien encienda velas, que lo haga él mismo. Si en la base militar no hay quien encienda velas deberá hacerlo en el comedor recitando las bendiciones pues aunque se conduzca según la tradición sefaradí es mitzvá encenderlas para el resto de los soldados que son solteros. En caso de que todos los soldados sean casados y observantes por lo que en sus respectivos hogares se encienden velas para ellos, si llegan a ser diez en número habrán de encender y recitar las bendiciones en la sinagoga.

Lo que vimos anteriormente que el casado cumple con el encendido de su mujer, es a condición que ella se quede en la casa y no se esté hospedando en otro sitio, pero si ella por ejemplo, está pernoctando en la casa de sus padres, la obligación del encendido vuelve a recaer sobre el marido y en ese caso según todas las tradiciones debe encender velas allí donde esté recitando las bendiciones.

Asimismo en el caso de una mujer que viajó, cumple con su deber mediante el encendido de su marido en la casa y deberá procurar estar presente durante el encendido en la casa de sus anfitriones. En caso de que pernocte sola en un hotel habrá de encender velas ella misma, según la tradición ashkenazi recitará las bendiciones y según la tradición sefaradí no habrá de hacerlo.

12 – Solteros independizados.

En términos generales sobre los solteros independizados recaen las mismas reglas que sobre las familias constituidas (ver arriba inciso 9). Por lo tanto, muchachos o chicas que viven en sus propias casas, tanto sean estas propias o alquiladas, deben encender allí las velas. Si están de visita en casas de amigos o familiares a la hora del encendido de velas y no pernoctarán allí, deberán encender velas al regresar a sus casas (ver arriba incisos 6-8 cuándo es el horario de encendido de velas a priori y a posteriori).

En caso de que un soltero independizado se hospede por la noche en casa ajena, deberá darles unos centavos («prutá») a sus anfitriones o éstos habrán de adjudicarle parte de la vela para cumplir con el precepto del encendido. Según la tradición ashkenazi, es bueno que encienda sus propias velas recitando las bendiciones, para así cumplir con dos grados de excelencia («mehadrín min hamehadrín»). En el caso de que los anfitriones lo hospeden en un apartamento separado, según todas las tradiciones allí es donde deberán encender velas.

13- Estudiantes de Yeshivá, soldados y estudiantes universitarios.

Los estudiantes de Yeshivá que pernoctan en sus habitaciones y comen en el comedor de la institución, deben encender velas en sus habitaciones, pues allí pasan más tiempo y es su espacio particular. En el caso de que en sus habitaciones haya una ventana que da a la vía pública, deberán encender las velas allí para publicitar el milagro. En caso contrario, deberán encender en la habitación y de ser posible del lado izquierdo de la puerta, para que así queden la mezuzá del lado derecho y la “janukiá” del lado izquierdo.

Respecto de la tradición sefaradí, en esta circunstancia se nos presenta una pregunta interesante, ya que para esta costumbre quien enciende es el mayor de la casa y mediante su encendido hace cumplir a todos los demás. En el caso del estudiante de Yeshivá, muchos juristas entienden que si bien el muchacho vive en la institución, su hogar es la casa de sus padres y ahí es donde siempre regresa e incluso cuando se enferma convalece en la casa de sus padres, por lo que cumple el precepto mediante el encendido de su padre en el hogar aunque no esté presente.

Por otra parte, hay quienes opinan que por cuanto que el estudiante reside en la Yeshivá la mayor parte del año, se le puede considerar como un soltero independizado que tiene residencia propia y por lo tanto debe encender velas y recitar las bendiciones. Según la tradición sefaradí, un compañero de la habitación debe encender por todos y es menester que los demás sean partícipes o mediante dinero para adquisición de las velas o mediante la apropiación simbólica («kinián»), que implica tomar la “janukiá” con las manos y elevarla (en público) para luego devolverla a su sitio.

La normativa vigente para el estudiante de Yeshivá, es la misma que se aplica para soldados o estudiantes universitarios. Según la tradición ashkenazí y parte de la sefaradí, deben encender velas y recitar las bendiciones en sus habitaciones. Según la tradición de muchos de los sefaradim, los soldados o estudiantes universitarios pueden cumplir mediante el encendido de sus padres en el hogar, y si allí no hay quien encienda, pueden encender en sus habitaciones sin recitar la bendición.

