Sheratzim (reptiles) – 23

01 – La prohibición

Es precepto de la Torá no ingerir sheratzim, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:43-44): “No haréis impuras a vuestras almas con todo reptil (sheretz) que repta, y no os mancillaréis con ellos ya que ellos os impurificarán. Ya que Yo soy HaShem vuestro D’s, y habréis de consagraros y seréis consagrados, ya que Yo soy Santo. Y no habréis de mancillar vuestras almas con todo reptil (sheretz) que se arrastra sobre la tierra”.

Existen tres tipos de sheratzim: los del agua, los de la tierra y los de las aves, y la Torá ordenó por separado respecto de cada uno de ellos.

Respecto de los del agua, fue dicho (ídem 10-11): “Empero todo el que no tiene aletas y escamas en los mares y en los ríos, de todo lo que pulula en las aguas (sheretz hamaim), y de todo lo que vive en las aguas, abominable será para vosotros y abominables serán para vosotros, de su carne no podréis comer y su cadáver abominaréis”. Entre los sheratzim del agua se incluyen cangrejos, sanguijuelas, gusanos acuáticos e incluso lobos marinos. Empero todo aquel que posea forma de pez y nade como un pez, si carece de aletas y escamas está prohibida su ingestión por ser un pez impuro y no por ser un sheretz acuático (Rambám Hiljot Maajalot Asurim 2:12).

Respecto de los sheratzim de la tierra, fue dicho (Vaikrá-Levítiico 11:41-44): “…y todo reptil que repta sobre la tierra (hasheretz hashoretz al haaretz), abominación es, no habrá de ser comido. Todo lo que se arrastra sobre el vientre y todo lo que anda sobre cuatro (patas) -y todo lo que tiene muchos pies- entre todo reptil que repta sobre la tierra (hasheretz hashoretz al haaretz), no podréis comerlos ya que son abominación… Y no habréis de mancillar vuestras almas con todo reptil que se arrastra sobre la tierra”.

Entre los sheratzim de la tierra se incluyen los gusanos, las arañas, las hormigas, los escarabajos, los lagartos o lagartijas, las serpientes, los escorpiones y los ratones. Empero todo aquel que se vea como animal doméstico (behemá) o no doméstico (jaiá), si carece de las señales de pureza, su ingestión estará prohibida por tratarse de un animal impuro y no por caer en la categoría de sheretz de la tierra.

En lo que refiere a los sheratzim entre las aves, fue dicho (Devarim-Deuteronomio 14:19): “Todo bicho alado, impuro es para vosotros, no podrán ser comidos”. Esto incluye a las moscas, los mosquitos, las abejas, las avispas, los saltamontes impuros y similares. Empero aquel que se vea que vuela como un ave, si no pertenece a la familia de las aves puras, estará prohibida su ingestión por tratarse de un ave impura y no por ser un sheretz volador.

Del hecho de que la Torá haya traído numerosas veces la prohibición de los sheratzim bajo diferentes denominaciones nuestros sabios aprendieron que el castigo para quien ingiera un sheretz acuático es de cuatro series de azotes, para quien ingiera un sheretz de la tierra cinco series de azotes y para quien ingiera un sheretz volador seis series de azotes (Tratado de Macot 16(B)).

En esto vemos que la prohibición de ingerir sheratzim es más grave que el resto de las prohibiciones alimentarias, pues quien come un pescado impuro, un animal impuro como el cerdo o un ave impura como el cuervo es pasible de una sola serie de treinta y nueve azotes al tiempo que quien ingiere sheratzim debe pasar por varias. Además, por lo general solo quien ingiere el volumen equivalente a un kazait es pasible del castigo establecido por la Torá, pero en el caso del sheretz estamos ante un rigor suplementario, ya que se trata de un ser vivo entero (briá) y todo aquel que come un sheretz, por pequeño que sea, es pasible de recibir el castigo estipulado por la Torá (Mishná Macot 13:1, Tratado de Shevu’ot 21b).

02 – El precepto de apartarse de cosas repulsivas

De la prohibición de la ingestión de sheratzim aprendemos otro precepto y es que la persona tiene prohibido realizar acciones repugnantes y repulsivas, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:43-44): “no habréis de mancillar vuestras almas”. Esto es, la Torá tuvo la intención de incluir en la prohibición de los sheratzim la de alejarnos de toda cosa que sea considerada repulsiva a ojos de los seres humanos. Por lo tanto, está prohibido ingerir alimentos repugnantes o comer de modo tal que genere sensación de asco (Rambám Hiljot Maajalot Asurim 17:29-30, Shulján Aruj 116:6, Pninei Halajá Berajot 13:5-6, 13).

Todos los alimentos prohibidos son denominados impuros, su ingestión impurifica el alma y la obstruye en su capacidad de captar cuestiones vinculadas a la santidad, por cuanto que la palabra tumá (טומאה) proviene del vocablo timtúm (טמטום – que alude a la afectación de la capacidad de discernimiento) (Tratado de Yomá 39(A)).

La impureza implícita en la prohibición de los sheratzim es especialmente grave, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:43-45): “No haréis impuras a vuestras almas con todo reptil que repta, y no os mancillaréis con ellos ya que ellos os impurificarán. Ya que Yo soy HaShem vuestro D’s, y habréis de consagraros y seréis consagrados, ya que Yo soy Santo. Y no habréis de mancillar vuestras almas con todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Ya que Yo soy HaShem, el que os hizo ascender a vosotros desde la tierra de Egipto para ser vuestro D’s, y habréis de ser consagrados, ya que Yo soy Santo”.

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Baba Metziá 61(B)): “Dijo el Santo Bendito Él: Me hubiese alcanzado con hacer ascender a los hijos de Israel de Egipto tan solo por una cosa, para que no se impurifiquen con sheratzim”. Esto se debe a que la ingesta de sheratzim es sumamente repulsiva ya que crecen en sitios infectos y el proceso de su crecimiento afecta negativamente al alma, y al abstenernos de su consumo, HaShem nos elevó por sobre la impureza de Egipto. O sea, nos hizo ascender de la impureza que impulsa al ser humano a renunciar a sus valores en aras de la satisfacción de sus pasiones físicas, al grado que, a los efectos de acumular bienes y deleites, convierte a otros seres libres en esclavos, y a los efectos de aplacar sus deseos físicos viola el pacto de fidelidad existente entre marido y mujer por medio de todo tipo de adulterios (según el Maharal, Pninei Halajá Pesaj 1:3-4).

