Las reglas generales de la kasherización de utensilios – 32

01 – La kasherización de los utensilios

Cuando los combatientes de la guerra contra los midianitas regresaron con un copioso botín, el cual incluía utensilios y enseres de cocina de distintos metales, El’azar HaCohen les ordenó que los kasherizaran de los alimentos impuros que los midianitas habían comido en ellos, tal como fue dicho (Bemidbar-Números 31:21-23): “Dijo El’azar, el sacerdote, a los hombres del ejército que venían de la batalla: ‘Este es el decreto de la Torá que ha ordenado HaShem a Moshé. El oro y la plata, el cobre, el hierro, el estaño y el plomo, todo objeto que se usa en el fuego lo habréis de pasar por fuego y quedará puro, pero habrá de ser purificado con agua de purificación de la mujer nidá; y todo lo que no se use en el agua lo habréis pasar por el agua’”.

De aquí aprendieron nuestros sabios que la kasherización de los utensilios se lleva a cabo de la misma forma como absorbieron el sabor prohibido, según el principio que reza que «tal como se absorbe, se expele», por lo que utensilios como brochetas y asaderas o moldes para hornear que fueron utilizados con fuego deben ser kasherizados por medio de su exposición al fuego, al tiempo que utensilios que fueron utilizados para cocinar se kasherizan por medio de su inmersión en agua hirviendo.

Utensilios que fueron utilizados en frio se kasherizan por medio de su lavado con agua (Tratado de Avodá Zará 75(B)). De esto resulta que hay tres tipos de kasherización: exposición a un calor intenso (libún), inmersión en agua hirviendo (hag’alá) y lavado (hadajá) (ver arriba 31:1, allí aprendimos que para kasherizar un utensilio que fue propiedad de un gentil es también preciso sumergirlo posteriormente en la mikve).

Explicaremos más. Un utensilio que fue utilizado para alimentos que no eran calientes, dado que sus restos se pegaron a este débilmente, es posible retirarlos por medio de un lavado con agua fría, y a eso lo denominamos en hebreo hadajá. Pero si el utensilio fue empleado para cocinar, los sabores del alimento cocido se pegaron y fueron absorbidos y solamente podrán ser expelidos por medio de agua hirviendo, a eso en hebreo lo denominamos hag’ala. En cambio, si el uso del utensilio fue directamente en contacto con el fuego, por ejemplo, en el caso de las brochetas o las asaderas, dado que no hay allí líquidos que puedan suavizar la adhesión de los alimentos a las paredes, los sabores resultan fuertemente absorbidos, y por ello el agua hirviendo no alcanza para expelerlos resultando necesario kasherizarlos tal como absorbieron el sabor prohibido, por medio de la lumbre, esto es, exponiéndolos al fuego.

Tal como parece, cuando los sabios se refirieron a los sabores absorbidos en el utensilio se referían también a aquellos que se adhirieron fuertemente a las paredes de este a través de la cocción, al grado que se los considera embebidos en su interior. Esto es así, en virtud de que en el pasado no había cañería de agua que llevase al líquido elemento a cada hogar y aun no se había encontrado la tecnología necesaria para producir en gran escala un jabón capaz de eliminar eficientemente la grasa y la suciedad de los enseres de cocina, los cuales poseían además superficies rugosas, de modo tal que de no mediar una inmersión del objeto en agua hirviendo que disolviera la grasa que se había pegado al utensilio, por lo general, los restos de los alimentos cocidos en las ollas solían quedar sobre estas. De esto resulta que la instrucción de kasherizar los utensilios de metal tal como absorbieron el alimento prohibido se remite también a los sabores que se adhirieron a las paredes del recipiente. Y si bien después de la inmersión en agua hirviendo (hag’alá) es probable que hayan quedado aun algunos restos del alimento anterior, dado que el recipiente fue hervido tal como lo indica la Torá, y dado que este procedimiento le quitó la mayor parte de los sabores que se adhirieron al utensilio al grado de que estos resultan imperceptibles, se los considera como anulados y ya no recae sobre éstos prohibición alguna.

02 – Los sabores prohibidos impregnados en los utensilios tornan prohibidos a los alimentos en estos cocinados

Además de que está prohibido emplear utensilios con los cuales se cocinó comida no kasher (taref) y no fueron kasherizados tal como lo indica la Halajá, si se cocina en estos alimentos kasher –se prohibirá su ingestión. Esto se debe a que el sabor del alimento que se cocinó en el utensilio fue absorbido y se adhirió a sus paredes, y si tras cocinar en una olla un alimento no kasher se cocinare otro que sí lo es, el sabor del taref saldrá de las paredes del utensilio y será absorbido por el alimento kasher.

