Pninei Halajá

05 – Los Diez días del Retorno (teshuvá)

01 – Teshuvá.

Los diez días que van de Rosh Hashaná hasta Yom Kipur conforman el tiempo en el cual el Kadosh Baruj Hú crea la vida del nuevo año y a los efectos de que Su Bondad no alcance a quienes han actuado con malicia, El Creador juzga en estos días, a todas Sus creaturas. Dado que Hashem quiere beneficiar a todas ellas y especialmente a los hijos de Su pueblo por cuyo intermedio desciende la bendición a todo el mundo, en estos días está cerca de todos aquellos que lo buscan de verdad y extiende Su mano a todos aquellos que buscan retornar. Por lo tanto, si bien el arrepentimiento sincero es siempre oportuno, en estos primeros diez días del año lo es aún más, siendo recibido de inmediato, tal como está escrito (Ishaiahu 55:6): «Buscad al Eterno mientras pueda ser hallado. Llamadle mientras esté cerca» (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 18(A), Rambám Teshuvá 2:6). En estos días, incluso la Teshuvá de una sola persona, es recibida como si fuese colectiva (Pesikta Rabatí).

Por lo tanto, es bueno que la persona revise sus acciones en estos días para poder reparar todo lo que se desvió a lo largo del año (Ramá 603:1). Especialmente es importante realizar una evaluación de la conducta ante el prójimo ya que Yom Kipur no expía las trasgresiones interpersonales a menos que el ofendido haya perdonado al ofensor (adelante inciso 4). Quien tiene un pleito económico con su prójimo no debe verse a sí mismo como eximido, ya que, por naturaleza el hombre nunca se considera deudor, sino que deberá acudir a un rabino que le indique cómo ha de proceder. Los píos acostumbran a realizar una evaluación diaria antes de irse a dormir por las noches y entonces confiesan ante Hashem sus pecados y retornan a Él (Zohar III 178:1). En los Diez Días de Retorno  corresponde que la generalidad de las personas adopte esta práctica (Mishná Berurá 603:2).

Dado que los Diez Días del retorno son aquellos en los cuales tiene lugar el juicio principal para el mundo así como para los seres humanos, los judíos acostumbran a tener cuidado en este período de no trasgredir prohibición alguna, rezar y estudiar con ahínco, abundar en caridad y buenas acciones. Asimismo, se acostumbra a levantarse temprano y acudir a las sinagogas para las plegarias de Selijot y abundar en súplicas (Rambám Teshuvá 3:4).

Se dijo en nombre del Arí Z»l que los siete días que van de Rosh Hashaná a Yom Kipur se corresponden con los siete días de la semana, y en cada uno de estos es bueno que la persona rectifique sus acciones y retorne mediante el estudio de la Torá y las buenas acciones, en concomitancia con lo desvirtuado en ese día. El domingo ha de corregir los errores dominicales, el lunes los del lunes  y así a lo largo de todos los días (Shaar Hakavanot 90:3, Mishná Berurá 603:2).

Hay quienes en estos días se tornan más cuidadosos en cuestiones halájicas como, por ejemplo, en el área de la kashrut. Si a lo largo de todo el año, en caso de premura o necesidad, la persona se conduce de acuerdo a  la opinión minoritaria de los juristas, en estos días la persona actúa, a priori, de acuerdo a la opinión mayoritaria. Por ejemplo, en estos días es bueno comer carne Glatt Kosher (Jalak) y tener cuidado de lavar las manos –»maim ajaronim»- previo al recitado de la bendición de agradecimiento por los alimentos («Birkat Hamazón») (según el Talmud Jerosolimitano Tratado de Shabat 1:3, Shulján Aruj 603:1).

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 40(B)): La persona debe verse siempre a sí misma como mitad culpable y mitad inocente; asimismo, debe ver a todo el mundo como mitad culpable y mitad inocente. Dado que el mundo y el Hombre son sentenciados de acuerdo a la mayoría de sus acciones, si hace una sola buena acción, feliz de él que definió para bien su veredicto y el veredicto del mundo entero. Si realizó una trasgresión, ay de él, que definió negativamente su veredicto y el veredicto del mundo entero, tal como está escrito (Kohelet – Eclesiastés): «…un pecador destruye muchas cosas buenas», por una sola trasgresión realizada por una sola persona tanto él como el mundo pierden un enorme beneficio.

02 – Modificaciones en el rezo en los Diez Días del Retorno.

Dado que quien se dispone a rezar la Amidá debe verse a sí mismo como quien se presenta ante el rey, en estos diez días debe recordar en sus plegarias la Soberanía Divina que se revela cuando Hashem juzga a Su creación. Si la persona no recuerda esta cuestión en sus plegarias, parecería que reza automáticamente sin prestar atención a la manifestación de Su Reinado en los días en cuestión. Por ello, los sabios establecieron que la tercer bendición de la Amidá la culminemos con las palabras «HaMelej HaKadosh» («El Rey Santo») en vez de «HaE-l Hakadosh» («El D´s Santo»). De la misma forma, la bendición por la restitución de los jueces de antaño la culminamos con las palabras «HaMelej Hamishpat» («El Rey de la justicia») en vez de «Melej Ohev Tzadaká Umishpat» («El Rey que ama las buenas acciones y la justicia»).

En el caso de quien se equivoca y en la tercera bendición dice «HaE-l Hakadosh» y no alcanza a corregirse mientras lo pronuncia, debe volver al inicio de la Amidá. Esto se debe a que las primeras tres bendiciones de la Amidá son una misma unidad y quien se equivoca en una de estas vuelve al inicio del rezo. Si una vez concluida la Amidá la persona duda si dijo «HaE-l Hakadosh» o «HaMelej Hakadosh», dado que está habituada a la primera versión es muy razonable suponer que es lo que dijo y por ende debe volver a rezar. Empero, si en la proximidad del momento en que debía decir «HaMelej Hakadosh» pensó en la cuestión, o si recordó agregar el suplemento «Mi Jamoja» («quién es como Tú») y luego de pasar un lapso de tiempo dudó, se asume que recordó decirlo correctamente y no debe volver a recitar (Tur Zahav 422:1, Mishná Berurá 582:4).

