Huesos que contengan médula deben pasar por lavado, salado y lavado al igual que la carne, y el salado que se lleva a cabo sobre el hueso sirve para la médula que se encuentra en su interior. En caso de que la carne hubiese sido salada junto con los huesos, el salado de la carne es también válida para estos (Ramá 71:3, Siftei Cohen 11).
Corazón: en el interior de las cavidades del corazón se acumula cuantiosa sangre, por ello primeramente es preciso cortarlo y lavar la sangre remanente al interior de las cavidades para luego salarlo o asarlo. A posteriori, si el corazón fuese salado o asado sin ser lavado, deberá ser cortado para enjuagar la sangre acumulada en las cavidades (Mishná Tratado de Julín 109(A), Shulján Aruj 72:1-2).
Las vísceras, desde el estómago hasta el recto no requieren de salado por cuanto que no son considerados órganos que contengan sangre. Esto es, su sangre es tan escasa al grado que no es perceptible, y por lo tanto, no se teme que salga de estas. Solamente en caso de que se vea un sitio de las vísceras con un aspecto rojo –ello significará que allí se ha acumulado sangre por lo que habrá que salarlo. La grasa que se encuentra sobre las vísceras, así como el resto de la grasa y de la carne requieren de salado. En el caso de la panza o rumen, el retículo o redecilla y el omaso o librillo, si bien hay quienes adoptan una actitud más flexible y los consideran parte de las tripas que no requieren de salado (Shulján Aruj 75:1), en la práctica es preciso salarlos como al resto de la carne (Ramá, Pri Jadash, Mejaber (Majazik Berajá) del Rav Jaím Yosef Azulay, Zivjei Tzedek del Rav Abdala Somej).
Hígado y bazo: la totalidad del hígado es sangre, y por ello es kasherizado únicamente por medio de su asado (adelante 12). Sin embargo, el bazo del animal, si bien es rojo como el hígado, entra en la categoría del resto de la carne y puede ser kasherizado por medio del salado. El bazo del animal doméstico precisa ser pelado del sebo que está adherido a él (Shulján Aruj y Ramá 74:1). Dado que ello implica un gran esfuerzo, se acostumbra a no kasherizarlo y venderlo a los gentiles.