A los efectos de calcular, se considera como si la totalidad del volumen de las paredes del utensilio estuviera llena del sabor prohibido, y dado que casi nunca ocurre que haya en el interior de la olla un volumen de alimento en cocción que sea sesenta veces superior al del grosor de sus paredes, cada vez que se cocine un alimento en una olla que absorbió sabor prohibido, su ingestión quedará totalmente vedada. Otro tanto ocurre en el caso de una olla en la cual se coció leche y posteriormente carne, dado que el alimento cárnico no posee un volumen sesenta veces superior al de las paredes lácteas de la cacerola, el alimento quedará totalmente prohibido.

¿Por qué se calcula a la pared de la olla como si estuviese llena de sabor prohibido? Ello obedece a que se trata de una duda que resulta imposible de resolver y es cuánto es el sabor adherido y absorbido en las paredes y cuánto el sabor que estas liberan.

Hay recipientes o utensilios que liberan más y otros menos. Los utensilios de loza absorben una gran cantidad, los de madera menos, y los de metal aún menos. Entre los enseres de loza hay diferencias, algunos tienen una consistencia más aireada por lo que absorben mucho y otros son de consistencia más compacta y absorben menos. Asimismo, hay alimentos cuyo sabor es concentrado e intenso, de modo tal, que un solo gramo de este es equiparable a diez gramos de un platillo común, al grado de que a veces, el sabor expelido por los utensilios equivale al volumen de sus paredes.

Dado que se trata de una duda permanente que no hay manera de establecer sus límites, y dado que una situación de permanente duda pone en tela de juicio los límites de la prohibición, se dictaminó que para salir del área de la duda es necesario volverse estrictos hasta el extremo, y considerar a las paredes de la olla como si estuviesen llenas del alimento no kasher, y dado que el volumen del alimento kasher que se cuece en el interior de esta no es sesenta veces mayor que el de las paredes –se prohíbe la ingestión del alimento cocido.

Esto y más, si luego, en la misma olla se ha de cocer otro alimento, su ingestión se prohibirá también, pues queda la duda de que quizás en la primera cocción no se haya liberado el sabor prohibido y esto sí haya ocurrido en la segunda. Dado que no podemos estimar cuánto fue expelido en la primera vez y cuánto en la segunda, es preciso adoptar una actitud estricta hasta el extremo, y cada vez que se cocine calcular como si en esa oportunidad la totalidad del sabor impregnado en las paredes de la olla fuera liberado.

Las reglas de precaución que aprendimos fueron elaboradas para una situación en la cual no tenemos posibilidad alguna de revisar el sabor del alimento cocido, ya que un judío no puede probarlo, no sea que resulte que esté efectivamente prohibido. Pero si hubiere en el sitio un gentil de confianza que pueda probar el alimento y decir que el sabor prohibido es imperceptible, este será kasher. No obstante, dado que los sabores son engañosos o escurridizos, por lo general no se suele confiar en un gentil, sino que se establece la norma de acuerdo con las normas de precaución que aprendimos (ver adelante 34:4-5).

03 – Un utensilio que fue utilizado ese mismo día (ben iomó) y aquel que no lo fue (sheeinó ben iomó), infracción cometida voluntaria (mezid) e involuntariamente (shogueg)

Un utensilio en el cual se cocinó un alimento no kasher, no podrá volver a usarse, y esto será posible únicamente tras pasar por un procedimiento de kasherización (Shulján Aruj 122:2). Sin embargo, lo que aprendimos en cuanto a que el sabor a alimento prohibido que fue absorbido por la pared de la olla torna en prohibido al alimento cocido en esta, es así a condición de que el utensilio haya sido utilizado en ese mismo día (ben iomó), esto es, dentro de las veinticuatro horas desde el momento en que se cocinara el alimento taref, ya que durante ese lapso el sabor prohibido absorbido por el utensilio puede aun saborizar al siguiente platillo y tornarlo prohibido.

Pero una vez pasado un día entero, los sabores absorbidos y adheridos en el utensilio se estropean y ya no pueden tornar al siguiente alimento en prohibido (ídem 103:5). En caso de duda respecto de si pasó o no un día completo desde la última cocción, se considera como si hubiera pasado, siguiendo la regla que indica: “utensilios cualesquiera no se considera que fueron utilizados en el día” (stam kelim einam bnei iomam) (ídem 122:7).

