La división de las supervisiones entre “kasher” y “kasher lamehadrín” existe en las fábricas de alimentos y en los restaurantes, pero en la práctica, es más sencillo supervisar debidamente las grandes fábricas que a los segundos, ya que en los sistemas de producción masiva el supervisor debe inspeccionar previamente todos los ingredientes empleados en la elaboración y luego cerciorarse de que la fábrica continúa manejándose de acuerdo con los parámetros acordados. Además de ello, para una industria grande es más sencillo pagar una supervisión estricta, y así, en la práctica resulta que la kashrut común en esa área de actividad tiene un nivel de excelencia similar a la mehadrín.
Sin embargo, en los restaurantes que se dedican a preparar diferentes tipos de alimentos, la labor de la supervisión se torna más compleja pues es preciso inspeccionar un sinnúmero de componentes adquiridos a diferentes proveedores que a veces suelen cambiar. Además, como la preparación y cocción de los alimentos es realizada manualmente y por personas que generalmente no son expertas en Halajá, suelen surgir inconvenientes. A los efectos de supervisar por completo un restaurante, sería preciso asignar a un supervisor adjunto que esté presente constantemente, pero ello resulta económicamente imposible para la mayoría de los establecimientos. Por lo tanto, el Rabinato lleva a cabo una inspección básica que confía en que tanto el dueño del local como los trabajadores habrán de cumplir con las reglas de kashrut que les fueron indicadas, y el supervisor habrá de presentarse de vez en cuando para inspeccionar y certificar que las instrucciones fueron cumplidas. Por su parte, en el caso de la certificación mehadrín, la supervisión es permanente, lo cual asegura que la kashrut sea del más alto nivel.
Por lo tanto, quien no está acostumbrado a observar un grado de kashrut mehadrín es bueno que proceda con excelencia y prefiera un restaurante que posee este tipo de certificación o al menos uno que pertenezca a una cadena que tiene el recaudo de mantener un alto el nivel en la calidad de sus productos.
Esto se refiere especialmente a los restaurantes cárnicos, pues la tentación de engañar en este rubro es grande ya que el precio de la carne kasher es el doble que la taref, y si se hace la cuenta mensual, se trata de una ganancia muy importante. Además, las prohibiciones que vienen asociadas a la ingesta de carne son muy graves. Sin embargo, quien desee confiar en la kashrut común de un restaurante cárnico puede hacerlo, y si bien la probabilidad de que en alguna oportunidad termine ingiriendo carne taref es más elevada, todo tiempo que el establecimiento gastronómico exhiba un certificado de kashrut implica que tiene lugar una labor de supervisión que evita que ello ocurra en la mayoría sino prácticamente en la totalidad de los casos, y por ello, a los efectos de la Halajá, el alimento que este sirve se asume como kasher. En caso de que el cliente desee hacer algo que habrá de resultar beneficioso tanto para él como para el resto de los comensales, es correcto que pida hablar telefónicamente con el supervisor y se cerciore con este de que en efecto el alimento es kasher. Este tipo de interés mejora el nivel general de la kashrut porque motiva al dueño del establecimiento y al supervisor a cumplir con la normativa que rige sobre ellos.
Cuando la validez del certificado de kashrut vence, no se debe confiar en el dueño del restaurante si este arguye que el local sigue estando inspeccionado, pero sencillamente se olvidaron de traerle el nuevo certificado, debiéndose llamar al representante del rabinato para escuchar de su boca que el comercio en cuestión sigue estando supervisado de acuerdo con la Halajá.
En los salones de eventos que están certificados con kashrut común, cuando se encuentra en estos un supervisor fijo que inspecciona constantemente la preparación y el servicio de todos los alimentos, el nivel de supervisión es bueno. Pero si el supervisor solo llega de vez en cuando, por lo general la situación imperante es de menor calidad ya que la tentación de engañar es muy fuerte. Por lo tanto, quienes contraten las instalaciones de un salón para un evento deben pedir reunirse con el supervisor de kashrut, y solamente corresponde cerrar el trato si este testifica que los alimentos que van a recibir serán aptos.
Los hoteles grandes y medianos suelen disponer de una mejor supervisión que la de los restaurantes porque la cantidad de alimentos preparados es mayor y por ende la inspección es más permanente. Aun así, es bueno que quienes acostumbren a proceder con excelencia en cuestiones de kashrut pidan hablar con el supervisor para escuchar de parte suya que la normativa vigente se cumple como corresponde.