16 – Ahuyentar a la madre del nido para tomar los huevos (shiluaj haken)

01- Los límites del precepto

Quien se encuentra con un nido y desea tomar a la madre que se halla sobre los polluelos o sobre los huevos a fin de ingerir su carne – no tendrá permitido hacerlo, ya que la Torá ordenó que no se puede aprovechar la responsabilidad de la madre por cuidar a sus polluelos o a sus huevos para cazarla, sino que se la deberá ahuyentar para que vuele y no intente regresar al nido, y solamente después se podrá intentar atraparla como al resto de las aves. Asimismo, estará prohibido tomar los polluelos o los huevos mientras la madre yazca sobre ellos, pudiendo hacerlo únicamente después de haberla ahuyentado a una distancia tal que resulte imposible atraparla. Tal como fue dicho (Devarim-Deuteronomio 22:6-7): Si apareciere un nido de pájaros ante ti, en el camino, en cualquier árbol, o sobre la tierra: polluelos o huevos, y la madre yace sobre los polluelos o sobre los huevos, no habrás de tomar la madre junto con las crías. Liberar habrás de liberar a la madre y a las crías podrás tomar para ti; ya que va a ser bien para ti y prolongarás tus días”.

El precepto aplica sobre las diferentes especies de aves aptas para su ingestión, las cuales suelen ser tomadas como alimento. Pero en el caso de las aves impuras, está permitido tomar a la madre junto con los huevos y los polluelos (Shulján Aruj 292:1).

El precepto rige únicamente para aquellas aves silvestres que no son propiedad del ser humano, tal como fue dicho: “Si apareciere un nido de pájaros ante ti”, en un sitio que no le pertenece a nadie. Pero en el caso de un nido que es propiedad de alguien esta prohibición no rige, pues tanto la madre como los huevos y los polluelos son del propietario, y por ende, puede tomarlos cuando desee (Mishná Tratado de Julín 138:2). Por lo tanto, si bien la gallina es un ave, quien la cría puede tomarla cuando yazca sobre sus huevos, así como también a los polluelos o a los huevos que se incuban bajo ella. Otro tanto ocurre en el caso de las palomas que son propiedad de un individuo, este tendrá permitido tomarlas sin restricción.

En caso de que alguien transgrediese tomando a la madre mientras yace sobre los polluelos, sobre los huevos o sobrevolando sobre estos – deberá liberarla y así reparará su pecado. Pero si la faenase, si bien su carne resultará apta para el consumo –será pasible de recibir un castigo físico (malkot) por cuanto que ya no puede reparar su mala acción (Tratado de Julín 141(A), Shulján Aruj Yoré Deá 292:6).

02- Su significado

Una de las áreas más bellas y profundas del estudio de la Torá es el de la explicación del significado de los preceptos (ta’amei hamitzvot). Su importancia es doble, por una parte, por su valor como estudio, y por el otro, por el hecho de que la comprensión genera identificación con el mandamiento, y por ende, fortalece la voluntad de su observancia. Sin embargo, es nuestro deber destacar que nos resulta imposible comprender la causa absoluta de por qué se estableció el precepto, ya que el intelecto humano es limitado y por ende incapaz de entender los pensamientos del Creador y la profundidad de la intención de la Torá. Por lo tanto, el significado son los distintos aspectos del mandamiento que comprendemos, pero no sostenemos que sean el único motivo que lo explique, por lo que tampoco derivamos de él conclusiones halájicas.

Más aún, por una parte, es preferible cumplir los preceptos porque el Santo Bendito Él nos ordenó observarlos y no porque comprendemos su significado. Ya que el hombre de fe íntegra tiene la cualidad de observar los mandatos de su Creador a pesar de que no entiende Sus motivos. Esta es la gran virtud de los hijos de Israel, que dijeron “Haremos y aceptaremos (también ‘entenderemos’)” (Shemot-Éxodo 24:7), esto es, a raíz de su gran apego a HaShem, aceptaron de antemano cumplir todo aquello que Él les ordenase, sin más motivo que el hecho de que esa fuese Su voluntad. Tras haber comprendido esta cuestión, podemos profundizar en la Torá y en la explicación de los preceptos y agregar así significado y alegría en el momento de cumplirlos.