En caso de quien se equivoca en la bendición por la restitución de los jueces («Hashiva Shofteinu») y al finalizarla dijo «Melej Ohev Tzdaká Umishpat» en vez de «HaMelej Hamishpat» y no lo  corrigió mientras recitaba, según la usanza de parte de los sefaradíes no cumplió con su deber ya que no recitó la versión de los «Días Solemnes». Por lo tanto, si aún no terminó la Amidá debe volver a la bendición en cuestión, culminarla como corresponde y continuar desde allí hasta el final de la misma. En caso de ya haber terminado la Amidá debe repetirla, poniendo la condición de que si no debía rezar de nuevo se trata de una plegaria voluntaria o «nedavá» (Shulján Aruj 118:1, Iejavé Da´at 1:57). De acuerdo a la usanza ashkenazí y parte de los sefaradíes, aunque haya dicho «Melej Ohev Tzedaká Umishpat», a posteriori, cumplió con su deber por cuanto que en esa versión se hace mención a la palabra «Melej» (Rey) por lo que si no corrigió durante el recitado, no precisa volver (Ramá 118:1, Ben Ish Jai Nitzavim 19, Kaf HaJaím 1). Dado que esta es la usanza de la mayoría de los judíos, así debe actuar quien desconoce a ciencia cierta cuál es su tradición familiar.

En los Diez Días del Retorno, se agregan también cuatro adiciones suplementarias en la Amidá: «Zojrenu Lejaim» («Recuérdanos para la vida») en la primer bendición, «Mi Jamoja» («Quién es como Tú») en la segunda bendición, «Ujtov Lejaim» («Inscríbenos para la vida») en la decimoctava y «Besefer Jaím» («En el libro de la vida») en la última. En caso de omisión por olvido, no se regresa (Shulján Aruj 582:5).

En los Diez Días del Retorno se acostumbra a recitar la plegaria «Avinu Malkeinu» («Nuestro Padre, Nuestro Rey») en los rezos de Shajarit y Minjá, tal como se explicará en el inciso 6.

03 – Torá y generosidad (jesed).

El estudio de Torá es el gran fundamento del retorno o teshuvá, ya que por su intermedio se llega al cumplimiento de los preceptos. Nuestros sabios afirmaron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 40(B)) que el estudio es superior al cumplimiento pues «impulsa hacia la acción». Asimismo dijeron (ídem Tratado de Brajot 16(A)) que así como los arroyos elevan a quien se sumerge en ellos purificándolo, de la misma manera quien ingresa en las tiendas de la Torá y estudia con dedicación se hace acreedor de méritos inmediatamente, por lo que podríamos decir que en la balanza pasa del platillo del «debe» al platillo del «haber».

Al inicio, el estudio debe centrarse en el temor a D´s, tal como está escrito (Salmos 111:10): «El temor del Eterno es el principio de la sabiduría», y tal como dijeron nuestros sabios (ídem Brajot 17(A)): «El objetivo final de la sabiduría es el retorno y las buenas acciones». Por lo tanto, corresponde que cada quien fije un tiempo, a diario, para el estudio de libros de Ética Judía o «Musar» (Arí Z»l, Gaón de Vilna, Mishná Berurá 603:2). En especial durante el mes de Elul y los Diez Días de Retorno, es bueno reforzarse en el estudio de ética y proponerse (sin asumir un voto) continuar estudiando esta materia a lo largo de todos los días del año.

Además, el precepto del estudio de la Torá equivale en importancia al cumplimiento de todos los demás mandamientos juntos, ya que es el que más eleva a la persona. Todos los preceptos se cumplen con el cuerpo o la mente, mientras que el estudio se cumple con los aspectos más excelsos del ser humano que son el alma y el intelecto, y por su intermedio el estudioso se conecta con la Voluntad Divina. Dado que se trata del principal precepto, tiene la virtud de expiar pecados, tal como dijeron nuestros sabios (Vaikrá Rabá 25:1) que aunque una persona cometa una trasgresión cuyo castigo sea la muerte a manos del Cielo, puede salvarse si estudia Torá vehementemente. Esto implica que quien acostumbraba  a estudiar una hoja al día, de ahora en más que estudie dos, quien acostumbraba a estudiar un capítulo diariamente,  que estudie dos. En el caso de quien no sabe estudiar, que se ocupe de dar tzdaká (caridad) y vivirá.

Los sabios medievales prescribieron una serie de ayunos y castigos físicos para quienes procuran retornar, a los efectos de poder expiar cualquier pecado. Sin embargo, los sabios de las últimas generaciones escribieron que este tipo de prácticas están destinadas a quienes no estudian Torá, pero en el caso de quien se dedica al sagrado estudio en tiempo completo y su temor a D´s antecede a su sabiduría, el estudio vehemente  es su principal expiación (Arí Z»l, Sefer HaJaredim 65, Shelá, Beur Halajá 571:2, Nodá Biehudá Oraj Jaím 141:35).

Rabí Jaím de Volozhin escribió (Nefesh HaJaím 4:31) que la dedicación al estudio de la Torá expía todos los pecados y entre ellos las graves faltas que los sacrificios del Santuario no lograban perdonar. Tal como dijeron nuestros sabios (Taná de Bei Eliahu Rabá 5): «Quien trasgredió abundantemente y se le decretó muerte… retornó y leyó intensamente Torá, Neviím (Profetas) y Ktuvim (Hagiógrafos), estudió Mishná, Midrash, Halajá,  Agadá y sirvió a sabios, aunque se le hayan decretado cien decretos adversos el Kadosh Baruj Hú lo redime de estos»

Tal como dijeron nuestros sabios respecto de los hijos de Elí (Sumo Sacerdote durante la infancia de Samuel) que profanaron el Nombre Divino con su inconducta, y se les decretó que mueran jóvenes sin que ofrenda o sacrificio alguno pudiera expiarles, si se dedican al estudio de la Torá habrán de vivir.  Y si además de estudiar Torá harán actos de generosidad (jesed) sus días se prolongarán aún más (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 18(A)).

