ארכיון La alegría del hogar y su bendición - Pninei Halajá https://ph.yhb.org.il/es/category/14/ Rabino Eliezer Melamed Mon, 14 Jan 2019 11:13:51 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.3 01. Las bondades del preceptohttps://ph.yhb.org.il/es/14-01-01/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-01/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:01:19 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3075El hombre completo es aquél que vive en alegría y amor con su pareja, ya que no puede alcanzar la completitud sin su mujer ni ella sin su marido. El precepto de Oná es aquel que manifiesta de forma más clara la unión entre esposo y esposa, ya que por su intermedio alcanzan la unidad […]

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El hombre completo es aquél que vive en alegría y amor con su pareja, ya que no puede alcanzar la completitud sin su mujer ni ella sin su marido. El precepto de Oná es aquel que manifiesta de forma más clara la unión entre esposo y esposa, ya que por su intermedio alcanzan la unidad completa tanto espiritual como material, perfeccionando así el matrimonio. Este precepto debe cumplirse con pasión y gran alegría, el marido debe intentar dar el mayor placer posible a su mujer y ésta a su vez a su marido (más adelante 2:1-5). Es por esto que el precepto se denomina «Simjat Oná», «la alegría de la Oná», ya que no hay mayor regocijo que este en nuestro mundo e insinúa el placer que nos habrá de deparar el mundo venidero (más adelante 7-8).

Es en el marco del matrimonio donde se puede cumplir cabalmente con el precepto «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» (Vaikrá 19:18), respecto del cual Rabí Akiva dijo que se trataba del principio general de toda la Torá (Safra allí). Esto obedece a que el amor puede perpetuarse en todos los aspectos de la vida, tanto materiales como espirituales, únicamente en el marco del matrimonio. Al convivir ambos cónyuges con amor, y amando cada uno de estos a su pareja no menos de lo que se quieren a sí mismos, deseando confortar a la pareja no menos de lo que desean hacerlo para sí, se logra cumplir de manera esencial y resumida con toda la Torá (Arí Z´´l Sefer Likutim Ekev).

Este precepto es tan importante que por su intermedio la Divina Presencia reside entre ambos tal como lo explicó Rabí Akiva (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 17(A)): «Si el hombre y la mujer son meritorios (el uno del otro) la Divina Presencia reposa entre ellos y si no, son devorados por el fuego» La palabra «hombre», איש, contiene la letra «yod» (י) y la palabra «mujer», אשה, contiene la letra «heh» (ה) y juntos conforman el Nombre Divino י-ה.

Esto y más, mediante este sagrado precepto se logra cumplir con el Mandato Divino de «creced y multiplicaos» lo cual permite asociarse a D´s en la creación de una nueva alma, tal como dijeron nuestros sabios en el Talmud Babilonio (Tratado de Nidá 31(A)): «Hay tres socios en la conformación de un ser humano, El Santo Bendito Él, su padre y su madre». De esta manera los padres develan el Nombre Divino compuesto de cuatro letras, pues ya aprendimos que la letra «yod» se manifiesta en el hombre y la letra «heh» en la mujer y mediante el hijo y la hija se revelan las otras dos letras, la «vav» en el hijo varón y la «heh» en la hija mujer (Zohar Raaia Meheimna III 34:1).

Por lo tanto, en momentos de crisis matrimonial y de sospechas del marido sobre su mujer D´s ordenó que Su Nombre, escrito con santidad, sea borrado a los efectos de recomponer el vínculo (Talmud Babilonio Tratado de Nedarim 66(B)). Mediante el borrado del Nombre Divino escrito sobre un pergamino, perdura el Nombre Divino en la vida de la pareja.

Tan encumbrada es la trascendencia del matrimonio que nuestros sabios dijeron (ídem Ievamot 63(A)) que «todo hombre que carece de mujer no es hombre», además, dijeron (ídem 62(B)) que «todo hombre que carece de mujer yace privado de alegría, bendición, bienestar, Torá, muro protector y paz». Por supuesto que toda mujer que carece de marido está privada de todas estas bondades. Dado que el precepto de Oná es la manifestación fundamental del matrimonio, todas las demás virtudes de esta institución están directamente ligadas a este mandamiento (adelante 4:8).

Dada la importancia fundamental de la conexión entre el hombre y la mujer, también el impulso pasional que la acompaña es significativamente intenso, y dado que HaShem concedió al ser humano la posibilidad de elegir de modo tal que cuando este lo encamina hacia el bien, cumpliendo el precepto de Oná conforme a sus reglas, no hay mejor que este impulso; pero si no lo encamina correctamente resultará ser el peor (adelante 3:1-2).

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Prólogo del Rabino Eliezer Melamedhttps://ph.yhb.org.il/es/14-00-01/ https://ph.yhb.org.il/es/14-00-01/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:01:44 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=33631 Siguiendo el consejo de buenos amigos, este libro es publicado en una edición interna en virtud del delicado tenor de las cuestiones que se tratan en sus primeros cuatro capítulos, temas que, por cuestiones vinculadas al recato, no se suelen estudiar públicamente e incluso es posible que haya rabinos que se opongan a que […]

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Siguiendo el consejo de buenos amigos, este libro es publicado en una edición interna en virtud del delicado tenor de las cuestiones que se tratan en sus primeros cuatro capítulos, temas que, por cuestiones vinculadas al recato, no se suelen estudiar públicamente e incluso es posible que haya rabinos que se opongan a que a este libro se le de publicidad. Por esta razón esta obra no se publica en el marco de la serie «Pninei Halajá». Lo titulé «La alegría del hogar y su bendición» pues en él se detallan las reglas del cumplimiento del precepto de Oná cuyo tema central es el de la alegría tal como la denominaron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 72(B), Avodá Zará 5(A)): «la alegría de la Oná». «El hogar» es la familia y «su bendición» el precepto de la procreación que se analiza detalladamente en este libro y el cual se deriva del de Oná.

En un principio pensé que si D´s quiere y tendré el mérito algún día de explicar por escrito estas cuestiones lo haré siendo ya un anciano, con la esperanza de que entonces me avergüence menos en publicarlo. Sin embargo, en los últimos años junto con mi esposa nos vimos expuestos a las carencias y los errores que a veces afectan a los cursos preparatorios para novios y novias, falencias que pueden llegar a causar problemas y dolor allí donde deben de reinar la alegría y el amor. Generalmente estos cursos se extienden en los detalles referidos a las leyes de Nidá y separación durante el periodo menstrual y abrevian en cuanto a las reglas del precepto de Oná. Mi señora compara esto a una muchacha joven que acude a lo de una señora mayor para que esta le enseñe a cocinar comida apropiada para el Shabat. La señora mayor le enseña cómo tamizar la harina y revisar que las verduras y las legumbres estén libres de insectos, cómo verificar que los huevos no tengan manchas de sangre, cómo separar los utensilios de carne de los de leche así como también los diferentes cuchillos y entre ellos el de la cebolla, cómo evitar la cocción de alimentos por parte de no judíos, cómo evitar los productos que contienen leche no supervisada o gelatina y también cómo adquirir únicamente ingredientes con el máximo grado de certificación de kashrut. Y no sólo no le enseña a cocinar alimentos sabrosos para deleitar con estos el Shabat, sino que además la lleva a pensar erróneamente de que basta con que los alimentos sean kasher para que entonces el Shabat sea placentero; y que el hecho de que los ingredientes no estén suficientemente cocidos y que los platillos no sepan bien no es problema ya que nuestro rol en el mundo es sufrir y santificar así el Nombre de D´s. Hay guías del curso para novias que enseñan que basta con cuidar las reglas de Nidá y distanciamiento durante el período menstrual para que la casa se vea bendecida por la santidad, en lugar de comprender que la alegría de la unión de la pareja mediante el precepto de Oná es la manifestación de la santidad en la vida, mientras que las reglas de distanciamiento durante el período son la condición necesaria para el cumplimiento del precepto en sí.