Cabe explicar que entre los sheratzim no se distinguen rasgos de conducta singulares, sino que toda su vitalidad y laboriosidad se centra en el más físico de los objetivos: conseguir alimento y multiplicarse. Para ello, se contaminan con todas las cosas más repugnantes que hay, y en cada sitio en el que aparece la podredumbre y la muerte allí se multiplican, e incluso se comen el propio cadáver del ser humano. Sin embargo, esa vitalidad atiende a una necesidad básica de supervivencia que tiene también un lugar importante en el mundo. No obstante, a los sagrados hijos de Israel que precisan elevar y encumbrar la realidad de la impureza de Egipto y revelar en cada aspecto y cuestión el valor de lo Divino, se les ordenó que no comieran los sheratzim ya que estos expresan la materialidad más repelente.

03 – La prohibición de sheratzim que pueden proliferar

Los sheratzim acuáticos que están prohibidos son aquellos que crecieron en los mares, en los arroyos, en los manantiales, esto es, en ámbitos en los cuales pueden proliferar (lishrotz), esto es, dirigirse a otros sitios de reproducción y proliferar allí en enormes números por medio de la obtención de alimento y la producción de descendencia por generaciones. Sin embargo, sheratzim que se criaron en aguas estancadas que se encuentran en pozos y en cavernas, siempre y cuando no hayan salido de estas, se los considera parte del agua y no están prohibidos, y se puede beber de esta agua a pesar de que los sheratzim se encuentran en su interior. Sin embargo, si se extrae el agua en un recipiente, dado que los sheratzim salieron de su hábitat -quedan prohibidos y no se puede beber del agua sin previo filtrado. Sheratzim que hubieren crecido en un agua o un líquido que se encontraba en un recipiente, aunque se vierta el contenido de vasija en vasija -seguirán estando permitidos porque todos los recipientes se consideran como su hábitat. Y solamente a partir del momento en que salieron del agua para pulular por el aire o reptar sobre la pared exterior de la vasija -recaerá sobre estos el carácter de prohibidos (Shuján Aruj y Ramá 84:1 y 3).

De igual manera, los sheratzim terrestres y los voladores prohibidos son aquellos que crecen sobre la tierra y sobre todo aquello que está sobre ella, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:41): “Y todo reptil que repta sobre la tierra, abominación es, no habrá de ser comido”. Sin embargo, sheratzim que se desarrollaron dentro de frutas caídas de un árbol o dentro de un trozo de carne, pescado o queso, mientras repten en su interior y no salgan -no estarán prohibidos porque no se encuentran en un sitio en el cual puedan proliferar, esto es, reproducirse en enormes cantidades por medio de la obtención de un alimento nuevo, así como la producción de descendencia por generaciones. Por ello, dentro del fruto o del trozo de carne etc. se los considera secundarios respecto del alimento en el cual se desarrollan y son considerados parte de este. A partir del momento en que salen – quedan prohibidos, por cuanto que comenzaron a proliferar (lishrotz), esto es, a multiplicarse, sobre la tierra (Shulján Aruj 84:4).

04 – Un ser vivo entero (briá) no se anula

Como continuación del carácter más estricto de la Torá que estableció que quien ingiere un sheretz -por pequeño que este sea- debe recibir castigos corporales (arriba halajá 1), nuestros sabios prescribieron que en caso de mezclarse un sheretz en la comida, mientras permanezca entero, dado que tiene la importancia de una briá, no se anula. Según la opinión de algunos de los sabios medievales o rishonim (Rabí Shimshon de Shantz, Or Zarúa y Rashbá) si bien una briá no se anula en sesenta partes, sí lo hace en casi mil (960).

Algunas de las eminencias de las últimas generaciones (ajaronim) escribieron que en caso de gran necesidad o apremio (sheat hadjak), se puede confiar en esa opinión, empero en términos generales se dictaminó que una briá no se anula ni siquiera en mil partes. Por lo tanto, en caso de que se vea que una mosca hubiere entrado a una olla enorme y no se logre encontrarla y retirarla -todo el alimento cocido quedará prohibido para su consumo. No obstante, en caso de que el potaje contenga caldo límpido, se lo podrá filtrar de modo tal que la mosca no pueda pasar el colador y el caldo filtrado se podrá consumir. Otro tanto ocurre en caso de que el potaje contenga un trozo de carne o de papas, se los podrá autorizar por medio de un enjuagado que retire a la mosca en la medida en que estuviere pegada a estos. Pero en el caso de una mezcla espesa cuyos trozos resulte difícil de lavar o enjuagar –estos quedarán prohibidos (Shulján Aruj 100:2-3). De igual manera, si un sheretz pequeño se mezclase entre los granos de trigo, mientras no se lo encuentre, la mezcla resultará prohibida porque un ser vivo entero no se anula ni siquiera en mil partes.

En caso de que una parte del sheretz resultase cortada, por ejemplo, una pata, o si resultase aplastado al grado de que su forma llegó a cambiar, tal como ocurre al cocinar, carece de la importancia de una briá y por ende se anula en sesenta partes (Shulján Aruj 100:1). En opinión de muchas autoridades, un sheretz diminuto que se encuentra en un alimento, a pesar de estar entero, carece de la importancia de una briá y se anula en sesenta partes (Mishkenot Ya’akov Yoré Deá 36, Pitjei Shearim 100:1, Jojmat Shlomó 84:1, Yad Yehudá y otros).

05 – El deber de revisar

La Torá prohibió ingerir sheratzim así como frutas en las cuales pudieran encontrarse sheratzim, y en caso de que alguien sintiese sabor a sheratzim en su alimento -deberá esputar de inmediato el contenido de su cavidad bucal. Sin embargo, de las palabras de los sabios surge que cuando cabe la posibilidad razonable de que en las frutas haya sheratzim, no se deberá comerlas sin ser previamente revisadas (Tratado de Julín 58:1). Los juristas explicaron que en esta circunstancia existen tres situaciones posibles:

1) Alimentos que por lo general contienen sheratzim, por ejemplo, aquellos que permanecieron en un sitio contaminado, se considera que los contienen y resulta obligatorio revisarlos. Mientras que no hayan sido revisados o limpiados de sheratzim -estará prohibido ingerirlos.

2) Alimentos que por lo general no contienen sheratzim, pero en una minoría que es dable encontrar (mi’ut matzui – minoría común)[1] sí los contienen, precisan ser revisados, no obstante, a posteriori, cuando no resulta posible hacerlo, se puede proceder conforme a la mayoría de los casos e ingerirlos.

3) Alimentos que por lo general no contienen sheratzim, a pesar de que a veces sí los contienen, cabe ingerirlos sin revisarlos. Esta es la situación de la mayoría de los alimentos, las frutas y las verduras de las que disponemos, que solamente en una minoría que no es dable encontrar (<[2]) poseen sheratzim. Sin embargo, en caso de percibirse señales de podredumbre, telas de araña u orificios, pasan a la categoría de alimentos que suelen poseer sheratzim y resulta obligatorio revisarlos.

