Como consecuencia del pecado, se adhiere al individuo una impureza que bloquea su corazón y afecta negativamente su capacidad de conectar sus pensamientos, sentimientos y acciones con el origen de su vida. Dado que su vínculo con HaShem se ha visto deteriorado, se adhiere a él la muerte. El sistema de preceptos que se ocupan de todos los tipos de impurezas y su purificación, que está ligado principalmente con el Templo de Jerusalém, tiene por objetivo elevar al hombre por sobre la impureza que se ha adherido a él en sus aspectos materiales y conectarlo con la fuente de su existencia.
Por medio de la inmersión ritual en la mikve, la persona que se ha impurificado retorna al primer fundamento de la vida, y en virtud de ello podrá conectarse con HaShem -la fuente de todo ser-, ascender al Santuario, traer vida a la tierra y al cuerpo, a la imaginación y a los sentimientos y a todas las capacidades humanas, para que estén conectados a D’s y traigan bendición y reparación al mundo.
No obstante, a los efectos de estudiar Torá y observar los preceptos que están vinculados a los aspectos espirituales del hombre, no es preciso sumergirse, y los preparativos requeridos para dedicarse a estos son la fe y las buenas cualidades de la conducta sin que para ello resulte necesario preparar al cuerpo o a la carne. Tal como dijeran nuestros sabios (Tratado de Berajot 22(A)): “Las palabras de la Torá no reciben impureza, como dijera el profeta (Yrmiahu-Jeremías 23:29): ‘¿Acaso Mis palabras no son como el fuego? declara el Eterno’, así como el fuego no adquiere impureza de igual manera las palabras de la Torá no adquieren impureza” (ver Orot HaTjiá 35 de nuestro maestro el Rav Kuk).
Desde la destrucción del Templo de Jerusalém y desde que los hijos de Israel fueron exiliados de su tierra, la pureza quedó sin efecto en el pueblo judío y solo perduró una pureza que se asemeja a la del Santuario y es la de la inmersión ritual purificadora de la mujer, la cual está destinada a revelar la vida y la santidad que anidan en el cuerpo, en el amor y la alegría que florece entre los cónyuges, que es la cúspide de la observancia del precepto de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, que equivale en importancia a la sumatoria del resto de los mandamientos de la Torá. Esto es así ya que el objetivo principal de la inmersión ritual es purificar a la vida concreta, con el cuerpo y la carne, con la imaginación y los sentimientos, para que todos ellos puedan conectarse a la fuente de la existencia y verse infinitamente potenciados.
Sea Su voluntad que en virtud de nuestro retorno a nuestra tierra tengamos el mérito de crecer en el estudio de la Torá de la tierra de Israel y su guía para la reparación del mundo, que a partir de la pureza y la alegría de la conexión entre el hombre y la mujer se expanda la bendición a todos los ámbitos de la vida y merezcamos la construcción del Tercer Templo. Que desde el Kodesh Hakodashim, su lugar más sagrado, se expanda la pureza de la fe israelita a todo el mundo, para purificar a todas las creencias que se revelan en los diferentes componentes de la vida material.
Tal como dijeran nuestros sabios (Tratado de Yoma 77(B)): “El manantial que brota del lugar del Kodesh Hakodashim al comienzo se asemeja en grosor a las antenas de una langosta, al llegar a la entrada del recinto del Templo se vuelve como el hilo de la urdimbre, al ingresar al recinto del Templo se vuelve como el hilo de la trama, y al llegar a la puerta que da al patio exterior adquiere la dimensión de la boca de un pequeño jarrón”.
La continuación de su flujo está descrita en la profecía de Yejezkel-Ezequiel (47:1-12): “He aquí que salía agua por debajo del umbral del Templo…”, y las aguas del arroyo se incrementaban: una vez que se alejaban mil codos llegaban a los tobillos del hombre, y tras mil codos más llegaban a sus rodillas, tras mil codos más llegaban a la cintura, y tras otros mil codos una persona ya no las podía atravesar, y así continuaban aumentando su caudal y su fuerza. Entonces se le dijo al profeta: “He aquí que a la orilla del arroyo hay muchos árboles a ambos lados… y estas aguas llegarán al mar de las aguas fétidas (Mar Muerto) y allí sanarán. Y ocurrirá que todo ser viviente por cualquier rio que viniere habrá de vivir, y habrá allí una gran multitud de peces porque estas aguas llegan allí para sanar, y todas las cosas que llegaren allí al arroyo vivirán… y a ambas riberas del arroyo se elevarán árboles frutales, cuyas hojas no se marchitarán y sus frutos no se caerán. Todos los meses darán frutos nuevos porque las aguas que los riegan provienen del Templo Sagrado y su fruto será para alimento y sus hojas para la cura”.
