Pninei Halajá

06. Las diferentes versiones del rezo y las costumbres de las diversas comunidades.

01. Variantes en la versión del rezo.

En virtud del exilio y la dispersión de las diferentes comunidades, se fueron conformando diferencias entre las versiones del rezo de las mismas. Empero, es de remarcar que en los fundamentos del rezo estipulados por los sabios de la Gran Asamblea (Kneset Haguedolá), tales como las bendiciones del recitado del «Shemá» y la «Amidá«, las variantes han sido mínimas. Asimismo, en la sección de la lectura de las ofrendas («Korbanot«) o en la de los cánticos de alabanza preliminares, que fueron instituidos por los sabios del Talmud y los Gueonitas, las variantes son también menores. Sin embargo, en el caso de los agregados de los tiempos de los sabios medievales (Rishonim), tanto en el texto acerca del orden de las ofrendas como en lo que se recita al final del servicio, las diferencias entre las diferentes comunidades son más notables. Esto se debe a que lo que se acostumbraba a agregar en España (Sefarad) no se adicionaba en Europa central y occidental (Ashkenaz), y viceversa. Esta diferencia se hace más notoria en los poemas que fueron compuestos en tiempos de los Gueonitas y los Rishonim y fueron incorporados a los rezos de los días solemnes del mes de Tishrei y en las festividades, tanto entre ashkenazíes como sefaradíes.

Es correcto que cada judío preserve la tradición de sus ancestros. Más aún, también en el caso de que se tenga la certeza de que cierta otra versión es la más correcta o fiel a la original, la indicación de los juristas es que se preserve la tradición específica de cada comunidad, pues en general,  mantener las tradiciones es más importante que pronunciar mejor un vocablo específico (Talmud Jerosolimitano Tratado de Eruvín 3:9).

El sagrado Arízal explica respecto de las diferencias de versión entre ashkenazíes y sefaradíes, que poseemos una tradición kabalística que indica que en los cielos existen doce ventanas que se corresponden con las doce tribus de Israel, ascendiendo la plegaria de cada tribu por un pórtico especial de los doce, y es un aspecto oculto insinuado en el final del libro de Ezequiel (Sha´ar Hakavanot 50:4, Maguen Abraham 68:1, Mishná Berurá 68:4).

Existen también diferentes formas de pronunciación del idioma hebreo entre las diferentes comunidades  en letras tales como «Tzadi» y «Kuf«, así como de la puntuación de «kamatz» y «jolam«. Cada comunidad debe mantener sus tradiciones, y de todas maneras, en el caso de que varíen respecto de su costumbre, igualmente, cumplen con el precepto, ya que todas las tradiciones existentes en el pueblo de Israel son aptas para el recitado del rezo (Igrot Moshé Oraj Jaím 3:5).

02. No se debe considerar una versión preferible a otra.

El Rabino Jaim David Azulai escribe, citando al Arízal, que el rezo de los sefaradíes asciende por todos los doce pórticos antes mencionados, por lo que un ashkenazí puede adoptar la versión sefaradí (ver Iabía Omer 6:10, Iejavé Da´at 3:6). Los Jasidim replican argumentando que la versión «Sfard» (ספרד) del rezo es la mejor, ya que los grandes maestros Jasídicos revisaron todas las diferentes tradiciones  a la luz de lo que indican tanto la Halajá como la Kabalá, escogiendo lo mejor de cada una. Por supuesto que también quienes rezan según la versión de «Ashkenaz» sostienen que la suya es la más exacta, la cual se transmitió fielmente de maestro a alumno remontándose a Shimón Hapakuli. Además, la versión sefaradí tiene su origen en los amoraítas y los gaonitas de Babilonia, mientras que la base de la versión de «Ashkenaz» tiene el suyo en los amoraítas y gaonitas de Eretz Israel que eran más versados en cuanto a las «Agadot» –las leyendas-, la sabiduría esotérica y la redacción de los rezos. Esta es la razón por la cual existen similitudes entre las versiones ashkenazí y yemenita (Báladi) del rezo, ya que ambas comunidades se vieron influenciadas por los gaonitas de Eretz Israel. Demás está decir que los judíos de origen yemenita sostienen que su tradición es la más exacta, por cuanto que ellos nunca se movieron del Yemen en todos los años de su largo exilio. Ante la hostilidad de los árabes que les rodeaban, incrementaron su tozudez, preservando así sus costumbres con encomiable detallismo. Así, se encontró que los rollos de la Torá yemenitas son muy cercanos a la versión del códice de Alepo («Keter Aram Tzova»), que se considera la más fiel de todas.