La gran mayoría de las autoridades halájicas no definieron qué es un caso minoría que es dable encontrar o “minoría común” (mi’ut hamatzui) y no fijaron la unidad o el parámetro según los cuales se fijan mayoría y minoría (frecuencia e infrecuencia) y tuvieron la intención de dejarlo librado al criterio de cada individuo, para que en concomitancia con lo que éste conoce o entiende, decida en qué grado de peligro de sheratzim se encuentra el alimento que se encuentra ante él. Si bien algunos juristas trataron de definir parcialmente el concepto de mi’ut matzui (caso que se presenta infrecuentemente) en la práctica no acuñaron una definición que permita fijar el estatus de los diferentes alimentos, ya que la frecuencia de la presencia de sheratzim no depende únicamente del tipo de alimento sino también de las condiciones de su crecimiento y almacenamiento. Cuando se cultiva un vegetal o se lo almacena en condiciones de calor y humedad, los sheratzim se multiplican, y en condiciones de frío su número se reduce al grado de no poder desarrollarse. Asimismo, en la medida en que el período de almacenamiento se prolongue y el sitio sea poco higiénico, la probabilidad de que los sheratzim proliferen es mayor. De esto resulta que no cabe establecer con exactitud el deber de la revisación de los alimentos según su tipo o especie o según la temporada del año. Por lo tanto, forzosamente debemos decir que la responsabilidad por la fijación del estatus del alimento recae sobre la consciencia de la persona, cada uno según su ser, y en concomitancia con los niveles arriba señalados, deberá decidir si debe o no revisar los alimentos. Sin embargo, los cuerpos de supervisión de la kashrut deben establecer definiciones más claras.

En el caso de un alimento que es considerado como no portador de sheratzim, si se le encuentran tres, todo el alimento del recipiente en cuestión o toda su envoltura pasan a ser considerados como portadores de sheratzim por lo que queda prohibido ingerir el alimento sin que medie antes una revisación (Shulján Aruj 100:4, 84:9).


[1]. Se acepta que una fruta que normalmente está infestada de insectos, incluso si la contaminación es solo al nivel de una pequeña minoría debe ser revisada antes de comerla.

[2]. Minoría que no es dable encontrar o literalmente “minoría que no está presente” y se refiere a aquellas frutas y verduras que no requieren de revisación alguna en particular.

06 – La discusión respecto de qué hacer con los sheratzim diminutos

Hay consenso en cuanto a que no es preciso revisar los sheratzim diminutos que son imperceptibles para el ojo humano, ya que la Torá ordenó al hombre conforme a su capacidad visual natural. El problema radica en que resulta difícil establecer cuál es el tamaño del sheretz a partir del cual es preciso revisar, porque la capacidad visual de las personas varía de una a otra, y depende también del color del sheretz y del trasfondo sobre el cual se encuentra. Una persona poseedora de una buena capacidad visual puede ver microbios grandes de cinco centésimas de milímetro sobre un trasfondo blanco, pero cuando el color del sheretz se asemeja al del trasfondo sobre el cual se encuentra, aunque su tamaño sea diez veces mayor será imposible verlo, y solamente los expertos en la cuestión podrán hacerlo. También en el caso de un sheretz de dos milímetros de longitud, los poseedores de una buena capacidad visual no siempre logran captarlo, pero si se les señala, lograrán verlo. O sea, la captación del sheretz depende de varios factores: 1) El tamaño. 2) La calidad de la visualización. 3) El color del sheretz y el trasfondo sobre cual se lo observa. 4) El conocimiento de los sheratzim. 5) El estado del sheretz, si repta es más fácil percibirlo.

Hay quienes adoptan una actitud más estricta y entienden que cuando se trata de una verdura o una fruta que es considerada propensa a tener sheratzim resulta obligatorio revisarla de cualquier tipo de sheretz que sea visible en condiciones óptimas. Cuando resulta difícil de revisar en condiciones habituales, es preciso recurrir a la ayuda de expertos en la cuestión o utilizar una mesa luminosa y similares, y solamente después de que resulte claro que no hay sheretz alguno, se podrá proceder a su ingestión.

Cuando no resulta posible realizar una buena revisación está prohibido ingerirla. Por ello, quienes detentan una actitud más estricta instruyeron que no se ingieran verduras tales como choclos o coliflor sin previamente haberlas revisado como corresponde, y redactaron una serie de libros a los efectos de definir la situación de cada especie, los tipos de sheratzim que suelen presentar y cómo deben ser revisados (Rav Vaie y Rav Revaj).

Por otra parte, hay quienes adoptan una actitud más flexible pues entienden que la halajá se fija de acuerdo con la visión efectiva de las personas, y no está prohibido ingerir una fruta o una verdura que contienen sheratzim diminutos que personas con una buena capacidad visual no logran detectar mirando normalmente. En virtud de ello, durante muchas generaciones los hijos de Israel acostumbraron a no adoptar una actitud estricta en esta cuestión para no menospreciar la opinión de los sabios medievales (rishonim).

07 – La halajá es según la opinión más flexible

A los efectos de la sentencia de la halajá, se considera definirla conforme la opinión de quienes detentan una actitud flexible, por la cual no se debe revisar y buscar sheratzim diminutos que los seres humanos no pueden percibir a simple vista. Esto se asienta en cinco principios fundamentales sobre cada uno de los cuales es posible definir la halajá de acuerdo con la opinión flexible, y cuánto más aun cuando los cinco se presentan conjuntamente.

1) Se trata de un debate respecto de una prohibición rabínica, ya que según la Torá mientras no se perciba el sabor de los sheratzim -estos son secundarios al alimento en el cual se encuentran. Los sabios son quienes adoptaron una actitud más estricta y establecieron que un ser vivo entero (briá) no se anula ni siquiera en mil partes, y por ende, en caso de discusión sobre si resulta necesario o no revisar los sheratzim es preciso dictar la halajá según la opinión más flexible.

2) Aunque sigamos la opinión estricta que requiere revisar para ver si hay en los alimentos sheratzim diminutos, en opinión de varias de las grandes eminencias medievales, si hay mil veces más alimentos que sheratzim, estos resultan anulados. Esto así dado que la medida estricta de los sabios indica que una briá no se anula en sesenta, pero en cerca de mil sí lo hace. Y algunas de las grandes eminencias de las últimas generaciones escribieron que en caso de necesidad se puede confiar en esta opinión. Cuánto más cuando se trata de sheratzim diminutos carentes de importancia.