A raíz de este error surge una separación terrible entre la santidad y la vida, la verdad y el bien, el deber y la alegría, distanciamiento que debe ser reparado por medio del precepto de «amarás a tu prójimo como a ti mismo» en general y el de Oná en particular. Por ello, en el invierno de 5774 reuní las fuerzas y el valor necesarios para escribir las halajot o reglas así como también el racional del precepto de Oná, y a partir de estas continué aclarando y elaborando las reglas del precepto de procrear.

No habré de ocultarles que muchos de mis maestros y amigos me aconsejaron abstenerme de escribir la presente obra o al menos de atenuar su significado. En su mayoría, el móvil del consejo era una sincera preocupación por mi persona, y en otros, por considerar que no corresponde comentar y explicar cuestiones que es mejor mantener en discreción. Empero, dado que en el seno del público circulan ideas equivocadas y rumores falsos que afectan el buen nombre de nuestra sagrada Torá al insinuar que esta promueve la reducción de la alegría que resulta del cumplimiento del precepto de Oná; me vi en la obligación de presentar de un modo claro la postura de nuestra Torá y evitar las maledicencias de las que es víctima, salvando así a las queridas parejas, hombres y mujeres, del dolor y las carencias que las posturas equivocadas provocan. Es oportuno señalar que la mala fama que se le ha hecho a nuestra Torá se deriva de una mala comprensión de las enseñanzas de nuestros sabios de bendita memoria, de los pasajes del Zohar y las enseñanzas de los maestros kabalistas, la cual muchas veces se debe a una cierta influencia de la religión cristiana que ensalza a quien por apego religioso decide no casarse.

A los efectos de desmentir esta mala fama debería haber publicado este libro de manera abierta y para todo público empero me abstuve de hacerlo ante el temor de que los conceptos aquí vertidos sean entendidos únicamente en su sentido exterior y de modo parcial por parte de quienes son ajenos al mundo del estudio de la Torá mientras que la intención principal de la elaboración de la presente obra es que sea leída en las casas de estudio («Batei Midrash») por un público sagrado y recatado para que, por medio de la luz redentora que ingrese en sus hogares al seguir las directivas maritales de la Torá, la santidad general del pueblo de Israel irrumpa cual aurora y su claridad se expanda paulatinamente resultando en un remedio y una salvación para el mundo entero.

Este libro está destinado en primer lugar para rabinos y guías de novios y novias, mas también lo está para parejas que deseen que su vida familiar se vea iluminada por las directivas y la luz de la Torá. De todas maneras, la distribución del presente libro será interna y se destinará principalmente a los miembros de la comunidad de Har Berajá, a los alumnos de la Yeshivá y para las personas allegadas a nuestra localidad y nuestra casa de estudio. Si D´s quiere el contenido de este libro aparecerá y se expandirá poco a poco tal como lo hace la redención del pueblo de Israel.

 

2

Este es el lugar apropiado para agradecer al Rabino Maor Kayam Sheli»ta, docente («Rosh Metivta») de la Yeshivá de Har Berajá quien me acompañó y apoyó a lo largo de todo el proceso de elaboración de la presente obra, y por medio de su laboriosidad y habilidad amplió de gran manera el espectro de las fuentes citadas. Esto ayudó al análisis de los diferentes temas así como también permitió sustentar con mayor solidez las explicaciones y las ideas principales. En el marco de su invaluable ayuda se ocupó de compilar el libro de las ampliaciones que tiene por objetivo agregar fuentes y reflexiones a los contenidos expuestos en esta obra. Asimismo, he de agradecer al Rabino Barel Shevaj Sheli»ta por haber ayudado también en la organización temática de los temas de análisis.

Debo agradecer también a los rabinos que tuvieron la gentileza de leer los primeros capítulos y me obsequiaron sus observaciones: al Rabino Ioel Katán Sheli»ta, mi mentor desde la temprana juventud quien junto a su mujer que es Rabanit y Ginecóloga se especializaron en la temática del presente libro y aportaron su parte al mismo; al Rabino Iehoshúa Shapira Sheli»ta, Decano de la Yeshivá de Ramat Gan quien junto a su esposa orientan y preparan parejas para que transiten por la senda de la santidad y la alegría superando diferentes dificultades que se presentan en la relación marital; al Rabino Iehudá Brandes Sheli»ta, quien realizó observaciones tanto útiles como iluminadoras a los primeros capítulos, amén de impulsarme a escribir la presente obra sin esperar a la vejez trayendo como ejemplo al Rey Salomón quien escribiera el Cantar de los Cantares de joven, Los Proverbios siendo ya adulto y El Eclesiastés en su ancianidad (Shir Hashirim Rabá 1:10), haciéndome entender que cada edad tiene su aporte único y especial que no debe dejar de expresarse. Asimismo debo agradecer enormemente a mi hermano el Rabino Israel Melamed Sheli»ta quien además de su labor educativa se especializó en el área de asesoría de parejas con dificultades vinculadas al cumplimiento del precepto de Oná, por lo que sus profundas y fundamentales observaciones fueron más que útiles en los primeros cuatro capítulos.

Debo agradecer también a los rabinos que enseñan en la Yeshivá, quienes además de repasar los capítulos y hacer sus oportunas observaciones durante muchos años han estado preparando a los alumnos y a los egresados previo a su casamiento, por lo que tuvimos la oportunidad de analizar concienzudamente toda la temática presentada en la presente obra. Agradezco al Rabino Idó Alba Sheli»ta por sus observaciones a los capítulos que se enfocan en el precepto de la procreación así como también al Rabino Shmuel Ariel Sheli»ta.

Un especial agradecimiento al Rabino Ionadav Zar Sheli»ta que ahondó en la investigación de las halajot y revisó la totalidad del libro. Agradezco al Rabino Maor Horowitz Sheli»ta que participó del análisis de los temas y se ocupó de la revisión final del texto y su preparación para la impresión. Al Rabino Netanel Rozenstein por escribir el índice onomástico, al Rabino Yaakov Wainberger director general de la Yeshivá y a quienes le antecedieron en el ejercicio del cargo, a los Rabinos Yaakov Katz y Dudu Saada, a los responsables de la edición, la impresión y la distribución Keren Fogel y Iojanán Lisha.

Finalmente quisiera agradecer a los queridos residentes de Har Berajá y a los egresados de la Yeshivá quienes me guiaron en la elaboración de la presente obra por medio de sus consultas y el estudio conjunto de los hombres conmigo y las mujeres con mi señora. Respecto del contenido de este libro puede citarse la máxima: «Mucho aprendí de mis maestros, de mis compañeros más que de mis maestros y de mis alumnos más que de nadie» (Talmud Babilonio Tratado de Ta´anit 7(A)).