En resumen, cada tradición tiene sus ventajas y nos resulta imposible definir cuál es la  más correcta de todas. Es así que Rabí Moshé Sofer escribió en su libro de respuestas halájicas «Jatam Sofer» (1:15) que todas las versiones son de igual valor, y la razón por la cual el santo Arízal escribió sus fórmulas meditativas extáticas (Kavanot) en un libro de oraciones («Sidur») sefaradí obedece simplemente al hecho de que él acostumbraba a orar en éste, pero que si en el mundo ashkenazí hubiese surgido una figura como la del Arízal, ésta habría redactado sus «Kavanot» en un «Sidur» «Nusaj Ashkenaz», esto es, redactado de acuerdo con la versión ashkenazí.

Incluso si supiésemos a ciencia cierta que una de las versiones es la más exacta o fiel a la original, aún entonces correspondería que cada quien continúe con su tradición ya que también en el caso de una versión menos exacta, ésta sin dudas, ha de contener buenos elementos que faltan en las demás versiones. Solamente una vez que se establezca un Sanhedrín (consejo supremo de sabios), se podrá establecer una versión única para todo el pueblo de Israel que incluya las cosas buenas y exclusivas de cada una de las diferentes tradiciones. Y aún así, habrá lugar para diferentes énfasis en los agregados al servicio y las melodías de las plegarias que se correspondan con los doce diferentes pórticos, cada comunidad con sus aspectos peculiares.

03. ¿En qué casos está permitido cambiar la versión del rezo («Nusaj»)?

Tal como ya vimos, cada persona debe preservar su tradición ancestral, basándose esto en el versículo (Proverbios 1:8): «…y no abandones las enseñanzas de tu madre». Empero esta costumbre no es más importante que las demás leyes y por lo tanto a veces se ve relegada ante éstas. Por ejemplo, una persona que sabe a ciencia cierta que si reza en una sinagoga que se guía de acuerdo a su tradición ancestral podrá concentrarse menos en su plegaria, mientras que en otra sinagoga perteneciente a otra comunidad podrá hacerlo mejor, habrá de preferir a la última, pues la concentración es la esencia de la oración. Sin embargo, en caso de duda es mejor rezar en la sinagoga que se rige según las tradiciones ancestrales de la persona, pues a largo plazo, es razonable pensar que en la versión tradicional habrá de alcanzar un mayor grado de concentración. Ocurre que a veces, en los años de la  juventud, una persona no valora correctamente su relación con la tradición paterna y sólo con el correr de los años entiende lo profundo y significativo que es su nexo con sus ancestros.

Un ashkenazí que quiere rezar conforme a las «Kavanot» del Arízal, y para esto requiere de utilizar un Sidur según la versión sefard, puede hacerlo. Entre los grandes sabios ashkenazíes, hubieron quienes cambiaron su versión de rezo a «Sfard», entre ellos Rabí Natán Adler y Rabí Pinjas Baal «Hahaflaá», a la postre, los maestros del propio Rabí Moshé Sofer. Sin embargo, sus familias y alumnos continuaron rezando según la versión «Ashkenaz», ya que entendieron que sólo quienes desean rezar conforme a las fórmulas meditativas extáticas del Arízal tenían derecho a cambiar de tradición, y de no ser así, correspondía no hacerlo. Los líderes del movimiento jasídico instaron a sus seguidores a pasar de la versión «Ashkenaz» a la «Sfard-jasídica» aunque éstos últimos no conocían las meditaciones extáticas del Arízal. Esta fue la causa por la cual muchos de los grandes rabinos de la época se opusieron enérgicamente a esta tendencia. Empero, los líderes Jasídicos que eran grandes luminarias de su generación decidieron cambiar la tradición y se entiende que tenían poderosas razones para ello. Hoy en día ya nadie les discute (ver Shearim Hametzuianim Bahalajá 18:4, Igrot Moshé 2:24).

Quien se encuentra frente a dos sinagogas, en una se reza conforme a su tradición ancestral mas no se llevan a cabo allí clases de Torá y en la otra se reza conforme a otra tradición mas se llevan a cabo allí clases de Torá. Si la persona considera que rezando en la segunda sinagoga habrá de estudiar más, es mejor que lo haga en ésta aunque no sea según su tradición. Lo mismo ocurre a la hora de escoger una Yeshivá o Casa de Estudio, no se debe elegir según la versión del rezo sino que se debe procurar aquella en la que la persona pueda superarse mejor en el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos.