3) Dado que existe una discusión en torno al estatus de los sheratzim diminutos, en todo lo relacionado a mi’ut matzui o una minoría común que es dable encontrar, es preciso proceder según la opinión más flexible, y de todas maneras, por lo general no se encuentran sheratzim en una cantidad de mi’ut matzui, por lo que no resulta necesario revisarlos puesto que se va según la mayoría de las opiniones.

4) Resulta que una prohibición de ingestión prescrita por la Torá no puede recaer sobre un alimento que cuando se lo ingiere es imposible sentir su sabor ni percibir su presencia al tragarlo. En la práctica, resulta imposible sentir el sabor de sheratzim diminutos tales como los tisanópteros y los ácaros o percibirlos al tragarlos. En efecto, vemos que una persona que los ve e igualmente se los come transgrede una prohibición rabínica, pero mientras no los perciba, no incurre en prohibición alguna.

5) Incluso si se trata de un sheretz que quien lo ingiere, en caso de concentrarse, puede sentir su sabor y percibirlo al tragarlo, y por ende transgrede una prohibición de la Torá, cuando se duda si se encuentra en otro alimento y al ingerirlo resulta imposible sentir el sabor del sheretz, su ingestión no estará prohibida, ya que en cada bocado que come no sabe si en efecto también comió o no un sheretz, y por ende se trata de una acción de la que el individuo no tiene la intención de disfrutar (davar sheeinó mitkavén).

08 – Cómo se procede en la práctica y cuál es el método de mayor excelencia (mehadrín)

Tal como estudiamos, según varios fundamentos, la halajá central es conforme la opinión de los juristas que detentan una actitud flexible. No obstante, en nuestros días hay también lugar para la opinión más estricta ya que esta se basa en los métodos de investigación y medición modernos que intensificaron nuestra conciencia o atención respecto de la existencia de sheratzim diminutos en las verduras y los diferentes alimentos.

Esta actitud más estricta es hoy viable o aplicable en virtud del desarrollo científico y tecnológico que nos ha brindado herramientas que nos permiten lidiar con los sheratzim diminutos, tal como es el caso de los detergentes y los productos de limpieza que nos permiten limpiar a las verduras de la presencia de sheratzim. Además, se optimizaron los refrigeradores o heladeras que nos permiten guardar frutas y verduras sin que se desarrollen en su seno sheratzim diminutos. Asimismo, se desarrollaron métodos de cultivo que permiten que las frutas y las verduras crezcan en condiciones que impiden el desarrollo de sheratzim diminutos.

A raíz de todo ello, en las últimas generaciones numerosos rabinos instruyeron cumplir con excelencia de acuerdo con la opinión de los juristas estrictos. Incluso, resulta correcto decir que las acciones comunes que las personas realizan para lavar las verduras y las frutas, tales como ponerlas en remojo y enjuagarlas -es bueno realizarlas para retirar de estas a los sheratzim diminutos. Pero cuando ello implica un gran esfuerzo o un gasto excesivo, es preciso regresar a las reglas generales de la Halajá e instruir que se proceda de acuerdo con la opinión de los juristas flexibles.

Resulta entonces que en términos generales encontramos en la Halajá tres métodos: 1) Kasher, según la opinión principal de la Halajá. 2) El camino del medio, esto es, lavar las frutas y las verduras por medio de su remojo en agua que tenga disuelto en su interior un producto que elimina los sheratzim y su posterior enjuagado. 3) El método más estricto para quienes deseen proceder con excelencia. En las siguientes halajot explicaremos cada uno de los métodos respecto de los diferentes alimentos.

Cabe destacar que, en las fábricas y cocinas grandes, a veces resulta necesario adoptar una actitud más estricta que en una casa de familia porque una falla en estas puede hacer transgredir a cientos y a miles de personas. Además, en estos sitios la tentación de transgredir la Halajá es mayor, tanto por parte del dueño del negocio que puede ganar con ello ingentes sumas de dinero como también por parte de los empleados que a veces, en virtud de la sobrecarga laboral, se les dificulta efectuar las revisaciones y los lavados necesarios. Asimismo, a veces las condiciones de almacenamiento en las cocinas y en las fábricas son menos buenas que en una casa particular, lo cual conduce a la aparición de más insectos. Por lo tanto, a los efectos de asegurar que se llegue al nivel básico de observancia requerido por la Halajá, a menudo es preciso indicarle a las fábricas y a las cocinas grandes que procedan conforme la opinión de los juristas estrictos, y a la vez, los negocios resultan beneficiados del hecho que ascienden al grado de kashrut de excelencia, volviéndose mehadrín.

09 – Verduras de hojas verdes: el método estricto

El problema con este tipo de verduras tales como la lechuga, el repollo o col, el perejil, el eneldo, el cilantro, la alcachofa, los espárragos, la espinaca y la menta es que durante su crecimiento atraen a sheratzim diminutos tales como los tisanópteros y los pulgones de hoja. Si bien también hay sheratzim comunes que son dables de encontrar en estas verduras, estos son visibles y salen con un lavado común. Pero los sheratzim diminutos cuyo color es similar al de la hoja es difícil verlos, e incluso el procedimiento de su puesta en remojo con agua y vinagre o jabón y su enjuague que es efectivo con muchos sheratzim no logra retirar la totalidad de los diminutos, tal como surge de las revisaciones en laboratorios. Por lo tanto, según el método estricto, está prohibido ingerir este tipo de verduras sin que una persona temerosa del cielo de buena vista y experta en la cuestión de los sheratzim observe detenidamente cada hoja ya sea al sol o sobre una mesa luminosa y retire a todos los sheratzim diminutos. Dado que semejante revisación es de difícil realización, según el método estricto, en la práctica, hay dos formas de obtener verduras que se puedan considerar libres de sheratzim.

El primer método fue inventado en Gush Katif bajo la dirección de los rabinos del Majón HaTorá VeHaaretz (Instituto de la Torá y la tierra de Israel), según la cual se cultivan verduras libres de sheratzim en invernaderos aislados. Para ello, se esteriliza la tierra de sheratzim y de sus huevos, se sella o cierra el invernadero con mallas que permiten el ingreso del aire y los rayos de sol, pero bloquean el ingreso de sheratzim. Asimismo, de tanto en tanto se fumiga a las verduras con insecticidas, y en el caso de las empresas confiables en el rubro, como por ejemplo “Jasalat”, se tiene el recaudo de no aplicar más fumigación que la permitida por las regulaciones sanitarias. A pesar de todas estas medidas de precaución y el ingente esfuerzo, y en cierta medida también a raíz de las limitaciones en el área de la fumigación, a veces los sheratzim logran ingresar al invernadero y multiplicarse en una cantidad que se califica como mi’ut matzui, y toda la cosecha pierde su condición de libre de sheratzim diminutos según el método de los que detentan la opinión estricta. Por ello, el precio de estas verduras es mucho mayor que el de las comunes.

