A raíz del pecado del primer Adam el mundo descendió de nivel, tanto la muerte como la impureza hicieron su aparición, y el hombre fue castigado con el hecho de que la obtención de su sustento implicará dolor y sufrimiento, hasta que fallezca y su cuerpo retorne a la tierra de la cual fue hecho. E incluso la vida de familia, la pareja y el nacimiento vendrán acompañados de dolor y sufrimiento, tal como fue dicho (Bereshit-Génesis 3:16): “A la mujer dijo: Incrementar habré de incrementar tu tensión en tu gravidez, con tensión parirás hijos, a tu marido desearás. Más él te dominará”, lo cual fue explicado por nuestros sabios de la siguiente manera: “‘Incrementar habré de incrementar tu tensión en tu gravidez’ se refiere a los sangrados de la mujer, la sangre del período, la de la pérdida de la virginidad, el sufrimiento que implica la crianza de los hijos y el dolor del embarazo” (Tratado de Eruvín 100(B)). O sea, “la impureza de la nidá (período) y de la zivá (el otro flujo de sangre) proviene del pecado de Javá… porque antes de este, las mujeres no merecían pasar por estas situaciones, eran puras y no sangraban” (Tzror Hamor a Parashat Tazría).
A consecuencia del pecado, el mundo en su totalidad descendió de nivel, se fragmentó y se llenó de defectos y carencias, por ello, junto con la alegría por todo lo bueno que hay en él, este viene acompañado de dolor y de tristeza, al punto de que no hay alegría libre de crisis o exenta de todo pesar. Aquella persona que haga caso omiso del dolor o de las carencias, se desmoronará y fragmentará, y tanto su dolor como su sufrimiento se incrementarán. Por lo tanto, la consciencia de los seres humanos respecto del castigo que recibieran Adam y Javá por su pecado, así como por el dolor y el sufrimiento que acompañan sus vidas, es la clave para poner en movimiento un proceso por medio del cual puedan reparar gradualmente dicho quebrantamiento, hasta que finalmente alcancen un nivel más elevado que el que tenían anteriormente, pues el encumbramiento de quienes retornaron en arrepentimiento es superior que el de justos íntegros que jamás pecaron (Tratado de Berajot 34(B)). Los numerosos preceptos vinculados a la impureza y a la pureza ponen de manifiesto la carencia y allanan el camino para su reparación.