En el caso de existir dos sinagogas: en una se reza según la tradición ancestral de la persona mas ésta teme no poder integrarse socialmente a la grey por ser ésta demasiado joven o demasiado adulta o por ser ésta muy reducida en número, y no tener vida comunitaria; mientras que en la segunda sinagoga, la tradición del rezo es diferente pero le es más apropiada socialmente. Si la persona considera que participando de los servicios su conexión comunitaria mejorará y por ende su nivel espiritual se habrá de elevar, o por lo menos preservar, es mejor que rece en la segunda sinagoga aunque no sea conforme a su tradición familiar (ver adelante halajá 5 en qué versión se ha de rezar).

 

04. Regla relativa a individuos o comunidades enteras que migraron.

En el pasado, cuando las distancias entre las diferentes comunidades eran grandes, los ashkenazíes vivían en Europa Central y Occidental, los sefaradíes en España y los yemenitas en el Yemen, todo aquel que se mudaba de un sitio a otro adoptaba la usanza de su nuevo hábitat y debía conducirse como los judíos locales en todos los temas referidos a la halajá o el rezo. Es así que es dable encontrar familias apellidadas «Ashkenazi» que siguen la tradición sefaradí, pues en algún momento migraron de Europa Central u Occidental a España. Asimismo, familias que migraron de España a Europa Central u Occidental adoptaron la tradición ashkenazí. Más aún, en el caso de que a lo largo de un período de tiempo muchos integrantes de una comunidad migraron de un sitio a otro, al punto que se tornaron en mayoría en el nuevo lugar, de momento que fueron mudándose de a uno, como individuos, deben adoptar las costumbres de la comunidad que los recibe (Shulján Aruj Ioré Deá 214:2, Oraj Jaím 468:4, Mishná Berurá 14).

De la misma manera, una mujer que se casa con un hombre que pertenece a otra comunidad, se la considera como si migrase de la suya a la del marido, por lo que debe adoptar las nuevas tradiciones, tanto en los casos en los que es necesario regirse halájicamente con mayor rigidez, como en los que implica hacerlo con mayor flexibilidad. A estos efectos, no es necesario que la mujer en cuestión anule promesas para poder cambiar de costumbres (Igrot Moshé Oraj Jaím 1:158).

Cuando una comunidad entera se movía de un sitio a otro, dado que se trata de una congregación en sí misma no necesita cambiar sus costumbres y adaptarlas a las de su nuevo entorno (Beur Halajá 468:4). Incluso si la comunidad anfitriona es superior en número a la recientemente llegada, por cuanto que los nuevos se hallan congregados como comunidad independiente, no deben cambiar sus costumbres. Lo mismo ocurre en la Tierra de Israel, donde gracias  a D´s tuvimos el mérito de ver la reunión de las diásporas. Muchas personas llegaron de cada congregación, y entre ellas llegaron muchos sabios y fue así  cada comunidad estableció sinagogas propias. Se puede decir que ninguna congregación cambia sus tradiciones ni las adapta a las de otra cuidando cada cual su propia herencia.

05. Quien reza en una sinagoga de diferente tradición.

Quien acostumbra a rezar según una tradición y llega a una sinagoga perteneciente a otra, hay quien opina que debe orar según la versión de la sinagoga puesto que los individuos deben regirse de acuerdo con la mayoría. En caso de que el individuo no rece según la versión de la mayoría estaría trasgrediendo la prohibición de «no formar facciones» (לא תתגודדו). La prohibición consiste en que en un mismo tribunal no haya algunos jueces que sentencien según la escuela de Shamai y otros según la escuela de Hilel para que la Torá no se transforme en dos códigos diferentes (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 14(A), según el Rif y el Rosh). Por lo tanto, en una misma sinagoga, no se debe rezar según dos versiones o tradiciones diferentes. Además, nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 50(B)) que un individuo no modifique la costumbre local mayoritaria para evitar el disenso (Peat Hashulján 3:14).

Según la mayoría de los juristas, una persona puede recitar según su propia costumbre aquellas secciones del rezo que se dicen en voz baja, puesto que las diferencias no son puestas en evidencia y por ende no se teme que puedan surgir pleitos o discusiones, evitándose así trasgredir la prohibición de «no formar facciones». Empero en las secciones del rezo que se pronuncian en voz alta, la persona ha de recitarlas conforme la costumbre de la sinagoga para evitar las discusiones y las diferencias entre los distintos feligreses.