En caso de que se supiere que la olla es taref y a pesar de ello se la usare intencionalmente, aunque hubiere pasado un día entero y el sabor prohibido expelido esté estropeado, nuestros sabios lo sancionaron y prohibieron el alimento cocido para quien lo cocinó y para todos los destinatarios de la cocción, y solamente podrán ingerirlo personas para las cuales esta comida no hubiere sido cocinada.

De esto resulta que el estatus final del alimento es fijado por dos cuestiones. La primera, si el utensilio en cuestión fue utilizado o no en ese día, si es o no ben iomó. Si el utensilio era ben iomó el alimento queda absolutamente prohibido. Si, por el contrario, no era ben iomó, entonces llega la segunda pregunta: ¿acaso el alimento fue cocinado con intención (bemezid)? En caso de que se hubiere cocido adrede, el alimento estará prohibido para todos sus destinatarios iniciales y estará permitido para las demás personas, y si se hubiere cocido involuntariamente (bishgagá), el alimento será apto para el consumo de cualquier persona.

04 – Utensilios de metal y loza

La regla que aprendimos, que tal como se emplea un utensilio de cocina de ese mismo modo se lo kasheriza («tal como absorbe se expele») fue prescrito en la Torá en lo que respecta al metal, tal como fue dicho (Bemidbar-Números 31:22-23): “El oro y la plata, el cobre, el hierro, el estaño y el plomo, todo objeto que se usa en el fuego lo habréis de pasar por fuego… y todo lo que no se use en el fuego lo habréis pasar por el agua”.

Pero en el caso de los utensilios de loza, que en la antigüedad eran más baratos y muy usados, no resulta posible kasherizarlos por medio de su inmersión en agua hirviendo (hag’alá) o exposición al fuego, porque este material tiene numerosas porosidades en su composición, por lo que es muy grande su absorción, y por lo tanto el agua hirviendo no puede extraer de este todo lo absorbido. Tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 6:21): “… y la vasija de barro en la que se hubiere guisado habrá de ser quebrada: empero, si se guisare en vasija de cobre, ésta habrá de ser fregada y enjuagada en agua”.

Esto es, el utensilio en el cual se coció la carne del sacrificio absorbe sus sabores, y dado que una vez finalizado el tiempo en el cual se puede ingerir el sacrificio queda prohibida la ingestión de su sobrante, los sabores que quedaron absorbidos en el interior del utensilio quedan también prohibidos. La Torá ordenó que si se cocina la carne del sacrificio en un utensilio de cobre –deberá ser kasherizado por medio de agua hirviendo (hag’alá), pero si fuere cocido en un utensilio de loza, no será posible kasherizarlo porque nunca dejará de estar prohibido, por lo que es preciso romperlo para que las personas no los utilicen por error. De esto, los sabios dedujeron sobre las demás prohibiciones, y si el utensilio en absorber el sabor prohibido fuere de loza, no deberá ser kasherizado.

No obstante, en principio, es posible kasherizarlo por medio de su exposición al fuego (libún) ya que de esa manera el utensilio de loza resulta quemado junto al sabor por él absorbido. Pero dado que un utensilio de loza expuesto al fuego puede agrietarse, cabe temer que quien procure kasherizarlo por medio de libún no lo haga como corresponde ya que temerá que sus enseres se quiebren, y por lo tanto, los sabios prohibieron kasherizar un utensilio de loza por medio de su exposición al fuego. Sin embargo, se permite kasherizarlo ingresándolo a un horno ardiente, y en caso de que el objeto sobreviva el intenso fuego sin fisurarse, se lo considerará como un utensilio que fue fabricado de nuevo. Y no cabe temer que en el horno no se vea expuesto al fuego como corresponde, ya que este arde con gran intensidad y no resulta posible disminuir dicha intensidad (Tratado de Pesajim 30(B), Tosafot en el pasaje que inicia con la expresión ‘התורה’, Shulján Aruj Oraj Jaím 451:1).

05 – Utensilios de vidrio

En días de los sabios medievales (rishonim) surgió una discusión respecto de los utensilios de vidrio. Hay quienes sostienen que por cuanto que el vidrio es liso y duro, aunque contuviere alimentos calientes –no absorberá su sabor. Por lo tanto, si se hiciere uso de utensilios de vidrio con alimentos prohibidos alcanzará con limpiarlos bien para usarlos posteriormente con alimentos kasher (Rabí Eliezer ben Yoel, Rosh, Rashbá, Rabenu Nisim, Shulján Aruj Oraj Jaím 451:26).

