Hay consenso en cuanto a que no es preciso revisar los sheratzim diminutos que son imperceptibles para el ojo humano, ya que la Torá ordenó al hombre conforme a su capacidad visual natural. El problema radica en que resulta difícil establecer cuál es el tamaño del sheretz a partir del cual es preciso revisar, porque la capacidad visual de las personas varía de una a otra, y depende también del color del sheretz y del trasfondo sobre el cual se encuentra. Una persona poseedora de una buena capacidad visual puede ver microbios grandes de cinco centésimas de milímetro sobre un trasfondo blanco, pero cuando el color del sheretz se asemeja al del trasfondo sobre el cual se encuentra, aunque su tamaño sea diez veces mayor será imposible verlo, y solamente los expertos en la cuestión podrán hacerlo. También en el caso de un sheretz de dos milímetros de longitud, los poseedores de una buena capacidad visual no siempre logran captarlo, pero si se les señala, lograrán verlo. O sea, la captación del sheretz depende de varios factores: 1) El tamaño. 2) La calidad de la visualización. 3) El color del sheretz y el trasfondo sobre cual se lo observa. 4) El conocimiento de los sheratzim. 5) El estado del sheretz, si repta es más fácil percibirlo.
Hay quienes adoptan una actitud más estricta y entienden que cuando se trata de una verdura o una fruta que es considerada propensa a tener sheratzim resulta obligatorio revisarla de cualquier tipo de sheretz que sea visible en condiciones óptimas. Cuando resulta difícil de revisar en condiciones habituales, es preciso recurrir a la ayuda de expertos en la cuestión o utilizar una mesa luminosa y similares, y solamente después de que resulte claro que no hay sheretz alguno, se podrá proceder a su ingestión.
Cuando no resulta posible realizar una buena revisación está prohibido ingerirla. Por ello, quienes detentan una actitud más estricta instruyeron que no se ingieran verduras tales como choclos o coliflor sin previamente haberlas revisado como corresponde, y redactaron una serie de libros a los efectos de definir la situación de cada especie, los tipos de sheratzim que suelen presentar y cómo deben ser revisados (Rav Vaie y Rav Revaj).
Por otra parte, hay quienes adoptan una actitud más flexible pues entienden que la halajá se fija de acuerdo con la visión efectiva de las personas, y no está prohibido ingerir una fruta o una verdura que contienen sheratzim diminutos que personas con una buena capacidad visual no logran detectar mirando normalmente. En virtud de ello, durante muchas generaciones los hijos de Israel acostumbraron a no adoptar una actitud estricta en esta cuestión para no menospreciar la opinión de los sabios medievales (rishonim).