El segundo método es cultivar las verduras en sitios fríos, de modo tal que a lo largo de todas las etapas de su crecimiento la temperatura ambiente nunca exceda de los 14 grados centígrados. En un clima así, los sheratzim no se reproducen y las verduras son consideradas libres de estos. Este método es cómodo para su uso en el exterior en sitios fríos. Sin embargo, en nuestro país no hay sitios tan fríos y a pesar de ello, por medio de una fumigación controlada es posible cultivar en el invierno en terrenos abiertos con una cantidad mínima de sheratzim diminutos, y por medio del lavado de las verduras es  posible llegar a una situación en la cual la probabilidad de que se encuentren sheratzim en las verduras sea baja, al punto de que también según el método de la mayoría de quienes detentan una actitud estricta -las verduras son consideradas libres de sheratzim.

10 – La Halajá y el camino del medio en el caso de verduras de hoja verde

Según la norma de la Halajá es posible contentarse con un buen lavado con agua de las verduras de hojas verdes y observarlas normalmente, y en caso de ver en estas algún sheretz -retirarlo. Sin embargo, tal como aprendimos (halajá 8) corresponde transitar por el camino del medio y llevar a cabo una acción por efecto de la cual, en la medida que haya sheratzim sobre las hojas, habrán de ser eliminados. Para ello, es preciso poner las hojas en remojo en agua con un producto disolvente tal como la sal o el vinagre durante cuatro minutos y posteriormente enjuagarla bajo agua corriente para que en la medida que haya sheratzim sobre las hojas, la inmersión de estas con material disolvente debilite el pegamento que sostiene a los sheratzim adheridos a las hojas y el posterior enjuague los retire de estas.

En muchas ocasiones este procedimiento retira a la totalidad de los sheratzim diminutos o los reduce a un nivel inferior al de la categoría de mi’ut matzui (una prohibición que se encuentra en la minoría constatada de los casos y que requiere de una revisación obligatoria) y por ello resulta útil también según el método de quienes detentan una actitud estricta.

Con el fin de quitar los sheratzim, es preferible poner las hojas en remojo en agua con jabón, lo cual resulta ser más eficiente que la sal o el vinagre, no obstante, hay quienes temen que el jabón pudiera resultar insalubre. Hay otros productos naturales tales como “Sterily” (en venta en Israel) que han resultado eficientes como el jabón sin reportar riesgo sanitario alguno.

Cabe prestar atención al hecho de que, tanto durante la puesta en remojo de las hojas como al enjuagarlas, el agua llegue a todos sus pliegues y fisuras. Por lo tanto, en el caso de verduras tales como la lechuga, el repollo o col y la alcachofa es preciso desarmar las hojas para que el agua pueda ingresar entre ellas, ya que a pesar de que la lechuga o el repollo llegan a nosotros cerrados, al inicio de su cultivo están abiertos y es entonces cuando los sheratzim pueden penetrar a las hojas interiores. Cuando uno se dispone a cortar las hojas para preparar una ensalada, es preferible hacerlo en primera instancia según el trozado deseado y posteriormente ponerlas en remojo y enjuagarlas pues en la medida que estén cortadas en trozos más pequeños el agua podrá llegar más fácilmente a todos los sitios necesarios.

A veces, las verduras de hojas son de baja calidad, por lo que están repletas de sheratzim pequeños y grandes que son fácilmente perceptibles a la vista, por lo que es preciso limpiarlas y enjuagarlas reiteradas veces hasta que queden libres de sheratzim.

11 – La coliflor y el brócoli

Hay verduras en las que es dable encontrar sheratzim diminutos y no resulta posible sacarlos a todos por medio del lavado o de su revisión. Ese es el caso de la coliflor y el brócoli, una parte importante de los cuales son hojas tupidas (floridas – tifrajat) en el interior de las cuales se encuentran sheratzim diminutos que resulta imposible ver sin desarmar por completo la flor, revisando prolongadamente cada una de sus diminutas partes. Tampoco el remojo en agua con jabón y su posterior enjuague resultan suficientemente útiles ya que el flujo de agua corriente no llega con fuerza suficiente a los sitios en los cuales se esconden los sheratzim, y por ende, no puede retirarlos a todos. Según la opinión de quienes detentan la actitud estricta, la única manera de poder ingerir estas verduras cuando son provenientes de un cultivo común es arrojar las flores o el ‘florete’ que es aproximadamente un 40% del total del vegetal y comer únicamente el tallo tras un buen lavado. En su defecto, se pueden consumir coliflores o brócolis que hayan crecido en condiciones especiales que eviten que se desarrollen sheratzim en su interior.

Sin embargo, tal como hemos aprendido, según las reglas de la Halajá no es necesario revisar en procura de sheratzim diminutos, por lo que alcanza con lavarlos bien, y mientras no se perciba la existencia de sheratzim -los vegetales se pueden comer. Es más correcto ponerlos en remojo durante cuatro minutos en agua con algún tipo de producto que disuelva el pegamento que adhiere a los insectos a la planta y enjuagar bien bajo el flujo del agua.

No obstante, a diferencia del caso de la lechuga y de las demás verduras de hojas, que muchas veces tras su remojo y enjuague ya no poseen más sheratzim diminutos o los poseen en una cantidad inferior a la categoría de mi’ut matzui, en el caso de la coliflor y el brócoli el remojo y el enjuague no alcanzan a llegar resultados igualmente buenos. Pero dado que se comen cocidos, a veces el sheretz se ablanda y se deshace durante la cocción por lo que pierde su estatus de briá, por lo que se puede considerar a este método como el camino del medio.

12 – Mazorcas, frutillas o fresas y cebolla de verdeo

Mazorcas: Según la opinión de los que detentan la opinión más estricta, está prohibido ingerir los granos de maíz cuando se encuentran aún en la mazorca, ya que a veces se esconden entre estos sheratzim diminutos (tisanópteros) y la única manera de poder ingerirlos cuando provienen de un cultivo común es cortar los granos de la mazorca y lavarlos para asegurarnos que estén libres de sheratzim. Sin embargo, según las reglas de la Halajá y según el camino intermedio, dado que una persona común no los percibe a simple vista y cabe dudar si se encuentran o no, y además posteriormente los granos han de ser cocidos, alcanza solamente con lavar el choclo.

