Nuestros sabios establecieron que luego de que el novio se une a su novia virgen, cumpliendo ambos plenamente con la cópula preceptiva, la novia queda impura a raíz del sangrado producido por la pérdida de la virginidad. No obstante, una vez que el novio eyaculó, no debe tener prisa en apartarse, pudiendo continuar abrazando a su esposa y manteniendo la misma postura de la cópula. Cuando así lo decidan, el novio habrá de separarse, comenzando entonces las prácticas de separación propias de los días de nidá.
Según la Torá, la sangre producida por la rotura del himen se considera sangre de una herida o de un golpe, o sea, sangre producida por una lesión, que por ende, no impurifica. Sin embargo, los sabios temieron que a raíz del entusiasmo de la primera unión y ante la pérdida de la virginidad, junto con el sangrado producto de la rotura del himen, salga del útero otra sangre que sí impurifica.
Al parecer, también temieron que, en caso de adoptar una actitud flexible en lo concerniente a la sangre producida por la pérdida de la virginidad, este sangrado podría mantenerse en las siguientes uniones de manera ininterrumpida, por lo que la herida no tendría cuándo cicatrizar; y así, al llegar el período menstrual, podría haber quien se equivocare al pensar que sigue tratándose de sangre producto de la pérdida de la virginidad, y transgredan la prohibición de “caret”. Particularmente en los días inmediatamente posteriores al casamiento en los que el deseo de los novios se incrementa, y de no establecer un cerco protector que prohíba cualquier tipo de sangre, podrían llegar a incurrir en una conducta prohibida.
Incluso si después de la unión la novia no hubiere visto sangre, los novios deberán apartarse siguiendo las normas de la nidá, ya que como la novia es virgen, resulta probable que se haya producido algún tipo de sangrado que pudiera haberse disipado o resultado cubierto por el semen. Esto es así a condición de que ambos cónyuges estén seguros de que entre ellos hubo una unión completa, de modo tal que el órgano masculino haya entrado completamente en la vagina y eyaculado en su interior. Pero en caso de que dudaren al respecto, si vieren sangre sobre la sábana o sobre el paño con el cual se limpiaron, la novia quedará impura, y si no vieren sangre, seguirá estando pura. Solamente tras haber mantenido una unión completa, aunque no hubieren visto sangre, la novia quedará impura, pues quizás se haya producido un sangrado que los novios no lograron percibir. A los efectos de salir de toda duda, es preferible que utilicen sábanas y prendas de colores oscuros sobre las que no resulta posible ver manchas de sangre, de modo tal que en caso de que dudaren si mantuvieron o no una unión completa, no precisarán apartarse.
En el caso de una novia no virgen, por ejemplo, una viuda, una divorciada o una soltera que ya mantuvo anteriormente relaciones sexuales por fuera del marco de la santidad, esta no se impurifica en la primera unión ya que no experimenta el sangrado producido por la pérdida de la virginidad (dam betulím).