3

La relación entre el Kadosh Barúj Hú y el pueblo de Israel es ejemplificada por medio de la relación entre un novio y una novia (adelante 1:5-6) y el pesar por la destrucción del Templo opacó la alegría en el interior de los hogares judíos (adelante 3:15). Conjuntamente con el proceso de reunión de  las diásporas y construcción de la tierra de Israel, se han abierto pórticos de paz, alegría y bendición ante las parejas que erigen su hogar sobre la base de la santidad.

Quiera D´s que se cumplan en nosotros las palabras del profeta (Ishaiahu-Isaías 62:1-5): «Por Sión no guardaré silencio, y por Jerusalém no descansaré, hasta que salga su triunfo como resplandor y su salvación como una antorcha que quema. Y las naciones verán tu triunfo y todos los reyes tu gloria. Y serás llamado por un nombre nuevo que pronunciará la boca del Eterno. Será también una corona de belleza en la mano del Eterno y una diadema real en la mano abierta de tu D´s. No te reputarán más abandonada, y a tu tierra no la considerarán más desolada, sino que te llamarán «Jeftzí Ba» (Mi deleite en ella) y a tu tierra «Beulá» (casada, poseída) porque el Eterno se deleita en ti, y tu tierra será poseída. Porque así como un mancebo se desposa con una doncella, así tu Constructor se desposará contigo, y como el novio se regocija sobre la novia, así se regocijará tu D´s sobre ti«. Entonces el precepto de Oná se cumplirá de un modo íntegro. «Y te desposaré conmigo por siempre. Si, te desposaré en justicia y en rectitud, y en misericordia y en compasión. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás al Eterno. Y sucederá en aquel que Yo responderé («E´ené» vocablo similar al de «Oná» n. de t.) dice el Eterno, responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra, y la tierra responderá al trigo, y al vino, y al aceite, y ellos responderán a Izre´el. Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré compasión de ella, que había sido compadecida, y les diré a los que no habían sido Mi pueblo: ´Eres Mi pueblo´, y ellos contestarán: ´Tú eres mi D´s´» (Oshea-Oseas 2:18-25). Ojalá que este pequeño libro pueda incrementar la alegría y la bendición entre marido y mujer, de modo tal que no nos avergoncemos ni en este mundo ni en el venidero.

Eliezer Melamed

Siván 5774

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Prólogo del Rabino Maarabihttps://ph.yhb.org.il/es/14-00-02/ https://ph.yhb.org.il/es/14-00-02/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:02:13 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3365“Baruj Elokenu she-beraanu lijbodó”… Bendito sea nuestro D’s, que nos ha creado Por Su Gloria. Así agradecemos en la plegaria matutina diaria, en la ‘Kedushá deSidrá’. Allí, cuando casi al finalizar nuestros ruegos, nos sumergimos una vez más en la Kedushá. En los hechos que nos santifican, nos consagran, nos tornan Sus verdaderos hijos. Nos […]

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“Baruj Elokenu she-beraanu lijbodó”… Bendito sea nuestro D’s, que nos ha creado Por Su Gloria. Así agradecemos en la plegaria matutina diaria, en la ‘Kedushá deSidrá’. Allí, cuando casi al finalizar nuestros ruegos, nos sumergimos una vez más en la Kedushá. En los hechos que nos santifican, nos consagran, nos tornan Sus verdaderos hijos. Nos conducen a apreciar Su presencia en el Universo todo y sentir, percibir y afirmar aquello de “meló col ha-aretz Kebodó”. Que todo este espacio terrenal se halla completamente inmerso en Su Gloria.

“She-haCol bará Lijbodó”, es la sentida bendición que inaugura tras la Jupá, la celebración de las Sheva Berajot – las Siete Bendiciones que engalanan las horas primeras del casamiento de la joven pareja-. ‘Que todo lo ha creado para Su Gloria’. Ese Hombre y esa Mujer son parte de Su Gloria. Y ese ‘Kebod Shamáim’ –esa Gloria Celestial-, habrá de descender y reposar entre delicadas y frágiles paredes humanas que habrán de conformar un hogar… Un Santuario erigido a Su Nombre. Aquello que fue tan bellamente definido como ‘Mikdash Me’at’, un Santuario en miniatura.

“Ish ve-Ishá: zajú –Shejina beinehem-…”. Si ese hombre y esa mujer se han merecido mutuamente, habrán de “obligar” a la Divina Presencia a morar entre ellos. Nada más, pero nada menos… ¡Somos los conductos para que aquella ‘Gloria’ que impetra cada espacio del universo, sea ahora parte de mi pequeño escenario vital! Mi casa. Mis paredes. Las de mi corazón y mi mente.

Estamos felices de poder ser parte de esta gran tarea. La de poder acercar a los lectores de habla hispana, la calidad y la calidez –y por qué no la contundencia- de textos que hacen a la vida de cada día. Al encuentro íntimo de dos seres, que habrán de compartir días y noches –haciéndose el eco de la obra de la Creación –“Vayehí erev vayehí boker”- formando y formulando la obra más bella y digna: la del construir un hogar, respetarse, amarse y crear el espacio necesario para el otro…

“Simjat haBait uBirjató” ya nos anuncia el propósito. Rab Melamed Shelita, ha dejado una estela en estos mares y océanos profundos -¡demasiado profundos!- que hacen a la vida de aquellos que crean, que crecen y que creen en su devenir existencial sobre la tierra. Porque hombre y mujer más allá de compartir un destino común, han de portar sobre ‘sus hombros’ la tarea más sagrada: ese Santuario miniatura, donde habrán de superar juntos contingencias, traslados, movilizaciones, crisis, y por sobre todo alegrías y plenitudes. De allí el cautivante y exacto título ‘la alegría del hogar y su bendición’…

Nuestro libro es un verdadero desafío a la inteligencia y la verdadera comprensión. Ya que la sexualidad en la vida matrimonial es parte de esa ‘Kedushá’ a la cual nos referíamos al principio de nuestras palabras. Para la tradición de fe judía, el vínculo de lo corporal debe alcanzar dimensiones profundas de conocimiento y sabiduría. No en vano la sagrada Torá nos refiere ese instante como “ve-haAdam yadá  Javá ishtó”: ‘El hombre supo (conoció, amó) a Javáh, su esposa, la que concibió y parió a Cain…’. El verbo ‘Yadóa’ habla del conocimiento total. También del aspecto físico.

«האדם מתחיל לקנות ידיעותיו על ידי החושים, לפיכך, תחילת הנחת שורש ידע הייתה להורות ידיעה הבאה על ידי נסיון, ומעט מעט עלו בני אדם במעלות השכליות, ואמרו ידע על מה שהאדם יודע בכוח שכלו ותבונתו, ולמעלה מהשגת החושים…» (שד»ל, בראשית ד’:1)

Es sugestivo el comentario de Shadal (Shemuel David Luzzato) al versículo en cuestión, cuando afirma que ‘el ser humano comienza a adquirir sus conocimientos por medio de los sentidos, por tanto, la idea primera relacionada a la raíz ‘Yadóa’, es enseñarnos que dicho conocimiento sobrevendrá por medio de la experiencia, y poco a poco los seres humanos fueron creciendo en sus cualidades intelectuales, y se afirmó entonces que ‘Yadóa’ se refiere a todo aquello que la persona adquirirá por su razón e inteligencia, por encima de la percepción de sus sentidos…’.

