Pninei Halajá

Shabat

01- El reposo del Shabat: la culminación del acto de la creación.

En seis días Hashem creó los cielos, la tierra, y todo cuanto ellos contienen y aparentemente no había necesidad de un día más, pero de todas maneras Hashem creó el séptimo día  y lo consagró al cese de labores y al reposo. Entonces, hicieron aparición en el mundo  el descanso, la bendición y la santidad, tal como está escrito (Génesis-Bereshit 2:1-3): «Quedaron concluidos los cielos y la tierra y todo lo que contienen. Habiendo concluido Elokim en el día séptimo Su obra – que Él había hecho – y cesó en el día séptimo de toda Su creación – que Él había hecho. Y bendijo Elokim al día séptimo y lo consagró, ya que en él cesó de toda Su obra, que Elokim había creado para hacer».

Se preguntaron nuestros sabios (Mejilta Itró) «¿Acaso Hashem se cansa? ¿Y cómo se concilia esto con lo que está escrito (Isaías 40:28): «el Creador de los términos de la tierra no desfallece ni se cansa»? Además, no sólo no se cansa sino que «da fuerzas a quien desfallece» (ídem 40:29). Por lo tanto: ¿Qué significa aquello de «Y descansó en el día séptimo»? (Éxodo 20:10). Lo que ocurre es que – si así lo podríamos decir –  el Creador por propia voluntad hizo el mundo en seis días y cesó el séptimo autoimponiéndose descanso». ¿Y por qué se autoimpuso el descanso? Para  crear de esta manera  el reposo, la satisfacción, la tranquilidad y el silencio. Mientras el Eterno estaba ocupado con la creación el universo se expandía y al cesar de su labor el séptimo día el mundo recibió el descanso (Bereshit Rabá 10:9).

La labor continua e incesante expresa el anhelo de alcanzar la completitud, así como también  una sensación de vacío infinito imposible de llenar. De esta manera, todo lo que se hace y todo el esfuerzo realizado no llevan a la satisfacción ni al reposo pues la distancia entre lo obtenido y la perfección sigue siendo enorme y la sensación de carencia aflige abismalmente, al punto que no se puede cesar el trabajo de tantos faltantes que es necesario completar y de tantos desperfectos que es necesario corregir. Así sería la vida del hombre si el mundo hubiese sido creado en seis días únicamente sin el Shabat, empero dado que éste fue creado, hizo aparición el reposo en el mundo (Maharal de Praga Tiferet Israel 40).

El fundamento del reposo radica en la percepción de que los actos realizados tienen valor, de modo tal que la persona puede tener satisfacción en su esfuerzo sabiendo que este no fue en vano. Así podrá recobrar energías y estar preparado para la próxima etapa de labor a realizar. Quien no halla valor en el trabajo realizado, aunque cese en sus labores no tendrá reposo mental. Al completarse los seis días de la creación, el mundo se encontraba aún carente de contenido y de reposo si bien los cielos y la tierra estaban creados así como también los continentes, los océanos, los árboles y las hierbas, los cuerpos celestes, los abismos subterráneos, los peces, las aves, los animales salvajes y hasta el hombre, que a imagen y semejanza de Hashem daba ya sus primeros pasos. Al ser creado el séptimo día para cesar las labores y reposar, fue creada la capacidad de captar el valor intrínseco de la creación y de todas las acciones que en ésta tienen lugar.

Todos los seres humanos participan, de alguna manera, del beneficio de la creación del séptimo día que les permite captar el valor intrínseco del mundo y de la labor. En virtud de ello, puede la persona tener satisfacción en su trabajo y reposar de su esfuerzo. Para este tipo de percepción no es necesario cesar de trabajar precisamente en Shabat, empero para percibir el valor verdadero, absoluto y Divino de la creación y la labor que en esta se realiza es necesario cesar el séptimo día, aquél que Hashem destinó al reposo. Este presente fue exclusivamente recibido por el Pueblo de Israel al punto que el mismo no encuentra sosiego en ningún valor humano finito, siendo que «nuestro ámbito de reposo es solamente en el Creador» (Orot, Zaronim, Tzimaón 30-1:18).

Sin el reposo que expresa el valor y el objetivo del mundo creado, éste no tiene sentido de existencia, tal como lo expresaron nuestros sabios (Bereshit Rabá 10:9): «Esto se asemeja a un rey que erigió un palio nupcial y lo decoró mas ¿qué le faltaba? Una novia que ingrese en el mismo. De esta misma manera al mundo le faltaba el Shabat«. ¿De qué le sirven a un rey  todas las suntuosas habitaciones de su palacio si carece de una novia con la cual alegrarse en el interior de las mismas? La novia es la bendición del palacio ya que por efecto de la alegría que siente el rey con ella, derrama bienestar a todo el reino. Nuestros sabios agregan (ídem): «Esto se asemeja a un rey a quien le confeccionaron un anillo mas ¿qué le faltaba al mismo? ¡Un sello! De esta misma manera al mundo le faltaba el Shabat«. El sello le confiere al anillo tanto carácter como  significado, tal como el Shabat le confiere sentido al mundo creado (Maharal de Praga Tiferet Israel 40).

02- El Shabat y el Pueblo de Israel.

Nuestros sabios se preguntaron (Tratado de Shabat 88(A)) por qué al final de la labor del sexto día está escrito (Génesis 1:31): «y hubo tarde y hubo mañana el día sexto»יום הששי)). ¿A qué se debe que la letra «heh» que antecede al vocablo «shishí» (día sexto) no figura en la mención de los primeros cinco días de la creación? Esto se debe a que el texto quiso insinuar o aludir al día sexto del mes de Siván en el cual Hashem entregó la Torá al Pueblo de Israel. En este día «Hashem estableció una condición con todos Sus creados y les dijo: «si el Pueblo de Israel acepta la Torá vosotros existiréis, mas  si no la aceptan habré de volver la creación al caos original». Inmediatamente después de que se completó el sexto día fue creado el Shabat, día en el cual se revela Su reino y en el futuro se entregará la Torá al Pueblo de Israel (Tratado de Shabat 86(B)).

Hasta la aparición del Pueblo de Israel en el mundo, el Shabat estaba solitario sin quien revele su santidad y su bendición. Tal como lo expresaron nuestros sabios (Bereshit Rabá 11:8): «Le dijo el Shabat al Eterno: Señor del Universo, todos tienen compañía en Tu creación pues los seis días de la creación se acomodan en duplas y sólo yo carezco de pareja. El Eterno le respondió: El Pueblo de Israel será tu pareja. Cuando los hijos de Israel se presentaron en el Monte Sinaí Hashem les dijo: recordad lo que le prometí al Shabat en cuanto a que la congregación de Israel sería su pareja, de aquí que se escuchó el enunciado (Éxodo-Shemot 20:7):   «Recordad el Shabat para consagrarlo«».

Antes de que el Pueblo de Israel reciba la Torá, el Shabat ya estaba consagrado y bendecido pues en ese día Hashem cesó toda su labor por lo que este día era el ser interior y el alma misma de la creación toda. Empero la bendición que se desprendía del Shabat era reducida y alcanzaba únicamente para el sostén del mundo. Todas las carencias del mundo se mantuvieron vigentes sin que exista posibilidad de corregirlas. Es por esta razón que Hashem condicionó a la creación a que en caso de que el Pueblo Israel no acepte la Torá,  todo el mundo retornaría al caos inicial pues ¿qué sentido tendría la existencia de seguir sumida en su padecimiento sin posibilidad alguna de superación o trascendencia que las lleve a su corrección final y a la completitud?

03- De la salida de la esclavitud de Egipto a la libertad y el Shabat.

Durante dos mil años los seres humanos aprendieron a sustentarse, producir sus alimentos, confeccionar sus vestimentas y construir sus moradas, así como también a organizarse en sociedades que permitan enfrentar más eficientemente los desafíos que presenta el entorno. Empero, salvo unas pocas personas excepcionales que se conducían de acuerdo con la fe y la moral, la mayoría de los humanos se manejaba conforme al imperio de las necesidades y por la fuerza, sin ningún ideal superior que oriente sus acciones. Cuando aparecieron nuestros ancestros, Abraham, Yitzhak y Yaakov, invocaron el nombre de Hashem y dedicaron sus vidas a corregir el mundo a la luz de la generosidad y la verdad. Ellos repudiaron la idolatría que entronaba la fuerza natural y negaba la moral. A partir del mandato interior de sus corazones, nuestros ancestros cuidaron los preceptos y guardaron el Shabat (Bereshit Rabá 79:7); mas la Torá aún no les había sido entregada, razón por la cual no pudieron afianzar y establecer su praxis en el resto del mundo. Muy por el contrario, todo el mal contra el que luchaban se ensañó contra ellos y la nación egipcia que era la más poderosa en ese tiempo sojuzgó al Pueblo de Israel transformándolo en una nación de esclavos, obligándoles a realizar trabajos forzados a los efectos de sostener la economía egipcia y proveerla de todas sus necesidades y satisfacer sus bajos deseos. Allí aprendió el Pueblo de Israel hasta qué punto la naturaleza humana puede ser maligna y en qué medida los seres humanos necesitan del mensaje de fe que los ancestros divulgaron en el mundo. Los judíos tenían una tradición escrita en pergaminos o rollos, que indicaba que en un futuro Hashem los liberaría de Egipto y cada Shabat leían esos textos y se regocijaban con ellos (ver Shemot Rabá 5:18). En virtud de esa fe preservaron su propia identidad y se multiplicaron numéricamente hasta transformarse en una nación. Más adelante, el Dios de sus ancestros se les reveló y los sacó de Egipto redimiéndolos de la esclavitud para darles la Torá y el Shabat.

Al salir de Egipto el Pueblo de Israel no se vio redimido únicamente de la esclavitud, sino que en virtud del recibimiento de la Torá y del precepto del Shabat se vieron liberados del sometimiento a la naturaleza y de la lucha por la subsistencia. Se vieron libres del sometimiento a la idea de que el objetivo del hombre es la acumulación de bienes materiales, objetivo que justifica estar dispuesto a someter al prójimo y esclavizarlo.

Al cuidar Shabat, el Pueblo de Israel recuerda permanentemente que Hashem creó el mundo y lo sostiene; y que el objetivo máximo del hombre es apegarse al Eterno e imitar Sus atributos, liberándose así del yugo de la inclinación al mal (Ietzer Hará) y de la lucha por la subsistencia. Aunque un judío necesite trabajar duro para subsistir y aunque le toque ser siervo, al descansar en Shabat le queda claro que no está completamente subyugado, que su espíritu es libre y está conectado a su origen Divino. Tal como está escrito (Deuteronomio-Devarim 5:11-14): «Guardarás el día de descanso para santificarlo como el Eterno tu Dios te ha mandado. Seis días trabajarás y en ellos harás tus obras pero el día séptimo es de descanso para el Eterno tu Dios. En él no harás trabajo alguno ni tampoco tu hijo ni tu hija ni tu siervo ni tu sierva ni tu ganado ni tu asno ni el forastero que habitare dentro de tus puertas. Tu siervo y tu sierva descansarán como tú. Acuérdate de que fuiste siervo en la tierra de Egipto y que el Eterno tu Dios te sacó de allí con mano poderosa y brazo extendido. Por consiguiente el Eterno tu Dios te ordena que guardes el día de descanso».

Fue la intención de HaShem crear el mundo incompleto para que los hombres puedan participar de su corrección. No es posible repararlo sin revelar su origen y su meta que es transitar por el camino que Hashem marcó en la Torá. El objetivo del Pueblo de Israel es revelar la existencia de HaShem en el mundo, tal como está escrito (Ishaiahu 43:21): «Este pueblo que he formado para Mí, Mi alabanza ha de relatar». Por esta razón nuestros sabios dijeron (Vaikrá Rabá 36:4) que «Los cielos y la tierra no fueron creados sino en mérito del Pueblo de Israel«. Mediante el Shabat que es el tiempo bendito y consagrado, el Pueblo de Israel puede cumplir con su objetivo. Por esta razón la Torá fue entregada en Shabat (Tratado de Shabat 86(B)) y por esta razón el Shabat es el día más propicio de todos para el estudio de la misma.

04- El Shabat y la singularidad del Pueblo de Israel.

Por medio del Shabat se revela el nexo especial entre Hashem y el Pueblo de Israel, tal como está escrito (Shemot 31:13-17): «Ciertamente guardaréis mis sábados porque es señal del pacto entre Mí y vosotros por vuestras generaciones, para recordar siempre que Yo soy el Eterno que os santifica. Y guardaréis el sábado pues santo es para vosotros… y respetarán los hijos de Israel el sábado durante todas sus generaciones perpetuamente. Entre Mí y los hijos de Israel será señal eterna del pacto, pues en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra y el séptimo día cesó en Su tarea y descansó«.

Nuestros sabios explicaron (Talmud Babilonio Tratado de Beitzá 16(A)) que «Hashem le dijo a Moshé: tengo un presente valioso oculto en mis arcas y se llama Shabat y quiero entregársela al Pueblo de Israel, ve y avísales«. Además explicaron (ídem) que «todos los preceptos que Hashem le entregó al pueblo de Israel lo hizo en público salvo el del Shabat que fue entregado discretamente y en privado, tal como está escrito «Entre Mí y los hijos de Israel será señal eterna«». Ellos se preguntaron cómo puede ser que el Shabat se entregó de modo discreto y en privado siendo que figura en los diez enunciados que fueron revelados públicamente. La explicación es que el significado profundo del Shabat, por cuyo intermedio se revela el contenido Divino del mundo, no puede ser revelado públicamente pues es una cuestión particular vinculada a la relación entre HaShem y el Pueblo de Israel. Sobre esto dijeron nuestros sabios (ídem): «HaShem le concede al hombre un alma adicional en la víspera de Shabat y al acabar el día ésta le es retirada«. Mediante esta alma suplementaria el Pueblo de Israel puede captar el significado Divino del mundo y su finalidad última.

Por esta razón nuestros sabios dijeron (Tratado de Sanhedrín 58(2)) que «un gentil que guarda el Shabat merece pena de muerte«. Además, dijeron (Devarim Rabá 1:21) que «Lo comúnmente aceptado es que si el Rey habla con la Reina y viene un extraño y se entromete en la conversación, este último merece pena de muerte. Lo mismo ocurre en Shabat entre el Eterno y el Pueblo de Israel, tal como está escrito: «Entre Mí y los hijos de Israel». Por esta razón, un gentil que se entromete entre ambos, hasta que no sea circuncidado, merece pena de muerte» (ver en anexos de Shabat 25:1).

Para expresar el gran amor que tiene el Pueblo de Israel por el Shabat, tal como la novia del Rey  ante su prometido, acostumbraron los judíos a salir a recibirlo antes de la puesta del sol tal como se sale a recibir a un huésped distinguido. El Talmud nos relata (Tratado de Shabat 119(A)) que Rabí Janina se envolvía en sus ropajes más elegantes y recibía al Shabat proclamando: «Salgamos a recibir a nuestra Reina el Shabat«. Rabí Ianai se vestía con sus mejores ropas y recibía el Shabat proclamando: «Ven novia, ven novia«. Sobre la base de estos relatos Rabí Shlomó Alkabetz compuso el bellísimo poema Lejá Dodí, «vayamos amado mío (Pueblo de Israel) al encuentro de la novia, recibamos al Shabat«.

05- Seis días y el Shabat.

Los seis días de la semana y el Shabat están conectados entre sí, pues así como el hombre tiene cuerpo y alma de la misma manera la semana tiene cuerpo y alma. Los seis días hábiles son el cuerpo y el Shabat es el alma. Y así como en el hombre completo cuerpo y alma funcionan juntos de manera armónica, ya que el cuerpo se inspira en el alma y a su vez le permite a ésta manifestarse, de la misma manera, una semana será completa cuando el Shabat y los demás días están ligados entre sí. En los días hábiles se prepara todo lo necesario para el Shabat y se materializan las ideas de este día, mientras que del Shabat, provienen las energías espirituales para los días restantes.

Por una parte, vemos en el Shabat una suerte de final de la semana ya que en todos los días hábiles nos preparamos para recibirlo y éste confiere significado espiritual al trabajo de todas las jornadas previas. Por otra parte, el Shabat es la raíz y el inicio de la semana siguiente, y de él   manan las fuerzas espirituales para poder concretar en el mundo de los hechos, aquellos valores espirituales percibidos durante el Shabat. Así, la vida de un judío no es una secuencia continua que se va desgastando y perdiendo altura, sino que por el contrario, está en permanente ascenso.

En la creación, el Shabat fue antecedido por seis días mientras que para el primer hombre, que fue creado el viernes por la tarde, el Shabat antecedió a los seis días siguientes y este es el origen de las dos perspectivas cronológicas (ver Talmud Babilonio Tratado de Shabat 69(B)).

Nuestros sabios nos aportan otra perspectiva de la relación entre el Shabat y los seis días hábiles al ubicarlo en el medio entre los tres días anteriores y los tres posteriores. En esta perspectiva los días miércoles jueves y viernes nos preparamos para recibir el Shabat, mientras que los días domingo, lunes y martes aún continúa la influencia del Shabat anterior (Tratado de Pesajim 106(A) y ver más adelante capítulo 2 incisos 10 y 11, 8, 7).

Dado que existe conexión entre el Shabat y los días laborables, cuanto más importantes sean los actos de la persona durante los seis días, más habrá de elevarse en Shabat, ya que el Shabat es el sentido íntimo de la semana. Asimismo, cuanto más se eleve durante el Shabat, mayor será la significación que habrá de proyectar sobre los días laborables posteriores.