Los judíos acostumbran a dar abundante caridad (tzedaká) en los Días del Retorno, tal como está escrito (Proverbios-Mishlei 11:4): «La caridad salva de la muerte». Es bueno que en estos días cada quien evalúe, pormenorizadamente, su performance en temas de caridad y generosidad, refuerce su aporte del diezmo destinado al estudio de la Torá y el apoyo a los pobres. En el caso de quien se haya enriquecido, corresponde que se esfuerce y done un quinto.

04 – Trasgresiones del Hombre para con su prójimo.

Quien peca contra su prójimo debe obtener su perdón lo antes posible, ya que cada hora que un amigo está molesto permaneciendo en su dolor, la envergadura del pecado se incrementa. De todas maneras, en caso de no haber actuado a tiempo sea por timidez u otra causa de fuerza mayor, debe apresurarse en buscar la reconciliación antes de Yom Kipur. Nuestros sabios dijeron (Mishná Tratado de Yomá 85(B)) que «Yom Kipur expía las trasgresiones para con D´s empero las trasgresiones para con el prójimo Yom Kipur no las  expía hasta que no obtenga el perdón del afectado». Incluso si el pecador ofrenda todos los sacrificios posibles, abunde en ayunos  y plegarias, no se le perdona hasta que no obtenga el perdón de su prójimo (Talmud Babilonio Tratado de Baba Kama 92(A)).

Dado que quien daña la propiedad o el honor de su prójimo peca contra este y contra D´s, debe obtener el perdón del primero y además confesarse ante Hashem por haber trasgredido Sus leyes y proponerse no volver a cometer este pecado. Por lo tanto, alguien que actuó contra su prójimo, le robó o atentó contra su patrimonio, en primer término debe indemnizarlo, obtener su perdón por el daño perpetrado y solamente después confesarse ante Hashem. Si el agresor se confiesa ante Hashem antes de haber pedido el perdón del afectado, su confesión es incompleta y debe volver a confesarse tras la reconciliación (Sha´arei Teshuvá 4:18).

Si las palabras despectivas pronunciadas contra el prójimo pueden inducir a otros a relacionarse despectiva u hostilmente con el afectado, quien pide perdón debe hablar positivamente delante de las mismas personas que escucharon su primera expresión peyorativa. En este caso, debe explicar a los presentes que cuando habló mal del afectado no tenía una imagen completa de la situación etc., a los efectos de neutralizar la mala influencia de sus anteriores expresiones. Asimismo, corresponde que quien ofende  públicamente a su compañero, se disculpe también públicamente (Rambám Teshuvá 2:5).

05 – Cómo pedir disculpas y reconciliarse.

Quien se disculpa ante su prójimo debe exponer ante éste su pecado, de  modo tal que si el afectado no sabía que fue víctima de habladurías («lashón hará»), quien se disculpa debe confesarlo y pedir su perdón (Bait Jadash). Sin embargo, si sabe que detallar el pecado causará dolor o vergüenza al afectado, es mejor no detallar la inconducta (Maguén Abraham, Mishná Berurá 606:3). De todas maneras, el trasgresor debe invertir ingentes esfuerzos en neutralizar la influencia negativa alabando al afectado públicamente y retractarse de las expresiones negativas anteriores.

A priori, quien trasgredió contra su prójimo debe primeramente disculparse personalmente; en caso de avergonzarse o de considerar que su compañero aceptará más rápidamente las disculpas si manda un enviado que hable por él, podrá hacerlo (Maté Efraim 606:1, Mishná Berurá 2).

Si el compañero ofendido no aceptó las disculpas en la primera oportunidad, el ofensor debe tomar consigo tres personas y volver a pedir perdón al afectado en presencia de estos. Si tampoco acepta las disculpas, el ofensor debe volver a presentarse en compañía de tres personas y pedir nuevamente perdón. Si en esta oportunidad el ofendido no acepta las disculpas ya no hay necesidad de seguir esforzándose en obtener su perdón, y aquél que no ha  perdonado se convierte ahora en el trasgresor. En caso de haber ofendido a su rabino, aunque no sea su principal maestro, debe pedir disculpas incluso mil veces hasta obtenerlas (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 87(A), Rambám Teshuvá 2:9, Mishná Berurá 606:7, Beur Halajá allí).

Corresponde que quien haya sido ofendido, que no sea cruel y perdone, tal como dijeron nuestros sabios: aquel que perdona aun teniendo razón se le perdonan todas sus inconductas. Pero si no acepta las disculpas, tampoco es disculpado en el cielo por sus trasgresiones (ídem Rosh Hashaná 17(A)). Sin embargo, cuando se deniega el perdón con la intención de beneficiar al trasgresor, a fin de que aprenda a tener cuidado en el futuro, está permitido no perdonar hasta que se disculpe reiteradamente como lo indican nuestros sabios. De todas maneras, una vez que el agresor se disculpó, el agredido debe quitar de su corazón tanto el odio como el enojo (Ramá 606:1, Mishná Berurá 9).

En el caso de quien tema que si perdona a su compañero este volverá a  agredirlo, no tiene el deber de perdonar. Asimismo, en caso de que el agresor le haya hecho mala fama al agredido al punto de atentar seriamente contra su buen nombre, no está obligado a perdonar, pues hay quienes escucharon la difamación y todavía no saben que el difamador está arrepentido por lo dicho. De todas maneras, si el difamador se arrepintió verdaderamente y lo hizo público e intentó neutralizar el efecto nocivo de lo dicho, es digno de una persona humilde y pía perdonarlo (ver Ramá 606:1, Mishná Berurá 11).