La misma regla se aplica para las chicas que estudian en una midrashá, college o universidad y viven en los dormitorios estudiantiles o en apartamentos alquilados. Según la costumbre ashkenazí y parte de las comunidades sefaradíes deberán encender velas y recitar las bendiciones, mientras que según la tradición de muchos de los sefaradíes cumplen mediante el encendido en la casa de sus padres. En caso de que en casa de sus padres no haya quien encienda habrán de hacerlo ellas mismas sin recitar las bendiciones.

14 – En el hotel.

Quienes se hospedan en un hotel deben encender allí velas de Januca. Repasemos brevemente lo que vimos en incisos anteriores: si se trata de una familia o de un soltero independiente deben encender y recitar las bendiciones. Si tienen un cónyuge que enciende en la casa o si la pareja se halla en lo de sus padres, que encienden en su casa, según la tradición Sefaradí han de encender sin recitar las bendiciones y según la tradición ashkenazí habrán de recitarlas.

Lo correcto es encender las velas en la habitación del hotel porque es su sitio particular, comparado con el comedor del hotel que es un espacio público. Si en la habitación hay una ventana que da a la vía pública corresponde encenderla ahí. Una vez encendidas las velas es menester quedarse por media hora en la habitación y si luego se quiere salir se deben apagar para evitar un incendio. En el caso que los dueños del hotel no permitan encender velas en la habitación se pueden encender en el salón comedor.

15- Pacientes en el hospital.

Pacientes internados en el hospital deben encender velas. Si están casados, cumplen mediante el encendido del cónyuge en el hogar. Si son jóvenes y viven en lo de sus padres, cumplen mediante el encendido de sus padres en la casa.

Según la tradición ashkenazí, si bien los pacientes quedan eximidos con el encendido de sus familiares en la casa, si quieren cumplir con mayor excelencia pueden encender velas y recitar las bendiciones (tal como se vio en el inciso 11). Según la tradición mayoritaria de los sefaradim los pacientes no deben encender (ver arriba capítulo 12 inciso 3).

Quienes encienden en el hospital, es mejor que lo hagan en su habitación que es su sitio particular, y si encienden en el comedor, cumplen con el precepto, pues a éste se lo puede considerar como parte de su hogar durante los días de estancia en el nosocomio.

De todas maneras, también pacientes exentos de la necesidad de encender velas en el hospital, pues cumplen mediante el encendido de la familia en la casa, deben intentar ver las velas encendidas y escuchar el recitado de las bendiciones durante el encendido. Esto se debe a que hay quienes opinan que si bien cumplen con el precepto del encendido mediante sus parientes en el hogar, de todas maneras no cumplen con el precepto del agradecimiento por el milagro (ver arriba capítulo 12 inciso 6). Por lo tanto deben procurar a alguien que deba encender y recitar las bendiciones, o un ashkenazí que enciende y recita bendiciones para así escucharlas. En este caso, el paciente debe poner intención de cumplir con el deber del agradecimiento, escuchando la bendición de «Al Hanisim» (por los milagros) y en la primera noche de Januca, también con la bendición de «Shehejeianu».

16 – En el campo o en un medio de transporte.

Los juristas debatieron respecto de si el encendido de las velas de Januca, está o no ligado al hogar. Hay quienes opinan que el decreto rabínico original establece que, quien tiene una casa, debe encender las velas de Januca, mientras que quien habita en la calle, no lo debe hacer. Así también, en el caso de salir de paseo y dormir en campo abierto, o un soldado que pernocta en una pequeña tienda de campaña inferior al tamaño mínimo de un hogar, que es dos metros por dos metros, no pueden cumplir con el precepto. Otros opinan que también quien carece de casa, debe encender velas allí donde esté.

Dado que esta duda ha perdurado, quien carece de casa debe encender sin recitar las bendiciones. Por ejemplo, quien sale en Januca a un paseo campestre o un soldado que duerme en una trinchera o una pequeña tienda, habrá de encender sin recitar la bendición. En cambio, un paseante o un soldado que duermen en una tienda de campaña grande, por cuanto que por sus dimensiones la tienda adquiere el carácter de casa, deben encender velas a la entrada de la misma recitando las bendiciones.

Quienes viajan durante toda la noche en avión, tren o barco, que tienen compartimentos individuales o camarotes, si bien están en movimiento, deben encender allí las velas y recitar las bendiciones, pues estos espacios se consideran su hogar a los efectos del precepto. Sin embargo, a veces por cuestiones de seguridad, no se permite encender velas y si se le da autorización a un viajante a encender la “janukiá”, con ese encendido cumplen todos los demás.

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