El Maharal de Praga explica (Tiferet Israel 40) que la idea del Shabat está insinuada en el número de días ya que cada objeto físico tiene seis lados: arriba, abajo y las cuatro direcciones cardinales mientras que el número siete alude a su aspecto interior. De la misma forma, el mundo físico fue creado en seis días y en el séptimo fue creado el Shabat que es su dimensión interior consagrada.

06- Bendición y santidad.

El Shabat posee santidad y bendición tal como está escrito (Bereshit 2:3): «Y bendijo D´s el séptimo día y lo santificó porque en él cesó de toda la obra que había creado» Asimismo está escrito (Shemot 20:11): «Porque en seis días hizo el Eterno el cielo, la tierra, el mar y todo lo que contienen y descansó el día séptimo, por eso bendijo el día sábado y lo santificó»

Lo santo o sagrado pertenece al ámbito de lo absoluto, más allá del tiempo y el espacio. La palabra «santo» o «sagrado» (kadosh) significa separado y diferenciado pues todo lo que pertenece al ámbito de la santidad está separado y diferenciado de todas las cosas finitas del mundo. Bendición significa agregado y multiplicidad. Cuanto mayor es la santidad de algo, así podrá ser fuente de mayor bendición. El más santo de todos es HaShem que creó el mundo, fue, es y será infinito en Su luz y Omnipotencia; y es la fuente de la bendición para todas las creaturas. Por esta razón denominamos a HaShem como el Santo Bendito Sea, ya que es Santo en la acepción de separado o diferenciado y Bendito pues otorga bendición.

El Santo Bendito Sea santificó el Shabat y lo bendijo. Lo santificó al separarlo y diferenciarlo de los demás días pues en él se revela la interioridad de la creación. Asimismo lo bendijo en cuanto que por su intermedio irradia bendición a los demás días y a los distintos mundos. Tal como dijeron nuestros sabios en el Zohar (II 63:2): «los seis días de la semana son bendecidos por el séptimo» y agregaron (II 88:1): «todas las bendiciones tanto superiores como inferiores dependen del séptimo día pues de éste son bendecidos los seis días superiores»

Mediante el cese de la actividad creadora Divina en el séptimo día, el Shabat se transformó en sagrado e interior respecto de los demás días, y por su intermedio HaShem irradia bendición a los seis días y al mundo. De la misma forma el Pueblo de Israel, al abstenerse de realizar labores el día séptimo se conecta con la santidad y con el origen de la bendición, comprende el valor intrínseco de la labor civilizadora humana en el mundo y obtiene la bendición que hacia ellos se emana. Sobre esto dijeron nuestros sabios (Talmud Jerosolimitano Tratado de Berajot 2:7): «La bendición de Hashem que habrá de enriquecer es el Shabat» y agregaron (Tratado de Shabat 119(A)) que honrando al Shabat se accede a la riqueza pues este día es el origen de la bendición.

07- El «man» (maná) en Shabat.

Durante los cuarenta años que nuestros ancestros transitaron por el desierto, HaShem les hacía descender pan del cielo que se llamaba «man» (maná) y por su intermedio le enseñó al Pueblo de Israel cuál debe ser la actitud correcta ante el alimento y el sustento en general, tal como está escrito (Shemot 16:4): «He aquí que Yo voy a hacer llover para vosotros sustento desde el cielo. Saldrá el pueblo y recogerán lo necesario, día a día, para ponerlo a prueba Yo a él. ¿Se encaminará en Mi Torá o no?«. La prueba consistía en que se les ordenó que recojan a diario lo necesario para cada día y no lo guardaran para el día siguiente. Esa era una gran prueba pues la mayor preocupación humana en este mundo es la de disponer de  sustento y reservas de alimento, no sea que se muera de hambre o se carezca de morada o vestimenta que hagan sufrir por calor o por frío. En virtud de esta preocupación por la supervivencia, el ser humano desarrolla un instinto que lo lleva a comer lo más posible y a acumular dinero y propiedades sin límite. De esa manera el ser humano se transforma en esclavo de su trabajo y sus deseos. HaShem le quiso enseñar al Pueblo de Israel en el desierto, a tener una actitud correcta hacia el sustento, que entiendan que el objetivo del hombre en esta vida es alcanzar el apego a HaShem  y su Torá, mientras que el sustento y el alimento son sólo medios para alcanzar ese fin. A ese respecto leemos (Devarim 8:3): «Te afligió y te sometió al hambre: empero te hizo comer el man – que no habías conocido ni habían conocido tus padres – para hacerte saber que no solamente de pan vive el hombre, pues con todo lo que sale del Mandato de HaShem, vive el hombre«. Por esta razón se les ordenó a los hijos de Israel que recolecten a diario la cantidad de alimento necesaria para ese día únicamente y confíen en que HaShem haría caer «man» al siguiente. Quien no pudo superar la prueba y recolectaba mucho «man«, al llegar a su tienda descubría que en sus manos quedaba solamente la cantidad necesaria para la ingestión del día,  esto es «un Omer por cabeza». Había personas que no pudiendo superar su preocupación por el mañana se limitaban a la hora de comer y guardaban una parte de lo  recolectado para el día siguiente. Entonces descubrían que el resto se había descompuesto y estaba lleno de gusanos.

Al llegar el sexto día les esperaba una sorpresa (Shemot 16:22-9): «Y en el sexto día recogieron pan doble, dos Omer por cada uno y todos los jefes de la congregación se presentaron ante Moshé para contarle el acontecimiento. Y les explico Moshé: Esto es lo que dijo el Eterno: Mañana es día de descanso, día santo para el Eterno. Lo que habéis de cocer cocedlo hoy  y lo que habréis de cocinar cocinadlo hoy y guardad lo que os quede para mañana. Y lo dejaron para la mañana siguiente como había ordenado Moshé y no hedió ni crió gusanos. Entonces dijo Moshé: «Comedlo hoy que es sábado para el Eterno, pues hoy no lo hallaréis en el campo. Durante seis días en la semana lo recogeréis pero en el séptimo día, sábado, no lo habrá. Y en efecto, algunos que salieron al campo en el día séptimo para recoger el pan no lo encontraron. Entonces le dijo el Eterno a Moshé: ¿Hasta cuándo no queréis cumplir Mis mandamientos y Mis leyes? Considerad que el Eterno os dio el Shabat por lo cual en el día sexto os da pan para dos días. Permanezca entonces cada cual en su lugar en el séptimo día»

Nuestros sabios dijeron (Bereshit Rabá 11:2) que la bendición del Shabat era la doble porción de «man» que caía el viernes. Cabría entonces preguntarse qué bendición hay en esto ya que en la práctica la cantidad de «mán» a ingerir en Shabat era idéntica a la de todos los demás días de la semana y la única diferencia era que la porción sabática caía en viernes. La respuesta es que el día séptimo quedaron liberados de toda preocupación, pues el alimento del Shabat ya estaba preparado en las vísperas. Esto se asemeja a una persona que debe esforzarse en su trabajo a diario y un día alcanza a realizar el doble de labor, y al día siguiente siente un gran alivio por no tener que trabajar y puede dedicar su mente a pensar en aquello que trasciende las meras necesidades de la existencia material. Muchas veces, en virtud de estos pensamientos, la persona llega a conclusiones que le permiten progresar posteriormente en su trabajo. Esta es la bendición del Shabat, día en el que se nos ordenó abstenernos de realizar toda labor apartando de nuestros corazones las preocupaciones del sustento y en un espíritu de libertad apegarnos a Hashem y su Torá, tal que la bendición recaiga sobre la labor de los seis días hábiles.

08- Recordarás y Cuidarás.

Hay dos preceptos básicos que constituyen la esencia del Shabat: «Recordar» y «Cuidar»; el primero un precepto positivo y el segundo un precepto restrictivo. El precepto de «cuidar» implica abstenerse de toda labor, ya que durante los seis días hábiles el hombre debe trabajar para obtener su sustento y poder poblar el mundo, mientras que el día séptimo se nos ordenó cesar de toda labor. Mediante este cesamiento de labores se genera un espacio vacío en el alma que se nos ordenó que sea completado con el contenido positivo del precepto de «recordar», que implica conectarse con los fundamentos de la fe mediante la recordación de la santidad sabática.

Estos dos preceptos están vinculados entre sí al punto que sus orígenes se unifican, y solamente en su emanación descendiente en el mundo se diferencian y transforman en dos preceptos por separado que se complementan entre sí. Sobre esto nuestros sabios dijeron (Tratado de Shvuot 20(B)) «Cuidar y recordar fueron pronunciados al unísono, de modo tal que la boca no lo puede pronunciar y el oído no lo puede escuchar». Esto lo vemos en la Torá en la porción de Itró (Shemot 20:7) donde se relata la entrega de los diez mandamientos y leemos: «Recordarás el Shabat para santificarlo» mientras que en los diez mandamientos que aparecen en la porción de Vaetjanán (Devarim 5:11) está escrito «Cuidarás el Shabat para santificarlo«.

«Recordarás» es un precepto positivo y se origina en las cualidades de la generosidad y el amor («jesed veahavá»), mientras que «Cuidarás» es un precepto restrictivo que se origina en la cualidad del rigor («din») que le pone límites al ser humano para alejarlo del mal.

Los preceptos positivos son más elevados que los restrictivos por cuanto que por su intermedio la persona se conecta más y mejor con HaShem; empero el castigo por la trasgresión de un precepto restrictivo es mayor pues por su intermedio la persona se causa más daño a sí mismo y al mundo todo (Rambán a Shemot 20:7).

El precepto de «Recordar» está más vinculado a la creación del mundo y al primer Shabat de la historia, tal como está escrito (Shemot 20:7-10): «Recordarás el Shabat para santificarlo… Porque en seis días hizo el Eterno el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos y descansó el día séptimo, por eso bendijo el día sábado y lo santificó«. El precepto de «Cuidar» está más vinculado a la salida de Egipto, tal como está escrito (Devarim 5:14): «Cuidarás el Shabat para santificarlo… Acuérdate de que fuiste siervo en la tierra de Egipto y que el Eterno tu Dios te sacó de allí con mano poderosa y brazo extendido. Por consiguiente, el Eterno tu Dios te ordena que guardes el día de descanso«. El principio espiritual superior existe desde la creación del mundo, empero solamente una vez que el Pueblo de Israel logra superar el sojuzgamiento egipcio puede comprender cuán grave es la esclavitud a lo material y en qué medida es necesario abstenerse de toda labor para poder captar un concepto espiritual.

Los dos preceptos «Recordarás» y «Cuidarás» están insinuados en la palabra «Shabat». El sentido literal de Shabat  es «cesación» («shvitá») de labores, o sea «Cuidarás», mientras que el significado interior es derivado de la palabra «retorno» («teshuvá»), pues en este día retornamos a los fundamentos de la fe que están implícitos en «Recordarás».

09- «Recordarás» (Zajor): los fundamentos de la fe.

En el precepto «Recordarás el Shabat para santificarlo» (Shemot 20:7) se nos ordenó recordar los fundamentos de la fe. Por lo tanto el precepto del Shabat aparece como cuarto de los diez mandamientos. En el primero se nos ordena creer en HaShem, tal como está escrito (Shemot 20:2): «Yo soy el Eterno tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto y de la casa de la esclavitud«. En el segundo nos prohíbe la adoración de ídolos, tal como está escrito «No tendrás otros dioses delante de mí. No harás para tí ninguna imagen… no te postrarás ante ellas ni las servirás«. En el tercer mandamiento se nos ordena honrar Su nombre y no jurar por éste falsos juramentos. En el cuarto mandamiento se nos ordena el Shabat que es el día que expresa en la práctica los fundamentos de la fe (Najmánides a Shemot 20:7). Dijeron nuestros sabios en el Zohar que todas las reglas de la fe israelita así como sus secretos están  vinculados al Shabat (II 92:1, III 94:2, 288:2).

En Shabat recordamos dos fundamentos. El primero es la creación del mundo, ya que el Shabat es el testimonio de que Hashem creó el mundo en seis días y cesó el día séptimo y desde entonces vivifica y sostiene al mundo. El segundo es que HaShem sacó a Su pueblo de Egipto y entonces fue revelado que el Eterno no solo creó el mundo, sino que además es providente y lo dirige, castiga a los malvados, premia a los justos y eligió al Pueblo de Israel  para que sea Su pueblo, para que por su intermedio se manifieste Su providencia en el mundo.

Dijeron nuestros sabios (Mejilta) que en el precepto «Recordarás el Shabat para santificarlo» se nos ordenó recordar el séptimo día durante todos los días de la semana, mediante los diferentes preparativos para su celebración. Asimismo, cuando los levitas cantaban en el Templo de Jerusalém el salmo del día, lo comenzaban recitando la fórmula «hoy es el primer día para el Shabat» (domingo), «hoy es el segundo día de Shabat» (lunes) y así el resto de los días. Esto implica que los días hábiles no tienen importancia intrínseca sino que adquieren su relevancia y significado a partir del Shabat. Es un hecho que en la lengua hebrea, que es la lengua sagrada, los seis días de la semana se denominan en relación a su cercanía con el Shabat (primero, segundo etc.). Esto no es así en el idioma inglés, francés y en otras lenguas, en las que cada día tiene un nombre propio, generalmente rememorando diferentes deidades paganas sin conexión alguna con el Shabat (Rambán a Shemot 20:7)[1].

El precepto de «Recordar» lo cumplimos principalmente mediante el kidush en el cual recordamos sintéticamente el tema del Shabat. Nuestros sabios ordenaron recitarlo con una copa de vino contiguo a la comida para que así el Shabat sea recordado alegre y placenteramente, tal como está escrito (Ishaiahu 58:13): «Y llamarás al Shabat día de deleite» (ver adelante capítulo 6 incisos 3 y 10).

Si bien el precepto de «Recordar» lo cumplimos fundamentalmente mediante el Kidush, el precepto indica que todo el Shabat sea santificado tal como está escrito: «Recordarás el Shabat para santificarlo» de modo tal que todo el día esté dedicado a cuestiones de santidad, al estudio de la Torá y aprender de las palabras de los sabios (Rambán a Shemot 20:7, más adelante capítulo 5 incisos 1-5).


[1]. La lengua portuguesa es una interesante excepción a esta generalidad (n. de t.)

10- Cuidarás (Shamor): cesación de las labores de construcción del tabernáculo.

Durante los seis días laborables el hombre debe ocuparse de sus necesidades materiales y de la construcción de su hábitat en el mundo. En esos días sus principales esfuerzos están concentrados en labrar su campo y reparar su vivienda, en la producción de sus alimentos, la confección de sus prendas y todo acto creativo. Si bien el hombre puede disfrutar de su oficio o de su labor, ésta implica, sin embargo, un aspecto avasallante. Las necesidades corrientes atrapan al hombre y lo amarran al plano material de este mundo, haciéndole olvidar su fe y su alma. El cese sabático de labores le permite al individuo elevarse por encima de sus preocupaciones temporales y acceder a un plano de libertad y reposo, un ámbito en el cual el alma puede manifestarse y por esta razón nuestros sabios dijeron que el Shabat se asemejaba al mundo venidero (ver Tratado de Berajot 57(B)).

Para poder acceder al espíritu especial del Shabat, en ese día el judío debe poder ver el bien de este mundo, tal como está escrito (Salmos 92:1-3): «Cántico para el día Sábado. Es cosa buena ensalzar al Eterno y cantar alabanzas a Tu Nombre, oh Altísimo, declarando Tu benevolencia por la mañana y tu fidelidad por las noches». En Shabat es bueno contemplar la Divina Providencia que todo lo encamina para bien y aceptar la realidad tal como es con  verdadero amor, sin presión o deseo de intentar alterarla. Y si bien puede haber todavía algo que no se alcanzó a realizar previo al Shabat o algún inconveniente que genere angustia, hay que aceptarlo con ecuanimidad y deleitarse en Hashem. En virtud de esta actitud se expanden la bendición y la santidad en las diferentes ocupaciones durante los días hábiles de la semana.

Podría pensarse que en Shabat están prohibidas únicamente las labores mundanas, empero la Torá prohibió explícitamente realizar las labores de construcción del sagrado Santuario. Esto y más, las treinta y nueve labores prohibidas de Shabat las aprendemos del igual número de labores que se realizaron al erigirse el tabernáculo. En la Torá, junto al pasaje que menciona la construcción del tabernáculo aparece el mandato «empero cuidaréis mis Shabatot» (Shemot 31:13), para enseñarnos que si bien la construcción del sagrado recinto es en sí un gran precepto, al llegar el Shabat se debe cesar en la labor. Esto se debe a que la labor de construcción del tabernáculo debe estar conectada a su raíz Divina, en cuanto a que en virtud del trajín de los trabajos no nos ocurra que olvidemos su objetivo último que es revelar la presencia de HaShem en el mundo. Esto transformaría al tabernáculo en un cuerpo sin alma incapaz de cumplir con su elevada misión. Muchas veces, justamente aquellos que se dedican a labores vinculadas con la santidad deben de extremar precauciones en cuanto a que de tanta valoración que se tiene por lo sagrado pueden llegar a sacrificar todo su ser en la tarea de la construcción de marcos apropiados para el mismo, llegando a olvidar su esencia interior.