Si la víctima de la agresión falleció, el agresor debe traer diez personas ante la tumba del difunto, debe detallar a estos el contenido de la agresión y declarar que pecó ante el D´s de Israel y ante la persona allí enterrada. Los presentes deben responderle: «estás perdonado, estás perdonado, estás perdonado» (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 87(B), Shulján Aruj 606:2, Mishná Berurá 15).

Hay quienes acostumbran disculparse de todos sus amigos y conocidos en la víspera de Yom Kipur, empero esta usanza casi que no tiene utilidad alguna. Es más, hay quienes mediante esta práctica se engañan a sí mismos y piensan que son tan justos que se disculpan de absolutamente todas sus relaciones, cuando en realidad lo que hacen es una maldad  pues no acuden a disculparse ante aquellos que realmente fueron agredidos por ellos. La persona debe realizar un balance de cara a Yom Kipur y recordar a quien probablemente se haya sentido agredido por él, para entonces disculparse ante esta persona específica (Shelá Masejet Rosh Hashaná Derej Jaím 151).

06 – Las costumbres de los Diez Días del Retorno.

Se acostumbra a recitar «Avinu Malkenu» tanto en el rezo de Shajarit como en el de Minjá tras la repetición del oficiante. Esta plegaria posee mucha fuerza ya que en ella nos dirigimos ante Hashem de las dos maneras en que nos relacionamos con Él, como hijos ante un padre y como siervos ante un rey. El Talmud cuenta (Tratado de Ta´anit 25(B)) que una vez se decretó un ayuno en virtud de que no llovía y rezaron abundantemente mas no llovió hasta que Rabí Akiva se paró en la tarima y dijo: «Nuestro Padre, Nuestro Rey, no tenemos soberano alguno más que Tú. Nuestro Padre, Nuestro Rey, por Tu causa apiádate de nosotros»; y de inmediato se desataron precipitaciones. En virtud de su importancia, esta plegaria suele ser recitada de pie y muchos acostumbran a abrir el arca sagrada.

Aunque en la plegaria pública estén participando un novio o uno de los involucrados en una circuncisión en virtud de cuya presencia se omite el Tajanún, se recita igualmente «Avinu Malkenu» (Ramá 602:1). También quien reza solo puede recitar «Avinu Malkenu» (Beer Heitev 602:1, ver Da´at Torá 684:1).

De acuerdo a la usanza del Arí Z»l, la mayoría de las comunidades acostumbran a recitar por la mañana el salmo 130, «Cántico de las ascensiones, desde las profundidades Te he invocado, oh Eterno» entre los Cánticos de Alabanza («Psukei Dezimrá») y el «Barjú» previo a la recitación del Shemá y sus bendiciones. De acuerdo con la versión yemenita (Báladi) y la usanza de algunas congregaciones ashkenazíes, no se recita este salmo para no interrumpir entre los Cánticos de Alabanza y las bendiciones de la recitación del Shemá (ver Mishná Berurá 54:4).

Está permitido celebrar casamientos en los Diez Días de Retorno, si bien algunos de los grandes maestros ashkenazíes escribieron que no se deben realizar bodas en estos días ya que esto atenta contra la atmósfera de sobriedad que corresponde infundir (Maté Efraím 602:5, Kitzur Shulján Aruj 130:4). En las congregaciones sefaradíes no se acostumbra en absoluto observar esta limitante y en otras congregaciones ashkenazíes se celebran bodas en estos días. Por lo tanto, no se debe evitar fijar una fecha de matrimonio en los Diez Días de Retorno. En cierta forma es inclusive beneficioso ya que esto permite llegar a Yom Kipur tras haber cumplido un precepto importantísimo. Sin embargo, en estos días se debe poner más hincapié en el cuidado de las reglas del recato (Sdei Jemed Maarejet Rosh Hashaná, Melamed Lehoil Even Haezer 1).

07 – Shabat Shuvá.

El Shabat que cae en los Diez Días del Retorno («teshuvá») suele denominarse «Shabat Shuvá» o «Shabat Teshuvá» en virtud de la Haftará que se lee en este día y que comienza con las palabras «Vuelve («Shuva») oh Israel al Eterno tu Dios, porque tropezaste en tu iniquidad»(Hoshea-Oseas 14:2). Es sabido que el Shabat es la fuente de la bendición y todo lo que ocurre durante la semana se nutre de la vitalidad del Shabat, por lo que en cierta forma este Shabat es la fuente o raíz de Yom Kipur y por ello corresponde en este día estimular el retorno y el estudio de Torá.

Se acostumbra que en este Shabat el rabino titular de cada congregación o localidad («Mara DeAtra») diserte sobre cuestiones referidas a la ética judía y las halajot necesarias de cara a Yom Kipur, impulse al pueblo a abandonar sus trasgresiones, reforzarse en el estudio de Torá, de caridad (tzedaká) y en el cumplimiento de los demás preceptos. Esta homilía, junto con la del Shabat anterior a Pesaj, «Shabat Hagadol», son las más importantes del año. Por esta razón, aunque durante los diferentes Shabatot diferentes oradores estén invitados a dirigir la palabra a la congregación, en estas dos ocasiones corresponde que lo haga la autoridad rabínica del lugar. Esto se debe a que como el rabino titular es quien carga con la responsabilidad por la congregación, es quien mejor sabe qué cuestiones específicas requieren refuerzo en el público. Esta homilía se lleva a cabo con plena presencia de la congregación y asisten a esta tanto eruditos que saben toda la Torá como niños que no entienden aún las palabras del rabino. Hay rabinos que para esta ocasión disertan envueltos en sus talitot como manera de realzar la importancia de la disertación (ver Maté Efraím 602:41, Elef Hamaguén 23).

