Cuando la unión de la pareja resulta sumamente dolorosa, y tras varios intentos los novios ven que no logran romper la membrana del himen, ya sea porque resulta ser particularmente gruesa o porque los cónyuges son especialmente temerosos, es preciso dirigirse a una doctora para que ella abra el himen por medio de un sencillo procedimiento quirúrgico.
En la práctica, si bien saldrá sangre producto de esta intervención -la novia no se impurificará, ya que el decreto rabínico indica que la novia habrá de impurificarse por efecto del sangrado que se produce durante la unión, ya que quizás, en virtud de la excitación que le produce la unión al novio salga también de su útero sangre menstrual o producto de la ansiedad romántica o ‘sangre del deseo’ (dam jimud), pero cuando el himen es abierto por medio de un procedimiento médico no hay lugar para temer que ello ocurra. Luego, aunque la novia viere sangre producto de haber mantenido relaciones, se tratará de sangre proveniente de una herida que no impurifica, ya que se deriva de la lesión que quedó en la propia vagina y no del himen en sí.
Asimismo, quien no lograre seguir la recomendación aquí expuesta en el inciso anterior, podrá acudir donde una doctora para que revise si su himen se abrió o no por completo, y en caso de que viere que una parte de este aun bloquea la entrada, habrá de abrir el remanente. Entonces, si tras este procedimiento la novia viere sangre en su siguiente unión, la sangre será considerada proveniente de una herida, por lo que la novia no se impurificará.