El mundo sensorial es el primero que se impone en el vínculo. La experiencia, nos habla de proceso de integración y de integridad. El sentirse ‘uno’ –“basar ejad”- ha de significar la verdadera unión y mancomunión, ya no sólo de cuerpos, sino de almas en busca de un derrotero común, que a los fines prácticos, lo llamaría en lo personal, extraordinario…

Rab Melamed nos conduce hacia un mundo poco ‘hablado’ entre nosotros. Un universo que pertenece al sello de “devarím she-beinó ubeiná” –aspectos que se dan entre él y ella- y que deben transcurrir entre el recato y la modestia, así como entre ese espacio de intimidad que hace de la pareja lo sagrado. Sin embargo, debemos aprender. Debemos tomar conocimiento de obligaciones y deberes; así como de los compromisos asumidos en el feliz instante de ubicarnos bajo una Jupá, lugar donde el milagro y la maravilla de la existencia toda, cobra realidad y vida…

Y es por ello que ‘debemos estudiar’. Así como la Guemará de Berajot (62 A) nos propone entre sus enseñanzas a veces controversiales, aunque reales al fin, respecto de todo lo que se debe saber; de todo cuanto debemos aprender de nuestros maestros…

Así nuestro relato: “En cierta ocasión, Rab Cahana entró y se acostó debajo de la cama de Rav, su maestro (cuando éste estaba con su mujer); y escuchó que Rav conversaba y bromeaba, y que luego hizo lo que necesitaba (es decir tuvo relaciones  íntimas). Frente a aquel comportamiento, le dijo Rab Cahana a Rav: ¡La boca de Aba parece como si este no hubiera engullido un guiso en su vida! (O sea, por lo que le estaba diciendo, daba la impresión de alguien deseoso de tener relaciones). A lo que Rav le dijo: Cahana, ¿tú estás aquí? ¡Sal de ahí pues no es decoroso que estés aquí presente! Le respondió Rab Cahana: ¡Torá hí veLilmod aní tzarij! – ‘Esto es Torá y yo necesito aprender!’”

Una Guemará elocuente. Y tal vez, el relato sirva como disparador no de la curiosidad, sino más bien, ¡Torá hi! ¡Esto es Torá! Y también de ello debemos aprender… ¡Vaya concepción de nuestros sabios, sabios por experiencia, sabios por necesitar abarcar con su conocimiento todos los campos de la vida! Mundo ideal el de nuestros sabios, no lo dudo. Y hoy, acudimos a ese mundo para intentar seguir construyendo en el plano de lo físico, lo sublime en el plano espiritual. Máxime cuando de nuestros hogares, nuestras familias, nuestra continuidad está en juego. Darle valores a ese mundo, el llenarlo de potencialidad y salubridad. Es colmarlo de dignidad y respeto por el otro…Aún cuando todo deba transcurrir “beinó lebeiná”… entre dos seres que creados a la Imagen y Semejanza de Su Creador, han emprendido el camino hacia el ‘Árbol de la Vida’. Un ‘Arbol’ incógnito, que despliega sus páginas en el cotidiano vivir y nos clama a viva voz: “¡Torá hí veLilmod aní tzarij! – ‘Esto es Torá y yo necesito aprender!’”

Rab Mordejai Maarabi

Tiempos de Teshuvá y de Perdón

Ra’anana

Tishré 5779

Septiembre de 2018

 

 

 

 

 

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02. Reglas generales del preceptohttps://ph.yhb.org.il/es/14-01-02/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-02/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:02:45 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3077El precepto consiste en que el hombre se una a su mujer con gran amor y alegría, la deleite cuanto más pueda hasta que esta llegue a su máxima alegría, se conecte con ella de modo completo hasta que su esperma ingrese en ella en el sitio específico en el cual ella puede concebir (adelante […]

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El precepto consiste en que el hombre se una a su mujer con gran amor y alegría, la deleite cuanto más pueda hasta que esta llegue a su máxima alegría, se conecte con ella de modo completo hasta que su esperma ingrese en ella en el sitio específico en el cual ella puede concebir (adelante 2:1). Respecto de esto dice la Torá (Shemot-Éxodo 21:10): «No la privará de manutención, vestimenta y satisfacción». Dado que el hombre es limitado en sus posibilidades corporales, el cumplimiento del precepto de Oná se estipula conforme a sus capacidades físicas y lo que su rutina laboral le permite. Por lo tanto, las personas sanas que poseen una ocupación liviana deben cumplir el precepto a diario, los obreros comunes dos veces a la semana y quienes trabajan fuera de la ciudad una vez a la semana. Además, cuando uno  de los miembros de la pareja lo desea intensamente, el precepto de Oná indica que su cónyuge debe complacerle (adelante 2:7-8).

Este precepto es el fundamento central del matrimonio y quien cesa en su cumplimiento a los efectos de afectar a su mujer trasgrede la prohibición de la Torá «no la privará de… satisfacción». Si omitió el cumplimiento por descuido mas sin intención de afectarla, trasgrede una prohibición rabínica. Hay juristas que opinan que en este caso también se trata de una trasgresión a la Torá.

Además, mediante la Oná el marido y la mujer cumplen de modo completo con el precepto de «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» (Vaikrá-Levítico 19:18), el cual consiste en que cada cónyuge se preocupe y dedique al bienestar del otro cuanto pueda. Dado que el mayor placer que experimenta el ser humano está vinculado al precepto de Oná, si el hombre priva a su mujer de este placer que le da alegría la perjudica pues nadie más que él puede brindarle este regocijo. Si ella lo priva a él de este placer ella lo perjudica ya que nadie más que ella puede brindárselo (adelante 2:1).

Dejar sin efecto este precepto constituye un causal central de divorcio. Si el hombre declara ante tribunales que siente hastío hacia su mujer y ya no está interesado en unirse a esta y alegrarla en los tiempos específicos en los que debe hacerlo, la mujer tiene derecho de demandar el divorcio y recibir la compensación estipulada en la «Ketuvá». Incluso en caso de que el hombre esté dispuesto a unirse a su mujer pero únicamente si cada uno de los dos se mantiene vestido con sus ropas, deberán divorciarse y el marido habrá de desembolsar el monto estipulado en la «Ketuvá», pues no está dispuesto a unirse a su esposa con amor sin que medie una prenda entre ambos. Asimismo, cuando la mujer es quien no está dispuesta a unirse a su marido en los tiempos específicos o si está dispuesta a hacerlo solamente si ella está vestida, el marido está en su derecho de divorciarla sin abonar el importe estipulado en la «Ketuvá» (Talmud Babilonio Tratado de Ketuvot 48(A), Shulján Aruj Even Haezer 76:13). El hombre o mujer que se niegan a cumplir con el precepto de Oná son llamados «rebeldes» («mored» o «moredet») pues se rebelan contra el deber sagrado que asumieron al contraer matrimonio (ídem Ketuvot 63(A), Shulján Aruj Even Haezer 77. Ver más adelante 2:7-8, 2:11-12).