Las hojas de la cebolla de verdeo y del puerro: Según la opinión de los que detentan la opinión estricta es preciso cortar cada hoja en dos, ponerlas en remojo en agua con jabón y lavarlas frotándolas todo a lo largo, dado que a veces se encuentran en ellas sheratzim diminutos. Según las reglas de la Halajá no hay que temer por la presencia de sheratzim diminutos que una persona común no ve a simple vista. Según el camino del medio, es preciso cortar unos tres centímetros desde el punto de conexión entre la cebolla y la hoja y tirarlos, ya que allí el temor es mayor, y para el resto de las hojas alcanza con desarmarlas, ponerlas en remojo con un producto que disuelva el pegamento con el que los sheratzim se adhieren a las hojas y enjuagarlas sin necesidad de cortar cada hoja en dos.

En el caso de las frutillas o fresas, a veces hay ácaros diminutos con un diámetro de un tercio de milímetro que se ocultan en los hoyuelos de las diminutas semillas que se hallan sobre su cáscara.

Según la opinión de los que detentan la opinión más estricta, está prohibido ingerir frutillas o fresas provenientes de un cultivo común en el campo a menos que se les pele su cáscara o se las ponga en remojo con un producto que disuelva el pegamento que adhiere a los sheratzim a la superficie del fruto y se las lave cepillando de modo sistemático su cáscara. Sin embargo, según las reglas de la Halajá, dado que una persona común no puede percibir estos ácaros diminutos a simple vista, no resulta necesario buscarlos. Según la opinión del camino del medio, es preciso cortar el sitio de conexión de la fresa con la rama o pedículo, ponerlas en remojo con un producto que disuelva el pegamento que adhiere a los ácaros a la superficie del fruto y enjuagarlas bien. Así debe procederse también con las frambuesas y las moras.

13 – Frutas de las que se sospecha

Hay frutas tales como el higo, la guayaba, los dátiles y los damascos o albaricoques en las que a veces se alojan sheratzim, por lo que previo a su ingestión es preciso abrirlas y revisarlas. En el caso de los higos frescos, así como los secos, es preciso observar atentamente pues a veces los sheratzim se asemejan en su forma a la del interior del fruto. Sin embargo, no cabe temer por aquello que la mayoría de las personas no pueden ver. Asimismo, en la fruta de la guayaba se encuentran gusanos y es preciso cortarla en cuartos para revisarla. De igual manera, es preciso analizar cada fruta que tenga algo de podredumbre, no sea que alrededor de esta se encuentren sheratzim.

En diferentes tipos de nueces tales como el cajú, hay a veces sheratzim, y la señal de ello es si tienen telas (suerte de telarañas) blancas o si están picadas. A veces, los sheratzim simplemente se alojan alrededor del fruto, por lo que si se retira la tela en cuestión y la nuez permanece entera y bonita -se la puede comer.

En el caso de fruta seca que viene empaquetada, como en el caso de las pasas de uva, si exhiben telas o si se desprende de ésta una suerte de polvo, será señal que están afectadas por sheratzim y es preciso revisarlas cuidadosamente, y a veces, resulta preferible botarlas puesto que la revisación resulta muy difícil.

Insectos escama o cocoideos: A veces, sobre la cáscara de la naranja o de otros cítricos se perciben puntos negros generados por pequeños insectos que afectan a las plantas (0.2 – 0.6 milímetros), que reptaron sobre la cáscara, establecieron en ella su residencia y secretaron un producto para defenderse. Las autoridades halájicas debatieron respecto de qué hacer con estos.

Hay quienes detentan una actitud estricta y entienden que, dado que la cobertura de los insectos escama es visible para todos, y también es dable distinguir al sheretz mientras repta, quienes preparan el alimento a partir de las cáscaras -tienen el deber de retirarlos. Otro tanto ocurre cuando se pela una naranja, es preciso prestar atención a que durante el pelado no se peguen insectos a los dedos y puedan así pasar a otros alimentos (Rav Shlomó Zalman Auerbach en Shmirat Shabat Kehiljatá 3:117). Hay quienes consideran que no cabe temer por estos insectos, dado que, de no mediar la capa protectora, una persona común no podría verlos a simple vista. Y aunque los viese, pensaría que se trata de una suciedad diminuta. Cuánto más aun cuando en la práctica lo que se ve es un punto negro sobre la cáscara y cabe dudar si se trata de suciedad o de la cobertura de un ‘insecto escama’ (Shevet Haleví 7:122). También cuando sabemos que el punto es una cobertura de un insecto escama, ello no implica necesariamente que el insecto se encuentre allí, ya que a lo largo del tiempo los machos se van por su camino y las hembras se deshacen, al grado de que no pueden ser consideradas una briá o un ser viviente completo. En la práctica, la opinión principal es la de quienes detentan la opinión flexible.

14 – Cereales, arroz y legumbres

En los granos de cereal, el arroz y las legumbres se encuentran a veces sheratzim que se desarrollaron entre los granos mientras se encontraban en los campos o en los depósitos. En la medida que la cosecha sea de buena calidad y fuera almacenada en un sitio limpio y frio durante un breve período, se reduce la probabilidad de que aparezcan sheratzim. Dado que en la actualidad los consumidores exigen productos limpios, las condiciones de almacenamiento mejoraron y el tiempo en depósito se redujo –cuando se adquieren productos de compañías confiables en tiendas limpias no es preciso revisarlos en busca de sheratzim, ya que el temor de que se encuentren, según todas las opiniones, es inferior al de mi’ut matzui.

Solamente en caso de que en el empaque se vea un cambio que genere la sospecha de que quizás haya estado depositado en un sitio no limpio o por un período de tiempo demasiado prolongado, será preciso efectuar la revisión de una muestra, y en caso de que ésta resultare limpia, no será preciso revisar el resto.

En caso de que se encuentre un sheretz, será preciso revisar todo el contenido del paquete. Cuando se ve en el paquete telas de polillas o partículas de polvo, es altamente probable que allí se encuentren sheratzim, por lo que hay que revisarlo bien. En la actualidad las empresas que venden alimentos tienen el recaudo de cuidar la limpieza de sus productos y están dispuestas a cambiar un producto afectado por sheratzim por otro limpio, y cuando no se tiene premura o urgencia por el artículo, es preferible cambiarlo en lugar de revisarlo.

Sin embargo, quienes adquieren granos de cereal o legumbres a granel, en bolsas viejas o en tiendas que no guardan un alto nivel de limpieza, pueden toparse con sheratzim en una cantidad de mi’ut matzui por lo que resultará necesario revisarlos extendiéndolos sobre una superficie.