Si bien existe una gran diferencia entre el nivel espiritual del sagrado Templo y el del resto del mundo, en realidad todo el mundo debe ser un tabernáculo, esto es un ámbito apto para que en él repose la Divina Presencia. Por lo tanto, toda labor que el hombre realiza debe de estar vinculada a la labor de construcción del tabernáculo. La diferencia es que en el santuario la idea de la Divinidad se manifiesta de manera clara y abierta, mientras que en el resto del mundo de manera oculta y multifacética. Por esta razón el ser humano debe orientar sus acciones de tal modo que sean realizadas con pureza de intención o Amor a HaShem (le shem shamaim), tanto en el campo como en la fábrica, en la investigación científica como en el comercio, a los efectos de hacer el bien al mundo y corregirlo hasta llegar a su objetivo último que es transformarlo en un ámbito de reposo de la Divina Presencia. El dinero que el individuo gana debe estar dirigido a llevar una vida correcta a ojos de HaShem, debe servir a la constitución de un núcleo familiar y un hogar que sea recinto de conductas virtuosas e ideales espirituales. Todo esto es posible hacerlo mediante la santidad del Shabat, día en el que no se realizan labores y a partir del cual emana el valor intrínseco de las mismas.

Además, es importante saber que el objetivo último del ser humano no es trabajar duro. De no  mediar el pecado de Adám y Javá estaríamos aún en el paraíso y todo nuestro quehacer se llevaría a cabo con tranquilidad y alegría, sin preocupaciones ni esfuerzo. A raíz del pecado debimos comenzar a obtener nuestro sustento con el sudor de nuestra frente (Tratado de Kidushín 82(A)). El esfuerzo es bueno para corregir el pecado inicial empero puede fijar nuestro status en el mundo material en una postura distante del ideal espiritual de la fe, la libertad y la alegría. De aquí se desprende la importancia cardinal del Shabat que es una suerte de mundo venidero en el cual nos conectamos con el ideal supremo. De este modo, el Shabat le confiere significado interior a los seis días laborables, en cuanto a que no estén orientados únicamente a lo mundano y a la existencia inmediata, sino que también se enfoquen en la corrección, elevación y redención del mundo, hasta que vuelva a ser un paraíso y ámbito propicio para la Divina Presencia.

11- El Shabat es equivalente a todos los demás preceptos pues en este día se revela la fe.

El Shabat posee la gran virtud de  que por su intermedio el pueblo de Israel se eleva a una suerte de mundo venidero, más allá de los obstáculos y tabiques que este mundo interpone entre el Hombre y su Creador, de manera tal que le permite percibir la luminosidad de la fe y la Torá y conectarse armónicamente con Sus preceptos.

Dijeron nuestros sabios (Talmud Jerosolimitano Tratado de Nedarim 3:9) que «en el Tanaj vemos que el precepto del Shabat es equivalente a todos los demás mandamientos de la Torá. En la Torá está escrito (Shemot 16:28-29) «¿Hasta cuándo no queréis cumplir Mis mandamientos y Mis leyes? Considerad  que el Eterno os dio el Shabat». Este pasaje aparece inmediatamente después que algunos profanaron el Shabat al salir a buscar mán (maná) contrariando lo que se les había ordenado. En los profetas (Iejezkel 20:12-22) está escrito: «También les di Mis días de descanso para que fuesen por señal entre Yo y ellos y supiesen que Yo soy el Eterno que los santifica. Pero la casa de Israel se rebeló contra Mí en el desierto. No anduvieron en Mis estatutos y rechazaron Mis preceptos los cuales si un hombre los cumpliera ha de vivir por ellos y profanaron mis Sábados… y dije a su hijos… guardad Mis preceptos… santificad Mis días de descanso y ellos serán señal entre Yo y vosotros para que sepáis que Yo soy el Eterno vuestro Dios. Pero los hijos se rebelaron contra Mí…» En los ktuvim (Hagiógrafos) leemos (Nejemia 9:13-14): «Y sobre el monte Sinaí Te volviste y hablaste con ellos desde el cielo y les diste preceptos justos y leyes de verdad, buenos mandamientos, y les diste a conocer tu santo Sábado y les preceptuaste  mandamientos, estatutos y una ley  por la mano de Moshé Tu siervo» (ver adelante capítulo 22 inciso 2 así como también todo el capítulo 20 de Iejezkel).

Asimismo, nuestros sabios dijeron (Tratado de Shabat 118(B)): «Todo aquel que cuida el Shabat conforme a sus reglas, aunque practique cultos extraños como la generación de Enosh (ya que en esa generación comenzó a practicarse la idolatría) se le perdona». Mediante el cuidado del Shabat y sus prohibiciones se refuerza la fe del hombre en Hashem, por tanto  trasgresiones se transforman retroactivamente en errores involuntarios que son perdonados. Más aún, nuestros sabios dijeron (Mejilta Beshalaj) que «quien cuida Shabat está a salvo de pecar».

12- La destrucción del Templo fue causada por la profanación del Shabat.

Previo a la destrucción del Primer Templo, HaShem envió al profeta Jeremías o Irmiahu para que avise al pueblo de Iehudá y a sus monarcas que su destino depende del cuidado del Shabat, tal como está escrito (Irmiahu 17:19-27): «Así me dijo el Eterno: ve y detente ante el portal de los hijos del pueblo por donde entran los reyes de Iehudá y por donde salen y en todos los portales de Jerusalém y diles: Escuchad la palabra del Eterno, oh reyes de Iehudá y todo Iehudá y todos los moradores de Jerusalém que entran por estos portales. Así dice el Eterno: Cuidaos por vuestras almas y no portéis cargas en el día Sábado ni las traigáis por los portales de Jerusalém ni saquéis carga alguna de vuestra casa en día Sábado ni hagáis trabajo alguno; antes bien santificad el día de descanso como ordené a vuestros padres. Pero ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos sino que endurecieron su cerviz para no oír ni recibir instrucción. Y ocurrirá, si me escucháis diligentemente, dice el Eterno, no pasando carga alguna por los portales de esta ciudad el día Sábado sino santificando el día del descanso sin hacer trabajo alguno que entrarán por los portales de esta ciudad reyes y príncipes que se sentarán sobre el trono de David y vendrán en carros y a caballo, ellos y sus príncipes, los hombres de Iehudá y los moradores de Jerusalém y esta ciudad será habitada por siempre. Y vendrán de las ciudades de Iehudá y de los lugares en derredor de Jerusalém y de la tierra de  Biniamín y de la llanura y de las montañas y del desierto trayendo holocaustos, sacrificios y ofrendas de agradecimiento a la Casa del Eterno. Pero si no Me escuchareis para santificar el día sábado y llevareis cargas y entrareis por los portales de Jerusalém el día sábado entonces prenderé fuego a dichos portales que devorará los palacios de Jerusalém y no será apagado».

Nuestros sabios dijeron (Tratado de Shabat 119(B)) que Jerusalém no fue destruida sino porque se profanó en ella el Shabat citando al profeta Iejezkel (22:26) quien anunció: «han ocultado sus ojos de Mis Sábados y Yo he sido profanado en medio de ellos». Este pasaje continúa más adelante en el versículo 30 afirmando que «busqué entre ellos un hombre que levantase un vallado y se pusiese en la brecha delante de Mi en favor de la tierra para que yo no la destruyera pero no encontré a ninguno».

13- La redención depende de la observancia del Shabat.

Vimos en el libro de Ishaiahu que la redención depende de que hagamos justicia, actuemos con generosidad y cuidemos el Shabat, tal como está escrito (56:1-8): «Así dice el Eterno, guardad la justicia y haced lo que es recto porque Mi salvación está próxima y Mi justicia será revelada. Feliz es el hombre que hace esto y el hijo del hombre que a ello se asiere y se guarde de profanar el Sábado y guarda su mano de toda obra mala. Que no diga el extranjero convertido al Eterno: «El Eterno de seguro me separará de Su pueblo» (no tendré el privilegio de recibir el bien reservado a Israel durante la redención) y que no diga el eunuco: «He aquí que soy un árbol seco»(que no tengo hijos y no me puedo proyectar en el futuro). Porque así dice el Eterno en lo concerniente a los eunucos que guardan Mis sábados y escogen las cosas que Me complacen y son fieles a Mi pacto: También a ellos les daré cabida en Mi casa y dentro de Mis muros un monumento y un recordatorio mejor que los hijos y las hijas. Les daré un recordatorio permanente que no será cortado. También los extranjeros que se adhieren al Eterno para adorarle y amar el Nombre del Eterno, para ser sus siervos. Cada uno que se guarde de profanar el sábado y sea fiel a Mi pacto (cuidando el Shabat tendrán el privilegio de ser como los israelitas de origen). También a ellos los traeré a Mi montaña sagrada y los haré gozosos en Mi casa de oraciones. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre Mi altar porque Mi casa será llamada Casa de oraciones para todos los pueblos. Dice Dios el Señor que reunió a los dispersos de Israel: juntaré a él otros todavía, además de los que fueron recogidos«. De aquí aprendieron nuestros sabios (Tratado de Shabat 118(B)) que si el Pueblo de Israel cuidase dos Shabatot inmediatamente se vería redimido, tal como se ve en Ishaiahu  que primeramente dice (56:4): «Porque así dice el Eterno en lo concerniente a los eunucos que guardan Mis sábados» y posteriormente (56:8) concluye  con que » los traeré a Mi montaña sagrada» etc.

Cabría preguntarse ¿por qué dicen los sabios que con dos Shabatot que cumplamos seremos redimidos siendo que el profeta condiciona la redención también a la justicia y la generosidad? A esto se puede responder que si hemos de cumplir dos Shabatot, sin duda que seremos justos y generosos pues mediante la observancia del Shabat nos liberamos del sometimiento a los bienes materiales y nos superamos en fe, de manera tal que en los seis días laborables podemos actuar con justicia y generosidad. Sobre esto dijeron nuestros sabios (Vaikrá Rabá 3:1): «El pueblo de Israel no es redimido sino en mérito de la observancia del Shabat tal como dice el profeta Ishaiahu (30:15):»Si os quedarais tranquilos os salvaríais»». De hecho se puede alcanzar la redención mediante la justicia y la generosidad ya que estas nos liberan de las amarras del materialismo y la ambición, y corrigen así a los seis días laborables; y de esa manera podemos observar adecuadamente el Shabat y elevarnos en nuestra fe y apego a Hashem y merecer entonces la redención (ver Tratado de Baba Batra 10(A), Devarim Rabá 5:7).

Asimismo nuestros sabios agregaron que mediante la observancia del Shabat tendremos el mérito de asentarnos en la Tierra de Israel, tal como le dijo Hashem a Abraham Avinu (Bereshit Rabá 46:9): «Si tus hijos habrán de aceptar el Shabat entrarán a la Tierra de Israel y si no, no lo harán». Como es sabido, el ingreso a la Tierra de Israel es el inicio de la redención.

14- La gravedad de la profanación del Shabat.

Una vez que estudiamos respecto de las virtudes del Shabat podemos entender la gravedad  especial que acarrea su profanación, pecado para el que la Torá previó el más grave de los castigos: si la profanación es premeditada y en presencia de dos testigos que advirtieron al trasgresor, el castigo es la muerte por apedreamiento; y si fuera premeditada mas en ausencia de testigos, el castigo es «caret»[2], tal como está escrito en la Torá (Shemot 31:14): «Y guardareis el sábado pues santo es para vosotros. Quien lo profane morirá porque el alma del que trabajare en sábado será extirpada («venijretá») de entre su pueblo» En la práctica era muy raro que se ejecutase a algún trasgresor, pues era poco común que una persona cumpla con todos los requisitos que demanda la Torá para poder someter a alguien a la pena capital. Por esta razón dijeron nuestros sabios en el Tratado de Makot (1:10) que un Sanhedrín que ejecutase un reo cada siete años era considerado un Sanhedrín peligroso o mortífero y Rabí Eleazar ben Azariá dijo que aunque ejecutase un reo cada setenta años también se le consideraba Sanhedrín ejecutor («javlanit»).

De todas maneras, es un hecho que uno de los dos casos que figura en la Torá en los que se ejecutó a alguien, está vinculado con la profanación del Shabat públicamente. Leemos en el libro de Números-Bamidbar (16:32-36): «Y cuando los hijos de Israel estaban en el desierto ocurrió que fue hallado un hombre que cortaba leña un día sábado. Y los que le sorprendieron cortando leña lo trajeron ante Moshé y Aharón y toda la congregación, y lo pusieron en prisión al no decidirse en el momento lo que había de hacerse con él. El Eterno, al ser consultado, le dijo a Moshé: «que muera ese hombre irremisiblemente. Lapídenlo todo el pueblo fuera del campamento». Y lo sacaron fuera del campamento y lo lapidaron matándolo como el Eterno le había ordenado a Moshé». Tal como vemos, la Torá procura enseñarnos  mediante este episodio cuán grave es la pública profanación del Shabat en la escala de valores del Pueblo Judío.

Empero, aún nos resulta difícil de comprender ¿cómo es posible que el leñador tuviera la insolencia de profanar públicamente el Shabat? Nuestros sabios explican que luego del pecado de los espías y del decreto Divino en virtud del cual la generación del desierto moriría sin ingresar a la Tierra de Israel, hubo quienes dedujeron de la situación que los preceptos de la Torá habían quedado sin efecto. Entonces, el leñador, en un arranque de fervor religioso quiso profanar públicamente el Shabat para que así sea necesario ejecutarlo y entonces todos vean lo grave de la profanación (el midrash está citado en las Tosafot del Tratado de Baba Batra 119(B)). Hay quienes sostienen que el leñador era Tzlofjad, quien luego tuvo el mérito de que sus hijas amen la Tierra de Israel y puedieran heredar en ella su parcela.

Respecto de la gravedad de la profanación del Shabat dijeron nuestros sabios en el Zohar (II 151:1) que en el momento en el que el Shabat es recibido y consagrado, el fuego del «guehinóm» se retira de los malvados salvo de aquellos que nunca cuidaron Shabat, a quienes el fuego continúa castigando durante el séptimo día. Empero quien se arrepintió o quien fue castigado por un tribunal como en el caso del leñador, su trasgresión es perdonada y no es castigado por ella en el más allá.


[2]. Se trata de un castigo a manos del cielo y no de uno aplicado por tribunales terrenales, que podría consistir, según las diferentes interpretaciones en fallecer antes de tiempo, desprenderse de las almas del pueblo de Israel o encontrarse distanciado de HaShem en el más allá (n. de t.).

15- Quien profana el Shabat se separa a sí mismo de la congregación de Israel.

Vimos que la profanación del Shabat es especialmente grave al punto que quienes lo hacen públicamente y quienes practican idolatría son considerados como si hubiesen abandonado el Pueblo de Israel y del punto de vista práctico se les considera gentiles. Tal como escribió el Rambam (Hiljot Shabat 30:15): «El Shabat y la idolatría, cada una por separado es considerada equivalente a todos los demás preceptos de la Torá, y el Shabat es la señal del pacto entre Hashem y nosotros en el mundo. Por lo tanto, todo aquel que trasgrede un precepto es considerado un malvado, empero quien profana el Shabat en público se asemeja al idólatra y ambos son considerados gentiles en todo». Esto implica que quien trasgrede un precepto de la Torá no se considera que la abandonó por completo y se le trata como a un judío que se equivocó en su accionar, empero los idólatras y los profanadores públicos del Shabat a pesar de que no actuaron para enfurecer a HaShem y cumplen el resto de los preceptos, se les considera apóstatas y tienen el status de gentiles (Tratado de Eruvín 69(B), Tratado de Julín 5(A)). Esto significa que no se les recibe su ofrenda en el Templo de Jerusalém (Rambam Maasé Hakorbanot 3:4), no se les cuenta para el «minián» (Mishná Berurá 55:46), no se bebe del vino que tocaron y no es preceptivo ser generoso con ellos tal como lo es con cualquier judío (Ahavat Jesed I 3:3).

Empero, en las últimas generaciones, muchos de los grandes juristas ordenaron que mientras que quien profana el Shabat no lo hace en actitud desafiante, no se le debe considerar un idólatra. Esto se debe a que en el pasado cuando todos los judíos observaban el Shabat, quien lo profanaba públicamente aunque no en actitud desafiante se le consideraba fuera de la generalidad de Israel, mas en las últimas generaciones, en las que lamentablemente la observancia del Shabat fue quebrantada por muchos en el Pueblo Judío,  solo quien trasgrede públicamente en actitud desafiante y a los meros efectos de contradecir o negar la Torá es considerado un idólatra. Sin embargo, quien profana el Shabat en privado o para satisfacer un deseo o necesidad personal no se considera que busca negar sus raíces judías (Melamed Leho´il Oraj Jaím 29, Binián Tzión  Hajadashot 23 y ver en Pninei Halajá Tefilá 2:8).

Por lo tanto, en la práctica, si esta persona quiere participar del «minián» se le recibe y es preceptivo ayudarle como a cualquier otro judío. Empero aún hoy en día, algunos juristas consideran a quien profana el Shabat en público como gentil. Por lo tanto, quien por su educación y costumbres se le dificulte cumplir con el Shabat en su completitud, que al menos encienda velas el viernes antes de la puesta del sol, que haga «kidush» con vino y cumpla lo que pueda y de esa manera demuestre que el Shabat le es importante y tiene deseo de apegarse a la tradición ancestral de su pueblo y así, según la idea de los  juristas más estrictos, no recaerá sobre él el status de profanador público del Shabat que le equipararía con un idólatra.

