01 – La prohibición de la ingestión de sangre
Junto a la autorización de comer carne, aunque ello no sea en el marco de un sacrificio, se nos prohibió ingerir la sangre, como fue dicho (Devarim-Deuteronomio 12:20-23): “Cuando ensanche HaShem tu D’s tu territorio, como Él te lo ha hablado y digas: ‘He de comer carne’, … sacrificarás de tus vacunos y de tus ovinos que te ha dado HaShem a ti como te he ordenado. Comerás en tus ciudades con todo el deseo de tu ser… Empero ¡sé fuerte! para no comer la sangre, ya que la sangre es la vida; y no habrás de comer la vida con la carne…”. Esto es, la sangre tiene un cometido especial y es el de mantener con vida al alma (nefesh) del animal, y por ello, si bien la Torá nos permitió comer carne no nos autorizó a ingerir la sangre.
Hay dos tipos de sangre: “la sangre del alma” (dam hanefesh) y el resto de la sangre. Dam hanefesh es aquella que se expulsa a presión tras la faena y en esta sale el alma del animal, y quien la ingiere intencionalmente es pasible del castigo de caret, al tiempo que quien come del resto de la sangre es pasible de azotes (Tratado de Keritot 20(B), Shulján Aruj 67:1). En dam hanefesh resalta más claramente la vitalidad de los animales y por ello, cuando se ofrenda un sacrificio, esta sangre es asperjada para expiar por el alma (la vida de quien ofrenda).
De esto resulta que quien la ingiere atenta también contra la dignidad celestial (Kevod Shamaim), pues está comiendo de la sangre que debería ser asperjada sobre el altar. Tal como fuera dicho en la parashá que versa sobre los sacrificios (Vaikrá-Levítico 17:10-11): “Y cualquier hombre de la casa de Israel o del extranjero que morare entre ellos, que comiere cualquier sangre, dirigiré Mi furor contra la persona que come la sangre y la truncaré del seno de su pueblo. Ya que la vida de la carne en la sangre está, y Yo la he asignado a vosotros para expiar por vuestras vidas sobre el altar, ya que la sangre expía por el alma”.
Dado que la sangre está destinada a mantener el alma vital de los animales y no para ser ingerida por el hombre, los sabios medievales (rishonim) escribieron que quien come sangre puede adquirir características animales y el rasgo de la crueldad (Rambán, Sefer Hajinuj 148).