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03. El significado de la palabra «Oná»https://ph.yhb.org.il/es/14-01-03/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-03/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:03:46 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3079El libro de Shemot (21:10) dice «No la privará de manutención («sheerá»), vestido («kesutá») y satisfacción («onatá»)». En el ámbito de la relación marital «manutención» adquiere el significado de que al momento de unirse estén físicamente próximos; «vestido» se refiere a las frazadas y la cama que los cobija al momento de la unión y […]

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El libro de Shemot (21:10) dice «No la privará de manutención («sheerá»), vestido («kesutá») y satisfacción («onatá»)». En el ámbito de la relación marital «manutención» adquiere el significado de que al momento de unirse estén físicamente próximos; «vestido» se refiere a las frazadas y la cama que los cobija al momento de la unión y «satisfacción» implica la unión propiamente dicha (Rambán allí, Talmud Babilonio Tratado de Ketuvot 48(A)). Hay comentaristas que interpretaron «sheerá» como alimentación, «kesutá» como su vestimenta y «onatá» como la unión carnal (Rashí allí Shemot y Ketuvot). Resulta entonces que todos los comentaristas coinciden en que el precepto de Oná es el corazón del matrimonio y que por su intermedio se manifiesta el amor íntegro que les une. Los juristas debatieron respecto de si el deber de la Torá de contraer matrimonio se refiere únicamente a este precepto; y los sabios agregaron también el deber de proveer a la mujer de alimento y vestimenta o, si en caso de no contarse con alimentos y vestimenta los cónyuges no pueden alegrarse  cabalmente con el precepto. Más aún, el amor íntegro incluye un profundo sentimiento de responsabilidad por el bienestar del cónyuge, por lo que ¿cómo sería concebible que un marido que ama a su esposa no le habrá de procurar alimentos y vestimenta? De no preocuparse por obtenerlos, la unión entre ambos no estaría coronada por amor verdadero. Otros juristas opinan que la Torá ordena al marido proveer a su mujer de alimentación y vestimenta, ya que si bien el precepto de Oná es la expresión más profunda de la unión matrimonial, el vínculo completo entre ambos debe incluir también la total responsabilidad por la alimentación y el abrigo de la mujer.

La palabra Oná posee tres acepciones: a) Tiempo o temporada, ya que este precepto se cumple en los momentos que el vigor y la ocupación laboral del hombre lo permiten (Rambán e Ibn Ezra a Shemot 21:10); b) Proviene de la palabra «Inui» que significa tormento y por el contrario «heanut» que significa acceder a complacer un pedido. Cuando el hombre se separa de su mujer la atormenta tal como dijo Labán a nuestro patriarca Yaakov (Bereshit-Génesis 31:49-50): «El Eterno nos vigila cuando nos separamos el uno del otro. Si tu afligieres a mis hijas…» lo cual fue explicado por nuestros sabios si te abstuvieres de cumplirles con el precepto de Oná. Es por esto que en el día de Yom Kipur en el que estamos preceptuados de afligirnos («lehit´anot») nos privamos de las relaciones maritales (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 77(B) y comentario del Rosh allí, Tratado de Ketuvot 47(B)  Tosafot y Ritba allí). Asimismo, cuando un hombre viola a una mujer la aflige, tal como está escrito (Bereshit 34:2): «Y la vio Shjem hijo de Jamor, el Jiví gobernante del país, y la tomó y yació con ella y la afligió» Por otra parte, el precepto de Oná se debe cumplir con placer y alegría, de modo que se complazcan («na´anim») recíprocamente. He aquí que la palabra Oná proviene tanto del verbo «complacer o corresponderse» («leheanot») así como de «evitar una aflicción» («inui»).

Ambas explicaciones tienen implicancias halájicas: 1) El hombre está preceptuado de unirse a su mujer en tiempos estipulados conforme a su vigor y su ocupación profesional; 2) Esta unión debe complacer con alegría el deseo pasional de amor de la pareja.

c) Los sabios medievales (rishonim) agregaron que «Oná» proviene del vocablo «Maón» (casa u hogar) ya que el hombre debe procurar una morada para su mujer (Menajem Ben Saruk, citado por Ibn Ezra y Jezkuni a Shemot 21:10). Esto está íntimamente relacionado con el precepto de Oná, pues en la conexión con su mujer el hombre llega a su casa, a su hogar. Por ello está escrito (Dvarim-Deuteronomio 14:26): «y te alegrarás tú y tu hogar», siendo la intención del texto «tú y tu mujer». Por ello dijo Rabí Iosei: «jamás llamé a mi mujer «mi mujer» sino «mi hogar» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 118(B)).

Este precepto es denominado por los sabios como «Derej Eretz» o «el modo natural de conducirse» ya que naturalmente todo hombre debe amar a su mujer, desear su cercanía, satisfacerla y alegrarla al máximo de sus posibilidades; y naturalmente toda mujer debe amar a su marido, desear su cercanía, satisfacerle y alegrarle al máximo de sus posibilidades. Esto obedece a que HaShem creó al ser humano de esta manera, y en su naturaleza bondadosa desea esta cercanía. Solamente quien padece una enfermedad física o síquica es ajeno a este deseo o pasión. El precepto tiene por cometido encaminar, elevar y santificar la naturaleza y no dejar sin efecto los sentimientos naturales por medio de los cuales el mandamiento es cumplido (adelante 2:4). La frecuencia en el cumplimiento del precepto se establece conforme «al modo natural de conducirse», esto es, tomando en cuenta la vida real de la pareja (se explicará adelante 2:6-7).

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04. El cumplimiento del precepto de Oná no depende del precepto de crecer y multiplicarse («Prú Urbú»).https://ph.yhb.org.il/es/14-01-04/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-04/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:04:15 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3082Mediante el cumplimiento del precepto de «Oná» se cumple otro precepto y es el de «Prú Urbú» («creced y multiplicaos»). De esto se puede también comprender la relevancia del precepto de Oná pues por su intermedio el hombre y la mujer tienen el privilegio de poder ser copartícipes, junto a HaShem, en el nacimiento de […]

הפוסט 04. El cumplimiento del precepto de Oná no depende del precepto de crecer y multiplicarse («Prú Urbú»). הופיע לראשונה ב-Pninei Halajá.

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Mediante el cumplimiento del precepto de «Oná» se cumple otro precepto y es el de «Prú Urbú» («creced y multiplicaos»). De esto se puede también comprender la relevancia del precepto de Oná pues por su intermedio el hombre y la mujer tienen el privilegio de poder ser copartícipes, junto a HaShem, en el nacimiento de un ser humano. Sin embargo, el precepto de Oná no depende del de Prú Urbú por lo que mantiene su completa vigencia también en los períodos en los que la unión no puede llevar a un embarazo, como por ejemplo, cuando la mujer está embarazada, amamanta o pasó la edad de fertilidad, o es estéril.

Nuestros sabios dijeron que cuanto mayor es la alegría en el cumplimiento del precepto de Oná las cualidades de los niños resultantes serán mejores (Talmud Babilonio Tratado de Eruvín 100(B), adelante 2:5). Por el contrario, cuando la unión entre el hombre y la mujer no tiene lugar en un ambiente de amor y mutua confianza los niños resultantes pueden tener problemas de carácter, y son los que el Talmud denomina «hijos producto de nueve circunstancias problemáticas» o «bnei tesha midot» (como se explica en el Talmud Babilonio Tratado de Nedarim 20(B), adelante 2:13).

El autor del libro «Menorat Hamaor» escribe que «cuando el hombre y la mujer se aman y tienen relaciones armónicas con la intención de traer descendencia virtuosa, el Kadosh Baruj Hú concede su petición y les otorga hijos buenos» (Ner 3 principio 6:2).