Por otra parte, otras autoridades entendieron que, dado que el vidrio se elabora a partir de arena, al igual que la loza, aunque en la práctica los utensilios de vidrio no absorban, ingresan en la categoría de utensilios de loza que no pueden ser kasherizados, y si se colocare en su interior un alimento taref hirviendo, no será posible kasherizarlos debiendo ser arrojados a la basura o entregados a un gentil (Rabí Yejiel, Sefer Mitzvot Gadol, Rabenu Peretz, Terumat HaDeshen).

Hubo juristas que se apegaron al camino del medio, y en su opinión los utensilios de vidrio no tienen el mismo estatus que los de metal, y si fueren usados con un alimento no kasher hirviendo -deberán ser kasherizados por medio de su inmersión en agua hirviendo (hag’alá) (Rambám, Or Zarúa y Shibolei Hleket).

En general, los judíos sefaradíes tendieron a adoptar la opinión más flexible e incluso hay entre estos quienes acostumbran a comer en el mismo plato de vidrio alimentos cárnicos y lácteos calientes, teniendo el recaudo de lavarlo bien entre un uso y el otro.

Por otra parte, los judíos ashkenazíes tendieron a adoptar la opinión de los que detentaban una actitud más estricta, y hay incluso quienes ordenaron botar a la basura aquellos utensilios de vidrio que fueron utilizados erróneamente con un alimento taref hirviente o que por error fueron usados alternadamente con carne y leche. Sin embargo, cuando se profundiza más, se encuentra que la mayoría de los judíos procedieron por el camino del medio, pues resulta que la usanza sefaradí de adoptar una actitud flexible hacia los utensilios de vidrio se aplica al segundo recipiente o kli shení, ya que en el pasado los utensilios de vidrio podían romperse durante la cocción sobre el fuego. E incluso en el caso del segundo recipiente, muchos de los judíos sefaradíes acostumbraron a adoptar una actitud estricta y no utilizaban los mismos utensilios para carne y para leche.

Por otra parte, la mayoría de las autoridades halájicas ahkenazíes que tendían a una actitud estricta, coinciden en que a posteriori, si se cocinare en utensilios de vidrio un alimento no kasher, estos podrán ser kasherizados por medio de su inmersión en agua hirviendo en conformidad con la opinión intermedia.

De esto resulta que la costumbre mayoritaria de los hijos de Israel es la de conducirse por el camino del medio, separando entre los utensilios de vidrio para carne y para leche y kasherizando aquellos que por error fueran usados con el otro tipo de alimentos o con taref, tal como se acostumbra a proceder con los utensilios de metal. Y así corresponde instruir a todo el pueblo de Israel, tal como se habrá de explicar más adelante (halajot 7-9) respecto de los utensilios metálicos.

06 – Los utensilios de metal en nuestros días

En nuestros días surgió una interrogante respecto de los utensilios metálicos. Resulta claro que los sabios de la Mishná y el Talmud, los medievales (rishonim) y los de las últimas generaciones (ajaronim) vieron a los utensilios metálicos como objetos que absorben sabores y luego los expelen, y no cabe duda de que así lo percibieron en la práctica. Por ello, se dictó que si se cocina carne no kasher en una olla metálica esta última absorberá el sabor taref, y si antes de ser kasherizada por medio de su inmersión en agua hirviendo se cocina en esta un alimento kasher, aunque la olla haya sido bien lavada, a veces podría llegar a sentirse el sabor no kasher en alimento cocido.

Por lo tanto, si hubiese allí un gentil confiable que pudiera probar el alimento y establecer si carece o no de sabor taref –los sabios lo aprobarán como kasher. Pero en caso de no haber en el lugar un gentil de confianza, establecieron que será preciso adoptar una actitud más estricta y considerar a las paredes de la olla como si estuviesen llenas de sabor que se expele en su totalidad sobre el alimento cocido, y dado que en este último no hay sesenta veces más volumen que el contenido en las paredes de la olla –se prohibirá la comida (tal como se explicó en la halajá 2). Por supuesto que esta actitud estricta se basaba en la realidad que los sabios conocían, en la que aun después de limpiar diligentemente una olla metálica, a veces podía sentirse en el nuevo guisado el sabor del anterior.

Por otra parte, es sabido por las personas que, en nuestros días, tras lavar las ollas como corresponde, no queda en éstas sabor alguno del guisado anterior y nadie podrá sentir el sabor del alimento cocido con anterioridad. Asimismo, a la luz de numerosas investigaciones, resulta que la absorción de los utensilios de metal y vidrio es tan ínfima (una parte en varias decenas de mil) que no resulta posible percibir en éstos sabor alguno. La pregunta entonces es, ¿qué ha cambiado en las últimas generaciones?