Hay quienes llevan a cabo la homilía en cuestión durante el rezo de Shajarit, previo a la extracción del rollo de la Torá. Sin embargo, en comunidades grandes que cuentan con numerosas sinagogas es complicado reunir a todos los miembros en un solo sitio en medio del rezo, por lo que en este caso se suele fijar la conferencia próxima al horario de Minjá. Siendo así, se reza Minjá unas dos o tres horas antes de la puesta del sol para que el rabino pueda explayarse y quede tiempo para ingerir la tercera comida o «Seudá Shlishit» (Maté Efraím 602:42). En muchos sitios la conferencia se lleva a cabo entre la tercera comida y el rezo de Arvit.

Según las usanzas de los ashkenazíes, los yemenitas y parte de los sefaradíes, especialmente, los oriundos del Norte de África, no se recita «Avinu Malkenu» ni  en Shabat ni en Minjá de víspera de Shabat ya que no se reza en este día por pedidos o necesidades personales. Incluso si Rosh Hashaná cae en Shabat no se recita «Avinu Malkenu» (Pardes, Rokaj, Ran, Ribash 612, Ramá 602:1, Mishná Berurá 684:4). Según la usanza de muchos de los que rezan de acuerdo a la tradición sefaradí, se dice «Avinu Malkenu» en el Shabat de los Diez Días de Retorno así como en Rosh Hashaná que cae en Shabat. Esto no es en desmérito del Shabat ya que se trata de días que están especialmente destinados al retorno y a la oración por el año que se inicia (Rav Amram Gaón, Rabenu Guershom, Meiri, Kaf HaJaím 584:7-8).

Muchos acostumbran a postergar la bendición de la luna hasta la salida de Yom Kipur ya que debe ser recitada con alegría y solamente después del Día del Perdón se desvanece la tensión reinante; de este modo nos retiramos felices de la sinagoga (Maharil, Ramá 602:1, Prí Jadash, HaRav Eliahu). Otros juristas consideran que por el contrario, es bueno bendecir la luna en los días del retorno para que el cumplimiento de este precepto incline favorablemente el fiel de la balanza (Levush, Jidá, Gaón de Vilna). Cada comunidad debe mantener su costumbre.

08 – Kaparot.

Hay quienes acostumbran a degollar un gallo en víspera de Yom Kipur a modo de expiación («kapará»). Esto insinúa que el veredicto que debería sobrevenir sobre la persona recae sobre el gallo, que en hebreo recibe también el nombre de «guever» (hombre), por lo que el ave es faenada y la persona se salva. Hay juristas que instan a abstenerse de esta práctica por considerarla salvaje, porque ven en esta reminiscencias de prácticas gentiles basadas en creencias extrañas, carentes de todo basamento en la Torá. Así se expresó Rashbá (Responsa 1:395). Cuando llegó a su ciudad, se percató que muchos acostumbran a hacer kaparot conjuntamente con otras prácticas aprendidas de los gentiles. Fue entonces que explicó a la congregación que se trata de una costumbre problemática y ordenó perimirla. El Shulján Aruj sentenció conforme a esta idea (605:1).

Sin embargo, Ramá escribió que no se debe eliminar esta costumbre ya que se trata de una práctica antigua que se remonta a los días de los Gaonitas. El Arí Z»l coincidió con Ramá, y en virtud de este muchos sefaradíes y ashkenazíes acostumbran a llevar a cabo kaparot. Así se acostumbra a hacer: al amanecer de la víspera de Yom Kipur, se toma un gallo por cada miembro del hogar, se gira sobre la cabeza y se recita: «zé jalifatí, zé tmuratí, zé kaparatí» y se degüella. De ser posible, se toma un gallo por cada varón y una gallina por cada mujer de la familia. En caso de haber una mujer embarazada se agregan otro gallo y otra gallina, pues no se sabe aún el sexo del bebé a nacer. De haber gallos blancos disponibles se los escoge, tal como dice Ishaiahu (1:18): «Aunque vuestros pecados sean como la grana se habrán de tornar  blancos como la nieve». En el momento en que se faena el gallo, su dueño debe pensar que todo lo que le ocurre a esta ave debería ocurrirle a él mismo, y por medio de su retorno, Hashem lo libera del decreto adverso y este se cumple alegóricamente en el gallo. Tras la faena, se acostumbra a donar la carne o el equivalente en dinero los pobres, para que tengan qué comer en víspera de Yom Kipur y una vez que el ayuno finalice. Quien no encuentra gallos puede cumplir con la costumbre mediante gansos o peces, lo importante es que no se trate de animales sacrificables en el Templo de Jerusalém, para que no parezca que se está ofrendando un sacrificio fuera del área del Santuario.

Con el correr del tiempo, en virtud de la profusión de personas que participaron de esta costumbre, los matarifes comenzaron a verse desbordados y se comenzó a temer que no puedan revisar los cuchillos adecuadamente. Entonces, los juristas establecieron que es mejor posponer el degüello para después del rezo de Shajarit o adelantarlo a los días previos a la víspera de Yom Kipur, ya que los Diez Días del Retorno son buenos para cumplir con la costumbre.

Hoy en día, muchos acostumbran hacer las «kaparot» mediante dinero equivalente al costo de un gallo o una gallina. Quienes así proceden en virtud del temor de no poder faenar adecuadamente al ave, acostumbran a girar el dinero de «tzedaká» sobre la cabeza tal como se procede con el gallo. Quienes se abstienen de esta costumbre por temor a que se trate de una práctica bárbara, no giran el dinero sobre sus cabezas sino que lo donan directamente para «tzedaká», ya que es bueno abundar en contribuciones de cara a Yom Kipur.

Toda persona puede escoger su costumbre; si la familia detenta una tradición específica es bueno continuar con ella.

09 – La ingestión de alimentos en la víspera de Yom Kipur.