Los sabios esotéricos dijeron que toda unión que se lleva acabo con amor y santidad suma vida y bendición al mundo. Tal como escribió el Shnei Lujot Habrit: «…de cada copulación que se lleva a cabo con santidad surge una  buena acción. Y aunque la mujer no quede embarazada… no se considera esperma en vano sino que a partir de este se forma un alma sagrada… y de cada copulación surge un alma que se le adjudica a otros bebés». Por lo tanto «Abraham mantenía relaciones sexuales con Sara a pesar de que esta era estéril y de ninguna manera debería haber cesado en ello». El Zohar explica (III 158:1) que en virtud de la unión completa con apego y amor de dos justos como Abraham y Sara fueron creadas almas en los mundos superiores que se concatenaron y nacieron posteriormente en el seno de otras familias, y cuando estos crecieron se acercaron a Abraham y Sara y fueron convertidos por ellos, por eso está escrito (Bereshit-Génesis 12:5): «y las almas que hicieron en Jarán».

Es así que parejas que no tuvieron el mérito de poder tener hijos propios, al unirse con amor y apego son partícipes del descenso a este mundo de almas de niños. A los efectos de poder comprender este asunto es menester explicar que el orden del descenso de las almas al mundo está compuesto de múltiples y numerosos niveles y aspectos por lo que es posible que varias parejas participen de la llegada de un alma a este mundo (adelante 8:6).

Además, es oportuno agregar que luego que una pareja tuvo sus propios hijos, mediante su unión con alegría y amor, agregan vida y bendición en todos los mundos, especialmente en aquellos vinculados a la raíz de su propia alma. Es así que en cada unión que se lleva a cabo con santidad y pasión se atraen luz y bendición suplementaria a las almas de sus propios vástagos.

Es importante acotar que quien ya cumplió con el precepto de Prú Urbú, en caso de enviudar, si se le dificulta volver a casarse con una mujer que tiene la posibilidad de dar a luz, deberá casarse aunque sea con una mujer que no habrá de tener familia, pues esa es la forma completa apropiada de vida para el ser humano. De esa manera cumple con el precepto de Oná y evita los pensamientos de trasgresión (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 61(B), adelante 4:8).

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05. La manifestación de la unidadhttps://ph.yhb.org.il/es/14-01-05/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-05/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:05:23 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3084Para entender la santidad de este precepto es menester explicar primeramente que HaShem quiso dar mérito al ser humano y por ende creó un mundo con carencias, de modo tal que el Hombre las repare, mejore y lo colme de felicidad, para de esa manera poder ser socios del Creador en todas las bondades que […]

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Para entender la santidad de este precepto es menester explicar primeramente que HaShem quiso dar mérito al ser humano y por ende creó un mundo con carencias, de modo tal que el Hombre las repare, mejore y lo colme de felicidad, para de esa manera poder ser socios del Creador en todas las bondades que el mundo dispensa alcanzando así la plena alegría. La separación es la falencia más profunda que hay en la creación. Si bien un solo D´s creó a todos los seres, en virtud del ocultamiento de Su luz, estos pasaron a estar separados de su Creador y por ende resultaron separados el uno del otro de modo tal que cada quien se preocupa por sí mismo. Esto es lo que origina todas las disputas, discusiones, conflictos y guerras. Por ello, este mundo es denominado  el «Mundo de la Separación» («Alma Deperuda»). Por ello también nuestro mundo recibe el nombre de «Mundo de la Mentira»    («Alma DeShikra»), ya que se desconoce en él la raíz de la unidad y de ello se derivan todos los problemas. Por lo tanto, el pueblo de Israel cree en la unidad, en un único D´s. Esta es la razón por la cual es tan importante el precepto de habitar la tierra de Israel, ya que ésta une el cielo con la tierra, pues la separación básica y fundamental es la de los cielos con la tierra que se manifiesta como separación entre materia y espíritu, entre la visión profética y la realidad, entre el Creador y la creación. Mediante el precepto de habitar la tierra de Israel se manifiesta que HaShem es el soberano tanto en el cielo como en la tierra y que todas las cuestiones mundanas están conectadas a la santidad. Por ello nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Ktuvot 110(B)) que «todo aquel que habita en la tierra de Israel es como si creyese en el Creador y quien no lo hace es como si fuese un idólatra» (adelante 3:15).

La unidad como valor es el fundamento de la extrema importancia que reviste el precepto de «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» (Vaikrá-Levítico 19:18), el cual Rabí Akiva considera como principio esencial de toda la Torá (Safra allí).

Ahora es posible comprender la dimensión de la importancia del precepto de la unión entre el marido y la mujer, por medio de la cual se cumple con el precepto de «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» en forma cabal, siendo que expresa la mayor de las unidades ya que une por completo a dos personas diferentes y separadas. Esta unidad es múltiple, ya que se trata de la unión de marido y mujer al tiempo que de alma y cuerpo. En muchas ocasiones existe una oposición entre el cuerpo y el alma, el alma anhela lo bueno y el cuerpo se ve atraído hacia lo malo, el alma desea lo eterno y el cuerpo lo efímero. En el cumplimiento de este precepto se unen cuerpo y alma e incluso la inclinación al mal («ietzer hará») se transforma en positiva. Mediante este precepto, a los ideales sublimes de la fidelidad y la unión se les suma el mayor de los placeres físicos. El valor moral de la entrega total se une a la mayor de las alegrías (ver Zohar I 49:1, III 81:1-2, Bereshit Rabá 9:7, adelante 3:13, Maharal de Praga en Guevurot HaShem cap. 43).

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06. El valor de la conexión entre el hombre y la mujerhttps://ph.yhb.org.il/es/14-01-06/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-06/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:06:26 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3086Esta conexión y unión son tan maravillosas que se emplean como metáfora de la unión superior entre el Kadosh Baruj Hú y el pueblo de Israel, tal como está escrito (Ishaiahu-Isaías 62:5): «como el novio se regocija sobre la novia, así se regocijará tu D´s sobre ti». Dijo Rabí Akiva: «el mundo todo no estaba […]

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Esta conexión y unión son tan maravillosas que se emplean como metáfora de la unión superior entre el Kadosh Baruj Hú y el pueblo de Israel, tal como está escrito (Ishaiahu-Isaías 62:5): «como el novio se regocija sobre la novia, así se regocijará tu D´s sobre ti». Dijo Rabí Akiva: «el mundo todo no estaba completo (en el sentido de ser creado) hasta el día en que fue entregado el Cantar de los Cantares al pueblo de Israel, ya que todos los cánticos son sagrados y el Cantar de los Cantares es el Santo Sanctórum» (Tanjuma Tetzavé 5). El amor entre el hombre y la mujer es tan sublime que se asemeja a la relación sagrada entre HaShem y Su pueblo. Más aún, de la relación entre D´s y Su pueblo se deriva el vínculo entre los cónyuges que se unen con amor y santidad (adelante 3:15) y a partir de ello se deriva la relación entre El Creador y Su mundo, de modo tal que fluyen la bendición y la paz hacia todos los seres.

Encontramos que la forma o disposición de los querubines que se encontraban sobre el Arca del Pacto dentro del Santo Sanctórum era similar a la de un hombre y una mujer en el momento de cumplir con el precepto de Oná. Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 54(A)) que «cuando el pueblo de Israel peregrinaba al Templo se corría la cortina que separaba el Santo Sanctórum («Parojet»), se les mostraba a los querubines abrazados el uno al otro y se les decía: ved cuán queridos sois ante el Eterno, como el amor entre un hombre y una mujer». Cuando los judíos dejaron de cumplir con la voluntad del Creador los querubines se separaron uno del otro y tornaron su rostro hacia la pared del recinto (ídem Baba Batra 99(A)).

