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Le agradezco a HaShem por haberme ayudado y concedido el privilegio de llevar a término la redacción de las leyes de la pureza familiar. Estas normas, que se ocupan de la purificación de la mujer para su marido, de los días en los que impera la prohibición del contacto entre los cónyuges, y de todas las reglas protectoras que existen alrededor de estas, son el fundamento del hogar judío. La observancia de las leyes de la pureza familiar implica un gran sacrificio, y la santificación que se genera es proporcional a la envergadura de la abnegación, “La recompensa es de acuerdo al esfuerzo” (Avot 5:23). La santidad es el apartarse de la carencia, de la desviación y de la muerte, y en virtud de ello, la comunión con la esencia de la vida y su origen Divino. En principio, parecería que el amor desea expandirse ilimitadamente, pero cuando se extiende por este mundo en ausencia de límites, pierde de su vitalidad y se desvigoriza, y en su camino descendente, genera crisis, desilusiones y deja víctimas en el camino. El Santo Bendito Él quiso ameritar al pueblo de Israel y en virtud de ello nos dio el precepto de la pureza familiar, para orientar y potenciar el amor entre marido y mujer, elevarlo al grado de la unificación superior que está conectado a la eternidad.
Esta pureza de la mujer para con su marido es tan profunda y oculta, que incluso la destrucción del Templo de Jerusalém y la suspensión del régimen de la pureza en el pueblo de Israel no la dejaron sin efecto, y es el fundamento de la santidad y la vida de todos los hogares de Israel. El secreto de la existencia y la perduración del pueblo judío a lo largo de todos los exilios y sus padecimientos; así como su prodigiosa adhesión a la gran visión de la reparación del mundo bajo la soberanía de D’s -Tikún Olám BeMaljut Shadái- a la luz de la guía de la Torá, están vinculados a la observancia de la pureza y la santidad en el seno de los hogares israelitas. Cónyuges que se cuidan y se alejan de la impureza, cuentan los días y se purifican de cara a su renovado encuentro en santidad, atraen la profundidad de la santidad al interior de sus vidas, haciendo que una chispa Divina se revele en su amor y en su alegría, y sus vidas se transformen en un eslabón esplendoroso en la revelación de la Palabra de HaShem en el mundo, y en el fundamento de la construcción del Templo Sagrado de Jerusalém, de la redención del pueblo de Israel y del mundo todo.
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Al igual que en el resto de los libros de la colección de “Pninei Halajá”, en la presente obra mi objetivo es definir bien los fundamentos de la Halajá para que los detalles que se derivan de estos puedan ser claramente entendidos, de modo tal, que no resulte necesario abundar en pormenores ni en ejemplos.
La regla general que persigo es que los preceptos de la Torá deben ser comprensibles para todos los hijos de Israel, para que todo judío pueda observarlos sin verse agobiado por la duda y sin precisar recurrir constantemente a la guía de un erudito, ya que este tipo de consulta está destinado a casos especiales y poco frecuentes. Sin embargo, en las halajot inherentes a nuestro tema, se da mucho más la necesidad de consultar a una autoridad rabínica, especialmente en el primer año del matrimonio; por otra parte, justamente en estas normas resulta importante lograr una cabal comprensión, aquella que conduce a una observancia y viene acompañada de una identificación con la norma.
Así, el cumplimiento de estas halajot elevará y santificará a los cónyuges. A medida que la tierra se va llenando de conocimiento en diferentes áreas de la ciencia, de igual manera y aun en una mayor, precisa colmarse de conocimiento en el [ámbito de lo sagrado, en el estudio de la Torá y su comprensión. Esto es así ya que el conocimiento de la Torá eleva e inspira a todo hijo de Israel, permitiéndole efectivizar la totalidad de sus talentos y habilidades en todas las áreas de su quehacer, para el esplendor de la Torá, del pueblo judío y de la tierra de Israel. Este es el camino por cuyo intermedio el pueblo de Israel podrá realizar su cometido de revelar la Palabra de HaShem en el mundo e influir bendición a todas las familias de la tierra.