Es preceptivo comer y beber en repetidas ocasiones en la víspera de Yom Kipur (Shulján Aruj 604:1). En opinión de la mayoría de los juristas se trata de un precepto originado en la Torá (Maguén Abraham y Mishná Berurá 604:1). Dijeron nuestros sabios: «todo aquél que come y bebe el día nueve de Tishrei se le considera como si hubiese ayunado el nueve y el diez de este mes» (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 81(B)). Si bien es más difícil y complejo ayunar que comer, Hashem quiso aumentar nuestra recompensa y por esto también considera la comida  del nueve de Tishrei como un ayuno.

La razón de este precepto es la de prepararse para el ayuno (Rashí) y para que tengamos energías suficientes para rezar como corresponde en Yom Kipur (Shaarei Teshuvá 4:10). Por lo tanto, se debe tener cuidado de cumplir con esta premisa, especialmente durante la «Seudá Mafseket». Este precepto encierra una expresión de Amor Divino para con nosotros ya que nos ordenó ayunar un solo día por año; y en virtud de su preocupación por nuestro bienestar nos ordenó comer y beber previo al ayuno para que lo toleremos sin daño colateral alguno (Rosh, Tur Oraj Jaím 604). Hay quien dice que si bien desde un punto de vista corporal comer el día nueve ayuda  al ayuno del día diez, esta ingestión implica una aflicción por cuanto que es difícil pasar del deleite al esfuerzo y la privación (Shibolei Haleket, Aruj Hashulján 604:4).

Además, desde el punto de vista de la  espiritualidad humana, comer abundantemente es una suerte de aflicción pues nos lleva a resaltar la corporalidad. Esta es precisamente la intención del precepto, depurar y reparar al alma y al cuerpo conjuntamente ya que este es el servicio íntegro a Dios, con el cuerpo y con el alma. Así como es necesario cuidarse respecto de la mala inclinación que impulsa al Hombre a ir en pos de sus pasiones corporales, de la misma forma es menester tener cuidado de no pensar que la santidad se manifiesta únicamente en el alma, al margen de la corporalidad y del mundo material. Por ello, poniendo en relieve el valor sagrado de la alegría física en la víspera de Yom Kipur, se puede retornar en una completa teshuvá en el Día del Perdón (Shelá Tratado de Yomá, Torá Or 136).

Existe además otra importante razón para esta práctica, y es que todos los preceptos de la Torá deben ser cumplidos con plena alegría, la cual debe incluir también la alegría física. Por supuesto que también el precepto de la teshuvá o retorno merece ser cumplido con alegría, pues mediante este nos limpiamos de los pecados que rebajan nuestro nivel y entristecen nuestro espíritu. Por esta razón, Yom Kipur es un Yom Tov o día festivo en el cual también deberíamos alegrarnos mediante comida y bebida. Sin embargo, al momento de hacer teshuvá no se puede uno alegrar abiertamente, ya que el núcleo central del retorno son la aflicción y el arrepentimiento, y por esta razón se nos ordenó ayunar en Yom Kipur. Por lo tanto, se nos ordenó manifestar la expresión física de la alegría que conlleva el cumplimiento del precepto del retorno en la víspera del sagrado día, mediante la ingestión de alimentos y bebidas. De esta manera accedemos al mérito de retornar en teshuvá completa en Yom Kipur con toda la aflicción que el día implica (Shaarei Teshuvá 4:8, Ramak).

El precepto de comer el día nueve de Tishrei implica comer y beber más de lo que se ingiere habitualmente. Hay quien opina que en la víspera de Yom Kipur se debe ingerir el equivalente a la comida de dos días. A priori, se debe fijar cuanto menos una comida con pan y muchos acostumbran a fijar dos (ver Mishná Berurá608:18, Kaf HaJaím 604:2). El Arí Z»l dijo que comiendo en la víspera de Yom Kipur en aras del cumplimiento de un precepto («leshem Shamaim»), la persona puede reparar todo lo ingerido a lo largo del año. Tan importante es el precepto de comer en la víspera de Yom Kipur que corresponde disminuir un poco el estudio, a los efectos de tener tiempo de sentarse a la mesa y cumplir este precepto con excelencia (Maguén Abraham 604).

Si bien es preceptivo ingerir alimentos y bebidas, estos deben ser livianos y fácilmente digeribles. Asimismo se debe tener cuidado en no embriagarse para poder rezar con la mejor concentración (Shulján Aruj 608:4, Mishná Berurá 18).

Lo principal del precepto en cuestión es ingerir alimentos el nueve de Tishrei en horas del día y no por la noche (Gaón de Vilna, Aruj Hashulján 604:5). De todas maneras, varios juristas escribieron que también tiene algo de preceptivo el ingerir alimentos el día nueve por la noche (Bait Jadash, Birjei Iosef).

En el caso de quien no está preceptuado de ayunar, como por ejemplo, el de una persona gravemente enferma, es preceptivo que coma el nueve de Tishrei para así manifestar la alegría propia del día así como también por el cumplimiento del precepto (Ktav Sofer 112). En el caso de quien carece de fuerzas como para comer abundantemente en este día, que al menos tenga el cuidado de no ayunar, pues incluso un ayuno expiatorio en virtud de un mal sueño está prohibido en la víspera de Yom Kipur (Ramá 604:1). Comiendo aunque sea el equivalente al volumen de un dátil y bebiendo un sorbo entero («meló logmav») ya se considera que la persona no ayuna (Minjat Jinuj 313:9).

10 – Costumbres de la víspera de Yom Kipur.