Al precepto de shiluaj haken se le han adjudicado tres explicaciones principales:

La primera, que el mandamiento está destinado a instalar en nuestro corazón el respeto por la preservación de los seres vivos. Esto es así ya que el fundamento de la existencia de cualquier ser vivo es su capacidad de criar a la siguiente generación, y para ello, el ave fue creada con la cualidad de que la madre se ocupe con dedicación al cuidado de sus huevos y de sus polluelos. La prohibición de tomar a la madre y afectar así su capacidad de seguir criando descendientes se asemeja a la prohibición de arrancar un árbol frutal (arriba 13:1-3). Los frutos del árbol se pueden cortar pues ello no afecta al árbol que es la fuente de la vida. De igual manera, los polluelos y los huevos pueden ser tomados a condición de que primero se ahuyente a la madre que es la fuente de vida de más descendientes. La prohibición rige sobre las aves puras que crecen de manera silvestre, pues en el caso de aquellas que son criadas en una granja – no se teme por su extinción, ya que de todas maneras nos preocuparemos de que se sigan multiplicando. Lo mismo ocurre en el caso de las aves impuras, no se teme por su diezmado, ya que de todas maneras no habremos de esforzarnos por cazarlas en grandes cantidades dado que tenemos prohibido ingerirlas (según Rabenu Bejaié y Sforno a Devarim-Deuteronomio 22:6).

La segunda, para reforzar en nuestro corazón la cualidad de la compasión, que no tomemos a la madre cuando yace sobre sus polluelos, sino que primeramente la soltemos o la hagamos volar y solamente después que se hubiere alejado del nido tomemos a sus pichones. En la cualidad que le otorgó D’s al ave de cuidar y proteger a sus polluelos, vemos una gran expresión de preocupación y entrega por la crianza de las próximas generaciones, al grado que la madre está dispuesta a arriesgar su vida en aras de sus pichones y no corresponde que aprovechemos esta noble característica para cazarla y comer su carne (Rambán a Devarim-Deuteronomio 22:6, Sefer Hajinuj 545).

Según estos motivos, se puede entender la recompensa que la Torá promete a quien ahuyente a la madre, tal como fue dicho: “va a ser bien para ti y prolongarás tus días”, ya que todo aquel que se apega a las virtudes del Santo Bendito Él y se apiada de los seres vivos conseguirá que HaShem se apiade de él, prolongue sus días y le prodigue el bien. Nuestros sabios dijeron además que por el mérito de este precepto los hombres estériles podrán tener hijos, ya que, así como respetaron la preocupación de la madre por sus pichones, de igual manera tendrán el privilegio de criar hijos (Devarim Rabá 6:6).

Otro motivo mencionado por los sabios de la Cabalá, tiene que ver con nuestra condición nacional. Cuando un hijo de Israel ahuyenta a la madre y la hace alejarse de sus hijos, esta se acongoja por ellos y agita sus alas, entonces, el recuerdo del pueblo de Israel asciende ante Su Padre Celestial, ya que desde la destrucción del Templo y el exilio de la Divina Presencia los hijos se encuentran en la desgracia y el cautiverio cual huérfanos abandonados. Es decir, el precepto de ahuyentar primero a la madre tiene que ver con una realidad compleja e intrincada, que por una parte el ser humano precisa comer y desea la carne del ave en cuestión, y por la otra, corresponde apiadarse de la madre que cuida a sus polluelos. Dado que no cabe satisfacer todas las voluntades, el ser humano podría renunciar a la aspiración de llevar adelante una vida basada en ideales. Sin embargo, la Torá nos guía en la práctica de la buena virtud posible, tomando en cuenta lo complicado de la situación, y permitiéndonos ahuyentar a la madre para tomar a los hijos. Dado que incluso dentro de la realidad compleja de este mundo y del exilio, los hijos de Israel se esmeran en guiarse por la senda de los valores de la Torá y la moral, se despierta sobre ellos la compasión y la voluntad de redimirlos del sufrimiento causado por el destierro y sus complicaciones, para finalmente conducirlos a la tierra de Israel y a la construcción del Templo, donde podrán efectivizarse todos los ideales, y cada creatura podrá vivir del modo que le resulte más integro, y el mundo todo se colmará de consuelo y alegría.

03- ¿Es preceptivo ahuyentar a la madre, aunque no se desee tomar los huevos?

