Mazorcas: Según la opinión de los que detentan la opinión más estricta, está prohibido ingerir los granos de maíz cuando se encuentran aún en la mazorca, ya que a veces se esconden entre estos sheratzim diminutos (tisanópteros) y la única manera de poder ingerirlos cuando provienen de un cultivo común es cortar los granos de la mazorca y lavarlos para asegurarnos que estén libres de sheratzim. Sin embargo, según las reglas de la Halajá y según el camino intermedio, dado que una persona común no los percibe a simple vista y cabe dudar si se encuentran o no, y además posteriormente los granos han de ser cocidos, alcanza solamente con lavar el choclo.
Las hojas de la cebolla de verdeo y del puerro: Según la opinión de los que detentan la opinión estricta es preciso cortar cada hoja en dos, ponerlas en remojo en agua con jabón y lavarlas frotándolas todo a lo largo, dado que a veces se encuentran en ellas sheratzim diminutos. Según las reglas de la Halajá no hay que temer por la presencia de sheratzim diminutos que una persona común no ve a simple vista. Según el camino del medio, es preciso cortar unos tres centímetros desde el punto de conexión entre la cebolla y la hoja y tirarlos, ya que allí el temor es mayor, y para el resto de las hojas alcanza con desarmarlas, ponerlas en remojo con un producto que disuelva el pegamento con el que los sheratzim se adhieren a las hojas y enjuagarlas sin necesidad de cortar cada hoja en dos.
En el caso de las frutillas o fresas, a veces hay ácaros diminutos con un diámetro de un tercio de milímetro que se ocultan en los hoyuelos de las diminutas semillas que se hallan sobre su cáscara.
Según la opinión de los que detentan la opinión más estricta, está prohibido ingerir frutillas o fresas provenientes de un cultivo común en el campo a menos que se les pele su cáscara o se las ponga en remojo con un producto que disuelva el pegamento que adhiere a los sheratzim a la superficie del fruto y se las lave cepillando de modo sistemático su cáscara. Sin embargo, según las reglas de la Halajá, dado que una persona común no puede percibir estos ácaros diminutos a simple vista, no resulta necesario buscarlos. Según la opinión del camino del medio, es preciso cortar el sitio de conexión de la fresa con la rama o pedículo, ponerlas en remojo con un producto que disuelva el pegamento que adhiere a los ácaros a la superficie del fruto y enjuagarlas bien. Así debe procederse también con las frambuesas y las moras.