En algunas áreas fue necesario profundizar nuevamente en los fundamentos de los debates existentes sobre los temas, y ver cómo al hacerlo, los disensos se reducen considerablemente. Asimismo, tuvimos el mérito de que en nuestros días se hayan reunido en el suelo patrio millones de judíos provenientes de los cuatro confines de la tierra, y que las tribus se casen una con la otra, por lo que en la actualidad tenemos tanto el privilegio como el deber de estudiar simultáneamente las costumbres de las diferentes congregaciones y los dictámenes de todas las autoridades halájicas, para llegar a un fundamento halájico común en todas las comunidades, a la vez de preservar las diferentes costumbres de los distintos grupos, y procurar acercar las diferentes ramas de la Halajá una a la otra, tal como lo hacen los sabios de la tierra de Israel, que se deleitan unos a otros con el estudio de la Halajá (Tratado de Sanedrín 24(A)).
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Es este el lugar oportuno para agradecer a los rabinos de quienes aprendí a dictaminar en estas leyes en mis primeros años de ejercicio del rabinato: a mi maestro y rabino el Rishón Letzión Rabí Mordejai Eliahu, de bendita memoria, con quien tuve el privilegio de poder fungir brevemente como uno de sus colaboradores; a mi tío el Rabino Eitán Eisman shlita, quien junto con su entrega y dedicación a la dirección de las instituciones educativas Tzviá y Noam durante décadas, ha sido un instructor y un experto en el dictamen halájico en estas cuestiones para cientos y miles de egresados de Yeshivat Merkaz HaRav y para los residentes del barrio jerosolimitano de Kiriat Moshé; y a mi vecino de tantos años, el Rabino Eliakim Levanón shlita, rabino jefe de la localidad de Elón Moré y rabino del Consejo Regional Shomrón.
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Es para mí un gran privilegio poder agradecer a todos aquellos que han ayudado en la elaboración de la presente obra y la dilucidación de los diferentes temas en ella tratados, en primer lugar, al Rabino Maor Kayám, director del Instituto contiguo a la Yeshiva de Har Berajá, quien me ha acompañado a lo largo de todo el proceso de estudio, se alegra por mis explicaciones e innovaciones, y al mismo tiempo, las critica estrictamente. En virtud de su profunda comprensión de la dinámica de la Halajá y la forma en que debe ser redactada, coordinó el estudio de los miembros del instituto que dirige para que puedan contribuir de un modo óptimo en la elucidación de los temas en discusión. Asimismo, he de agradecer desde la profundidad de mi corazón a los brillantes miembros del instituto: al Rabino Yonadav Zar, al Rabino Efraim Shajor, al Rabino Yair Weitz, al Rabino Dany Keller y al Rabino Aharón Friedman. De igual forma, he de agradecer a dos jóvenes estudiosos de la Torá que se han incorporado al instituto y han realizado su aporte: al Rav Eliá Gottlieb y a David Schatz. Cada uno de los miembros del instituto ha hecho un aporte general al libro, y además de ello, ha profundizado de un modo minucioso en el análisis de determinados temas. A ellos de les sumó el Rabino Oren Matza, quien, en virtud de su gran sabiduría y puntillosidad, ayudó en la revisión de la presente obra, así como a la de los demás libros.