Es necesario destacar que de todas maneras, un judío no puede desconectarse de su judeidad  y aunque practique la idolatría y profane el Shabat premeditadamente o  trasgreda todos los preceptos de la Torá, permanece judío y su alma sigue perteneciendo a la santidad de las almas de Israel. Empero, es un malvado y su castigo será más grave que el del resto de los trasgresores que no se separaron del Pueblo Judío (Zohar II 151:2). Por lo tanto, nuestros sabios establecieron que por una parte es necesario separarse de un trasgresor tal, y simultáneamente se debe intentar ayudarlo a retornar.

16- El Shabat como día de paz y unión.

En Shabat nos unimos con el origen de nuestras vidas revelándose la raíz única de todas las creaturas y así se genera paz en el mundo. La mayor contradicción que existe en este mundo es la existente entre lo material y lo espiritual, entre el alma y el cuerpo, que desde una perspectiva mundana parecen molestarse mutuamente y estar en permanente disputa. Empero en Shabat, se revela que el alma y el cuerpo se complementan mutuamente  pues el alma vivifica al cuerpo y a su vez mediante éste la primera se revela en el mundo físico. Por lo tanto, es preceptivo deleitarse en Shabat tanto corporal como espiritualmente, mediante el estudio de la Torá, el rezo, las comidas y el descanso (ver más adelante capítulo 2 inciso 5).

El Shabat establece la armonía entre todas las fuerzas actuantes. Durante los seis días hábiles parece que todos los seres humanos compiten y luchan entre sí por dinero, honor y amor, de manera tal que todo logro de alguien es a cuentas del fracaso de otro, proliferando  las discusiones y los pleitos. Es así que durante la semana laboral, el modus operandi de quienes odian al Pueblo de Israel predomina en el mundo. En cambio al llegar Shabat se manifiesta que todo tiene un mismo origen e inclusive fuerzas que parecían encontradas se revelan como complementarias y todas juntas todas anhelan elevarse al ámbito de lo Divino que es su raíz y origen. Los malvados que procuran el mal, desde una  perspectiva mundana de los seis días hábiles parecen ser exitosos, mas no vinieron al mundo sino a despertar a los justos y una vez que cumplen con su misión desaparecen de la faz de la tierra. Este aspecto es alabado por el día séptimo en los Salmos (91): «Salmo cántico para el día sábado. Es cosa buena alabar al Eterno y cantar alabanzas a Tu nombre, oh Altísimo, declarando Tu benevolencia por la mañana y tu fidelidad por las noches, con un instrumento de diez cuerdas y con un arpa y con el dulce son de la lira. Porque Tú oh Eterno me has alegrado con Tu labor, exaltaré las obras de Tus manos. ¡Cuán grandes son Tus obras oh Eterno! Y tus pensamientos son muy profundos. El que es tosco no sabe y el tonto no entiende esto (no entienden que todo es para bien, sino que les parece que los malvados verdaderamente tienen éxito).

Cuando los inicuos florecen como la hierba y cuando los obradores del mal proliferan es cuando más pueden ser destruidos. Pero Tú oh Eterno estás en lo alto por siempre. Porque he aquí que tus enemigos oh Eterno, tus enemigos perecerán. Todos los obradores de iniquidad serán esparcidos. Pero a mi honra Tú la has exaltado como el cuerno del carnero. Soy ungido con ricos óleos. Mis ojos han reparado en los que me acechan. Mis oídos han escuchado el deseo de los inicuos que se levantan contra mí. El justo florecerá como la palmera. Crecerá como un cedro en el Líbano. Plantados (los justos) en la Casa del Eterno  florecerán en los atrios de nuestro Señor. Producirán todavía fruto en edad avanzada. Serán vigorosos y de abundantes frutos, para declarar que el Eterno es recto. Es mi roca en la que no hay injusticia».

Vemos entonces que la verdadera paz contiene dos elementos. El primero es que concede un sitio especial y apropiado a cada fuerza y cada aspiración por lo que todas alcanzan su corrección y resulta a posteriori que no hay en ellas mal ni conflicto alguno entre las mismas. El segundo es que también en el caso del mal absoluto, éste tiene por cometido despertar de su letargo a las fuerzas positivas y al ocurrir esto el mal culminó con su cometido y desaparece. Esto no resulta doloroso para el mal  pues éste cumplió con su misión.

Dijeron nuestros sabios en el Zohar (III 176:2): «Ven y mira que el mundo no se sostiene sino en virtud de la paz, cuando el Eterno creó el mundo no podía este existir hasta que vino y vertió sobre éste la paz. ¿Cuál es la paz? El Shabat que hace las paces entre lo superior y lo inferior y entonces el mundo perdura». También nos indicaron que no se debe alterar la santidad del día mediante pleitos y quien sienta tristeza en su corazón debe procurar disiparla en Shabat, y si tiene una discusión con su esposa o cualquier otra persona debe hacer las paces en Shabat (Tikunei Zohar 67:1).

Esta idea es insinuada en el encendido de las velas sabáticas, pues cuando la casa de una persona está a oscuras, también cuando está todo ordenado, ella palpa en la penumbra  a los efectos de encontrar sus utensilios y se tropieza hasta que le parece que todo su mobiliario está complotado en su contra. Al encender las velas, ve que todo está en su sitio para ayudarle y esto es una insinuación de nuestra situación en el mundo. Mientras nos encontramos distantes de HaShem y sus ideales, estamos sumidos en la oscuridad y nos parece que todo el mundo está en pleito y dividido y los malvados dominan. Dado que recibimos la luz del Shabat, esta nos revela la completitud de la fe y vemos cómo todas las diferentes fuerzas se complementan entre sí y la maldad se desvanece cual humo (ver más adelante capítulo 4 inciso 1).

Dijeron nuestros sabios en el Zohar  que en virtud de la revelación de la santidad del Shabat y la fe completa en la unicidad de HaShem, aumenta la alegría en todos los mundos y se hacen las paces entre lo superior y lo inferior y todo judío recibe alma suplementaria y deleite trascendente. Inclusive los malvados que están penando en el infierno, si observaban el Shabat, descansan de su tormento en ese día (ver Zohar I 48:1, II 88:2, 151.1, 205:1, III 94:2, 176:2, 273:1).

01- Preparando el Shabat.

Los seis días hábiles y el Shabat están conectados entre sí, pues así como en el hombre encontramos cuerpo y alma, de la misma forma la semana posee cuerpo y alma. Los días laborables son el cuerpo y el Shabat es el alma. Así como en el hombre completo, cuerpo y alma actúan conjuntamente en armonía, de modo tal que el cuerpo recibe su inspiración del alma y le posibilita a ésta manifestarse en el mundo físico; de la misma forma el nexo entre los seis días hábiles y el Shabat es estrecho. Durante los seis días hábiles preparamos todo lo necesario para el Shabat y de esa forma ellos se elevan y santifican, abrevando de éste su valor.

Nuestros sabios dijeron (Tratado de Beitzá 16(A)) respecto del anciano Shamai, que todos los días de la semana «comía en honor al Shabat». Si veía en el mercado un animal bueno decía «para Shabat»; si veía otro en mejor estado comía el primero durante la semana y dejaba el mejor para Shabat. Por lo tanto, todos los días de la semana comía el alimento menos bueno pues el mejor lo guardaba para Shabat. Esto implica que todos los días de la semana comía en honor al Shabat, procurando siempre la mejor forma de honrar el séptimo día y consagrarlo. En cambio, el anciano Hilel actuaba de modo diferente ya que su máxima era que todos los actos se deben realizar por amor a HaShem («Leshem Shamaim»). Él tenía por costumbre honrar y consagrar todos los días de la semana, tal como está escrito (Salmos 68:20): «Bendito sea Hashem día a día». Por esta razón, cada vez que se le presentaba un alimento sabroso en un día hábil lo ingería pues confiaba en Hashem en cuanto a que así como le dio la posibilidad de comer un platillo sabroso en la semana, de la misma forma ya le presentará la oportunidad de comer otro aún mejor para el Shabat. De esa manera honraba y valoraba acertadamente cada día de la semana (Rashí ahí, Rambán a Shemot 20:8).

Los juristas escribieron que también en opinión de Hilel, normalmente es correcto actuar como Shamai y guardar el mejor alimento para Shabat, empero él era especial en cuanto a lo firme de su confianza o «Bitajón» en HaShem y estaba seguro que el Eterno le proveería del mejor platillo para Shabat. Sin embargo, una persona que no tiene igual grado de confianza en la Divina Providencia, debe honrar el Shabat guardando el mejor alimento para ese día (Mishná Berurá 250:2).

En nuestros días, esta práctica no tiene mayor sentido pues en las tiendas hay alimentos en abundancia durante todos los días de la semana; y no hay razón para temer que si ingerimos algo sabroso durante la semana no lo podremos encontrar nuevamente previo al Shabat. Por lo tanto, lo correcto es planificar las compras de manera tal que  los alimentos sabáticos sean los mejores.

Durante la realización de las compras es bueno recitar «Lijvod Shabat Kodesh» (en honor al sagrado Shabat) ya que es parte del precepto de «Recordarás» (Rambán ídem), y es bueno probar los alimentos durante su preparación  para asegurarse que alcancen su mejor sabor  y de esa manera deleitar el Shabat (Maguén Abraham 250:1, citando al Arízal, Mishná Berurá 2).

02- El viernes.

Si bien es menester preparar el Shabat todos los días de la semana, lo principal de los preparativos debe realizarse el día viernes, tal como está escrito (Shemot 16:5): «El día sexto prepararán lo que trajeren». Así como los hijos de Israel durante los cuarenta años en el desierto se alimentaban del «man» que caía por la noche y recolectaban por la mañana, asimismo es preceptivo apurarse a realizar los preparativos del Shabat en la mañana del viernes (Shulján Aruj Oraj Jaím 250:1). Es buena costumbre que la mujer hornee «jalot» (panes trenzados) en la mañana del viernes y cumpla con el precepto de la separación del «jalá» (Ramá 242:1).

Si bien es preceptivo realizar las compras el viernes temprano por la mañana, de todos modos no se deben anticipar al servicio de Shajarit. Quien tiene el hábito de estudiar después del servicio matutino que lo haga como de costumbre, y luego que se apresure a hacer las compras necesarias y preparar todo lo necesario para el Shabat. Solamente en caso de que se tenga la sospecha que de asistir al servicio de Shajarit puede quedarse sin productos en las tiendas, tendrá permitido primero comprar y recién después rezar (Mishná Berurá 250:1).

Los juristas de las últimas generaciones sostienen que es mejor realizar las compras de Shabat el día viernes y no el jueves, pues al hacerlo el viernes queda más manifiesta la intención de que las compras son en honor al Shabat. Otra razón es que en la antigüedad no existían los refrigeradores y no había forma de mantener frescos los alimentos, por lo que a los efectos de que el sabor de los platillos de Shabat sea optimal era necesario comprar los ingredientes y cocinarlos el mismo día viernes. Empero en aquellos días y con mucha mayor razón en la actualidad, cualquier alimento que se sospeche que el viernes pueda ser difícil encontrar en el mercado o cuya preparación insuma gran cantidad de tiempo, es mejor comprarlo el día jueves.

Cuando se presentan dos posibilidades: cocinar los alimentos el viernes y estar cansados por la noche cuando se recibe Shabat, o cocinarlos el día jueves, mantenerlos en la heladera y llegar a Shabat descansados y tranquilos, es mejor que se prepare la mayor parte de los platillos el jueves y se deje unos pocos preparativos para el día viernes. Esto se debe a que el mayor precepto es honrar el Shabat y deleitarlo y para eso lo mejor es estar descansados y relajados.

Hay familias en las que por causa de la tensión que genera alcanzar a completar los preparativos sabáticos a tiempo, el viernes se transforma para ellos en un día de impaciencia  y discusiones. El Satán y la inclinación al mal están involucrados en esta situación, de modo tal que hasta el momento del inicio del «Shabat Shalom» se desatan las fuerzas que despiertan enojos y peleas para evitar que el Pueblo de Israel reciba el Shabat como corresponde. El Talmud nos relata (Tratado de Guitín 52 (A)) que había una pareja que cada víspera de Shabat a poco de comenzar el sagrado día discutían espantosamente. Rabí Meir pasaba por allí, y durante tres semanas se quedaba con ellos el viernes por la noche en su casa hasta que logró apaciguar a las partes. Escuchó la voz celestial de un ángel acusador que decía: «Ay de mí, que Rabí Meir me echó de esa casa». A los efectos de no brindarle espacio al ángel acusador, es necesario planificar correctamente los preparativos del Shabat para recibirlo con tranquilidad y alegría (esto también se desprende del decreto de Ezra que se menciona en el inciso 4).

Existe una sagrada costumbre y es la de culminar todos los preparativos  hasta el viernes al mediodía,  para posteriormente descansar y estudiar Torá de cara al Shabat. Todo aquél que así actúa, tiene el mérito de recibir el Shabat con tranquilidad y alegría y puede percibir el alma suplementaria que se le agrega en Shabat.

03- La compra de alimentos para Shabat.

Es preceptivo deleitar al Shabat con alimentos, platillos suculentos y bebidas distinguidas de acuerdo con las posibilidades económicas de cada persona, y cuanto más se invierte en la comida sabática para que esta sea variada y exquisita, más digno de alabanza se es (Rambám Shabat 30:7). A esto es a lo que se refiere el profeta Ishaiahu (58:13): «Y llamarás al Shabat día de deleite». Dijeron nuestros sabios en el Tratado de Shabat (119(A)) que todo aquél que deleita al Shabat recibe una gran recompensa: heredad sin límites, se cumplen sus anhelos, se salva de los sufrimientos asociados al arribo del Mashíaj así como de la guerra de Gog contra Magog, se salva del Guehinom y hasta se enriquece. Esto se debe a que tanto la vida como la bendición están vinculadas a la relación entre el mundo material y el mundo espiritual. Un hombre con vida es aquél cuya alma reposa en su cuerpo, mientras que la muerte implica la separación de ambos. Cuando el mundo material está vinculado al mundo superior se vivifica y es bendecido por su origen, mientras que cuando se aleja de su raíz vital que son la fe y los valores espirituales, su vitalidad disminuye degenerándose y sumiéndose en la maldición. La cuestión esencial del Shabat es que posee una santidad suplementaria que se revela simultáneamente en cuerpo y alma, tanto en los rezos como en las comidas sabáticas. De esta manera, se genera una gran unión entre materia y espíritu, cuerpo y alma, que potencian la vida y emanan bendición al mundo. Por lo tanto, dijeron nuestros sabios que quien deleita al Shabat como corresponde recibe innumerables bendiciones y se salva de los percances (ver adelante capítulo 7 inciso 1).

Cada quien debe invertir en los alimentos del Shabat de acuerdo con sus posibilidades y en concomitancia con sus hábitos alimentarios de la semana. Esto implica que no es necesario comprar para Shabat los alimentos más costosos del mercado, sino simplemente mejores que los que se consumen habitualmente en los días laborables; cada familia conforme a sus costumbres.  Se puede afirmar que corresponde que el valor de los alimentos que se sirven en Shabat sea el doble que el de los alimentos de la semana. Quienes cumplen este precepto con excelencia gastan aún más en los preparativos del Shabat, y de esto ven una gran recompensa.

Para quien su situación económica es ajustada y no puede adquirir alimentos de especial calidad para Shabat, debe reducir sus gastos alimentarios durante la semana para, por lo menos, poder agregar unos pequeños pescados a la mesa sabática (Tratado de Shabat 118(B)). Hay personas que acostumbran gastar dinero en productos suntuarios y sólo cuando se trata de gastos relacionados con el cumplimiento de un precepto se ponen ahorrativos. Empero, en verdad, es mejor ahorrar en gastos suntuarios para poder aumentar los gastos relativos a mitzvot. Dijeron nuestros sabios en el Tratado de Beitzá (16(A)) que el sustento del hombre está determinado de un Rosh Hashaná a otro y por lo tanto debe cuidarse de no malgastar, no sea que vaya a incurrir en gastos excesivos y se quede sin lo establecido en su presupuesto. Este principio rige sobre todos los gastos salvo los de Shabat, Yom Tov y la educación religiosa de sus hijos; de modo tal que si gasta de menos en estos rubros, la diferencia se descuenta de su presupuesto anual decretado y si gasta de más se le agrega un suplemento equivalente al mismo (Tur Zahav 242:1).

Quien carece de dinero en efectivo para adquirir alimentos para deleitar el Shabat, ha de pedir prestado y no debe de preocuparse de la eventualidad de que ocurra un imprevisto y no pueda devolver la suma, ya que Hashem le dijo al Pueblo de Israel: «Tomen prestado a Mi Nombre,  consagren el día  y confíen en Mí que Yo saldaré la cuenta». Esto es a condición de que las personas confíen en milagros, esto es, cuando tienen un negocio establecido, un empleo fijo o un ahorro en el cual pueden respaldarse. A estas personas los sabios les dicen que no teman en tomar un préstamo, pues si hacen todo como corresponde, trabajarán duro y no malgastarán, HaShem estará en su ayuda de modo tal que podrán devolver el préstamo.