Tal como parece, el motivo del cambio obedece a la aparición de varios desarrollos tecnológicos.

En primer lugar, en el pasado no resultaba posible dar forma a los metales de manera idéntica o unificada (al vacío) lo cual generaba grietas a través de las cuales los sabores penetraban al interior de la pared de la olla. Y quizás los metales eran también menos puros y sus aleaciones absorbían sabores. En segundo lugar, en el pasado las superficies de los utensilios eran más rugosas y por ende resultaba más difícil retirarles los restos de alimentos. En tercer lugar, una parte significativa del sabor que quedaba en los utensilios tras la cocción obedecía a la crasitud que se adhería a estos, y estos sabores también se consideraban como absorbidos, ya que se sumaban a las paredes y se tornaban secundarias frente a estas.

A raíz de la invención del detergente hace poco menos de cien años y de la conexión de todos los hogares al sistema de agua corriente, usando agua, jabón y una esponja rugosa, resulta posible quitar todas las grasas y suciedades que se adhieran a cualquier utensilio.

07 – Las implicancias prácticas

Hay quienes sostienen que dado que se hizo evidente que en la actualidad los utensilios de metal no absorben ni expelen sabores, según la opinión de los que permiten utilizar un utensilio de vidrio con carne y con leche hirviendo teniendo solamente el recaudo de lavarlo entre un uso y el otro, será preciso también permitir el uso de ollas y cubiertos de metal para cárnico y lácteo hirviendo por medio de su simple lavado entre un uso y el otro. Asimismo, tras un buen lavado, se permite utilizar una olla en la que se cocinó carne taref. Esto y más, hay quienes sostienen que si bien los sabios medievales adoptaron una actitud estricta con los utensilios de vidrio, si tuvieran la certeza de que estos no absorben ni expelen sabores aceptarían la opinión de los que lo autorizan, ya que todo el fundamento de la prohibición del uso de utensilios obedece únicamente al sabor absorbido por estos, y si en la práctica el sabor no se absorbe, alcanza con lavarlos y no resulta necesario sumergirlos en agua hirviendo.

Por otra parte, casi todos los rabinos consideran que, a los efectos prácticos, se debe kasherizar un utensilio que fue usado con alimentos taref así como también una olla láctea en la que se cocinó carne y viceversa, dado que los hijos de Israel acostumbraron por todas las generaciones a kasherizar los utensilios de metal por medio de su inmersión en agua hirviendo y su exposición al fuego, se debe continuar con la práctica aceptada.

Además de ello, aprendimos que los sabios establecieron numerosos decretos para reforzar la separación entre carne y leche y evitar que las personas incurrieran en errores. Por eso, prohibieron ingerir juntos carne y leche, aunque no estén cocidas, e incluso prohibieron ingerir leche después de carne, o comer carne sobre una mesa en la que hay leche y viceversa, e incluso prohibieron hornear un pan que fuera lácteo o cárnico no sea que la persona luego incurriera en el error de comerlo con el otro alimento (ver arriba 25:3-5, 2:1-2).

Cabe decir que de estos decretos se desprende que no deben usarse los mismos utensilios para carne y para leche, ni utensilios taref con alimentos kasher, y tener el recaudo de aplicar todas las reglas de la kasherización que recaían sobre los utensilios metálicos que expelían sabores sobre aquellos utensilios metálicos que no los expelen. Esto es así ya que, de no cuidarse estas normas, cabe temer que se termine cocinando alimentos kasher en utensilios taref que no estén limpios y de esa manera se termine cocinando leche en utensilios de carne sucios o viceversa y de esa manera se transgreda la prohibición de comer carne con leche.

En resumen, la opinión mayoritaria de los rabinos considera que también después de que se viera que los utensilios modernos de metal no absorben ni expelen sabores, el deber de kasherizarlos se mantiene en pie tanto por la importancia intrínseca que posee el guardar la tradición como así también por el fundamento que aprendimos de todos los decretos rabínicos en cuanto a que es preciso reforzar la separación entre carne y leche y entre taref y kasher para evitar errores.

08 – Explicación del deber de sumergir los utensilios de metal en agua hirviendo (hag’alá)

Más allá de lo que estudiamos en el inciso anterior, en virtud de la tradición y el cuidado de la separación parece que también según los principios de la Halajá el deber de kasherizar los utensilios de metal se mantuvo vigente sin cambio alguno.