En este contexto, he de agradecerle al Rabino Yzhar Ashur, jefe de cátedra de la Yeshivá y rabino de la sinagoga que sigue el rito jerosolimitano en nuestro poblado, y al Rabino Oren Djabash, jefe de cátedra en la Yeshivá y rabino de la sinagoga yemenita de nuestra localidad. Hace cuestión de diez años, cuando nuestro poblado creció y las preguntas se multiplicaron, los sumé a mi persona como destinatarios de las consultas en cuestiones vinculadas a la pureza, y ellos fueron también socios en el estudio y aportaron su porción. Quisiera agradecerle también al Rabino Netanel Rozenstein por su dedicación a la redacción del índex. Extiendo un agradecimiento a todos los rabinos y rabaniot que estuvieron en contacto con el Rabino Maor Kayám o con mi esposa, recibieron los borradores y formularon preguntas, realizaron observaciones y expresaron también sus críticas, y gracias a ellos la presente obra está más pulida y clara. Entre ellos, mi amigo de la juventud el Rabino Uri Radman, el Rabino Eli Reiff, el Rabino Abraham Stav, el Rabino Uri Lifshitz, la Dra. Ruthie Shapira y la Sra. Navit Tzadik.
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Quisiera dedicarles un especial agradecimiento a los residentes de Har Berajá, ya que gracias a sus preguntas pude profundizar en este tema. Asimismo, pudimos estar en contacto con algunos doctores y doctoras que nos ayudaron tanto en la aclaración de las diferentes situaciones médicas, como también sobre el tratamiento necesario para resolverlas. He de mencionar especialmente al Dr. Avi Galón, padre del rabino Gur Galón, jefe de cátedra en nuestra Yeshivá, que es un ginecólogo experimentado, y junto a él, tuve el privilegio de poder analizar diferentes cuestiones en esta área. Asimismo, he de mencionar a la Dra. Onit Sela Gutman, que en su carácter de excelente ginecóloga ayuda mucho a mi esposa, y también revisó los pasajes vinculados al área médica de la presente obra, realizando observaciones al texto que resultaron ser de una gran utilidad. He de mencionar también al experimentado galeno Dr. Rafael Kayám, padre del Rabino Maor Kayám, que siempre estuvo a nuestro lado aconsejando y ayudándonos a esclarecer cuestiones vinculadas al área médica.
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Un especial agradecimiento para mi querida esposa Inbal, que además de la singular ayuda que me prestó en esta cuestión, dedica sus energías al engrandecimiento y el enaltecimiento de la Torá, al éxito en el estudio y a la edición de libros para beneficio del público en general, todo ello a la vez que atiende abnegadamente a nuestra numerosa familia. Quiera D’s que tengamos el mérito de ver a todos nuestros hijos e hijas, nietos y nietas, superarse en el estudio de la Torá y la observancia de los preceptos, formar buenas y esplendorosas familias, plenos de verdad, benevolencia y paz por siempre.
Desde mi primer día como rabino, adoptamos la práctica que sobre cuestiones de pureza familiar las mujeres consulten a mi esposa. Así, mi mujer se convirtió en partícipe en la elucidación de las consultas, al punto de que, en muchos casos, preferí que todas las consultas complejas sobre estas cuestiones llegasen por su intermedio. De ese modo, en caso de resultar necesario, ella puede enseñar a las consultantes cómo revisar, o, gracias a su ojo certero puede averiguar más en profundidad si la mancha en cuestión pudo haberse producido por otras causas. En caso de resultar necesario, en algunos casos, se puede derivar a la señora consultante a una cita médica, y en otros, darle apoyo y consuelo.
Este es el lugar adecuado para agradecer a las cerca de mil señoras de todo el país, que, en el marco del fórum establecido por mi esposa, aceptaron responder a diferentes preguntas en lo que refiere a la definición del sentir, a cómo determinar las menstruaciones, a las costumbres de alejamiento, a la inmersión ritual y más cuestiones que nos fueron surgiendo durante el estudio.