No se recita «Nefilat Apaim» (no se inclina sobre el rostro) durante el rezo de Shaajrit de la víspera de Yom Kipur, pues el día tiene algo de festivo y el inclinarse sobre el rostro implica el quebrantamiento del corazón, lo cual atenta contra la alegría (Shulján Aruj 604:2). La mayoría de los judíos acostumbra a no inclinarse sobre el rostro durante las Selijot que se recitan la noche del nueve de Tishrei pues también la noche tiene algo de festivo; siendo esta la usanza de los ashkenazíes, los yemenitas y parte de los sefaradíes (Levush 604:2, Shaairei Kneset Haguedolá, Shulján Gavoha, Kaf HaJaím 19). Algunos de los sefaradíes acostumbran inclinarse sobre el rostro antes de despuntar el alba, mas luego que este despunta ya no lo hacen (Maamar Mordejai Hiljot Jaguim 44:4)

Los ashkenazíes acostumbran no recitar en este día «Avinu Malkenu» y solamente si Yom Kipur aconteciera en Shabat, (que entonces se omite la plegaria), se suele adelantar su recitado para la mañana del día nueve de Tishrei. Según la usanza sefaradí, de todas maneras se recita «Avinu Malkenu» en la víspera de Yom Kipur ya que inclusive en Shabat muchos acostumbran  recitarlo (Shulján Aruj Ramá 604:2, Mishná Berurá allí, arriba inciso 7).

Se acostumbra a no pronunciar discursos luctuosos («hesped») en víspera de Yom Kipur a menos que el difunto haya sido un erudito (Shulján Aruj Harav 604:4). En este caso se dice el «hesped» delante de su cuerpo.

Hay quienes acostumbran a recitar abundantes Selijot en la víspera de Yom Kipur y hay quienes acostumbran a abreviarlas (Ramá 604:2). En las últimas generaciones, en Ashkenaz se ha acostumbrado a abreviar las Selijot en la noche del nueve en consonancia con la opinión que entiende que esa noche tiene algo de carácter festivo  y en esta se deben ingerir alimentos y bebidas en abundancia, (Shelá). Según la usanza sefaradí no se abrevian las Selijot ya que se recitan en horario nocturno. De todas maneras, también según esta tradición es bueno ingerir alimentos y bebidas en abundancia en la noche del nueve de Tishrei.

Muchos acostumbran a tomar un baño ritual (Mikve) en la víspera de Yom Kipur para así purificarse de cara al Día del Juicio y también en señal de retorno, empero no se recita bendición por esta inmersión por tratarse únicamente de una costumbre (Shulján Aruj 606:4). Quien quiere cumplir con la costumbre mas se le dificulta llegar a la Mikve, puede bañarse con nueve «kavín» de agua (Ramá allí). O sea, debe pararse bajo la ducha hasta que pasen por él nueve «kavín» que equivalen a unos once litros de agua teniendo  cuidado que pase por todo su cuerpo (Pninei Halajá Moadim 1:16). En el pasado las mujeres acostumbraban también a tomar un baño ritual antes de Yom Kipur pero hoy casi ninguna mujer lo practica.

Hay quienes acostumbran darse treinta y nueve azotes simbólicos tras el rezo de Minjá para estimular su retorno. El azotado se para inclinado y recibe los azotes sobre su espalda. Durante los azotes, quien los aplica recita el versículo «Vehú Rajúm» etc. tres veces y por cada palabra aplica un golpe. El receptor de los azotes acostumbra a recitar la confesión tres veces mientras es simbólicamente golpeado. Los golpes no son fuertes y se llevan a cabo con algún tipo de cinta que recuerde los azotes que prescribía la Torá (Shulján Aruj y Ramá 607:6). En la práctica, pocos cumplen hoy día con esta costumbre.

Si bien la confesión está destinada a ser recitada principalmente en Yom Kipur, los sabios dispusieron que se adelante su recitado antes de la comida previa al ayuno o «Seudá Mafseket», no sea que en esta comida la persona se embriague y no pueda confesarse al iniciarse el día sagrado. Por lo tanto, se acostumbra rezar Minjá antes de «Seudá Mafseket» y se recita la confesión o «vidui» al finalizar el rezo silencioso (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 87(B), Shulján Aruj 607:1).

En muchas familias se acostumbra que los padres bendigan a sus hijos antes de salir  a la sinagoga para el rezo de Arvit.

11 – La liberación de los votos.

Los judíos acostumbran a liberar sus promesas o votos en la víspera de Rosh Hashaná, para así ingresar al nuevo año, limpios del pecado por promesas incumplidas (Shelá Masejet Yomá 2-4, Jaié Adam 138:8). Hay quienes acostumbran liberar los votos también en Yom Kipur, haciéndolo en el recitado de «Kol Nidrei» al inicio del sagrado día.

La liberación de los votos aplica a las promesas que la persona hizo y olvidó así como también para buenas prácticas que una persona realizó tres veces sin puntualizar que lo hacía sin asumirlas como compromiso personal («bli neder»). Además, la liberación de los votos se aplica para acciones preceptivas que la persona asumió cumplir sin puntualizar que lo hacía, sin que se trate de una promesa o compromiso personal («bli neder»).

Sin embargo, una promesa que la persona recuerda haber asumido no se puede liberar a menos que el deudor describa, en detalle, el tenor de la misma delante de un tribunal de tres jueces que lo libere en virtud de su arrepentimiento (Shulján Aruj Ioré Deá 228:14).

A los efectos de dejar sin efecto los votos, la persona debe presentarse ante tres hombres y pedirles su liberación. Tres personas comunes pueden liberar votos a condición de que sean capaces de entender cuestiones de Torá y les sea claro el significado de la liberación de una promesa (ver Shulján Aruj Ioré Deá 228:1).

La liberación consiste en que los tres jueces digan tres veces: «estás liberado» («mutar laj») o «lo tienes permitido» («sharui laj») o «estás perdonado» («majul laj»). En los libros de rezo o sidurim aparece la redacción exacta del pedido de liberación de los votos y de la liberación misma.

Dado que la liberación de votos no se considera un juicio, se puede llevar a cabo por la noche y se permite que los miembros del tribunal sean cercanos entre sí o cercanos a quien pide la liberación. Por lo tanto, tres hermanos pueden fungir como tribunal de liberación de votos de un cuarto hermano (Shulján Aruj 228:3). Sin embargo, en el caso de una mujer que pida se la libere de sus votos, su marido no puede formar parte del tribunal (Shulján Aruj 234:57).