Dado que podremos purificarnos y conectarnos a HaShem con la plenitud de las fuerzas vitales, el sitio en el cual pecaron los hombres de Sdom (Sodoma) en su pasión desmedida por el dinero y demás deseos materiales, al grado de que esta ciudad se transformó en un sitio de muerte, regresará a ese lugar la vida. Allí los peces abundarán y a su alrededor crecerán árboles maravillosos que darán fruto durante todo el año, ya que cada mes crecerán nuevas frutas y sus hojas servirán como medicina.
Otro tanto leemos en la profecía de Yoel-Joel (4:18): “Y en ese día brotará de las montañas jugo de uvas, y de las colinas manará leche, y por todos los arroyos de Yehudá fluirá agua, y un manantial saldrá de la Casa de HaShem y regará el valle de Shitim”. El valle de Shitim es una alusión al pecado de lascivia en el que incurriera el pueblo de Israel, tal como fue dicho (Bemidbar-Números 25:1): “Y se asentó Israel en Shitím, y el pueblo empezó a prostituirse con las hijas de Moab”. Y el manantial que saldrá de la Casa de HaShem también purificará y reparará este deseo, el cual se transformará en pasión amorosa entre el hombre y su mujer, y por todas las cosas vinculadas a la santidad, y de ese modo abundará la bendición en toda la tierra.
Sin embargo, el manantial que brota en el Templo de Jerusalém purificará y sanará no solo al Mar Muerto, sino que tal como se insinúa en la profecía de Yejezkel (Ezequiel) y se explicita en la de Zejariá (Zacarías), una mitad de este se dirigirá al Mar Mediterráneo, y de esa forma se generará una conexión entre el manantial que sale del Santuario, -vía el Mar Mediterráneo- y el océano que rodea a todos los continentes, y por medio de ello todas las aguas del mundo se purificarán y santificarán. Tal como fue dicho (Zejariá-Zacarías 14:8-9): “Y ocurrirá que en aquel día saldrán aguas surgentes desde Jerusalém; la mitad de ellas hacia el mar oriental, y su otra mitad hacia el mar occidental; en el verano y en el invierno, así será. Y HaShem será Rey sobre toda la tierra; en aquel día HaShem Uno y Su Nombre Uno”.
Y la impureza de la nidá se anulará, tal como dijeran nuestros sabios: “No hay prohibición mayor que la nidá, en la que una mujer ve sangre y el Santo Bendito Él la prohíbe para su marido, en el futuro por venir la permitirá. Tal como fue dicho (Zejariá-Zacarías 13:2): “… y quitaré el espíritu de impureza de la tierra” (Shojer Tov a Tehilim-Salmos 146). E incluso la impureza de la muerte desaparecerá de la faz de la tierra, tal como dijeran nuestros sabios: “El Santo Bendito Él le dijo al pueblo de Israel: En este mundo ustedes se purifican y vuelven a impurificarse, pero en el futuro por venir Yo los voy a purificar para siempre y no se volverán a impurificar, tal como fue dicho (Yejezkel-Ezequiel 36:25): ‘Y arrojaré sobre ustedes agua pura y los purificaré’ (Midrash Tanjuma Metzorá 9). Y la muerte será eliminada del mundo, tal como fue dicho (Yshaiahu-Isaías 11:6-9): “El lobo morará con el cordero y el leopardo yacerá con el cabrito … y el león comerá heno cual vacuno. Y el infante se deleitará en la madriguera de la víbora y el destetado tenderá su mano hacia la hura del basilisco. No harán el mal y no causarán daño en toda la montaña de Mi Santuario; ya que la tierra estará colmada del conocimiento de HaShem cual aguas que recubren el mar”. Y fue dicho (ídem 25:8): “Y tragará a la muerte para siempre y HaShem Elokim secará las lágrimas de todo rostro, retirará el oprobio de Su pueblo de toda la faz de la tierra pues así lo ha dispuesto HaShem”.