Nuestros sabios dijeron que no es preceptivo buscar un nido para cumplir con este precepto, tal como fue dicho: “Si apareciere un nido de pájaros ante ti” (Tratado de Julín 139:2). Sin embargo, surgió la interrogante respecto de quien no está interesado ni en los polluelos ni en los huevos y se encuentra frente al nido, ¿acaso debe ahuyentar a la madre y tomarlos?

Según la opinión de numerosos juristas solamente quien precisa de huevos o polluelos está preceptuado de ahuyentar a la madre para tomarlos. Pero si no los precisa, no resulta preceptivo ahuyentar a la madre para tomar los pichones. Por lo tanto, no corresponde hacerlo a los efectos de no causar sufrimiento a seres vivos y no destruir gratuitamente polluelos o huevos.

No obstante, hay autoridades halájicas que sostienen que todo aquel que se encuentra con un nido, está preceptuado de ahuyentar a la madre y tomar a los hijos. Y hay de entre los cabalistas quienes entienden que incluso corresponde que todo judío busque un nido para cumplir este precepto, aunque tan solo sea una vez en su vida. Ello no conlleva transgredir la prohibición de no destruir o malograr y de no hacer sufrir a animales, ya que se realiza en aras de observar un mandamiento.

En la práctica, nos parece que la opinión principal es la primera, y solamente quien desee tomar los polluelos o los huevos estará preceptuado de ahuyentar a la madre y tomarlos. Pero quien no esté interesado en ellos no está preceptuado de proceder así, y por ende, deberá abstenerse de hacerlo para evitar hacer sufrir a un animal (tza’ar ba’alei jaim) y para no destruir o malograr (bal tashjit). Quien desee cumplir el precepto conforme la segunda opinión, es mejor que ahuyente a la madre del nido por medio de un grito o de un golpe suave sobre el nido y no tome ni los polluelos ni los huevos, ya que hay autoridades que entienden que al haber ahuyentado a la madre y poder tomar los huevos o los pichones, según la Halajá observa el precepto, y así, podrá hacerlo sin contradecir a la primera opinión (Responsa Jajam Tzví 83, Shevet Yehudá Yoré Deá 292, Or Sameaj Hiljot Yom Tov 3:8).

04- La norma en detalle

El precepto de shiluaj haken rige únicamente sobre las aves puras. Por lo tanto, es preciso saber diferenciar entre las especies aptas para su ingestión y las impuras. Las especies puras que se encuentran en nuestro entorno son: las palomas, las tórtolas y los gorriones.

Asimismo, es preciso diferenciar entre el macho y la hembra, ya que el precepto se observa únicamente cuando la madre yace sobre sus pichones. En la práctica, en el caso de las palomas y las tórtolas, la mayor parte del día quien se encuentra en el nido es justamente el macho, y la madre lo hace aproximadamente desde las cinco de la tarde hasta las siete de la mañana del día siguiente, y en caso de ahuyentarla, se cumplirá el precepto. Pero en caso de llegar en mitad del día, lo más probable es que el macho sea quien se encuentre en el nido, y en caso de ahuyentarlo para tomar los pichones, no se habrá cumplido el precepto. De hecho, el gorrión macho yace sobre el nido solo unas dos horas al día, y se lo distingue por una mancha negra en el pecho.

Es también preciso saber que, si el nido fue construido dentro de un patio cercado o sobre el techo, en el momento en que la madre vuela sobre este, el patio hace que su dueño se haya tornado propietario de los huevos y de los polluelos, y ya no es preceptivo ahuyentarla. Solamente si en el momento en que los pájaros comienzan a construir el nido, el hombre establece la condición de que no se tiene interés en poseer el nido, se considerará preceptivo el ahuyentar a la madre.

Según la mayoría de las autoridades halájicas, el ahuyentado de la madre del nido puede realizarse por medio de un grito o golpeando el nido con la mano o con un palo. Según el Rambám (Hiljot Shejitá 13:5) solamente si se toma a la madre por el ala y se la ahuyenta se cumple con el precepto. Por otra parte, se teme que quizás de acuerdo con la opinión de algunas eminencias medievales, si se toma a la madre por el ala se incurre en una transgresión, que, si bien se podrá reparar tras ahuyentarla, en el ínterin mientras se la sujeta – se estará transgrediendo. Por lo tanto, lo correcto es ahuyentar a la madre con la voz o por medio de un golpe.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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