06 – Guía y recomendaciones para la elección de un médico

Es preceptivo para todo ser humano cuidar de su salud, especialmente en el caso de una mujer que está por dar a luz, la cual debe cuidarse aún más, porque de su salud depende también el bienestar de su embarazo. En el pasado, los médicos efectuaban una revisión vaginal interna únicamente en caso de que la mujer se quejase por dolores intensos o un sangrado abundante. Sin embargo, en las últimas generaciones, en virtud del desarrollo de la medicina y su ramificación en subespecialidades, se estableció una especialidad separada para la ‘atención médica de mujeres’ a la que se denominó ginecología estableciéndose protocolos de revisaciones tanto internas como externas con el objetivo de prevenir afecciones previas al embarazo, durante su curso y posteriores al alumbramiento, e incluso durante la menopausia, a los efectos de evitar enfermedades tales como el cáncer. En el caso de una mujer que tiene dificultades para concebir, existen revisaciones y terapias suplementarias. En el marco del deber de cuidar la salud, es preciso efectuar todas las revisaciones recomendadas sin excederse en las preocupaciones y sin llevar a cabo estudios que no son necesarios de acuerdo con la opinión mayoritaria de los médicos. En la actualidad, en el Estado de Israel que cuenta con un buen servicio de salud, cabe decir que es preciso efectuar aquellos estudios que están incluidos en el financiamiento básico de los seguros médicos públicos, pero no otros estudios suplementarios. Ya que si los seguros médicos públicos no lo cubren cabe suponer que por lo general no resultan indispensables, y están destinados a dolencias o problemas especiales o para personas que temen por su salud más de lo comúnmente aceptado. Quienes gozan de un seguro poseedor de una cobertura mayor, cabe efectuar todos los estudios que la póliza en cuestión cubre, pues dado que el titular del seguro optó por adoptar una cobertura más amplia, de ello se deduce que para él estas revisaciones también se consideran como parte del seguimiento estándar.

Una mujer puede revisarse con un doctor varón ya que el doctor en cuestión se dedica a su profesión y su contacto con la paciente persigue un objetivo puramente médico y destinado a curar. Además, si fuese descubierto procediendo con sus pacientes de sexo femenino de un modo improcedente, su sustento se vería perjudicado. El doctor y la paciente deben tener el recaudo de no permanecer a solas en una habitación cerrada con llave. O, en su defecto, que se sea sabido que un miembro del equipo médico puede tener que ingresar en cualquier momento, y en caso de que golpee la puerta y no se le abra de inmediato, se despertaría sospecha. Cuando un médico atiende en un sitio en el cual no hay otras personas, y tampoco su esposa está allí presente, la paciente deberá venir a la consulta acompañada de su marido, su hermana o su madre.

Se debe preferir recurrir a un médico temeroso del cielo, ya que el área ginecológica requiere de una sensibilidad especial hacia los aspectos halájicos. Por ejemplo, cuando una mujer precisa evitar el embarazo durante el amamantamiento o con posterioridad a él, las píldoras destinadas a ello suelen generar sangrados que conllevan la impurificación, y el médico debe ser consciente de ello y hacer todo lo posible por evitarlos. Asimismo, cuando se requiere de un tratamiento de fertilización o practicar una interrupción de embarazo, es preciso conocer la halajá a los efectos de proponer la terapia adecuada. No obstante, en caso de necesidad, se puede acudir a cualquier doctor, y en caso de que surgiera cualquier tipo de pregunta consultar a un rabino competente.

En el Estado de Israel, donde la medicina pública es de las mejores del mundo, en el caso de tratamientos rutinarios es preferible acudir a un médico que atiende en el marco del sistema de salud público (kupat jolim), ya sea porque no es preciso incurrir en gastos cuando la persona cuenta ya con la cobertura, o ya sea porque cuando una persona que no es especialmente adinerada acude a un tratamiento privado, cabe temer que a los efectos de evitar desembolsos suplementarios, se prive de exámenes o de tratamientos necesarios.

Es preferible acudir al doctor o a la doctora de siempre -médico de cabecera-, porque hay diferentes problemas que se resuelven mediante el proceso de ensayo y error, y en la medida que el médico conozca mejor a la paciente, podrá ajustar el mejor tratamiento. Pero si cada vez que a la paciente se le presente un problema habrá de acudir a otro médico, a la postre resultará que tomará más tiempo resolverlo. No obstante, en casos especiales se necesita recibir una segunda opinión de otro médico, y en ese caso, es importante coordinarlo con el médico habitual.

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