Garbanzos y porotos o frijoles: En el caso de los garbanzos y los porotos o frijoles y semejantes se teme por dos cuestiones: 1) Como en el caso de todos los cereales, a veces proliferan entre estos los sheratzim. 2) A veces, moscas y mosquitos ponen huevos sobre estos granos, los cuales se desarrollan en larvas que finalmente saldrán de sus cáscaras exteriores y volarán. Exteriormente, estas larvas se ven como círculos negros, que cuando son presionados por ambos lados la larva sale expedida hacia afuera y a veces incluso hasta se mueve un poco. Dado que mientras que las larvas están secas no son visibles, es preciso sumergirlos en agua hirviendo durante media hora, o en agua tibia durante ocho horas para que sus cáscaras exteriores se vuelvan transparentes y se puedan revisar los granos.

Cuando se compran estas legumbres en paquetes o bolsas de compañías confiables que las almacenaron en sitios higiénicos, no es preciso revisarlas, dado que se las considera libres de sheratzim y alcanza con mirar que estén limpias como corresponde. Sin embargo, si los paquetes permanecieron demasiado tiempo sobre el estante, fueron almacenados en un sitio sucio, o si provienen de una empresa menos confiable o bien fueron adquiridos a granel -es preciso revisarlos bien. Cuando surge la duda respecto de una bolsa de una compañía confiable que quizás no fue cuidada como corresponde, es preciso revisar una muestra del producto, y en caso de que se encuentre un sheretz, será preciso revisar toda la bolsa.

15 – La harina y el tamiz

Cuando se desarrollan sheratzim en la harina, mientras no hayan salido de esta – no están prohibidos, ya que su estatus se asemeja al de las frutas caídas en las que se desarrollaron sheratzim, que mientras no salgan de la fruta – no estarán prohibidos (arriba halajá 3). Sin embargo, cuando se ve en la harina sheratzim y resulta razonable pensar que salieron de ésta y volvieron, según la opinión de la mayoría de los sabios medievales (rishonim) se teme que hayan salido y están prohibidos. Sin embargo, los juristas debatieron respecto de si es preciso revisar una harina cualquiera en la que no se perciben sheratzim. Según la opinión de muchos, en virtud de tratarse de una duda doble (sfek sfeika) no resulta obligatorio revisarla. Una duda, es que quizás la harina no contenga sheratzim. La segunda, que aunque sí los contenga, quizás no salieron y por ende no estén prohibidos (Turei Zahav, Kneset Haguedolá, Shulján Gavoha y otros). Y hay quienes dicen que, dado que a veces se encuentran sheratzim en la harina y es dable revisarla y salir de duda, es preciso hacerlo y no confiar en la cuestión de la duda doble (Pletí y Minjat Ya’akov). Y así, los hijos de Israel acostumbraron a cernir la harina, pero todos concuerdan con que si se horneó o cocinó con harina no tamizada, el producto resultante será kasher.

Quienes detentan una actitud estricta exigen cernir la harina por medio de un tamiz de seda poseedor de orificios diminutos en una densidad de 70 por pulgada (70 orificios por pulgada cuadrada), porque a veces en la harina se encuentran sheratzim diminutos llamados ‘ácaros de la harina’ cuyo tamaño es apenas superior al de una partícula de harina y solamente puede ser filtrado por medio de un tamiz de seda de cernido denso. Sin embargo, a los efectos de la halajá, incluso según el camino del medio cabe cernir la harina con un tamiz común poseedor de treinta orificios por pulgada cuadrada, ya que además de que la opinión principal es que no hay que preocuparse por sheratzim tan pequeños, mientras que no hubieren salido o no se hubieren separado de la harina -no están prohibidos, y en el caso de estos sheratzim diminutos -no cabe temer que hubieren salido o se hubieren separado de esta y luego regresado.

16 – El estatus de la harina en nuestros días

En el pasado, aparecían gusanos en la harina por dos motivos: el primero, la molienda no era completa, y por ello quedaban en ésta huevos de los cuales nacían sheratzim. El segundo, los sheratzim voladores y los reptantes llegaban hasta la harina y ponían en ella huevos de los cuales nacían sheratzim. Sin embargo, en la actualidad, a raíz de las mejoras tecnológicas y las exigencias del público consumidor que demanda productos de calidad y limpios de sheratzim, el estado de la harina comercializada para consumo hogareño en los países desarrollados ha mejorado mucho. Para ello, las compañías confiables tienen el recaudo de que la harina sea completamente molida, de modo tal que la mayor parte de los huevos de sheratzim sean eliminados durante la molienda, y a los efectos de eliminar los huevos restantes se usa gas de nitrógeno o se calienta la harina. Inmediatamente después se la empaqueta en bolsas cerradas para protegerla. No obstante, cuando se dejan las bolsas de harina en sitios sucios, o sobre tierra, o almacenada durante períodos muy prolongados, es razonablemente probable que los sheratzim perforen el envoltorio y pongan huevos en la harina.

Por lo tanto, la harina blanca que es comercializada en paquetes cerrados, que proviene de compañías confiables y es comercializada en cadenas de supermercados y negocios responsables, y que fue almacenada en los hogares en un sitio limpio no más que durante un par de semanas –posee el estatus de limpia de sheratzim y no es preciso cernirla dado que todos los casos especiales en los que sí se encuentran sheratzim no alcanzan la cantidad de mi’ut hamatzui. No obstante, al verter la harina es oportuno echarle una mirada, para ver que en efecto está limpia tal como corresponde.

Sin embargo, harina que es comprada al por mayor o en el mercado, es preciso cernirla. Asimismo, es preciso cernir la harina de compañías confiables que fue comprada en tiendas en las cuales la mercadería permanece por un período prolongado sobre los estantes o en los depósitos, o si es almacenada en un sitio sucio o sobre la tierra. En los comercios, es también necesario cernir la harina dado que acostumbran a comprar barato y al por mayor y por lo general carecen de condiciones apropiadas para almacenarla.

También en el caso de harina que se sabe que es limpia o que fue cernida, si fue colocada al aire libre o en un envoltorio abierto durante una jornada -y en el caso de un día caluroso, incluso durante un par de horas- puede adquirir gusanos y por ello es preciso cernirla. Quien desee asegurarse que la harina no adquirirá gusanos tras la apertura de su envoltorio o de su cernido –que la guarde en el refrigerador.