Dado que el matrimonio es una cuestión sagrada y sublime, Yom Kipur era uno de los dos días festivos en los cuales se formaba parejas (o encuentros a los efectos de formarlas) (Mishná Ta´anit 4:8). Dado que en el casamiento se revela la unidad que se manifiesta de manera completa en la realidad del novio y la novia, nuestros sabios dijeron que «todo aquel que alegra a un novio y una novia será meritorio de recibir la Torá, y se le considera como si hubiese sacrificado una ofrenda de agradecimiento («korbán todá») y como si hubiese reconstruido una de las ruinas de Jerusalém (ver Maharal de Praga Tiferet Israel 30).

Vemos que una vez que el pueblo de Israel alcanzó la máxima realización de su ideal, al consolidar el reino e inaugurar el Templo en los días del Rey Shlomó se celebró una gran fiesta por siete días y luego por otros siete. «Al octavo día envió de regreso a la gente y bendijeron al rey, y fueron a sus tiendas alegres y contentos de corazón por todo lo bueno que el Eterno había otorgado a David Su siervo y a Israel Su pueblo» (Melajim 1- Reyes I 8:66). Los sabios explicaron este versículo en el Talmud Babilonio Tratado de Moed Katán (9(A)): «y fueron a sus tiendas» significa que encontraron a sus mujeres en estado de pureza, «alegres» por haber disfrutado del resplandor de la Divina Presencia, «contentos» que cada quien embarazó a su mujer de un hijo varón, «por todo lo bueno» ya que una voz celestial exclamó y les dijo: todos vosotros estáis convocados a la vida del Mundo Venidero». Por lo tanto, así como mediante la construcción del Templo de Jerusalém HaShem se regocija con Su pueblo cual novio sobre la novia, de igual manera se expandió la santidad general al hogar particular de cada judío, al volver y encontrar a sus mujeres en estado de pureza para cumplir con el precepto con alegría.

Asimismo, vemos que luego de la entrega de la Torá, HaShem le ordenó a Moshé (Devarim 5:27): «Ve y diles que retornen a sus tiendas», lo cual fue explicado por nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Avodá Zará 5(A)) «para regocijarse con el precepto de Oná». Quien desconoce la trascendencia de  este precepto puede llegar a pensar que tras el sublime momento del recibimiento de la Torá no corresponde dedicarse a cosas semejantes, empero, la directiva Divina fue inversa, ¡retornad al regocijo de la Oná! De aquí se entiende que muy por el contrario, en virtud de la santidad revelada en el Monte Sinaí es menester volver a cumplir el precepto de Oná con alegría. En efecto, estas cuestiones están estrechamente vinculadas ya que la entrega de la Torá se asemejó a una suerte de matrimonio entre HaShem y el pueblo de Israel, tal como dijeron nuestros sabios en la Mishná (Tratado de Taanit 26(B)): «En el día de su casamiento se refiere al día de entrega de la Torá y en el día del regocijo de su corazón se refiere a la construcción del Templo de Jerusalém». En virtud del gran casamiento descendieron amor y alegría sobre cada una de las familias del pueblo de Israel.

Esta idea resulta difícil para muchos de los sabios de las naciones ya que según estos los placeres mundanales están asociados a la materia y la trasgresión, estando desconectados de lo sagrado y lo espiritual. Sin embargo, el rol particular del pueblo de Israel es revelar la fe unitaria de que HaShem es soberano sobre el cielo y la tierra. Por esta razón, cuando la unión se lleva a cabo conforme a la halajá, se revela en esta su aspecto Divino. Sobre esto dice la Torá (Bamidbar-Números 23:10): «¿Quién podrá contar a Yaakov- numeroso cual polvo de la tierra- o enumerar un cuarto de Israel?», lo cual fue explicado por nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Nidá 31(A)) en cuanto a que «enseña que el Kadosh Baruj Hú cuenta los períodos aptos para la copulación («reviioteihem») del pueblo de Israel, ¿cuándo llegará la gota de la cual habrá de nacer un justo? Esto cegó el ojo del malvado Bilám quien dijo: aquel que es sagrado y sus siervos son sagrados, ¿habrá de contemplar cosa semejante? Acto seguido su ojo perdió la visión».

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07. La alegría del cumplimiento del precepto de Onáhttps://ph.yhb.org.il/es/14-01-07/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-07/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:07:47 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3088En situaciones rutinarias la persona está centrada en sí misma ya que si no se preocupa por sí ¿quién habrá de hacerlo? Es posible desdibujar esta realidad mediante las amistades superficiales y el esparcimiento, mas en los  momentos decisivos, cuando el ser humano se hace consciente de su soledad, se entristece tremendamente. Este es el […]

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En situaciones rutinarias la persona está centrada en sí misma ya que si no se preocupa por sí ¿quién habrá de hacerlo? Es posible desdibujar esta realidad mediante las amistades superficiales y el esparcimiento, mas en los  momentos decisivos, cuando el ser humano se hace consciente de su soledad, se entristece tremendamente. Este es el pesar existencial que acompaña al ser humano en su vida, es la muerte que anda a su lado estando aún vivo. Cuanto más lúcida está la persona, mayor es su dolor. La soledad hace a la persona egoísta, la lleva a preocuparse únicamente por sí misma provocándole un vaciamiento de valores que le hacen perder su sentido y la sumen en una soledad aún más intensa.

Esto es corregible mediante el precepto de «Amarás a tu prójimo como a tí mismo». Cuando las personas descubren el valor sagrado de su amistad se transforman en mejores personas y más moralistas, se unen de forma verdadera y encuentran alivio a su soledad. Tal como ya aprendimos, el precepto de «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» puede cumplirse en su plenitud en el seno de la pareja corrigiendo a la persona por completo. Mediante este amor verdadero, la persona logra trascender sus límites egoístas y amar a su pareja cuidando de su bienestar no menos de lo que cuida el suyo propio.

La expresión sobresaliente de esto es el precepto de Oná, en el cual en virtud del amor y el placer, los límites interpersonales son superados, el hombre sale al encuentro de su mujer y ésta al encuentro de su marido y de esa manera ambos son redimidos de su soledad y se unen. Entonces se alegran verdaderamente, de un modo único, y el pulso vital que en ellos anida se conecta a toda la vida existente elevándose hasta la fuente de la existencia.

