Pninei Halajá

07 – El significado espiritual de Jol HaMo’ed

El precepto de Jol HaMo’ed es sumamente singular, pues aparentemente no corresponde que tras alcanzar la elevada santidad de Yom Tov se descienda de esta hasta la finalización de la festividad. Empero, el precepto es que tras el primer día de Yom Tov se lleven a cabo los días de Jol HaMo’ed y solamente al finalizar la festividad nos elevemos nuevamente al nivel de Yom Tov. Pasaré a explicar el significado de esto de acuerdo con los maravillosos comentarios de Rabí Natán, el discípulo de Rabí Najman de Breslev.

El Ba’al Shem Tov formuló una metáfora: Tal como se le enseña a andar a un bebé, esto es, en un inicio se lo ayuda y luego se lo suelta para que ande solo ante lo cual él intenta ponerse de pie y caminar mas se cae, hasta que al final logra caminar por sus propios medios; de igual manera es el inicio del camino ascendente del ser humano. Al principio le conceden desde el Cielo una gran iluminación que está por encima de su nivel y luego se la retiran por lo que cae debiendo esforzarse en mantener su camino y superar las pruebas. De superarlas, logrará ser meritorio nuevamente de esa gran luz, empero ahora no se separará de esta por cuanto que es acorde a su nivel. Así puede entenderse la cuestión de Jol HaMo’ed: al inicio de la festividad HaShem nos ilumina con una gran luz que excede nuestro nivel, y al concluir el Yom Tov esta se aparta de nosotros, siendo nuestra misión el fortalecernos durante los días de Jol HaMo’ed en la Torá y la alegría festiva, para en virtud de ello recibir nuevamente un Yom Tov al final de la festividad. Dado que ya nos preparamos para este en los días de Jol HaMo’ed, alcanzamos en él un nivel aún más elevado. Y tal como dijeran nuestros sabios respecto de que el grado alcanzado en el Mar de los Juncos (Mar Rojo) el séptimo día de Pesaj estuvo por encima del que se obtuvo durante la plaga de la muerte de los primogénitos acaecida en el primer día de Pesaj, dijeron también que una sierva vio en el mar lo que no vieron posteriormente Ishaiahu o Iejezkel en sus profecías (Mejilta Beshalaj). De igual manera, en Sheminí Atzeret la alegría es especialmente grande, ya que en todos los días de Jol HaMo’ed Sucot nos alegramos con HaShem junto a las demás naciones, mientras que al llegar Sheminí Atzeret el Eterno se regocija únicamente con nosotros (Talmud Babilonio Tratado de Sucá 55(B)). (Likutei Halajot Jol HaMo’ed 1:1, 2:1).

El descenso del nivel de Yom Tov al de Jol HaMo’ed trae aparejado un beneficio suplementario y es que mediante este podemos elevar almas abatidas para las que la santidad de Yom Tov es elevada en demasía. Al estar los días de Jol HaMo’ed más vinculados a los días comunes, a través de ellos pueden ascender nuevamente ayudándose de los preceptos que cumplimos en esos días, a saber: estudio de la Torá, alegría festiva, apego a los amigos y tzedaká o caridad. Esto está insinuado en las labores que se permite realizar en esos días. En Jol HaMo’ed se permite realizar labores para evitar pérdidas, lo cual nos insinúa que son días para elevar almas perdidas. Asimismo, se permite realizar labores para los menesteres festivos, lo cual insinúa que por medio de esos días podemos entender el significado de las festividades y de esa manera logramos captar las grandes iluminaciones del último día de Yom Tov (ídem 3:4, 3:6, 4:3, 4:6).

Otra característica de los días de Jol HaMo’ed es que, al poseer un aspecto mundano, atraen la santidad la cual se habrá de manifestar posteriormente en los días comunes, pues hay que saber que cuanto más sagrado es el día más manifiesta es la influencia Divina en este y por ende la prohibición de realizar labores resulta más estricta. Por otra parte, cuanto más nos alejamos de la influencia Divina, más tenemos que esforzarnos y someternos al trabajo duro en pos de ganar nuestro sustento, tal como nos ocurrió con el pecado del hombre primigenio, Adám. Nuestra función es la de revelar la cuestión de HaShem en todas nuestras acciones, y de ese modo en un proceso gradual nos iremos liberando del yugo del sometimiento a la obtención de nuestro sustento y tendremos el mérito de que todas nuestras labores sean por amor a D´s con tranquilidad y alegría (ver arriba 3:1).

El Shabat es el fundamento de la santidad del tiempo, y su santidad fue establecida de modo permanente desde los seis días de la Creación, por ello en este día está prohibido realizar labores. A partir de la santidad del Shabat los hijos de Israel fueron preceptuados de introducir o proyectar santidad a todos los tiempos, hasta en los días comunes. En una primera etapa la santidad se deriva del Shabat a los días festivos (Yamim Tovim) que son días comunes consagrados por el pueblo de Israel adquiriendo así su carácter santo (tal como se explicó arriba 1:3). Dado que estos días fueron consagrados por el pueblo de Israel está permitido realizar en ellos labores vinculadas a la preparación de alimentos para las comidas festivas del pueblo de Israel. Empero los días comunes de semana quedan todavía alejados de la santidad, y para ello D´s nos otorgó los días de Jol HaMo’ed que son días intermedios, con un poco de labores permitidas y otro poco de prohibidas. Por medio de esas labores autorizadas durante la festividad por amor a D´s (leshem Shamaim) la santidad es atraída sobre todas las labores que debemos realizar durante los días hábiles de todo el año. Esa es la reparación fundamental del mundo, que el trabajo por la obtención del sustento sea hecho por amor al Cielo para así corregir el mundo y mejorarlo, promover caridad y fijar tiempos para el estudio de la Torá. De esta manera corregimos las treinta y nueve labores, de manera que no recaiga más sobre estas el pecado o la maldición que llevan al hombre a esclavizarse al materialismo, sino que sean santificadas para que, por su intermedio, seamos dignos de erigir un Tabernáculo y una Casa que sea el asiento de la Divina Presencia (Likutei Hiljot Jol HaMo’ed 4:8).

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