La costumbre es que quien pide la liberación de sus votos esté de pie y los tres que liberan permanezcan sentados tal cual lo hacen los integrantes de un tribunal. Es posible que muchas personas se paren ante los tres y pidan conjuntamente la liberación de sus votos,  y estos a su vez los liberen a todos de una vez. Hay quienes cumplen esta práctica con excelencia y liberan de sus votos uno por uno (Maté Efraim 581:49).

Hay juristas que consideran que si una persona contrae un voto en sueños debe liberarlo, mientras que otros opinan que un voto contraído en sueños requiere de un quorum de diez para dejarlo sin efecto. Si bien la opinión mayoritaria de los juristas sostiene que una promesa asumida en sueños no requiere de liberación por carecer de sustancia, a priori actuamos conforme a la opinión más estricta (Shulján Aruj 210:2). En caso de que no sea fácil reunir un quorum de diez, entonces la persona habrá de liberar su voto delante de tres como en las demás promesas (Ramá allí). Si bien cuando una persona duda si contrajo o no un voto en sueños, en víspera de Rosh Hashaná no precisa liberarlo delante de diez; de todas maneras hay quienes cumplen esta práctica con excelencia y liberan sus votos tal cual lo expresado anteriormente por precaución a que haya prometido en sueños y luego se haya olvidado (Da´at Torá 619:1).

Las mujeres cumplen con la liberación de votos mediante la plegaria de «Kol Nidrei» que se recita en la sinagoga en la noche de Yom Kipur. Por esta razón, las mujeres acostumbran a poner cuidado de asistir a «Kol Nidrei». Una mujer casada, puede designar a su marido como enviado y pedirle que cuando él libere sus votos haga lo mismo con los de ella pues marido y mujer son considerados como una misma unidad.  La mujer es como el mismo cuerpo del hombre y cuando él está de pie ante el tribunal de tres, también ella está con él allí. En el caso de una mujer no casada, no puede designar a una mujer o un hombre como enviado para que libere los votos en su nombre (Shulján Aruj 234:56, Tur Zahav 46, Rav Pealim IV Oraj Jaím 34).

12 – Declaración de nulidad de votos a futuro.

Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Nedarim 23(B)) que «quien desee que sus votos no se cumplan todo el año, en Rosh Hashaná debe ponerse de pie y declarar que todo voto que pueda asumir en el futuro sea nulo». Esta expresión es llamada en la Halajá «Declaración de Nulidad» («Mesirat Hodaá»). Cuando se recita «Kol Nidrei» al iniciarse Yom Kipur además de liberar los votos asumidos en el pasado, se realiza una «declaración de nulidad» de votos a futuro, ya que decimos: «desde este hasta el próximo Yom Kipur que llegará para bien». De todas maneras  acostumbramos a declarar nulidad a futuro amén de liberar nuestros votos ya asumidos en la víspera de Rosh Hashaná; ya que los diligentes son veloces para el cumplimiento de los preceptos y de esta manera se beneficia también quien pueda haber llegado tarde a «Kol Nidrei» y quien desconoce el significado de la declaración de nulidad de votos a futuro, implícita en esta plegaria.

Según la opinión mayoritaria de los juristas, esta declaración a futuro sirve cuando una persona promete o hace un voto mientras se olvida que hizo una declaración de anulación de votos. Empero, si cuando prometió, recordó que ya había declarado nulidad a futuro, la promesa sigue vigente porque al decidir prometer dejó sin efecto la declaración de nulidad (Shulján Aruj Ioré Deá 211:2).

En la práctica, quien hizo un voto  no confía con que se anule mediante la declaración de nulidad a futuro y si no desea cumplirlo debe presentarse ante tres para liberarlo. Esto ocurre por dos razones: a) Hay juristas que consideran que la declaración es útil sólo si se la recordó mientras se pronunciaba el voto y se tenía la intención que esta lo deje sin efecto. Pero si no se  recordó la declaración mientras se pronunciaba el voto, este está vigente y a los efectos de sentenciar halajá hay que tomar en cuenta la opinión de estos juristas (Shulján Aruj Ioré Deá 211:2); b) También aquellos juristas que consideran que la declaración sirve para dejar el voto sin efecto, solían liberarlo para que las personas no le pierdan el respeto a las promesas que fueron pronunciadas mientras se recordaba la declaración, y son votos con plena vigencia (Morenu HaRav Rabí Yaakov ben Yehudá Weil, Ramá 211:1). Además, es necesario puntualizar que de acuerdo con todas las opiniones, la declaración no es útil en el caso de una promesa que se le formula al prójimo, pues esta no depende únicamente de la conciencia de quien formula el voto (Shulján Aruj 211:4).

La declaración sirve para que las buenas prácticas que una persona haya realizado tres veces no se le consideren voto. De no mediar la declaración, de no haber dicho oportunamente «blí neder» («no prometo»), una práctica que se repite tres veces pasa a tener el carácter de voto. Asimismo la declaración sirve en el caso de una persona que se comprometió a dar tzedaká o cumplir un precepto sin que haya dicho «bli neder». De no mediar la declaración de nulidad, como no dijo explícitamente que no prometía («bli neder») su compromiso adquiere el carácter de voto  o promesa (Da´at Torá 211:2).

Si bien por el principio básico de la ley, quien diga la declaración en voz alta para sí mismo esta le funge como anuladora de promesas, es buena pronunciarla delante de tres, tal como se acostumbra hacer en la víspera de Rosh Hashaná cuando se liberan las promesas (Ritba Nedarim 23:2, Kol Nidrei 81:10).

Las mujeres  que participan del rezo de «Kol Nidrei» y entienden el significado de la declaración de nulidad a futuro, cumplen mediante su asistencia al rezo. Si no asistieron, es bueno que declaren nulidad a futuro a sí mismas, a condición de que sea en voz alta y no sólo lo piensen.

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