En el caso de quien se ve en la necesidad de rezar de modo permanente en una sinagoga que pertenece a una tradición diferente a la suya, como por ejemplo quien se muda a un pueblo donde existe un solo «Minián» y este es de otra costumbre, o si el «Minián» en cuestión es aquel que le permitirá reforzarse en el aspecto religioso, la persona tendrá la prerrogativa de decidir si orar todo el tiempo a la usanza de la congregación, o si mantendrá la suya propia y se plegará a la mayoría únicamente en las secciones que se recitan en voz alta.

Un oficiante debe rezar conforme a la tradición de la sinagoga ya que actúa a modo de representante o enviado de esa congregación.

06. La preservación de las costumbres versus el fortalecimiento de la congregación.

La preservación de las tradiciones implica que además de mantener la versión específica del texto del rezo, se mantenga la pronunciación de las palabras, los yemenitas la pronunciación yemenita, los ashkenazíes la ashkenazí y los sefaradíes la sefaradí, cada quien según su costumbre particular. Es así que a priori, cada comunidad debe continuar rezando con sus melodías tradicionales (ver Ramá Oraj Jaím 619:1). Por supuesto que se pueden agregar o innovar melodías, mas la intención es que el grueso del servicio mantenga las tonadas tradicionales que se fueron consagrando con el correr de las generaciones. A esos efectos, una persona debe orar, en primer término, en una sinagoga que se rige según la tradición de sus ancestros.

Es importante saber que en Israel existen decenas de tradiciones diferentes. La tradición sefaradí se subdivide en muchas versiones: en cuestiones de halajá la diferencia principal es entre quienes se rigen por el «Shulján Aruj» y aquellos que lo hacen según el «Ben Ish Jai«. Además, existe la tradición de los judíos del Norte de África que si bien en cuestiones de la versión del rezo y la halajá las diferencias con los judíos de Irak o Siria son mínimas, en cuanto a las melodías, las diferencias son más notorias. Incluso entre los inmigrantes del Norte de África hay diferencias importantes en cuanto a las tonadas. Es así que a los efectos de  preservar las costumbres de manera completa es necesario que existan sinagogas propias para los inmigrantes de Trípoli, Túnez, Argelia, Marruecos, Irak, Siria, Persia y Turquía.

Asimismo, entre los inmigrantes de países europeos existen diferentes tradiciones. La mayor diferencia es entre los Jasídicos y los demás ashkenazíes. Sin embargo, existen otras diferencias significativas en cuanto a la pronunciación y las melodías.  Las tonadas de los ashkenazíes de Europa Occidental son completamente diferentes de las de los ashkenazíes de Lituania. En cuanto a la pronunciación, existen por lo menos cuatro tipos: la de los inmigrantes de Lituania, la de aquellos provenientes de Polonia, la de los originarios de Galitzia y por último la de los oriundos de Hungría.

Asimismo existen diferencias entre los grupos jasídicos en cuanto a las costumbres y las melodías. Otro tanto ocurre con los yemenitas, que se dividen en dos tradiciones principales, la Báladi y la Shami. A priori es bueno que cada quien mantenga la tradición de sus ancestros.

Empero, si el celo en la preservación de las diferentes costumbres puede causar que la comunidad se desmiembre, es mejor desistir de ello. Esto se debe a que habitualmente, cuando una congregación está unida y lleva a cabo clases de Torá para hombres, mujeres, niños y además impulsa acciones de beneficencia, logra conectar a todos sus miembros con la Torá y los preceptos. Por el contrario, cuando la congregación se debilita, también sus miembros se debilitan y esto influye para mal particularmente en el caso de los niños.

Por lo tanto, si bien a priori es bueno que cada quien rece conforme a la tradición de sus padres, si a esos efectos se han de erigir numerosas sinagogas pequeñas que por separado no lograrán generar servicios suficientemente dignos, estudio de Torá o vida comunitaria satisfactorios, es mejor erigir una sola congregación más fuerte con miembros de las diferentes tradiciones más cercanas entre sí. Por ejemplo, que todos los provenientes del Norte de África recen juntos, y si esto aún resulta insuficiente que lo hagan todos los que tienen tradición sefaradí.