Así se llama entonces este precepto, «la alegría de Oná» («Simjat Oná») (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 72(B), Avodá Zará 5(A)). En esta alegría hay una revelación de Divinidad, tal como escribió el Maharal de Praga (Beer HaGolá 5:4): «y no has de decir que esta unión es meramente física como en los animales ya que el hombre y la mujer tienen una capacidad de conexión que recibieron directamente de HaShem,… ya que en estos ha asociado Su Nombre, el Nombre Y-H (י-ה) (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 17(A)), lo cual implica que HaShem conecta a la pareja y la une y por ello pone Su Nombre entre ambos»

Este precepto se asemeja al Mundo Venidero, es una suerte de haz de luz  que hace su camino desde un origen elevado hacia un mundo oscuro en el cual diferentes cortinas y tabiques se interponen en su curso dificultándole su acceso, al punto que nuestros sabios aseveraron que se asemeja a la noche (ídem Jaguigá 12(B)). Todos los preceptos deben alegrar de sobremanera a la persona, pues por su intermedio logra conectarse con la raíz de la vida y ser partícipe de la iluminación del mundo. Empero, esto suele sentirse a duras penas por causa de los obstáculos que ocultan la luz y la vida Divina. De todas maneras, sentimos satisfacción de haber hecho lo correcto mas no tenemos el privilegio de sentir directamente en nuestro cuerpo placer real por haber cumplido el precepto. Sobre esto nuestros sabios dijeron (Mishná Avot 4:16): «Este mundo se asemeja a un vestíbulo que conduce al Mundo Venidero, alístate en el vestíbulo para que puedas entrar a la sala principal», pues el venidero es el mundo principal en el cual se recibe la recompensa. Empero, en el caso de este maravilloso precepto la persona tiene la posibilidad de sentir el espléndido placer que deberíamos percibir en el cumplimiento de todo mandamiento Divino, dándonos entonces una muestra del Mundo Venidero (también el Shabat lo es). Por lo tanto, este precepto es un pórtico mediante el cual la persona puede percibir en vida lo que le está deparado en el Mundo Venidero, y mediante su cabal cumplimiento podrá deleitarse de esta forma y con esta intensidad con el resto de los mandamientos de la Torá (ver Zohar II 259:1).

Sin embargo, aquellos que trasgreden en temas tales como promiscuidad, incesto o no cuidan el ciclo de pureza o «nidá» hacen un uso nocivo de su deseo. En vez de emplearlo para trascender los límites del egoísmo, generar almas y conectarse con HaShem, mediante sus malas acciones derriban los límites de la buena moral y por ello son llamados en hebreo «prutzim»[1]. De esta forma, estas personas pierden su porción reservada en el Mundo Venidero, no alcanzan a conocer el amor verdadero, no se conectan a la vida eterna, la vida verdadera, y finalmente heredan Guehinom.


[1]. (Aquél cuyo límite o patrón de conducta fue derribado, uno de los vocablos empleados para denominar una prostituta es «prutzá» aludiendo a la carencia de cerco normativo protector en su conducta. N. de T.

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08. Por el mérito de observar este precepto nuestros ancestros pudieron salir de Egiptohttps://ph.yhb.org.il/es/14-01-08/ https://ph.yhb.org.il/es/14-01-08/#respond Mon, 31 Mar 2014 21:08:52 +0000 https://ph.yhb.org.il/es/?p=3090Cuando nuestros antepasados se encontraban sumidos en la esclavitud egipcia, sus verdugos querían evitar que los hombres procreen y de esa manera eliminar al pueblo de Israel de la faz de la tierra. Por ello, les ordenaron realizar trabajos sumamente pesados y extenuantes desde que despuntaba el alba hasta que salían las estrellas y les […]

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Cuando nuestros antepasados se encontraban sumidos en la esclavitud egipcia, sus verdugos querían evitar que los hombres procreen y de esa manera eliminar al pueblo de Israel de la faz de la tierra. Por ello, les ordenaron realizar trabajos sumamente pesados y extenuantes desde que despuntaba el alba hasta que salían las estrellas y les prohibieron volver a dormir a sus casas, obligándoles a pernoctar en el campo. Los hombres pensaron que todo estaba perdido y no había ya esperanza; que sus mujeres se cansarían de su ausencia y se irían con sus opresores egipcios. ¿Cómo habría de osar un israelita mirar a su mujer a los ojos siendo que como marido debería protegerla y defenderla del agresor, proveerla de sustento honorable y ser un ejemplo para los hijos; siendo que de momento no es más que un siervo humillado, pisoteado por su opresor? A los efectos de no sentirse aún más humillado, el siervo israelita  ni se acercaba a su mujer, ahogando en su seno el deseo de vivir. Tampoco quería hijos pues no podía ofrecerles un futuro decente. Cuando su mujer se le acercaba el siervo israelita se alejaba pues temía que de todos modos ella pronto lo abandonaría. La mayoría de las mujeres, en una situación semejante, se habrían ofendido y pedido sumarse como segunda esposa a la familia de alguno de los amos egipcios y de esa manera el pueblo judío habría desaparecido.

Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 11(B)) «En mérito de las mujeres justas que vivieron en esa generación el pueblo de Israel se pudo redimir  de la esclavitud en Egipto. Cuando iban a sacar agua del aljibe el Kadosh Baruj Hú ponía pececillos en sus tinajas por lo que extraían mitad agua y mitad peces, y venían al campo portando dos ollas, una con agua caliente y la otra con peces y las llevaban hasta sus maridos. Allí los lavaban, les aplicaban ungüentos, les daban de comer y beber, consumaban relaciones en los lindes del campo y luego volvían a sus casas…». Esta era la manera para cada mujer de decirle a su marido que si bien a ojos de los egipcios era un siervo despreciable, a los suyos era una persona querida e importante; y así como me hubiese gustado recibirte al volver de un trabajo digno y honroso igualmente me alegro hoy por lo que vine al campo a lavar tus pies cansados de tanto trabajar y aplicar ungüentos sobre tu cuerpo dolorido pues tú eres mi querido esposo. «Una vez que habían terminado de comer y beber, las mujeres tomaban espejos y se miraban en estos junto a sus esposos, ella decía yo soy más bonita que tú, y él respondía yo soy más bonito que tú, y de esa manera despertaban el deseo y copulaban y el Eterno les embarazaba de inmediato… y así los hijos de Israel fueron fecundos y se multiplicaron fortaleciéndose cada vez más (Shemot-Éxodo 1:7)… y todo ese gentío numeroso surgió a partir de los espejos» (Midrash Tanjuma Pikudei 9). «Y al quedar embarazadas volvían a sus casas, y cuando llegaba el momento de dar a luz salían al campo…» (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 11(B)).

Una vez que los judíos salieron de Egipto y recibieron la Torá, se les ordenó que erijan un Tabernáculo para lo cual donaron oro, plata y cobre, telas valiosas y piedras preciosas. Aquellas mujeres dijeron: ¿qué podemos donar para el Tabernáculo? Fueron y trajeron los espejos con los cuales se maquillaban. Si bien estos eran muy preciados para ellas, en virtud de su intenso amor por lo sagrado se ofrecieron traerlos. Moshé no los recibió con agrado pues habían sido usados para despertar el deseo («ietzer hará») y hay quien dice que incluso se enfureció con ellas y dijo en lenguaje exagerado a quienes estaban con él en ese momento: correspondería quebrarles las piernas por haber osado traer estos espejos para el servicio sagrado. El Kadosh Baruj Hú le dijo: ¿acaso menosprecias estos espejos? ¡Son los que dieron a luz a esta muchedumbre en Egipto! ¡Acéptalos pues son los más queridos por Mí! Tómalos y haz con ellos la pileta de cobre con la cual los cohanim se purificaban antes del sacro oficio (Midrash Tanjuma Pikudei 9, Rashí Shemot 38:8).

De esto aprendemos algo maravilloso, que no hay nada más puro y sagrado que este amor desinteresado que trajo vida al mundo, por ello, justamente de esos espejos se construyó la pileta de agua por medio de la cual los cohanim se purificaban de cara a su labor en el Sagrado Santuario.

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