En efecto, aprendimos que, según la opinión mayoritaria, el deber de la Torá de kasherizar los utensilios aplica únicamente al primer día, que es cuando los sabores absorbidos y adheridos al utensilio son aún buenos y apreciables. Pero una vez pasado un día, los sabores se deterioran y ya no tienen la capacidad de tornar en prohibidos a los alimentos cocidos en la olla, y aun así, los sabios establecieron que por cuanto que al principio los sabores eran buenos, después de deteriorarse también está prohibido utilizar el utensilio sin mediar una previa kasherización que sea semejante al modo en como los sabores fueron absorbidos (arriba halajá 3). De igual manera, en la actualidad, incluso después de haber lavado los utensilios como corresponde con detergente, por normativa rabínica resulta obligatorio kasherizarlos.

De acuerdo con la opinión de sabios medievales y de las últimas generaciones que entienden que pasado el primer día el deber de kasherizar el utensilio se origina también de la Torá, aunque los sabores se hayan estropeado, un utensilio que haya sido bien lavado con detergente debe también pasar kasherización según la sagrada Torá.

De acuerdo con el sentido simple y literal del versículo: “Todo objeto que se usa en el fuego lo habréis de pasar por fuego… y todo lo que no se use en el agua lo habréis pasar por el agua”. O sea, toda olla en la que se haya cocinado taref queda prohibido su uso mientras no haya sido kasherizada por medio de su inmersión en agua hirviendo (hag’alá), y todo aquel utensilio que fuera utilizado en el fuego queda prohibido hasta que no sea kasherizado por medio de su exposición al fuego (libún). Asimismo, esto es lo que se desprende del enfoque de numerosos sabios medievales que entienden que el principio según el cual cuando un alimento prohibido saboriza a otro que es kasher, este último quedará vedado a pesar de que en su interior no hay partes del alimento prohibido (ta’am keikar miderabanán) -es de prescripción rabínica.

09 – La halajá práctica en lo que refiere a los utensilios de metal o vidrio

De todo lo que estudiamos surge que incluso después de lavar un utensilio de metal con detergente, el deber de kasherizar un utensilio en el cual se cocinó un alimento taref se mantuvo vigente. Asimismo, es preciso kasherizar un utensilio cárnico en el cual se cocinó lácteo y viceversa. Y la norma que aplica para los utensilios de metal es la misma que rige para los de vidrio (ver arriba halajá 5).

No obstante, cuando las autoridades halájicas debatieron respecto de si es preciso temer por el sabor expelido de los utensilios, mientras se sepa que los de metal o de vidrio fueron bien lavados con detergente, será preciso dictaminar la halajá en conformidad con la opinión de los que detentan la actitud flexible. Así se procede en el caso de la norma de un saborizante de segundo orden (nat bar nat – notén ta’am bar notén ta’am) y en la norma que aplica a un alimento picante (jarif), tal como se explicará más adelante (halajot 11 y 12), ya que es preciso decir que todo aquello sobre lo que se debatió se refiere a utensilios de loza que absorben sabores o utensilios de metal o vidrio que no fueron lavados con detergente, pero en el caso de los utensilios de metal o vidrio que fueron bien lavados con detergente -estarán de acuerdo con que la halajá final es conforme la opinión de los que detentan la actitud flexible, ya que sabemos que no expelen sabores.

10 – Los demás utensilios

Todos los demás utensilios que no son ni de metal ni de vidrio pueden absorber y expeler sabores, y por ello, las reglas que rigen para el expelido de sabores de los utensilios aplican también para ellos, y todas las discusiones que se mantuvieron en lo que respecta al expelido de sabores, como por ejemplo saborizantes de segundo grado (nat bar nat) y alimentos picantes (jarif), se aplican a ellos. Esto es lo que ocurre con los utensilios de madera, hueso, cuero, loza y plástico. La sartén de teflón que está compuesta de metal y plástico se incluye entre los utensilios que absorben y expelen sabores.

El estatus de los utensilios esmaltados se asemeja al de los metálicos, y si bien la capa de esmalte está hecha a partir de arena, en la práctica es dura e impermeable o hermética como el vidrio.

Los utensilios de loza son especiales ya que están llenos de porosidades que absorben numerosos sabores, la inmersión en agua hirviendo (hag’alá) o la exposición al fuego o al calor intenso (libún) no pueden extraer de estos la totalidad de los sabores absorbidos, y por ello se vuelven taref sin que sea posible kasherizarlos. Otro tanto ocurre con los utensilios de arcilla y cerámica cuya composición es similar a la de la loza (ver arriba halajá 4).