Por lo tanto, es necesario que en todas partes se evalúe o sopese entre la importancia de la preservación de las costumbres particulares y la de conformar comunidades unidas y sólidas. Cuando existen suficientes  familias oriundas de un sitio particular, al punto de que pueden erigir una sinagoga grande según su rito, qué mejor. Empero cuando no hay suficientes familias que siguen la misma tradición, es mejor que se unan a otra comunidad cercana a ésta en sus costumbres y que erijan una sinagoga fuerte y numerosa. Si la fusión de diferentes comunidades no alcanza para conformar una congregación fuerte, es mejor que todos, yemenitas, ashkenazíes y sefaradíes, formen una sola congregación. Esta cuestión debe de ser evaluada con sumo cuidado y en aquellos sitios en los que existe una autoridad halájica local, ésta debe decidir en la materia.

07. Quienes se habitúan a otra tradición litúrgica.

A veces surge la pregunta respecto de una persona cuyo padre pertenece a una comunidad, mas se acostumbró a rezar según la usanza de otra, ese hijo ¿debe rezar según la usanza de origen o la habitual de su padre? En general se instruye a las personas en  cuanto a que la tradición que resulta obligatoria es  la de la comunidad y no la costumbre particular que practica su padre. Sin embargo, cuando el hijo prefiere continuar con la usanza de su padre tanto sea porque le resulta difícil cambiar o cualquier otra razón, podrá hacerlo. Dado que esta cuestión genera variadas proyecciones sobre otros tantos temas, es bueno consultarlo con una autoridad rabínica.

Una pregunta similar ha surgido en el caso de hijos de familias jasídicas  que estudiaron en ieshivot lituanas y se acostumbraron a rezar según el rito «Ashkenaz» y luego salieron de la Casa de Estudios y no sabían si seguir rezando como se acostumbraron en la Yeshivá o si deben retornar al rito «Sfard-jasídico» de sus padres. Rabinos que siguen el rito «Ashkenaz» instruyeron que de acuerdo a la base de la ley deben continuar rezando «Ashkenaz» ya que en el pasado todos los judíos de Europa Central y Occidental oraban según esta usanza y sólo en los últimos doscientos años los Jasídicos lo cambiaron. Y si bien después de tantos años, nadie instruye a los Jasídicos que deben volver al rito «Ashkenaz», de todas maneras quien ya se acostumbró a éste es mejor que lo mantenga, pues es el original de sus ancestros. Los rabinos jasídicos les han indicado a los consultantes que retornen a la usanza «Sfard-jasídica», puesto que si los primeros maestros Jasídicos que rezaban «Ashkenaz» cambiaron de usanza para adaptarla a las fórmulas meditativas extáticas del Arízal, obviamente que aquellos que ya nacieron en estas familias deben continuar rezando según la tradición Jasídica. En la práctica, dado que hay opiniones encontradas a este respecto, es bueno asesorarse con su rabino.

08. Ashkenazíes que rezan con pronunciación sefaradí.

Una pregunta similar surgió en el seno de los ashkenazíes del sector sionista religioso. Hace tres generaciones, al iniciarse la Reunión de las Diásporas, los pioneros de entonces sintieron la necesidad de amalgamar a todas las diásporas y devolver al pueblo judío a su lengua originaria, el hebreo. A los efectos de poder unificar a todos bajo una misma pronunciación se escogió la sefaradí. Si bien según la opinión del Rav Kuk de bendita memoria y varios otros juristas cada congregación debe preservar, a la hora de rezar,  su pronunciación tradicional; en la práctica, dado que el hebreo coloquial y el que se aprendía en la escuela eran con acento sefaradí, esta pronunciación se arraigó también en el rezo. Más aún, muchos de los directores de instituciones sionistas religiosas instruyeron a sus alumnos ashkenazíes a que sigan las directivas de algunos de los juristas que indicaban emplear la pronunciación sefaradí. Algunos de los rabinos se opusieron vehementemente a los ashkenazíes que cambiaron la pronunciación, y algunos indicaron que para quien le resulte muy difícil recitar todo el servicio con pronunciación ashkenazí, que al menos pronuncie el Nombre Divino con este acento, pues es justamente allí donde resulta más notoria la ventaja gramatical de esta tradición (Har Tzví Oraj Jaím 1:4, Az Nidberu III 48:1, de acuerdo al Jazón Ish).

