04 – Las diferencias entre el manantial y la mikve

Existen dos tipos de acumulación de agua sobre la tierra: 1) El manantial cuyo origen es en aguas subterráneas, esto es, agua que brota de la tierra. 2) Un pozo en el cual se reúnen (nikavim) aguas de lluvia y recibe el nombre de mikve, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:36): “Empero, solo el manantial o la cisterna -reunión (mikve) de aguas- será pura”.

El agua del manantial es apta para la inmersión también cuando fluye, en cambio, las aguas de la mikve deben estar en reposo (ashboren), es decir, cuando permanecen en su lugar, ya que las aguas son aptas cuando se encuentran en su estado natural. Las aguas de la lluvia descienden del cielo, y mientras fluyen, su estado es transitorio y no fijo, y solo cuando se reúnen en un sitio, se mantienen allí y es posible usarlas. Por su parte, el manantial continuamente brota y fluye, y dado que ese es su estado natural y de uso, es apto para la inmersión también cuando sus aguas fluyen (Mishná Tratado de Mikvaot 1:7-8, Shulján Aruj 201:2).

Un manantial en cuyo interior cayere otro tipo de líquido, por ejemplo, vino tinto, si bien este pudiera haber alterado el aspecto del agua, dado que las aguas del manantial son consideradas “aguas vivas” (maim jaím), seguirá siendo apto para sumergirse. Por su parte, en el caso de una mikve en cuyo interior cayere vino tinto y este pudiera haber alterado el aspecto del agua, dado que el color del agua de la mikve se vio modificado por un líquido que no es agua, la mikve dejará de ser apta. Sin embargo, dado que en la mikve ya había previamente 40 seá de agua apta, se podrá agregar más agua extraída del aljibe (o de la canilla o grifo – sheuvim) hasta que el aspecto del agua de la mikve retorne a su estado inicial y entonces volverá a ser apta. En caso de que la apariencia del agua de la mikve cambió por causa de llevar mucho tiempo allí estancada o porque se lavaron allí utensilios -la mikve continuará siendo apta (Shulján Aruj 201:25-28).

El manantial, al igual que la mikve, precisa de una cantidad de 40 seá de agua para que una persona se sumerja en él, pero si las aguas fluyen, se suma la totalidad de esta desde donde brotan y hasta el final de su curso para calcular las 40 seá (Shulján Aruj 201:1).

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