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Cabe destacar y elogiar algunos de los libros que fueron escritos en la última generación y realizaron aportes de importancia al estudio de estas cuestiones. “Darkei Tahará” de mi maestro y rabino, el Rishón Letzión Rabí Mordejai Eliahu, de bendita memoria, que más allá de haber sido un gran erudito y estudioso de la Torá, era un dictaminador halájico experimentado poseedor de un agudo sentido de conocimiento de la realidad y de las personas, cuya pericia a la hora de sentenciar (posek) recibe una clara expresión en este su libro. “Badei HaShulján” del Rabino Shraga Faivel Cohen. “Shulján Aruj Hamevoar – Metivta” editado por “Oz VeHadar” sobre las leyes de nidá con prólogos y notas al pie de página; y los libros de la colección “Otzar HaHalajá”. A pesar de que a veces su trabajo adolece de alguna carencia en cuanto a la exactitud y el balance entre las autoridades halájicas citadas, en términos generales su labor es estupenda. Cabe destacar también la serie de libros “Taharat HaBait” escritos por el Rishón Letzión” Rabí Ovadiá Yosef, de bendita memoria, en cuyos grandes volúmenes analizó y aclaró numerosas cuestiones con gran extensión y detalle “devolviendo la corona a su antiguo sitial” en cuanto a que volvió a ubicar la opinión del Shulján Aruj -que se apoya en la opinión de la mayoría de los grandes juristas y en la base de las reglas generales del dictamen halájico- en el centro de la escena.
Durante generaciones, prácticas pietistas se transformaron en actitudes estrictas obligatorias, por lo que existe una gran necesidad de volver a ubicar a la Halajá en su justo término, especialmente en esta área, en la cual la adopción de una actitud estricta puede conllevar percances y dificultades. En este contexto, cabe recordar especialmente al Rabino Zejariá ben Shlomó shlita, y su libro “Orot HaTahará”, en el cual con gran sabiduría y aplicando el principio de que se le debe dar preeminencia a la actitud más flexible, se dedica a purificar a la mujer para su marido. Sus méritos son incontables. Tuvo también en consideración a la tradición de los judíos oriundos del Yemen, pues en algunas cuestiones, la opinión del Rambám y la costumbre yemenita indica adoptar una actitud flexible, tal como se explica en el bello libro del Rabino Tzfaniá Arusi shlita titulado “Taharat Moshé”.
Cabe mencionar dos libros importantes más: “Shiurei Shevet HaLeví” del Rabino Shmuel Haleví Wozner y “Jut HaShaní” del Rabino S. I. Nisim Karelitz. Asimismo, “Ysh VeYshá” del Rabino Eliashiv Knohl, “Avnei Shoham” del Rabino Paniri y “Mishmeret Tahará” del Rabino Karp. De igual manera, he de mencionar para bien a mis compañeros de la Yeshivá Merkaz HaRav, al Rabino Menajem Bursztin shlita, director del Instituto Puá y autor de los libros titulados “Puá” que este instituto ha editado, en los cuales hay un tesoro escondido de ideas y opiniones de diferentes eminencias halájicas solventadas por una preparación médica actualizada.
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Un gran agradecimiento para mi padre y maestro, el Rabino Zalman Baruj Melamed shlita, decano de la Yeshivá de Beit El y rabino de la localidad homónima, y para mi madre y maestra, pues todos los fundamentos de mi Torá y mi pensamiento los recibí de ellos.
Agradezco también a todos aquellos que se dedican a la sacra labor de construir a diario la yeshivá y publicar los libros: al director de Yeshivat Har Berajá el Rabino Ya’akov Weinberger, al director de la editorial Yoni Buzaglo, a quienes les antecedieron en la dirección de la yeshivá y en la publicación de los libros: al Rabino Ya’akov Katz, a Dudu Sa’ada, a Shmuel Avital, a Israel Sa’adia, a Shalev Kayám, al Rabino Yoguev Cohen y a Jaím Margolis. Ojalá que HaShem, bendito sea, otorgue inteligencia y bríos a todos aquellos que colaboran con esta labor, para que puedan realizarla exitosamente, tengan el mérito de formar familias espléndidas y HaShem colme para bien todos sus anhelos.
Eliezer Melamed
Nisán del 5781