Empero, quien no sabe cómo podrá de devolver el préstamo no debe contraer una deuda  para deleitar el Shabat, no sea cosa que termine comportándose inmoralmente por no cumplir con sus obligaciones. Asimismo, no se deben pedir dádivas para deleitar el Shabat, limitándose a ingerir alimentos sencillos, tal como indicó Rabí Akiva (Tratado de Pesajim 112(A)): «Come en tus Shabatot como en los días comunes y no dependas del prójimo». En mérito a que no recurrió a las dádivas del prójimo se enriquecerá (Tratado de Peá 8:9). Sin embargo en el caso de un indigente que pide habitualmente limosna para sus necesidades corrientes, pedirá también para deleitar al Shabat (Mishná Berurá 242:1).

04- Honrando al Shabat con la indumentaria.

Es mitzvá honrar al Shabat tal como está escrito (Ishaiahu 58:13): «Y llamarás al Shabat día de deleite y honroso, el día sagrado del Eterno». Es en honor al Shabat que no nos vistamos de la misma manera que en los días de la semana (Tratado de Shabat 113(A)), sino que la indumentaria sabática sea más elegante y pulcra. Los juristas escribieron, citando al Arizal, que es bueno no vestir en Shabat ninguna de las prendas que se usan habitualmente en la semana (Maguén Abraham 262:2). Esto significa que la ropa exterior debe ser especial para Shabat y fiestas, al tiempo que la ropa interior debe estar limpia y recién lavada. Hay quienes se esmeran al punto de adquirir calzado especial para Shabat (ver Shomer Shabat Kehiljatá 42 observación 206). Quien pasa el Shabat solo, debe también honrar al Shabat vistiéndose adecuadamente, pues la indumentaria no es en honor de quien ve a la persona sino en honor al Shabat (Mishná Berurá 262:6).

Una persona que se encuentra en un sitio en el cual carece de vestimentas especiales para Shabat, o un indigente que solo posee una muda de ropa, debe procurar embellecer su prenda lo más posible en honor al Shabat. El Talmud Jerosolimitano nos relata (Tratado de Peá 8:7) que Rabí Samlai enseñaba al público que una persona debe poseer dos mudas de ropa, una para la semana y otra para Shabat. Los alumnos al escucharlo lloraron frente a él diciéndole que eran pobres y solo tienen una muda. Rabí Simlai les respondió que a pesar de todo, debían embellecer esa única prenda en honor al Shabat. Es así que soldados en Shabat deben vestir uniforme «Alef» y de no ser posible, deben limpiar y acondicionar sus uniformes lo más posible.

Uno de los diez decretos que promulgó Ezra el escriba, fue que se lave la ropa el día jueves (Talmud Babilonio Tratado de Baba Kama 2:1). Este decreto tiene dos implicancias: a) que no se deben vestir en Shabat prendas que no estén limpias, razón por la cual el decreto obliga a lavar la ropa con anterioridad; b) dado que en la antigüedad el lavado de ropa era muy difícil y cansador, el hacerlo el jueves permitía dejar el viernes libre para cocinar y limpiar. Empero, hoy en día que el lavado de ropa se hace a máquina, está permitido lavar ropa el viernes ya que no implica un esfuerzo que pueda interferir con los demás preparativos. Sin embargo las prendas específicas que se han de vestir en Shabat es bueno lavarlas el día jueves tal como lo estableció Ezra.

En términos generales, del decreto de Ezra podemos aprender que es bueno ser precavido y no transformar al viernes en un día cargado con labores pesadas, sino que conviene dejarlo relativamente libre para así poder prepararnos para el Shabat con tranquilidad (Tal como lo vimos en el inciso 2).

05- Honrando al Shabat mediante los preparativos corporales y hogareños.

Así como es necesario preparar vestimenta limpia y elegante para Shabat, de la misma manera es menester preparar el cuerpo para el sagrado día y esto se incluye en el precepto de «honrar al Shabat». Por lo tanto, nuestros sabios dijeron (Tratado de Shabat 25(B)) que es preceptivo bañarse para el Shabat con agua caliente que limpia el cuerpo adecuadamente, y quien lo hace con agua fría o tibia no cumple con el precepto (Shulján Aruj 260:1). En el pasado, era difícil cargar agua para bañarse por lo que el precepto incluía el lavado de rostro, manos, piernas y cabeza, al tiempo que los más rigurosos se bañaban con agua caliente de cuerpo completo. Hoy día tenemos duchas y calentadores de agua  en cada hogar, por lo que es preceptivo bañarse completamente con agua caliente de cara al Shabat. Además, si antes de eventos sociales tomamos un baño caliente, obviamente que antes de que arribe la reina, el Shabat, es nuestro deber bañarnos meticulosamente.

No es bueno bañarse contiguo al horario de inicio de Shabat, no sea cosa que termine profanándolo al encender o apagar la luz o el calentador de agua a destiempo, lo que le ocasionará más perjuicios que beneficios.

Quien necesita de un corte de cabello y/o cortarse las uñas, es preceptivo que lo haga el viernes en honor al Shabat. Quien acostumbra a afeitarse, es preceptivo que lo haga el viernes de cara al Shabat. Tanto el corte de uñas como el afeitado es mejor realizarlos el viernes pasado el mediodía, ya que así es más claro que lo hizo para honrar al Shabat, aunque antes del mediodía también es un horario correcto para preparativos. Quien sabe que estará muy ocupado el viernes, puede cortarse el cabello y las uñas el día jueves (Shulján Aruj 260:1, Aruj Hashulján 260:6).

También es preceptivo preparar el hogar en honor al Shabat, limpiarlo, poner sobre la mesa un mantel bonito y acomodar las sillas alrededor de la misma. Hay que poner atención durante todo el transcurso del Shabat que la casa y la mesa estén ordenadas como corresponde (Shulján Aruj 262:1). Asimismo, corresponde poner la mesa de Shabat con vajilla, cubiertos y vasos bonitos.

Normalmente, las personas creen que la santidad se manifiesta únicamente en el ámbito de lo espiritual en actividades tales como el estudio y el rezo, mientras que la dedicación a las necesidades corporales tales como comer, dormir, el cultivo de la estética o el maquillaje  son sus opuestos y perturban las posibilidades de elevación espiritual. Estas personas suelen pensar que es preferible afligir al cuerpo, pues el origen de la mala inclinación está en las pasiones corporales. Es así que llega el Shabat y nos enseña que es posible consagrar lo físico, que la santidad puede manifestarse en una comida placentera, en una vestimenta elegante y en un hogar ordenado. Más aún, la completitud se alcanza cuando la santidad se manifiesta en todos los ámbitos de la vida, tanto el espiritual como el material.  Por esta razón nos saludamos unos a otros con el tradicional saludo «Shabat Shalom» («Sábado en paz»), pues el Shabat logra hacer las paces entre el espíritu y la materia, y por este intermedio entre el marido y su esposa así como entre el hombre y su prójimo (ver arriba capítulo primero inciso 15).

A esto se referían nuestros sabios en el Tratado de Shabat (119(B)): «Dos ángeles acompañan a cada persona al retornar de la sinagoga camino a su casa, uno bueno y otro malo. Cuando llega a su hogar y ve las velas encendidas, la mesa arreglada y la cama tendida, el ángel del bien exclama: ojalá que el próximo Shabat sea así y el ángel malo responde «¡Amén!»  contra su voluntad. Pero de ocurrir lo contrario, el ángel del mal expresa: ¡Sea Su voluntad que el próximo Shabat sea así!, y el ángel del bien debe responder ¡Amén! en contra de su voluntad».

En Shabat se pueden revelar los valores de la santidad de manera completa tanto en lo espiritual como en lo corporal, y por lo tanto si la casa y la mesa están correctamente arregladas, hasta el ángel malo debe responder «amén» mal que le pese.

Empero, cuando la casa y la mesa no fueron ordenadas como corresponde y los alimentos de Shabat se estropearon, es muy importante cuidar de no enojarse y no discutir, pues el mayor honor para el Shabat es que los miembros de la familia estén en paz y armonía unos con otros. Ya lo dijo el Rey Shlomó (Proverbios 15:17): «Mejor es comida de legumbres donde hay amor que un buey engordado donde hay discordia» y «Más vale un bocado de pan seco con tranquilidad que una casa llena de festines con reyertas» (ídem 17:9). El autor del Sefer Hajasidim (863) nos legó que: «Es mejor una comida de legumbres en Shabat con amor hacia su mujer e hijos, a un buey engordado donde hay odio, esto es, que no se preocupe una persona de comprar exquisiteces para Shabat sabiendo que va a discutir con su mujer o con sus padres o con sus parientes. Por eso está escrito en Ishaiahu (58:13): «y lo honrarás», honrar al Shabat implica no pelearse en su transcurso.»

06- El precepto de participar de los preparativos del Shabat.

Dice la Torá (Shemot 16:5): «Empero será que en el día sexto habrán de preparar lo que ellos traigan», por lo que es preceptivo preparar el viernes lo necesario para el Shabat. Incluso si una persona es rica e importante y dispone de servicio doméstico que cubre todas sus necesidades, por lo que durante la semana no realiza labor alguna en su hogar, debe esforzarse y preparar algo él mismo en honor al Shabat. Y no ha de pensar: «¿cómo he de rebajarme a realizar tareas domésticas?», sino que debe de saber que su honor es hacer preparativos previos al Shabat para honrar al sagrado día. Incluso quien estudia Torá día y noche y tiene quien le prepare lo necesario para el Shabat, es preceptivo que participe en alguno de los aprontes (Shulján Aruj 250:1, Ramá 251:2).

El Talmud nos relata (Tratado de Shabat 119(A)) de grandes sabios que participaban de los preparativos domésticos previos al Shabat. Raba salaba pescados, Rav Jisda picaba las verduras en trozos pequeños, Raba y Rav Iosef cortaban leña para la estufa, Rabí Abahu y Rabí Zeira encendían el fuego para cocinar los alimentos sabáticos, Rav Huna y Rav Papa preparaban las velas, Rav Najman limpiaba la casa, quitaba los muebles de la semana y los cambiaba por los de Shabat.

No es este el lugar para explayarnos respecto de la jerarquía e importancia de cada uno de los sabios que hemos mencionado, empero, conformémonos con resaltar que se trataba de figuras destacadísimas que lideraron cada quien a su generación. Por ejemplo, Raba y Rav Iosef eran los jefes de las Ieshivot de Sura y Pumbedita en Babilonia y junto al exilarca dirigían a toda la diáspora judía. En el área de influencia de la Yeshivá nadie podía ser nombrado a puesto público alguno sin la avenencia del jefe de la Yeshivá (Rosh Yeshivá) ni se podía tomar decisiones respecto a la recaudación de impuestos sin su consentimiento. Estas personas, si bien se encontraban en la cúspide de la pirámide jerárquica judía, cortaban leña para que arda la estufa en Shabat. Asimismo, Rav Huna, Rav Jisda, Rav Papa y Raba fueron jefes de Yeshivá en Babilonia y Rabí Abahu era el líder de la comunidad judía de Eretz Israel.

Nuestros sabios dijeron (Tratado de Shabat 34(A)): «Una persona debe recitar tres cosas en su hogar en víspera del Shabat, previo a la puesta del sol»: a) debe preguntar si se ha separado el diezmo de las frutas, pues de no haberse hecho – debe hacerlo él; b) debe preguntar si fue colocado el «Eruv de Patios» (Eruv Jatzerot) pues si no fue colocado – debe hacerlo; c) debe hacer recordar que se enciendan las velas a tiempo.

Hoy día, las frutas que nosotros normalmente compramos ya fueron diezmadas y los encargados de la comunidad se ocupan de colocar el «Eruv», por lo que no es necesario formular estas preguntas. Empero, se debe revisar que la casa esté preparada para Shabat: que los «timers» de la luz y el aire acondicionado estén conectados,  que los alimentos hayan sido colocados sobre la plata eléctrica, que la luz del refrigerador haya sido apagada y en el caso de los refrigeradores más modernos que están ya en modo de Shabat (ver más adelante capítulo 17 incisos 8 y 9). Asimismo, es bueno separar los envases plásticos de los postres lácteos (ver adelante capítulo 15 inciso 14), abrir las botellas que tienen tapa metálica (cap. 15 inciso 13) y también abrir antes de Shabat todas las latas de conservas y las envolturas de los distintos alimentos (cap. 15 incisos 11 y 12).

07- La prohibición de ingerir una comida importante en vísperas de Shabat.

El viernes es el día indicado para los preparativos de Shabat, y por lo tanto los sabios prohibieron en este día fijar comidas importantes o banquetes que superen, en envergadura, a lo habitual durante la semana. Esto se debe a que si uno se excede en la comida del viernes  al mediodía, no tendrá apetito para la comida del viernes por la noche (Shulján Aruj Oraj Jaím 249:2). Más aún, comer abundantemente el viernes a mediodía implicaría menospreciar el Shabat, en cuanto a que se estaría equiparando sus comidas con las  de un día hábil (Prí Megadim). Además, estar ocupado con un banquete o comida importante el día viernes viene en detrimento de los preparativos para  el Shabat (Maguén Abraham citando a Rabenu Jananel). Incluso tratándose de una comida preceptiva, como el caso de la celebración de la conclusión del estudio de un Tratado del Talmud, no debe fijarse para el viernes. Sin embargo, antes del mediodía está permitido realizar una comida común en honor a la conclusión del Tratado.

El Talmud nos relata (Tratado de Guitín 38(B)) sobre una familia jerosolimitana que acostumbraba a celebrar banquetes el día viernes, y a consecuencia de ello se empobreció y tuvo que abandonar la ciudad.

Cuando la fecha de un banquete preceptivo es fija, como en el caso de un Brit Milá (ceremonia de circuncisión) al octavo día o un Pidión Haben (el rescate de un primogénito) en el trigésimo, está permitido celebrarlo un viernes. Esto se debe a que el día es fijo de acuerdo con la Torá y es preceptivo honrar el cumplimiento de la mitzvá con una comida, y por lo tanto su celebración no afecta el honor del Shabat. De todas maneras, lo correcto es celebrar el banquete antes del mediodía  para no afectar los preparativos sabáticos, y para que los asistentes coman la cena del viernes con apetito (Shulján Aruj 249:3, Mishná Berurá 13, 695:10, Beur Halajá que se inicia con la palabra מותר).

Lo que nuestros sabios prohibieron es un gran banquete, empero está permitido ingerir a lo largo de todo el día viernes una comida corriente. De todas maneras los sabios dijeron que es preceptivo no ingerir una comida acompañada de pan en las tres horas anteriores al inicio del Shabat, para llegar a la cena sabática apetentes. Algo de pasteles y frutas  está permitido ingerir hasta el mero inicio del Shabat, a condición de que su ingesta no venga en detrimento del apetito en la cena.

Algunos piadosos acostumbraban a no ingerir alimento alguno durante el día viernes pues sentían que de hacerlo su apetito se vería disminuido por la noche. A quien el ayuno le moleste o haga sufrir no es correcto que lo practique, para no llegar al Shabat sufriendo (Shulján Aruj 249:2-3, Mishná Berurá 18). De todas maneras es bueno que cada quien administre sus ingestas durante el día viernes, a los efectos de llegar con apetito a la cena de Shabat y así disfrutar de la misma.

08- La prohibición de realizar labores en la víspera de Shabat.

Los sabios prohibieron realizar labores a partir del horario de Minjá del viernes y quien trabaja a partir de esa hora no verá bendición en su esfuerzo. El horario de la prohibición es a partir de la «Minjá Menor» («Minjá Ktaná»), o sea, dos horas y media (temporales halájicas) antes de la puesta del sol (Rashi).

Algunos juristas más rigurosos consideran que la prohibición entra en efecto a partir del horario de la «Minjá Mayor» («Minjá Guedolá») que es media hora temporal halájica posterior al mediodía (Maharam). Empero, como se trata de una regla rabínica se puede aplicar a priori la opinión menos rigurosa y trabajar hasta dos horas y media antes del inicio del Shabat (Shulján Aruj Oraj Jaím 251:1, Mishná Berurá 3). Inclusive quien ya terminó todos sus preparativos para el Shabat no debe de trabajar en ese momento pues no es honroso para éste, que contiguo a su inicio un judío se ocupe de una labor ajena a sus aprontes previos.

Los sabios prohibieron la realización de una labor permanente en esas horas, empero, una labor temporaria está permitida. Por lo tanto en esas horas está prohibido realizar trabajos de carpintería, sastrería, electricidad, labores importantes de jardinería, trabajo en el computador, escritura ritual de sifrei Torá, tefilín y mezuzot o revisación a sueldo de libros, pues todas estas, son labores permanentes. En cambio un especialista tiene permitido realizar una labor breve como, por ejemplo, instalar una trampa para cazar animales, poner en remojo materiales a los efectos de fabricar tinta o dar una orden al computador para que realice una tarea compleja, pues todas estas son labores temporarias.

Asimismo, está permitido en esas horas realizar labores que no requieren especialización, como por ejemplo, el riego de un jardín, la limpieza de una habitación, la costura de un botón, el lavado de ropa en la máquina y la escritura de una idea original de Torá («jidush») tanto sobre un papel como en la computadora. Está permitido recibir paga por estas labores temporarias, empero si se recibe un salario fijo para realizarlas cada víspera de Shabat, aunque no requieren especialización, está prohibido hacerlas pues la remuneración y la continuidad en el tiempo las transforman en labores fijas (ver Ramá 251:1, Beur Halajá en el párrafo que se inicia con la palabra אגרת, Shmirat Shabat Kehiljatá 42:38-39 y allí nota 133).