Sin embargo, en la práctica, los rabinos no impulsan a sus alumnos a modificar su acento, ya que como la pronunciación sefaradí es apta para el rezo tanto como la ashkenazí y además todos acostumbran a hablar con el acento primeramente mencionado, no es necesario esforzarse para pronunciar el rezo a la usanza original de los ancestros. Además, si el esfuerzo en modificar el acento puede provocar la pérdida de concentración en el rezo, es preferible no modificarlo. Y en el caso del ashkenazí que ya reza con acento sefaradí, es mejor que también pronuncie así el Nombre Divino para no mezclar las pronunciaciones, ya que hay juristas que opinan que al mezclar acentos ni siquiera, a posteriori, se cumple con el deber de rezar (Hagri Hankin, Shaarim Hametzuianim 18:5). Es así que se acostumbra a recitar todo el rezo, incluido el Nombre Divino, con pronunciación sefaradí.

09. Judíos de diferentes orígenes que rezan juntos.

En muchos lugares los miembros de diferentes congregaciones rezan juntos. Esto es muy común en muchas ieshivot para no generar divisiones cotidianas entre los alumnos. Esto también es muy común en pequeños asentamientos, por falta de público suficiente para establecer un servicio numeroso acompañado de clases de Torá para cada congregación.

En el pasado, a los efectos de no alterar el normal funcionamiento de los servicios ni generar diferentes costumbres en la misma sinagoga, se acostumbraba a fijar una sola versión para el rezo conforme a la mayoría de los participantes (ver Igrot Moshé Oraj Jaím 4:34). Sin embargo, en el seno de nuestro público, que conoce y está habituado a las múltiples tradiciones de las diferentes congregaciones, en muchos sitios se acostumbra hoy a permitir que cada tradición se manifieste en el servicio siguiéndose la usanza que impone el oficiante de turno. Si este es sefaradí, rezará según esta tradición y si es ashkenazí lo hará según esta otra. Hay sinagogas en las que incluso si el oficiante es yemenita, a pesar de que la suya es una pronunciación poco usual, habrá de rezar según su usanza. Dado que todas las tradiciones son buenas, aptas y por todos reconocidas, no se incurre en el riesgo de caer en la prohibición de «no formar facciones» o en el peligro de caer en discusiones destructivas.

De esta manera nos manejamos tanto en el servicio central de la sinagoga de Har Berajá como en la ieshivá. Cuando existen diferencias muy pronunciadas entre diversas tradiciones, solemos poner en práctica la versión más breve. Por ejemplo, durante los ayunos de los días «lunes jueves y lunes» en los que los ashkenazíes acostumbran a recitar «Selijot», éstas se omiten en el servicio público. Asimismo, no se recita en voz alta el Cantar de los Cantares antes de Kabalat Shabat, tal como acostumbran muchos de los sefaradíes. De la misma forma no se recitan los textos sobre las ofrendas y los sacrificios en voz alta y junto con el «Minián» según la usanza sefaradí y quienes desean recitarlo lo hacen previo al inicio del servicio. Empero, cuando no se trata de una prolongación molesta, tal como en el caso de los sefaradíes que al finalizar el servicio se demoran recitando el salmo del día y en el recitado de la quema del incienso o en las súplicas de los días lunes y jueves, se sigue al oficiante y éste se apura un poco para tomar en consideración también a los feligreses de origen ashkenazí cuya versión del rezo es más breve.

A pesar de que la tradición sefaradí indica que el oficiante recita en voz alta todos los cánticos de alabanza así como el recitado del Shemá con sus bendiciones para que así cumplan con su deber de rezar también aquellos que no saben leer; la práctica extendida es que también los oficiantes sefaradíes pronuncien en voz alta sólo los finales e inicios de los cánticos y las bendiciones por cuanto que hoy todos saben leer y el recitado en voz alta de todo el servicio lo hace demorar mucho y afecta la concentración de parte de los asistentes.

La instrucción general es que en todo lo que se pronuncia en voz alta el público debe seguir al oficiante mientras que en las secciones que se recitan en voz baja cada quien lo hace conforme su tradición. Y quien quiera rezar todo según la tradición del oficiante puede hacerlo ya que así opinan algunos de los juristas. Quien desee recitar las secciones que se pronuncian en voz alta conforme a su propia tradición también puede hacerlo, a condición que lo susurre para no  molestar al resto del público y no enfatizar sus diferencias con el oficiante.

Cuando un oficiante sefaradí recita en las súplicas de los lunes y los jueves tres veces los Trece Atributos de la misericordia Divina, corresponde que los ashkenazíes se sumen al recitado.

En todos estos temas, en los que se sopesa cuidadosamente por un lado el bienestar de la comunidad y la celebración de los servicios y por el otro la preservación de las diferentes tradiciones, la autoridad halájica del lugar es la que debe decidir.

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