04 – Los preparativos para la inmersión: el decreto de Ezrá (Esdrás)

Ezrá Hasofer (“el escriba”) decretó que la mujer que debe realizar una inmersión ritual se lave la cabeza y peine su cabello previo a sumergirse para asegurar que su inmersión sea válida y no medie jatzitzá alguna. O sea, según la Torá, alcanza con que previo a la inmersión la mujer observe su cuerpo y palpe su cabello y los sitios corporales que no puede ver para cerciorarse que no hay ninguna jatzitzá. Pero dado que no toda mujer puede revisar adecuadamente su cabello, Ezrá decretó que esta se lave la cabeza con agua hasta limpiarla de suciedad y peine el cabello para desenredarlo de posibles nudos que pudiera haber en este (Tratado de Baba Kama 82(A)). A priori, el lavado de la cabeza debe realizarse con agua caliente para que esta ayude a retirar la suciedad y facilite el desenredo del cabello y su peinado, y no con agua fría, la cual podría endurecer la crasitud que recubre al cabello y causar su enredo y la formación de nudos (Tratado de Nidá 66(B), Shulján Aruj y Ramá 199:2).

A modo de continuación del decreto de Ezrá, nuestros sabios instituyeron que la mujer que se sumerja enjuague las partes cubiertas y ocultas de su cuerpo en las cuales pudiera acumularse suciedad, por ejemplo, la axila, entre las piernas, entre los dedos del pie, el ombligo y demás sitios en los cuales se presentan pliegues. Asimismo, deberá limpiar la nariz, las orejas, la boca y habrá de cepillarse los dientes (Tratado de Nidá 66(B)). En síntesis, deberá lavar con agua caliente la totalidad de su cuerpo haciendo hincapié en sus partes cubiertas y ocultas, tal como las mujeres acostumbran a hacerlo cuando se lavan bien (Shulján Aruj 199:1).

Una mujer que acostumbra a cortarse las uñas tendrá el recaudo de hacerlo previo a la inmersión ritual. Una mujer que desee dejar crecer sus uñas, que las limpie bien, pues la suciedad que se encuentra bajo estas implica una jatzitzá. En caso de que estén cubiertas con esmalte, deberá tener cuidado de que esté completo (ver adelante halajá 12).

Asimismo, es bueno que previo a la inmersión ritual se depile el vello que las mujeres suelen quitarse con propósitos estéticos. Si bien este vello no representa un peligro de jatzitzá ya que está adherido al cuerpo, desde el punto de vista del precepto de oná todo ornamento que la mujer efectúe en su cuerpo previo a la inmersión ritual se incluye entre los preparativos destinados a cumplir con el precepto de la alegría de la unión, cuya prescripción tiene su origen en la Torá (Pninei Halajá – La alegría del hogar y su bendición 2:5).

Si la mujer se hubiere sumergido sin revisar su cuerpo, o sin lavarse la cabeza y peinar su cabello, su inmersión resultará inválida. E incluso si se revisare con posterioridad a la inmersión y no encontrare interposición o enredo algunos en su cabello, su inmersión resultará invalidada por temor a que la jatzitzá se encontrase efectivamente sobre su cuerpo al momento de sumergirse y luego se cayese o se desenredase al salir del agua (Shulján Aruj 199:8). En caso de que se hubiere sumergido tras lavarse la cabeza y revisar su cuerpo sin que hubiere lavado su cuerpo y sin que limpiare sus partes ocultas, mientras supiere que no se encontraba jatzitzá alguna en ninguno de estos sitios, su inmersión resultará válida.

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