Está permitido realizar una labor fija e inclusive recibir pago por la misma, a condición que esta se lleva a cabo como preparativo para el Shabat. Por ejemplo, está permitido cortar el cabello a otros por dinero pues es claro que la gente viene al peluquero en honor al Shabat. Asimismo, está permitido manejar una remise o un taxi y llevar pasajeros antes de Shabat porque es evidente que el viaje es parte de los aprontes para el sagrado día. El electricista tiene permitido realizar reparaciones remuneradas antes de Shabat. Empero el sastre, tiene prohibido reparar vestimenta aunque vaya a ser usada en Shabat, pues a quien lo ve no le queda claro que sea para el sábado y puede pensar que es para ser usado cualquier otro día. En cambio, una persona que cose y  realiza el trabajo gratuitamente, le está permitido  coser para sí o para otros una prenda a ser vestida en Shabat. De esto se deduce que quien no es sastre profesional tiene permitido coser o reparar prendas para ser usadas en Shabat en esas dos horas y media previas al encendido de velas (Shulján Aruj 251:2, Mishná Berurá 7, Beur Halajá en la palabra לתקן).

Los sabios flexibilizaron su prohibición en dos casos más: a) un indigente que carece de lo necesario para recibir el Shabat  puede continuar trabajando en esas horas (Mishná Berurá 251:5); b) se puede trabajar a los efectos de evitar un daño económico importante. Por esta razón, quien practica un oficio, puede terminar su labor en esas horas, si se teme que dejarla inconclusa le llevará a perder el cliente (Beur Halajá 251:2 en la palabra ואינו, asimismo todo lo que está permitido hacer en los días de Jol Hamoed está permitido en esas horas, Mishná Berurá 5).

En cuanto  a la actividad comercial, la mayoría de los juristas es de la opinión que no está incluida en la prohibición de realización de labores, por lo que las tiendas pueden continuar vendiendo en esas horas. De todas maneras, se deben cerrar los comercios al menos media hora antes del inicio del Shabat para alcanzar así a bañarse y vestirse con vestimenta sabática. Hoy día acostumbramos a ser más rigurosos y cerramos las tiendas unas horas antes del inicio Shabat, salvo aquellas que venden artículos necesarios para los preparativos de ese día, que se mantienen abiertas hasta poco antes del encendido de velas (Mishná Berurá 251:1 y 4, Beur Halajá en los párrafos que se inician con las palabras העושה y ואינו).

Quienes viajan para Shabat deben planificar su viaje de manera tal que puedan arribar a  destino al menos media hora antes del encendido de velas, para poder aprontarse. Si el viaje es largo se debe tomar en cuenta la posibilidad de que sucedan desperfectos que retrasen la llegada. El Rav Mordejai Eliahu, de bendita memoria, recomendó, tomar por precaución, el doble del tiempo del viaje de manera tal que si se trata de un viaje de dos horas hay que partir cuatro horas antes del inicio del Shabat.

09- Labores que se inician antes y se acaban por si mismas después de  entrado el  Shabat.

El viernes está permitido empezar labores que se acaban por sí mismas una vez entrado el Shabat. Por ejemplo, está permitido colocar sobre una plata caliente una olla que contiene alimentos que aún no están cocidos para que se sigan cocinando durante el Shabat, con la condición de que desde el momento en que se inicia el Shabat y hasta que el platillo esté completamente pronto, la olla no sea tocada ni la intensidad del calor de la plata sea alterada (ver adelante capítulo 10 inciso 16). Está permitido colocar telas en remojo con tintura para que absorban el color durante el Shabat. Esto se debe a que las prohibiciones sabáticas recaen sobre labores que realiza la persona misma en Shabat y no sobre labores que se hacen solas. Según la escuela de Shamai, así como la persona debe poner a descansar a su bestia en Shabat, también sus utensilios deben hacerlo. Empero la halajá final es de acuerdo a la opinión de la escuela de Hilel que considera que no hay prohibición de que los utensilios estén activos en Shabat, por lo que se puede iniciar el viernes una labor que se concluya sola durante el sábado (Shulján Aruj 252:1).

Por lo tanto, está permitido preparar el viernes el «timer» de manera tal que las luces se apaguen y prendan durante el Shabat de acuerdo con las necesidades de cada uno (ver cap. 17 inciso 6). Asimismo, está permitido  activar antes de iniciarse el Shabat mangueras de riego, y si bien está prohibido regar en Shabat (cap. 19 inciso 4), dado que la activación del equipo se llevó a cabo antes de iniciarse el Shabat – no hay prohibición. Esta regla se aplica también para maquinaria industrial que funciona de continuo por muchos días y mientras no se tema que un judío tenga que operarlas o repararlas, no es necesario desactivarlas antes de  Shabat (Heijal Itzjak 19).

Sin embargo, en el caso de una labor sumamente ruidosa, como por ejemplo el caso de las piedras de un molino, las opiniones se dividieron: hay quienes son más rigurosos y entienden que esta labor no debe continuar realizándose en Shabat en honor al día sagrado, mientras otros opinan que dado que el mecanismo se activa antes de Shabat y durante el día de descanso no se realiza ninguna labor – no está prohibido. Así se sentenció en el Shulján Aruj (252:5). En opinión de Ramá, a priori corresponde ser más riguroso y no iniciar una labor que genere ruido en Shabat, empero en caso de pérdida económica o gran necesidad se puede ser más flexible (ver más adelante cap. 22 inciso 19 que está prohibido escuchar radio o ver televisión  en Shabat).

10- Un viaje en barco que incluye el día sábado.

Las prohibiciones de Shabat se aplican única y exclusivamente al día sábado. De acuerdo a esto podríamos pensar que una persona tiene permitido salir de paseo el día viernes a una zona peligrosa, y prolongar el paseo hasta un minuto antes de iniciarse el Shabat y una vez iniciado éste, argüir que está en zona de peligro y como el riesgo de vida («pikuaj nefesh«) se antepone al Shabat, para salvarse debe continuar su camino hasta llegar al poblado más cercano. En la práctica, si ya se encuentra en zona de peligro en Shabat – tiene permitido profanarlo para salvarse. Empero, a priori, un judío tiene prohibido ponerse a sí mismo en una situación que lo obligue a profanar el Shabat más tarde. Por lo tanto, nuestros sabios dijeron que desde el día miércoles el judío debe planificar sus acciones de manera tal de no verse en la necesidad de profanar el Shabat.

Por lo tanto, a partir del miércoles, nuestros sabios prohibieron embarcarse tanto por trabajo como por paseo y esta prohibición se aplica también en el caso de que los marineros no sean judíos (Tratado de Shabat 19(A)).

Esto se debe a varias razones: se teme que se pueda producir una circunstancia de peligro de vida y el judío se vea en la necesidad de realizar labores náuticas prohibidas por la Torá (Rabi Zerajiá Halevi de Gerona). Incluso en el caso que no haya probabilidad de que los marineros les pidieran ayuda, pero si la mitad de los pasajeros son judíos, resulta que la tripulación gentil está realizando en Shabat labores para judíos, lo cual fue prohibido por los rabinos (Rambán). En el caso de que la mayoría de los pasajeros sean gentiles, si el barco ha de navegar en aguas poco profundas, allí donde no alcancen a haber diez palmos entre el casco de la nave y el fondo del mar, se está trasgrediendo la prohibición de salir fuera del área de Shabat (Rabenu Jananel). Incluso si el barco navega en aguas profundas o ancla durante Shabat en altamar, aún estamos ante una prohibición, pues hay gente que sufre de mareos y pasar el sábado a bordo priva del placer o deleite sabático a algunas personas (Rif).

En caso de que no se tema de que alguna de estas situaciones pueda darse, como cuando la tripulación y la mayor parte de los pasajeros son gentiles, sin que medie la posibilidad de que se le pueda pedir ayuda en tareas náuticas a un judío, la travesía es por aguas profundas en una embarcación grande y estable por lo que no es probable que se provoquen mareos y podrá cumplirse con el deber del deleite sabático, en ese caso se podrá abordar un minuto antes de iniciarse Shabat aunque se trate de una travesía de placer.

Los tres primeros días de la semana está permitido embarcar en una travesía de placer o turística aunque exista el temor de que en Shabat pueda llegarse a ver forzado a trasgredir alguna prohibición. Esto se debe a que en esos días el hombre no está obligado a limitar sus acciones bajo sospecha de que pueda verse forzado posteriormente a trasgredir el Shabat o privarse del deleite sabático. (En el caso de que con total seguridad va a tener que profanar el Shabat según Rabí Zerajiá Halevi de Gerona, el Ribash y el Shulján Aruj 248:4 puede embarcarse los tres primeros días y en opinión de Rabí Iosef ben David Ibn Lev y el Ridbaz está prohibido).

11- Una travesía en barco para cumplir con un precepto y la travesía en un barco de judíos.

Lo que aprendimos respecto de la prohibición  de embarcarse en los tres días anteriores al Shabat para no encontrarse en una situación que forzosamente implique profanarlo o privarse de su deleite,  se aplica a una travesía que no tiene por objeto cumplir con un precepto. Empero, si la travesía tiene como meta el cumplir con un precepto y la nave es propiedad de gentiles, está permitido embarcar hasta en vísperas de Shabat. Hay quienes opinan que es necesario convenir con el dueño de la embarcación que tire anclas en Shabat, y en caso que éste se niegue a la petición el viaje estaría prohibido. Sin embargo, la mayoría de los juristas sostiene que aunque el gentil no esté de acuerdo en comprometerse a anclar en Shabat está permitido zarpar en su nave, si se trata de un viaje que tiene por objetivo cumplir con un precepto.

Si la embarcación es de gentiles, aunque el viaje tenga por objetivo cumplir con un precepto, igualmente está prohibido embarcarse en Shabat, ya que nuestros sabios prohibieron navegar ese día, no vaya a pasar que el judío se vea obligado a reparar la embarcación (Tratado de Beitzá 36(B), Shulján Aruj 339:2). Si la fecha fijada para zarpar es un día sábado, se puede abordar  antes de que entre el Shabat y quedarse a bordo hasta que leve anclas. Hay quienes permiten recibir el Shabat a bordo, para luego volver a la casa en tierra firme y nuevamente abordar el día sábado y así zarpar. Quien así proceda no debe ser observado o criticado (Shulján Aruj y Ramá 248:3).

Hasta aquí nos referimos a naves de propiedad gentil, empero en el caso de embarcaciones cuyos dueños son judíos no observantes del Shabat, los juristas han expresado diferentes opiniones respecto de si es permitido o no abordarlas. Hay quienes opinan que en los primeros tres días de la semana está permitido zarpar en sus naves, pues en estos no es obligatorio planificar dónde se ha de pernoctar en Shabat (Tzitz Eliezer 5:7). Sin embargo, en la práctica, está prohibido cooperar con la profanación del Shabat, por lo que en los primeros tres días de la semana tampoco se permite abordar naves de judíos no observantes (Rabí Menajem Mendel Schneerson, Minjat Itzjak 3:39, Iejavé Daát 6:16).

12- Viajando en tren o en avión en vísperas de Shabat.

Está prohibido subirse a un tren o un avión en vísperas de Shabat si sabemos que la travesía ha de prolongarse durante el Shabat. Aunque el piloto o el chofer no sean judíos, esto está prohibido por varias razones: a) la prohibición de salir fuera del área de Shabat (Tjum), ya que nuestros sabios prohibieron alejarse del poblado que se habita más de dos mil codos (unos 912 metros) y en caso de alejarse más de doce «mil» se estaría trasgrediendo de acuerdo a la Torá (ver más adelante capítulo 30 inciso 1); b) por privar al pasajero del deleite sabático, pues al viajar hay sacudidas y los asientos suelen no ser del todo confortables; c) los sabios prohibieron viajar en una carreta manejada por un no judío, no vaya a ser que el judío, sin querer, durante la travesía arranque una rama de árbol para ayudar a guiar a la bestia y aunque en el caso de un tren o avión esto no ha de ocurrir, la prohibición sigue en pie; d) en el mero acto del viaje hay implícita una falta de respeto al Shabat pues viajar es una actividad típica de día laboral (Ovadín de Jol). Sobre esto dijo Jatam Sofer (VI: 97) siguiendo lo dicho por Rambán, que todo aquél que no cesa sus labores y se comporta en Shabat como en un día hábil, deja sin efecto el precepto de reposar en Shabat (ver más adelante cap. 22 inciso 1). (Ver más adelante cap. 30 inciso 11, respecto  de la regla referente al área de Shabat en el caso de quien aterrizó o arribó a puerto en ese día).

11- Una travesía en barco para cumplir con un precepto y la travesía en un barco de judíos.

Lo que aprendimos respecto de la prohibición  de embarcarse en los tres días anteriores al Shabat para no encontrarse en una situación que forzosamente implique profanarlo o privarse de su deleite,  se aplica a una travesía que no tiene por objeto cumplir con un precepto. Empero, si la travesía tiene como meta el cumplir con un precepto y la nave es propiedad de gentiles, está permitido embarcar hasta en vísperas de Shabat. Hay quienes opinan que es necesario convenir con el dueño de la embarcación que tire anclas en Shabat, y en caso que éste se niegue a la petición el viaje estaría prohibido. Sin embargo, la mayoría de los juristas sostiene que aunque el gentil no esté de acuerdo en comprometerse a anclar en Shabat está permitido zarpar en su nave, si se trata de un viaje que tiene por objetivo cumplir con un precepto.

Si la embarcación es de gentiles, aunque el viaje tenga por objetivo cumplir con un precepto, igualmente está prohibido embarcarse en Shabat, ya que nuestros sabios prohibieron navegar ese día, no vaya a pasar que el judío se vea obligado a reparar la embarcación (Tratado de Beitzá 36(B), Shulján Aruj 339:2). Si la fecha fijada para zarpar es un día sábado, se puede abordar  antes de que entre el Shabat y quedarse a bordo hasta que leve anclas. Hay quienes permiten recibir el Shabat a bordo, para luego volver a la casa en tierra firme y nuevamente abordar el día sábado y así zarpar. Quien así proceda no debe ser observado o criticado (Shulján Aruj y Ramá 248:3).

Hasta aquí nos referimos a naves de propiedad gentil, empero en el caso de embarcaciones cuyos dueños son judíos no observantes del Shabat, los juristas han expresado diferentes opiniones respecto de si es permitido o no abordarlas. Hay quienes opinan que en los primeros tres días de la semana está permitido zarpar en sus naves, pues en estos no es obligatorio planificar dónde se ha de pernoctar en Shabat (Tzitz Eliezer 5:7). Sin embargo, en la práctica, está prohibido cooperar con la profanación del Shabat, por lo que en los primeros tres días de la semana tampoco se permite abordar naves de judíos no observantes (Rabí Menajem Mendel Schneerson, Minjat Itzjak 3:39, Iejavé Daát 6:16).

12- Viajando en tren o en avión en vísperas de Shabat.

Está prohibido subirse a un tren o un avión en vísperas de Shabat si sabemos que la travesía ha de prolongarse durante el Shabat. Aunque el piloto o el chofer no sean judíos, esto está prohibido por varias razones: a) la prohibición de salir fuera del área de Shabat (Tjum), ya que nuestros sabios prohibieron alejarse del poblado que se habita más de dos mil codos (unos 912 metros) y en caso de alejarse más de doce «mil» se estaría trasgrediendo de acuerdo a la Torá (ver más adelante capítulo 30 inciso 1); b) por privar al pasajero del deleite sabático, pues al viajar hay sacudidas y los asientos suelen no ser del todo confortables; c) los sabios prohibieron viajar en una carreta manejada por un no judío, no vaya a ser que el judío, sin querer, durante la travesía arranque una rama de árbol para ayudar a guiar a la bestia y aunque en el caso de un tren o avión esto no ha de ocurrir, la prohibición sigue en pie; d) en el mero acto del viaje hay implícita una falta de respeto al Shabat pues viajar es una actividad típica de día laboral (Ovadín de Jol). Sobre esto dijo Jatam Sofer (VI: 97) siguiendo lo dicho por Rambán, que todo aquél que no cesa sus labores y se comporta en Shabat como en un día hábil, deja sin efecto el precepto de reposar en Shabat (ver más adelante cap. 22 inciso 1). (Ver más adelante cap. 30 inciso 11, respecto  de la regla referente al área de Shabat en el caso de quien aterrizó o arribó a puerto en ese día).

01- Los tiempos del Shabat.

En todo lo referente a la Torá, la noche antecede al día tal como está escrito (Bereshit 1:5): «Acaeció la tarde (noche) y le sucedió la mañana: Día uno». Esto implica que la jornada comienza por la noche, por lo tanto, Shabat, la séptima jornada, comienza por la noche. En la concepción judía de mundo, se vislumbra una idea sublime y es que la noche y la oscuridad anteceden al día y a la luz. Al inicio surgen las incógnitas y las dudas por lo que el ser humano se encuentra en una situación de oscuridad e incertidumbre, y es a partir de esta situación que se van dilucidando las respuestas y la luz lo va iluminando. Asimismo, vemos en nuestra historia nacional que en un inicio fuimos esclavizados por el Faraón en Egipto y luego fuimos liberados, recibimos la Torá e ingresamos a la Tierra de Israel. Así fue siempre la historia judía, primeramente la oscuridad y las desgracias y posteriormente la luz y la redención. En una primera instancia enfrentamos las dificultades para posteriormente elevarnos por encima de estas y completarnos. Empero, en el seno de las demás naciones el día precede a la noche, de modo tal que etnia tras etnia ocupa en su turno y con gran pompa el centro del escenario internacional por un período de tiempo, y luego, cuando comienzan a surgir las dificultades, sobreviene la noche, la nación en cuestión decae y en algunos casos también  desaparece. Eso es lo que ocurrió con los babilonios, los persas, los griegos y los romanos. El secreto de la permanencia del Pueblo de Israel está relacionado al principio de que la noche antecede al día.