Resulta entonces que el estatus de los utensilios en los cuales se cocinaron alimentos taref se divide en tres tipos: 1) Los utensilios de metal y vidrio –los sabores se adhieren a las paredes, pero no se absorben al interior de estas. Por eso, si bien precisan ser kasherizados como todos los utensilios, en todas las normas que dependen del expelido de sabor se debe proceder según la actitud flexible. 2) Los utensilios de hueso, madera, cuero y plástico -absorben y expelen sabores y además de precisar ser kasherizados, todas las reglas que dependen sobre el expelido de sabor recaen sobre ellos. 3) Diferentes utensilios de loza –absorben y expelen sabores como los del inciso anterior, y recae sobre estos una gravedad suplementaria pues en caso de que se volvieren taref resultará imposible kasherizarlos (halajá 4).

En el caso de los utensilios de porcelana, a priori, tal como ocurre con la loza, no deberán ser kasherizados. Y en caso de necesidad, si su cobertura fuera lisa y hermética o impermeable y careciera de rajaduras, podrán ser kasherizados al igual que los utensilios de vidrio por medio de su inmersión en agua hirviendo (Pninei Halajá Pesaj 11:13:11).

11 – El uso de un utensilio cárnico con un alimento parve – saborizante de segundo grado (nat bar nat )

[1])
Hay quienes sostienen que a priori se puede cocinar un alimento parve en un utensilio cárnico para comerlo luego con leche y viceversa (usanza de algunos de los judíos sefaradíes). Otros entienden que si el utensilio cárnico fue usado en el mismo día (ben iomó) ello estará prohibido, y si no fue usado con carne en ese día (einó ben iomó) entonces ello estará permitido (la usanza mayoritaria de los judíos sefaradíes). Y hay otras autoridades que entienden que incluso en un utensilio cárnico que no fue usado con carne en el último día (einó ben iomó) no se debe cocinar un alimento parve para ingerirlo con leche, y solamente si ya se cocinó y ello resultare necesario se lo podrá mezclar con leche. Pero si el alimento parve se cocinare en un utensilio cárnico que fue usado con carne en el mismo día (ben iomó), aunque mediare la necesidad, no podrá ser mezclado con leche, y si por error se lo mezclare con leche, podrá comerse (la usanza de los ashkenazíes).

La división entre estas costumbres se aplica a todos los utensilios, no obstante, parece que en la actualidad se aplican también a los utensilios de loza y madera que absorben sabores en su interior, así como también respecto de los utensilios de metal y vidrio que no fueron limpiados o lavados tal como se acostumbra a hacerlo en nuestros días. Sin embargo, en el caso de los utensilios de metal o de vidrio que fueron lavados con detergente tal como se acostumbra en la actualidad, dado que es sabido que no expelen sabor alguno, resulta que también las autoridades que detentan una actitud estricta estarán de acuerdo con los que detentan la actitud flexible, y por ello, los judíos de todas las congregaciones podrán proceder de acuerdo con la opinión flexible, cocinando un alimento parve en un utensilio cárnico lavado para comerlo con leche y viceversa. Sin bien aprendimos (ver arriba 25:8) que en términos generales es preciso mantener la separación entre los sets de utensilios cárnico y lácteo y que cuando se tiene la intención de ingerir alimentos parve con carne es correcto cocinarlos en utensilios cárnicos y cuando se tiene la intención de ingerirlos con leche es correcto cocinarlos en una olla láctea, en caso de necesidad e incluso de necesidad menor, se permite cocinar un alimento parve en un utensilio cárnico de metal o vidrio lavado y que fue usado con carne ese mismo día para ingerirlo con leche y viceversa.


[1]. Nat bar nat significa notén ta’am bar notén ta’am. Esto se traduce como sabor que proviene del gusto (a

diferencia del sabor que proviene de la comida real). Cuando uno cocina un trozo de carne en una olla, el sabor

de la carne que sale de la carne y se transfiere a la olla es el primer nivel de sabor: ta’am rishon. Cuando

posteriormente se cocina la comida parve en la olla, el sabor de la carne abandona las paredes de la olla y pasa

a la comida parve. Este ya es el paso dos para el sabor, por eso se llama ta’am sheini y es más débil que el sabor

original de la carne. El ta’am sheini es lo que llamamos nat bar nat (N. de E.).