Quien adquiere harina de origen dudoso, que la revise mientras considere que habrá de encontrar sheratzim con frecuencia, y en caso de que su evaluación cambie y piense que solamente habrá de hallarlos esporádicamente, ya no precisará revisar la harina que provenga de ese origen. Una compañía o comercio cuya harina sea considerada limpia y un par de veces se encontraron en esta sheratzim, pierde su estatus, y de ahora en adelante es preciso tener el recaudo de cernir la harina que se adquiere a estas. En caso de que esto hubiere ocurrido debido a que de modo extraordinario se almacenó la harina en un sitio inapropiado, la compañía o la tienda no pierden su estatus.

La harina integral precisa ser cernida, ya que es molida en una molienda gruesa y a veces permanecen en ésta huevos de sheratzim. Hay compañías que comercializan harina integral de la cual eliminaron los huevos por medio del uso de gas nitrógeno y su posterior empaquetado al vacío. En un caso así, su harina detentará el estatus de limpia de sheratzim y no requerirá de revisión. Asimismo, hay compañías que comercializan harina que es guardada en frío desde el momento de su molienda, y siempre y cuando tengan el recaudo de que no pase un día sin refrigeración, no será necesario revisarla, ya que los huevos no dan lugar a nacimientos estando a bajas temperaturas. En caso de que el comprador desconozca la calidad de la harina integral de la compañía de la cual está adquiriendo, que la revise, y cuando llegue a la conclusión de que en esta marca de harina puede aparecer un sheretz solo de manera esporádica, ya no precisará revisarla.

17 – La carne

Los gusanos que se encuentran en la carne del animal doméstico (behemá) o no doméstico (jaiá) mientras está con vida, o en la carne del ave mientras está con vida –están prohibidos. En caso de tratarse de gusanos que ingresaron al animal, resulta que estando afuera ya estaban prohibidos por reptar sobre la tierra, y en caso de haberse desarrollado en la carne misma, así como se prohíbe ingerir carne sin previa faena ritual, de igual forma está prohibido ingerir los gusanos que se desarrollaron en esta. E incluso tras la faena, los gusanos permanecen en su condición de prohibidos pues la shejitá torna apta la carne de los animales domésticos, no domésticos y aves mas no a los gusanos que en ella se encuentren.

Sin embargo, no están prohibidos los gusanos que se desarrollaron en la carne del animal doméstico, no doméstico o el ave tras su faena, ya que su estatus se asemeja al de los que se desarrollan en frutas caídas, y mientras no se hayan separado o salido del fruto, no recae sobre éstos prohibición alguna (arriba halajá 3). Este es también el estatus de los gusanos que se desarrollaron al interior del queso, mientras no salgan o se separen de éste, no estarán prohibidos. No obstante, si generan sensación de asco -estará prohibido ingerirlos por efecto de la prohibición de la Torá de “no habréis de mancillar vuestras almas” (bal teshaktzú) (arriba halajá 2).

La carne comercializada en tiendas confiables está libre de sheratzim, debido a que su acato a las normativas de higiene y salubridad destinadas a evitar el riesgo de contraer enfermedades o infecciones impide el desarrollo de sheratzim en la carne. No obstante, en el momento de preparar la carne en la cocina y servirla es preciso mantenerla a salvo de sheratzim y moscas. En las cocinas grandes es bueno instalar redes y trampas contra moscas y mosquitos para evitar que la carne y los demás alimentos contraigan gusanos.

18 – El pescado

Los gusanos que se desarrollaron en la carne del pez, tanto vivo como muerto (pescado) mientras no se separen o salgan de éste, no están prohibidos. En este aspecto el pescado se diferencia de la carne, pues en esta última, solamente los gusanos que se desarrollan en su interior con posterioridad a la faena no están prohibidos (tal como se vio en la halajá anterior), pero en el caso del pez, tampoco se prohíben los gusanos que se desarrollaron en él estando aún con vida, por cuanto que resultan secundarios respecto de su carne que es apta para ser consumida sin necesidad de faena.

No obstante, gusanos que entraron al pez desde el exterior están prohibidos, dado que la prohibición rige desde antes que ingresaran. Por lo tanto, gusanos que se encuentran en las entrañas (intestinos) del pez o alrededor de su cavidad bucal y de las branquias que se encuentran en su cabeza, o pegados a su piel –están prohibidos, por cuanto que llegaron a éste provenientes del agua en la que este vive. Este fenómeno se presenta con cierta frecuencia, por lo que es bueno comprar un pescado que posea una supervisión confiable que testifique que está limpio de gusanos. En caso de no conseguirse un pescado de estas características, o cuando se compra el pez aun vivo, es preciso tirar sus entrañas, pelar su piel, frotar su lado exterior y el interior contiguo a las entrañas, así como también limpiar diligentemente la zona de la boca y de las branquias. Quienes deseen aliviar para sí la tarea, que tiren la cabeza en vez de limpiar todos los sitios contiguos al orificio de la boca y las branquias que es donde los gusanos se alojan.

En el caso del salmón y otros pescados tales como el arenque, surgió una interrogante. Estos peces tragan y acumulan en su interior sheratzim diminutos que previamente tragaron larvas diminutas. Estas larvas diminutas se transforman en gusanos denominados “anisakis” cuya longitud alcanza a los 10 cm. y su color tiende a ser transparente. Mientras el pez está vivo este tipo de gusano no tiene la capacidad de penetrar desde los intestinos al interior del cuerpo, pero una vez muerto, si no se lo congela de inmediato, puede hacerlo. Hay quienes dicen que, dado que la larva diminuta comenzó a desarrollarse fuera del pez, la prohibición ya recae sobre esta, y por ello resulta obligatorio supervisar que en los salmones y símiles no haya gusanos anisakis. Otras autoridades sostienen que dado que al momento de ser tragada la larva era diminuta (una décima de milímetro), al grado de que una persona común, aunque abriese los intestinos del sheretz pequeño que la tragó no lograría distinguirla, la prohibición no recae sobre esta. Por ende, el estatus de los gusanos anisakis se asemeja al de los gusanos que se desarrollaron en la carne del pez, y mientras no hayan salido o no se hayan separado de este -no están prohibidos.

A los efectos de la halajá final, la idea principal es la opinión flexible, ya que antes de que la larva ingrese al intestino del pez era diminuta e imperceptible, por lo que se la considera como si se hubiese desarrollado en el cuerpo del pez. Empero a priori, es bueno adoptar una actitud estricta, ya que además de la opinión de los juristas que detentan una actitud estricta, estos gusanos son grandes y por ende la repulsión que provocan es más notoria (arriba halajá 2) y desde un punto de vista sanitario pueden causar enfermedades. En la práctica, dado que resulta difícil revisar la carne del pescado en busca de los gusanos anisakis, y dado que su color es transparente, es correcto comprar pescados que tengan una supervisión de kashrut que revise esta cuestión.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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