Volviendo a nuestro tema, la noche antecede al día y por eso el séptimo día se inicia al caer la noche. Empero, nuestros sabios dudaron cuándo exactamente comienza la noche, ¿acaso comienza con la puesta del sol y la desaparición del astro rey de nuestro campo visual o cuando oscurece por completo y se pueden divisar en el firmamento tres estrellas de tamaño mediano? En otras palabras, la pregunta es si el día y la noche son definidos por el sol o por la luz. En la Tierra de Israel hay una diferencia de unos veinte minutos entre la puesta del sol y la salida de las estrellas. Este lapso varía de acuerdo con las estaciones del año y la altura por sobre el nivel del mar de cada localidad.

Otro de los fenómenos únicos del judaísmo radica en el hecho de que no existe una respuesta terminante a cada pregunta y a veces se da lugar a la duda. Esta halajá es un ejemplo de ello, el tiempo que transcurre entre la puesta del sol y la salida de las estrellas se define como período que quizás es noche y quizás día, por lo que recibe el nombre de «Bein Hashemashot» o «entre los soles».

En la práctica, en cada precepto de la Torá, incluidos los relativos al Shabat, se actúa conforme a la regla de que «en caso de duda, si el precepto es de la Torá se aplica la opinión más estricta» («Sfeika deoraita lejumra«). Por lo tanto, el Shabat se inicia con la puesta del sol y concluye con la salida de las estrellas.

02- El precepto de prolongar el Shabat.

Desde el punto de vista de la santidad permanente del Shabat, sólo cuando el séptimo día se inicia entra el Shabat. Sin embargo, es precepto de la Torá agregar tiempo común al sagrado. Esto implica que aceptamos sobre nosotros la santidad sabática un poco antes de que comience el séptimo día. Lo mismo ocurre respecto al horario de salida del Shabat. Si bien desde el punto de vista de la santidad sabática al acabarse el séptimo día ésta cesa, se nos ordenó prolongarla por un lapso que suceda a la salida del Shabat (Shulján Aruj 261:2. Escribió el Beur Hahalajá que para la mayoría de los juristas este precepto tiene su origen en la Torá).

Al añadir  tiempo extra al Shabat, demostramos cuán querido es para nosotros el séptimo día al punto de que salimos a recibirlo antes de que comience y lo acompañamos cuando éste parte.

Ya vimos anteriormente que respecto del tiempo que hay entre la puesta del sol y la salida de las estrellas se duda si este pertenece al día o a la noche  y es nuestro deber aplicar rigurosamente a período todas las leyes del Shabat. Por lo tanto, para cumplir con el precepto de agregar tiempo al Shabat es menester adelantar su recibimiento a un poco antes de la puesta del sol. Las mujeres acostumbran a recibirlo al encender las velas y en Jerusalém la tradición indica que se encienden las velas cuarenta minutos antes de la puesta del sol, en Haifa treinta minutos antes, en Tel Aviv y la mayoría de las ciudades veinte minutos antes. Los hombres que rezan Minjá antes de la puesta del sol acostumbran a recibir el Shabat más tarde si bien también éstos deben recibir el Shabat algunos minutos antes de la puesta del sol para agregar del tiempo profano al sagrado.

Quien quiera ser más riguroso e iniciar el Shabat antes será bendecido, siempre y cuando reciba al séptimo día dentro de la hora y cuarto previa («plag haminjá»[1]) a la puesta del sol. Antes de este límite, de acuerdo a la mayoría de los juristas está prohibido recibir el Shabat (Shulján Aruj 263:4, Mishná Berurá 18).

El momento de conclusión del Shabat es cuando se divisan en el firmamento tres estrellas medianas. Empero los sabios temieron que las personas se confundan entre las estrellas grandes y las medianas, por lo tanto establecieron que el Shabat concluya al divisarse tres estrellas pequeñas. Para agregar del tiempo profano al sagrado es menester esperar hasta poder divisar tres estrellas pequeñas agrupadas (Shulján Aruj 293:2). Hoy en día no es necesario mirar a las estrellas sino que se puede confiar en los relojes y las tablas horarias que se publican, pues el horario de finalización del Shabat de estas publicaciones incluye ya el tiempo agregado («tosefet Shabat»).

Este precepto nos enseña que existe una estrecha relación entre los días hábiles y el Shabat y por lo tanto se puede agregar de lo profano  a lo sagrado. De aquí aprendemos respecto del anhelo interior de lo profano por conectarse con lo sagrado.


[1].Plag Haminjá o fracción del tiempo de la Minjá es una hora y cuarto antes de la noche, esto es la mitad del tiempo entre la «Minjá Ketaná» y el final del día. Su uso principal es para establecer horarios del rezo de Minjá, del encendido de velas tanto de Shabat como de Jánuca (n. de t.).

03- Cómo se recibe el tiempo adicional del Shabat («tosefet Shabat»).

El tiempo adicional del Shabat se recibe mediante la palabra. Por ejemplo, se puede decir: «Recibo sobre mí la santidad del Shabat». Hay quienes opinan que también se puede recibir el tiempo adicional mediante el pensamiento (Mishná Berurá 261:21). A partir del momento en que se decidió recibir el Shabat hay que cuidarse de no realizar ninguna labor (como explicaremos en el siguiente inciso).

Tal como ya vimos, las mujeres acostumbran a recibir el Shabat con el encendido de velas que es cuando recitan la bendición «encender las velas de Shabat». Por cuanto que lo mencionan en la bendición, se asume que su intención es recibir en ese momento el Shabat, y de esa manera cumplen con el precepto de sumar al día sagrado un tiempo adicional. De acuerdo con la mayoría de los juristas, si una mujer así lo desea, al encender las velas puede decidir para sus adentros que aún no recibe el Shabat y por lo tanto podrá posteriormente realizar todavía alguna labor o viajar en automóvil a la sinagoga. Empero, a priori, lo mejor es que reciba el Shabat al encender las velas ya que hay juristas que sostienen que en esta situación la decisión de posponer el recibimiento del Shabat no es halájicamente válida. Por lo tanto, según esta opinión, al encender las velas, ipso facto recaen sobre la mujer los deberes sabáticos. Además, si no recibe el Shabat al encender las velas se teme que pueda olvidarse de cumplir con el precepto de sumar al Shabat ese tiempo adicional (Shulján Aruj 263:10, Shmirat Shabat Kehiljatá 43:24, Yalkut Yosef 263:44).

Los hombres acostumbraban a recibir el Shabat mediante el recitado del verso «Boí Kalá Shabat Hamalká» (Ven novia, la reina Shabat) en el himno litúrgico «Lejá Dodí». Hoy en día, en muchas sinagogas no alcanzan a recitar el «Lejá Dodí» antes de la puesta del sol, por lo que para cumplir con el precepto de sumar al Shabat tiempo adicional, el encargado de la sinagoga (el Gabai) debe declarar al concluir el servicio de Minjá «Boí Kalá Shabat Hamalká» y de esa manera todos reciben el Shabat. Si el encargado no lo declara, cada quien debe decir para sus adentros «Boi Kalá Shabat Hamalká» o «Hinení mekabel al atzmí kedushat Shabat» (Por la presente acepto sobre mí la santidad del Shabat). Quien tema que si espera a la conclusión de la repetición del servicio de Minjá, en el ínterin el sol puede ponerse por lo que se arriesga a  perder la oportunidad de cumplir con el precepto de agregar al Shabat tiempo adicional, puede decir en voz baja durante la repetición de Minjá que acepta para sí el Shabat.

04- Reglas referentes a quien recibe el Shabat.

A partir del momento en el cual la persona recibe el tiempo adicional del Shabat, debe abstenerse de realizar todas las labores prohibidas por la Torá. También entran en vigencia las prohibiciones rabínicas a menos que sea necesario realizarlas para preparar el Shabat o en caso de imperiosa necesidad. El tiempo a disposición es hasta el final del crepúsculo, o como lo dice la expresión hebrea «bein hashmashot» – entre los soles. Esta flexibilidad relativa en la aplicación de las prohibiciones rabínicas obedece al hecho de que los sabios no quisieron que sus disposiciones entren en rigor en este tiempo adicional especial. En virtud de esto y a modo de ejemplo, quien se olvidó de diezmar sus frutas y tienen intención de ingerirlas en Shabat puede hacerlo aunque ya haya recibido la santidad del día pues la prohibición de diezmar en Shabat es de origen rabínico.

Quien ya recibió el tiempo adicional de Shabat, puede pedir a su compañero judío que aún no lo hizo que realice para él una labor. Normalmente las mujeres acostumbran a recibir el Shabat antes que los hombres, pues ellas suelen encender las velas y recibir el Shabat en el horario publicado en los calendarios, mientras que los hombres primero van a la sinagoga a rezar Minjá de día hábil (viernes) y recién después reciben el Shabat. En ese lapso intermedio, si bien la mujer ya recibió el Shabat, puede pedirle a su marido que realice labores que a ella ya le están vedadas como por ejemplo encender la luz o regular el horno (Shulján Aruj 263:17, Mishná Berurá 64). Al salir el Shabat, quien aún no haya hecho la havdalá puede pedir a quien ya la hizo que realice para él una labor.

05- ¿Está permitido rezar Minjá una vez que se recibió el tiempo adicional de Shabat?

Algunas sinagogas acostumbran a concluir sus servicios de Minjá de viernes después de la puesta del sol, y por lo tanto quien espere a la conclusión de este servicio para recibir el Shabat no puede cumplir con el precepto de agregar un tiempo adicional al sagrado día. Cabe entonces preguntarse si es posible recibir el Shabat y recién después rezar Minjá.

Según la opinión de algunos juristas quien ya recibió el Shabat no puede rezar Minjá pues no se puede recitar un rezo de día hábil una vez que entró el Shabat, y por otra parte todavía no se puede rezar Minjá de Shabat pues fue establecido para este día propiamente dicho.

Por lo tanto, en opinión de estos juristas quien se equivocó  y recibió el Shabat antes de rezar Minjá perdió esta plegaria y deberá rezar Arvit dos veces; la primera para cumplir con el rezo de la noche y la segunda para completar el servicio de Minjá perdido (Shulján Aruj 263:15, Mishná Berurá 263:60). Lo mismo ocurre en el caso de una mujer que tiene prohibido rezar Minjá después de haber encendido las velas de Shabat. En caso de que quiera completar el rezo de Minjá perdido, deberá rezar Arvit dos veces (Mishná Berurá 263:43). Por eso la única solución es rezar Minjá más temprano y recién después recibir el Shabat. Allí donde se acostumbra a rezar Minjá después de la puesta del sol se debe rezar individualmente (sin minian) más temprano para poder alcanzar a recibir el Shabat con su agregado de tiempo adicional, pues se trata de un precepto de la Torá y por lo tanto se antepone al mandato rabínico de rezar con minian (Shmirat Shabat Kehiljatá 46:5).

Empero, de acuerdo con la opinión de algunos juristas se puede rezar Minjá de día hábil después de haber recibido el Shabat con su tiempo adicional, pues ellos entienden que la recepción del Shabat con su tiempo adicional implica la prohibición de realizar labores de la Torá en ese lapso, prohibición que no aplica al servicio de Minjá. Esto se debe a que en el período adicional no está permitido realizar labores prohibidas por la Torá pero está permitido realizar labores prohibidas por los sabios, y por lo tanto se puede rezar Minjá de día hábil. Sólo quien recibió el Shabat junto a la congregación tiene prohibido rezar Minjá. Por lo tanto, si la puesta del sol se avecina y aún no rezó Minjá, se recomienda recibir el Shabat con su tiempo adicional (diciéndoselo para sí mismo) antes del servicio y recién después rezar Minjá (Tzitz Eliezer 13:42, Minjat Iehudá 9:20). Hay quien opina que en un caso así se debe recibir el Shabat con su tiempo adicional únicamente con el pensamiento, dado que es posible recibirlo por este intermedio y de esta manera podrá rezar Minjá de día hábil (Iabía Omer 7:34).

La costumbre más extendida es que si la puesta del sol se avecina y aún no se rezó Minjá, se recibe el Shabat con su tiempo adicional con la palabra o con el pensamiento y luego se recita el servicio de Minjá de día hábil. Las mujeres tienen permitido, a posteriori, rezar Minjá tras el encendido de las velas. Empero, a priori, quien sabe que en la congregación se tarda en  rezar Minjá, es mejor que cumpla con los requisitos de todos los juristas y rece Minjá solo y alcance a recibir el Shabat previo a la puesta del sol. Quien sabe que alcanzará a recibir el Shabat con tiempo adicional durante la repetición en voz alta de Minjá,  es mejor que se sume al rezo de la congregación y reciba Shabat con su tiempo adicional cuando el oficiante repite el servicio en voz alta.

01- El precepto de encender velas en Shabat.

Es precepto rabínico encender velas en honor al Shabat y está fundamentado en tres razones: a) Honrar al Shabat, pues la comida no es importante u honorable si no se lleva a cabo con luz; b) Deleitar al Shabat, pues ver lo que se come es parte del disfrute de los alimentos; c) Para que reine la armonía en el hogar (Shlom Bait), pues cuando no se pueden distinguir los muebles y demás objetos uno puede tropezarse con ellos lo que lleva al enojo y al disgusto. Es tan importante iluminar la mesa de Shabat, al punto que nuestros sabios dijeron que quien carece de dinero para adquirir velas, que pida tzedaká a esos efectos (Shulján Aruj 263:2).

Quien posee algo de dinero, debe adquirir primero pan para no ayunar en Shabat, y si después le queda algo que compre una vela para iluminar y sólo después, si le sobra dinero, que compre vino para el Kidush. Esto se debe a que en caso de necesidad se puede realizar el Kidush con pan y mediante la vela se deleita al Shabat. Por lo tanto es preferible que encienda una vela en honor al Shabat en lugar de recitar el Kidush con vino (Tratado de Shabat 23(B), Shulján Aruj 263:1 y 2).

Las velas de Shabat encierran una profunda expresión de la esencia sabática. Una persona que vive sumida en la oscuridad  no encuentra lo que busca, se tropieza y choca con sus propios muebles y percibe su propia casa como un caos. A partir del momento en que enciende las velas, llega la armonía al hogar y se da cuenta que todos sus muebles no están sino para servirlo, y que todos sus enseres están en su sitio y puede deleitar al Shabat con su comida. Asimismo, cuando se contempla el mundo con una visión superficial este parece lleno de conflictos y guerras, dividido y en discusión con las otras partes sin solución  a la vista. Cada facción cree que eliminando al contrincante alcanzará la paz y de esa manera los pleitos se prolongan sin fin. Empero, una vez que el hombre profundiza en su meditación y contempla la Providencia Superior, la oscuridad se desvanece y se manifiesta la Luz Divina. De esa manera se da cuenta que todos los diferentes aspectos se complementan de modo tal que  una mano invisible guía al mundo en pos de su corrección, y que de todas las desgracias y sufrimientos surgen redenciones y consuelos (ver arriba cap. 1 inciso 15).

Las velas de Shabat hacen las paces en el hogar mediante la adición de luz e insinúan la corrección del mundo que se llevará a cabo mediante la luz  de la Torá y de la fe. Esta es la intención básica del Shabat: sumar luz de Torá y fe en el mundo. Nos parece que esta es la razón por la cual el grueso de los judíos profesa tanto cariño a este precepto, pues alude a la intención general del Pueblo Judío de traer la paz mediante la adición de luz.

Desde esta perspectiva se puede entender lo que dijeron nuestros sabios (Tratado de Shabat 23(B)) en cuanto a que quien cumple con el precepto de las velas de Shabat con excelencia tendrá el mérito de engendrar hijos eruditos de la Torá, ya que al esmerarse en la luz sabática recibirá un hijo que agregará luz al mundo mediante el estudio de la Torá. Por lo tanto, muchas mujeres acostumbran a rezar tras el encendido de velas para que sus hijos crezcan y se hagan eruditos de la Torá.

Dijeron nuestros sabios que «el honor del Shabat es el encendido de las velas. Si cuidáis las velas de Shabat Yo os haré divisar las velas de Sion… y no precisarán de la luz del sol sino que Yo Mismo os iluminaré… y las naciones irán tras vuestra luz… ¿y todo esto en mérito de qué? En mérito de las velas que encendéis en Shabat» (Yalkut Shimoní Behaalotejá).

02- ¿Dónde se colocan las velas de Shabat y quién debe encenderlas?

Es preceptivo que haya luz en todas las habitaciones que se han de usar en la noche del viernes para que los miembros del hogar no se tropiecen al caminar. Empero, lo principal del precepto es encender velas allí donde se ha de comer pues de esta manera se honra y deleita al Shabat, y por lo tanto es sobre estas velas que se recita la bendición (Ramá 263:10, Mishná Berurá 2). Si en la práctica, en el resto de las habitaciones se cuenta con luz de focos eléctricos o luz que entra del exterior, no es necesario encender allí velas.