12 – La cocción y el picado de un alimento parve picante en un utensilio cárnico

Un alimento picante es aquel que no suele ser ingerido solo por causa de su fuerte sabor, por ejemplo: el ajo, la cebolla y el ají picante o chili. Las autoridades halájicas medievales debatieron respecto del estatus de un alimento picante parve que fue cocinado en un utensilio cárnico o lácteo.

Hay quienes entienden que el sabor picante potencia los gustos existentes en el utensilio, y así, el alimento picoso absorbe el sabor a carne y se vuelve cárnico. Lo mismo ocurre con un cuchillo cárnico que se usó para cortar un alimento picante, dado que la hoja es friccionada hacia el interior del alimento en cuestión, por efecto del picante este expele al interior del alimento el sabor a carne volviéndolo cárnico. Y hay quienes opinan que solamente en caso de que los utensilios no hayan sido lavados como se debe se aplica sobre el estatus del alimento picante una actitud estricta, pero si fueron lavados como corresponde, su estatus se asemeja al de un alimento parve no picante, que no absorbe sabor cárnico al ser cocinado en una olla cárnica o al ser cortado con un cuchillo cárnico.

En la práctica, si el utensilio de vidrio o metal es lavado con detergente como corresponde, dado que sabemos que no expelen sabor alguno, se debe dictar la halajá conforme a la opinión flexible, según la cual incluso si se cocinare un alimento picante en un utensilio cárnico o lácteo limpio, o se cortare un alimento picante con un cuchillo cárnico o lácteo limpio, el alimento picante mantendrá su carácter parve y podrá ser ingerido con alimentos del otro tipo.

13 – La tabla de picar

Una tabla de picar de madera o plástico puede absorber sabores porque su material lo hace y porque los reiterados cortes generan estrías que permiten que el sabor ingrese al interior de la tabla. Por lo tanto, es preciso destinar una tabla de picar para los alimentos cárnicos y otra para los alimentos lácteos. Quien desee picar alimentos para los dos tipos de comida precisa destinar una tabla especial para alimentos parve. Sin embargo, a posteriori, si se cortaron verduras sobre una tabla de picar cárnica bien lavada, y fueron mezcladas en un guiso lácteo –el alimento será kasher.

Cuando se corta sobre una taba de picar alimentos picantes tales como la cebolla o el ajo, en virtud de su intenso sabor, al ser presionados sobre la tabla pueden absorber otros sabores, al grado de que hay quienes entienden que si la tabla es cárnica se vuelven cárnicos y si esta es láctea se vuelven lácteos (Jojmat Adam 56:2). A priori, es preciso tomar en cuenta su opinión, y si se cortase cebolla sobre una tabla de picar láctea lavada y por error se la mezclase en un guiso cárnico cuyo volumen no es sesenta veces superior al del vegetal, a priori, será preciso prohibir la ingestión del guiso cárnico no sea que hubiere pasado sabor a leche a través de la cebolla. En caso de gran necesidad o apremio, mientras se vea que no resulte factible sentir sabor a leche en el guiso cárnico –este podrá ser autorizado.

En el caso de una tabla de picar de vidrio o metal, esta no absorbe ni expele sabores, por ello, aunque sea cárnica o láctea, si fue lavada como corresponde, podrá ser usada para picar sobre ella alimentos parve e incluso picantes para el otro tipo de comida.

14 – La cuchara y la pared

Está prohibido revolver un guiso cárnico con una cuchara de metal láctea y viceversa. En caso de que se hubiera hecho por error, si la cuchara estaba lavada -el alimento será kasher ya que esta no expele sabores, empero la cuchara deberá ser kasherizada por medio de su inmersión en agua hirviendo, ya que una vez fue usada con carne hirviendo y la otra con leche hirviendo.

Está prohibido mezclar con una cuchara láctea un guiso parve que está siendo cocinado en una olla cárnica, y de igual manera, está prohibido mezclar con una cuchara cárnica un guiso parve que está siendo cocinado en una olla láctea. Sin embargo, si por error se mezclare, el guiso será kasher y la cuchara no precisará ser kasherizada.

En el caso de una olla metálica en la que se cocina carne y cayó leche sobre su pared exterior, el alimento será kasher y la olla precisará ser kasherizada.

Si cayere salsa taref hirviendo sobre una olla metálica o de vidrio kasher fría, no será preciso kasherizarla por medio de inmersión en agua hirviendo, sino que alcanzará con verter agua hirviendo sobre el sitio en el cual se derramó la salsa taref. Otro tanto ocurre si se derrama leche hirviendo sobre una olla metálica o de vidrio cárnica fría, la cual será preciso kasherizarla vertiendo agua hirviendo sobre el sitio donde cayó la leche.

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