Las velas deben mantenerse encendidas hasta la conclusión de la cena y, a priori, hay que preocuparse de que haya luz en el hogar hasta la hora de irse a dormir (Shmirat Shabat Kehiljatá 43:17). Hoy en día que existe la posibilidad de encender una luz eléctrica, se debe dejar a priori una luz encendida toda la noche para que quien se levante no se tropiece.

El precepto del encendido de velas pertenece a todo el Pueblo Judío, tanto a mujeres como a hombres, a casados como a solteros; pues todos deben honrar y deleitar al Shabat. Empero,  en el seno del hogar la mujer tiene preferencia en el cumplimiento del precepto, pues ella es la dueña de casa y la responsable de su dirección. Por eso tiene el mérito de cumplir con el mandamiento cuyo objetivo es traer armonía al hogar (Shlom Bait), y por lo tanto, al encender ella las velas, todos los miembros de la familia cumplieron por su intermedio. Empero, si la mujer está demorada y se acerca el horario de la puesta del sol, es preferible que su marido o uno de los hijos enciendan las velas y de esa forma no entren en duda de profanación de Shabat (Shulján Aruj 263:2, Mishná Berurá 262:11).

Del hecho que la mujer antecede al marido en el precepto del encendido de las velas, aprendemos que la armonía en el hogar depende principalmente del ama de casa. Asimismo, la luz de la Torá y de la fe ilumina en el hogar por mérito de la mujer, pues mediante su conciencia interior tan particular sabe cómo alumbrar el camino verdadero a su marido e hijos orientándolos a estudiar Torá con ahínco. Tal como dijeron nuestros sabios: «La recompensa que prometió HaShem a las mujeres supera a la que prometió a los hombres», pues ellas envían a sus hijos a la sinagoga a estudiar Torá y estimulan a sus maridos a prolongar las sesiones de estudio en el Beit Hamidrash y les esperan hasta que vuelven (Tratado de Berajot 17(A)). Empero, cuando la mujer no puede encender las velas, el marido ha de hacerlo pues a posteriori, él también puede traer armonía al hogar  e infundir en este un ambiente de fe y Torá.

En el caso de que la mujer se ausente del hogar, como por ejemplo, si fue al hospital o debió viajar por alguna necesidad y el marido se queda en casa, éste debe encender las velas y recitar la bendición correspondiente. Aunque haya en la casa una hija grande, el marido debe encender las velas pues es el dueño de casa y si así lo desea podrá pedir a su hija que lo haga, tanto para él como para el resto de los miembros del hogar (Shmirat Shabat Kehiljatá 43 nota 46).

Hay quienes acostumbran que además de las velas de Shabat que enciende la madre, todas las hijas que llegaron a la «edad de jinuj» enciendan velas y reciten la bendición. Esa es la costumbre de Jabad. Empero, según la mayoría de los juristas, sólo enciende velas el ama de casa  y esta es la costumbre extendida en el resto de las comunidades judías. Es bueno que cada mujer mantenga su tradición familiar en este tema.

03- Con qué se enciende y en qué número.

El segundo capítulo del Tratado de Shabat presenta un amplio debate respecto de «¿con qué se enciende y con qué no?». La regla general indica que la mecha debe ser blanda y absorbente para atraer al aceite de modo fluido, al tiempo que este debe ser del tipo que fluye con facilidad hacia la mecha. De no ser así, la flama saltaría alrededor de la mecha, la luz se vería disminuida y se corre el riesgo que, instintivamente, alguien procure arreglar la vela y profane la prohibición de encender fuego en Shabat.

Nuestros sabios dijeron que de todos los aceites aptos (ksherim), es particularmente bueno encender con aceite de oliva pues fluye a las mechas con facilidad y su luz es clara y diáfana (Shulján Aruj 264:6). Hoy en día, la mayoría de las mujeres acostumbran a encender velas de parafina, pues su luz es más potente y estable.

De este debate talmúdico se pueden inferir enseñanzas respecto de cómo establecer armonía en el hogar. Así como la mecha necesita ser blanda y absorbente al tiempo que el aceite debe ser liviano y de fácil absorción, asimismo los cónyuges deben unirse en virtud de su humildad. Así como mediante el encendido del fuego en la parte superior de la mecha se irradia la luz común a la mecha y el aceite, de la misma manera ambos cónyuges deben unirse, desarrollarse e iluminar mediante el fuego de la fe y la luz de la Torá. Ante la ausencia de un objetivo espiritual, el amor se marchita como todo ente material que se degrada. Empero, cuando existe un objetivo espiritual común que da luz a sus vidas, el amor gradualmente se intensifica.

Desde el punto de vista estrictamente halájico alcanza con encender una sola vela, pues mediante esta se puede iluminar el hogar. La costumbre extendida es encender dos velas, una simbolizando el precepto de «Recordarás» -«Zajor»- y la otra recordando el precepto de «Cuidarás» –»Shamor»– . Hay quienes acostumbran a encender una vela suplementaria por cada miembro de la familia, otros encienden siete velas por los días de la semana y otros encienden diez velas por los diez mandamientos. Todas las costumbres se llevan a cabo cuando la mujer pasa el Shabat en su propia casa, empero, si se hospeda en lo de otra familia se acostumbra a que encienda solamente dos velas (Shmirat Shabat Kehiljatá 43:3).

En el pasado, cuando la casa se iluminaba con velas, agregar más de éstas era considerado una excelencia –»Hidur»- en el cumplimiento del precepto, pues por su intermedio la casa se veía mucho más luminosa. Empero, hoy día que se usa luz eléctrica, agregar velas no tiene el mismo sentido original y alcanza con encender solamente dos simbolizando los preceptos de «Recordarás» y «Cuidarás».

Se acostumbra a que una mujer que se olvidó de encender velas de Shabat se sancione a sí misma encendiendo una vela más cada sábado de ahí en más (Ramá 263:1). Todo esto a condición de que por efecto del olvido no hubo luz alguna en el hogar; empero, si hubo luz eléctrica aunque no haya sido encendida en honor al Shabat, dado que el deleite del Shabat no fue anulado, no debe encenderse una vela suplementaria de ahí en más (ver Darkei Moshé, Beur Halajá ששכחה, Yalkut Yosef 263 nota 42).

04- La bendición del encendido.

Hay dos costumbres distintas en cuanto al encendido de las velas. Hay quienes acostumbran a recitar la bendición antes de encenderlas tal como lo indica la halajá en todos los preceptos, esto es, recitar la bendición con anterioridad al cumplimiento del precepto. Por lo tanto según esta costumbre primero se bendice: «Baruj Atá Hashem Elokeinu Melej Haolam Asher Kidshanu Bemitzvotav ve Tzivanu Lehadlik ner shel Shabat» y luego se procede a encender las velas. Así se decidió en el Shulján Aruj y así acostumbran a hacer algunas mujeres de origen sefaradí (Shulján Aruj Oraj Jaím 263:5, Iabía Omer 2:16).

Hay también quienes acostumbran a recitar la bendición después del encendido, pues de acuerdo con la opinión de algunos juristas, al mencionar el Shabat en la bendición la mujer que enciende está recibiendo el Shabat y por lo tanto ya no puede encender fuego (Baal Halajot  Guedolot). De acuerdo a la opinión de la mayoría  de los juristas, si la mujer para sus adentros piensa que al recitar la bendición no está recibiendo el Shabat, puede encender después del recitado. Sin embargo, la mayoría de las mujeres se negó a proceder de esta manera, por lo que se expandió la costumbre en la mayoría de las comunidades judías que las mujeres primero encienden y luego bendicen, y al recitar la bendición reciben el Shabat. Muchos juristas de las últimas generaciones confirmaron esta costumbre como válida y apropiada. A los efectos de que la bendición se considere anterior al encendido, las mujeres suelen cubrirse los ojos al recitarla y los descubren solamente al concluirla para disfrutar de la luz que irradian las velas. Así acostumbran a encender las mujeres ashkenazíes (Ramá 263:5) y algunas de las sefaradíes, tal como decretaron el Rabino Jaim Yosef David Azulay (Majazik Berajá 263:4) y el Ben Ish Jai (Halajot Segundo Año, Noaj 58:8). Así acostumbraron a encender las mujeres en Marruecos, Babilonia y otros países. De hecho, es bueno que cada mujer encienda de acuerdo con la tradición familiar que le inculcó su madre.

Cuando un hombre enciende velas de Shabat, como en el caso de un soltero o un viudo, deberá recitar la bendición con anterioridad al encendido, pues los hombres acostumbran a recibir el Shabat verbalmente tras el servicio de Minjá de viernes en el Kabalat Shabat (Shmirat Shabat Kehiljatá 43:30).

05- ¿Se puede cumplir con el precepto mediante iluminación eléctrica?

En caso de necesidad se puede cumplir con el precepto de las velas de Shabat mediante el encendido de una luz eléctrica, ya que en ese caso estamos ante algo similar a una vela pues el filamento incandescente es como la mecha y la electricidad como el aceite. Empero, hay quienes opinan que con un foco eléctrico no cumplimos, pues en el caso de la vela el material ígneo se encuentra junto a la mecha y en el del foco esto no es así. Sin embargo, la mayoría de los juristas opina que se puede cumplir con el precepto mediante el encendido de un foco eléctrico, pues en la halajá existe un consenso en cuanto a que la electricidad se asemeja al fuego y todo aquel que enciende una luz eléctrica en Shabat, por realizar la labor de encender fuego, profana el día y trasgrede la Torá. De todas maneras, es mejor cumplir con el precepto mediante el encendido de velas para así actuar conforme a todas las opiniones. Además al encender velas se pone más claramente de manifiesto que se trata de un encendido en honor al Shabat.

A priori, es preferible apagar la iluminación eléctrica antes de encender las velas y volver a encenderla, especificando que lo hacemos en honor al Shabat en el momento que estas son encendidas. De esta manera, el precepto se cumple con mayor excelencia con ambos tipos de iluminación simultáneamente. Además, si la iluminación eléctrica se encuentra encendida, resalta menos el encendido de velas a manos de la ama de casa. Por lo tanto, es bueno apagar la iluminación eléctrica unos minutos antes del encendido de las velas de Shabat, y cuando el ama de casa procede al encendido, que en primer término encienda la luz eléctrica e inmediatamente después las velas, y al recitar la bendición que la refiera a ambos encendidos. Todo esto es a priori, empero, en la práctica se puede encender las velas de Shabat aunque la iluminación eléctrica esté activada, y no hay que temer que se recite una bendición en vano puesto que el encendido de velas implica luz adicional en honor al Shabat (Ver en el inciso siguiente qué debe hacer quien se hospeda en un hotel).

06- ¿Cómo deben encender velas dos familias que comen juntas en Shabat?

Cuando una familia se hospeda en la casa de otra, hay quienes opinan que sólo el ama de casa debe encender velas recitando la bendición correspondiente, mientras que la invitada enciende velas sin recitarla, pues estamos ante la duda de si el encendido es necesario. Esta es la opinión del Shulján Aruj y esta es la usanza en muchas comunidades sefaradíes. De acuerdo a la mayoría de los juristas y entre ellos el Ramá, la invitada puede recitar la bendición del encendido, ya que cada vela adicional aumenta la luminosidad. Esta es la usanza de todos los ashkenazíes y de algunas de las comunidades sefaradíes, como el caso de los inmigrantes de Marruecos.

En la práctica, hoy en día esta duda es conciliable ya que en todas las casas hay varias habitaciones y se acostumbra a adjudicar una habitación a los invitados, y en ese cuarto, según todas las opiniones, la invitada puede encender velas y recitar la bendición. Si la cocina se encuentra separada del salón comedor, la invitada puede encender allí velas y recitar la bendición. De todas maneras el encendido más importante es allí donde se cena, pero es preceptivo que haya también luz en el resto de las habitaciones, por lo tanto cuando dos familias pasan juntas el Shabat es conveniente que el ama de casa encienda sus velas cerca de la mesa y las invitadas lo hagan en otros sitios, como por ejemplo, la cocina y los dormitorios (ver Mishná Berurá 263:38 y ver arriba inciso 2).

Es así que cuando se adjudica un apartamento especial para los huéspedes, conviene que la invitada encienda allí velas y recite la bendición. A los efectos de que se pueda disfrutar de la luz al regresar de la cena sabática, es menester que se enciendan velas grandes de larga duración. En caso de que las velas que se encienden sean de duración común, es conveniente que la invitada se quede a su lado hasta que oscurezca, o bien, que uno de los miembros de su familia antes de ir a la cena de los anfitriones pase por el apartamento y vea las velas. En caso de que nadie vea las velas una vez iniciado el Shabat no se lo estaría honrando, y en ese caso tanto el encendido como el recitado de la bendición serían en vano.

En los hoteles donde todos los huéspedes comen juntos en un mismo salón comedor, es bueno que sólo una mujer encienda y recite allí la bendición y las demás lo hagan en sus propias habitaciones (Shmirat Shabat Kehiljatá 45:9). Empero, en la mayoría de los hoteles está prohibido por temor a incendios que los huéspedes enciendan velas en las habitaciones. A tales efectos y para permitirles el encendido, se prepara una mesa especial en el salón comedor con velas para todas las señoras. Según la tradición ashkenazí y la de algunas comunidades sefaradíes, las señoras pueden encender allí sus velas y recitar la bendición. De acuerdo a la tradición de la mayoría de las comunidades sefaradíes, sólo la primera que enciende recita la bendición mientras que las demás lo hacen sin recitarla.

Existe otra posibilidad y es que una señora encienda velas en el comedor y recite la bendición y todas las demás enciendan un foco eléctrico en sus respectivas habitaciones, pues ya vimos en el inciso anterior que de acuerdo a la enorme mayoría de los juristas se puede cumplir el precepto de esta manera. Inclusive, quienes actúen conforme a la opinión de Ramá, es mejor que enciendan un foco eléctrico en la habitación, ya que es preferible  cumplir con el precepto de esta manera y no en un sitio en el cual algunas de las opiniones sostienen que no se debe hacerlo. Además, es mejor encender un foco eléctrico en la habitación que encender muchas velas en el salón comedor.

Empero, cuando los focos eléctricos del hotel son únicamente de gas neón, no se debe recitar bendición al encenderlos pues carecen de filamento incandescente como la vela. En este caso, según la tradición ashkenazí, es mejor que todas las señoras enciendan velas en el salón comedor. De acuerdo la usanza ashkenazí y de parte de las comunidades Sefaradíes se han de encender con recitado de la bendición y según la tradición de la mayoría de las comunidades sefaradíes, la primera señora en encender recita la bendición y las siguientes encienden sin recitarla. Quienes procuren cumplir el precepto con excelencia han de preparar un foco eléctrico de filamento incandescente y una toma de corriente con un «timer», para de esta manera cumplir con el precepto en su completitud en la habitación, encendiendo y recitando la bendición.

07- ¿Qué deben hacer los solteros o los casados que pasan Shabat fuera de sus casas?

El precepto del encendido de velas incluye dos elementos. El primero está vinculado al lugar, en cuanto a que la luz debe iluminar la habitación en la cual se lleva a cabo la comida sabática y, asimismo, es necesario que haya luz en los demás ambientes que serán usados en la noche de Shabat. El segundo elemento está vinculado a la persona, quien tiene el deber de encender velas en honor al Shabat, y por lo tanto, aunque hubiese ya una luz encendida sobre su mesa, en vísperas del Shabat debe apagarla, volver a encenderla y recitar la bendición en honor al Shabat. Al encender el ama de casa las velas, todos los miembros de la familia cumplen con el precepto.

En todos los casos en los cuales uno de los dos elementos está presente, se debe encender las velas y recitar la bendición, y cuando ambos elementos están ausentes, no se encienden velas de Shabat.

Por lo tanto, un hombre casado o un soltero que se hospedan en una casa de familia no precisan encender velas,  pues desde el punto de vista del encendido en el sitio donde se ha de comer el ama de casa ya lo hace; y desde el punto de vista del precepto personal es secundario al deber de los dueños de casa y así como ellos cumplen mediante el encendido del ama de casa, de la misma manera lo hacen los huéspedes.

Cuando el huésped se aloja en un apartamento separado y come junto a sus anfitriones, si se trata de un soltero acostumbrado a encender velas todos los sábados en su casa, según el aspecto del deber personal debe encender velas y recitar la bendición correspondiente allí donde dormirá. Empero, en el caso de un soltero que vive con sus padres o un casado, no tiene el deber de encender allí velas ya que hay quienes opinan que él cumple mediante el encendido de su esposa o madre en la casa y además el encendido de la anfitriona lo exime  de obligación. Desde el punto de vista del lugar, de todas maneras ya hay luz eléctrica en el apartamento en el cual se aloja. Por lo tanto, es bueno que el invitado le dé a los anfitriones un shekel para participar así del encendido de sus velas.

Quien ingiere la comida de Shabat en su habitación,  aunque esté casado o se trate de un soltero que vive con sus padres, desde el punto de vista del lugar debe encender allí las velas y recitar la bendición. En el caso de soldados, tanto casados como solteros, deben procurar que uno de ellos encienda velas y recite la bendición para todos en el comedor. Asimismo deben preocuparse que llegue algo de luz a las habitaciones en las cuales duermen.

Mujeres que acostumbran a encender velas Shabat tras Shabat, si bien desde el punto de vista estrictamente halájico quedan exentas del precepto con el encendido del ama de casa, se acostumbra a que no cumplan por ese intermedio para así poder realizar el precepto ellas mismas. Tal como vimos en el inciso anterior, los juristas están divididos en sus opiniones en cuanto a dónde podrán las invitadas recitar la bendición.