36 – Alimentos peligrosos (sakanot)

01 – El precepto de cuidar la salud y la prohibición de ingerir alimentos peligrosos

Está prohibido ingerir alimentos que pudieran contener tóxicos, incluso cuando la sospecha fuere solo remota. Esto es así, ya que nuestros sabios nos enseñaron que una persona debe tener mucho recaudo en cuidar su vida, tal como fue dicho (Devarim-Deuteronomio 4:9): “Solamente cuídate y cuida mucho tu vida”, y fue dicho (ídem 15): “Y cuidaréis mucho vuestras vidas”. Si bien estos versículos fueron enunciados en relación con la cuestión de la fe en HaShem, en Su Torá y Sus preceptos, que son el fin último de la existencia del ser humano, la primera condición para la existencia de la fe es que el individuo viva y no muera. Por ello, estos versículos preceptúan a la persona a cuidarse de la muerte y las enfermedades.

Tal como lo escribiera el Rambám (Hiljot De’ot 4:1): “Es parte integral del servicio a El Eterno que el cuerpo esté sano y completo, ya que es imposible que el ser humano llegue al entendimiento del Creador mientras esté enfermo, por lo tanto, la persona debe alejarse de todas aquellas cosas que causen daños a su cuerpo, y comportarse según normas que lo mantengan sano o que lo curen”. Incluso cuando el temor ante un peligro de vida fuere muy remoto, nuestros sabios ordenaron adoptar hacia este una actitud más estricta que la que se adopta ante una prohibición, pues “lo riesgoso es más grave que lo prohibido” (jamira sakanta meisura) (Tratado de Julín 10(A), Ramá 116:5).

Quien se arriesga por comer algo peligroso y fallece, deberá rendir una explicación por ello ante el Tribunal Celestial, tal como fue dicho (Bereshit-Génesis 9:5): “Pero vuestra sangre, vuestra vida, demandaré”.

También se prohíben los alimentos que atentan contra la salud corporal, y quien cuida su salud observa un precepto, y esto se incluye en lo que ordenara la Torá (Devarim-Deuteronomio 28:9): “E irás por Sus sendas”. Pues HaShem creó nuestro cuerpo para que sea sano, por lo que debemos cuidarlo y no ingerir alimentos que pudieran afectarlo. Más aun, una buena salud le permite a la persona dedicarse al estudio de la Torá y observar los preceptos con alegría. Así es como procedieron los grandes maestros de Israel durante todas las generaciones, guiando a sus alumnos por la senda de la salud, tal como se explica en el Talmud y en los libros de responsa y de ética. Y así como se prohíbe incluso malograr o estropear alimentos, cuánto más aun que el ser humano tiene prohibido dañar su cuerpo afectando negativamente su salud (Tratado de Shabat 140(B)).

En todas las cuestiones médicas debemos proceder según lo aceptado por los galenos de nuestra generación. En concreto, la indicación hoy comúnmente aceptada es el reducir en la medida de lo posible el consumo de alimentos procesados, abundantes en azúcar, margarina, sal, harina blanca, grasa saturada y trans.

Entre los alimentos que obedecen a esta descripción se encuentran las gaseosas, los snacks industrializados, los fiambres, las ‘burecas’ y los pasteles o tortas. Por otra parte, se recomienda ingerir abundantes verduras y frutas, así como beber agua. Por sobre todas las cosas, no comer en exceso, tener el recaudo de realizar actividad física periódica y dormir bien. Sin embargo, es también preciso cuidarse de no incurrir en dietas muy estrictas ni en prácticas de salud extremas, ya que la alegría y la naturalidad en la conducta son el fundamento de la salud, y un cuidado exagerado o demasiado estricto atenta contra estas (ver Pninei Halajá Berajot 13:9-11).

02 – La prohibición de dejar alimentos y líquidos descubiertos por temor al envenenamiento

En el pasado había serpientes venenosas en las inmediaciones de las casas, y a veces, estas instilaban veneno dentro del agua, del vino o de la leche, o efectuaban orificios en las frutas y en los alimentos, y quienes bebían jugos elaborados con las frutas o comían de los alimentos podían llegar a morir.

Por lo tanto, nuestros sabios prohibieron beber o utilizar bebidas que fueron destapadas y permanecieron descubiertas, así como también prohibieron comer frutas y otros alimentos que tuvieran señales de incisión. Esto y más, instruyeron que si se dejaba vino de la terumá (ofrenda del cohen) al descubierto durante el lapso que le permite a una serpiente salir de un sitio cercano y beber de él, debía ser eliminado. Si bien está prohibido eliminar una ofrenda ya que esta fue consagrada para la ingesta de los cohanim, se ordenó eliminarla por el riesgo de que pudiera estar envenenada (Mishná Terumot 8:4-7).

Sin embargo, ya desde los días de los sabios medievales (rishonim) no era dable encontrar serpientes en las inmediaciones de las casas, por lo que estos ordenaron que se podía ingerir bebidas que habían quedado descubiertas en virtud de que la prohibición había sido instituida para sitios en los cuales los ofidios eran habituales, y como no era dable encontrarlos en sus sitios de residencia, la prohibición quedó sin efecto (Tosafot Avodá Zará 35(A) ‘חדא’, Rosh, Rashbá, Shulján Aruj 116:1).

Por lo tanto, a priori, se puede dejar agua y demás líquidos sin tapar y luego beberlos. Solamente en caso de que se vea en la práctica a una serpiente o alguna de las demás especies venenosas tomar de la bebida, estará prohibido beberla (Levush 116:1). No obstante, no se recita el kidush sobre un vino que permaneció descubierto durante varias horas, ya que como resulta vergonzoso servirlo ante una persona honorable, con más razón que no se debe efectuar con éste el precepto del kidush (Shulján Aruj Oraj Jaím 272:1). Y hay quienes cumplen con excelencia y también en nuestros días cubren el agua y las demás bebidas como forma de honrar una prohibición estipulada por nuestros sabios, que quizás obedezca a motivos suplementarios. Además, proceden así también por una cuestión de higiene, para que no entren en los líquidos ni insectos ni diferentes tipos de suciedad (Shnei Lujot HaBrit, Gaón de Vilna).

03 – Advertencias sanitarias

Nuestros sabios advirtieron que una persona no debería llevarse una moneda a la boca no sea que la hubiese tocado alguien enfermo y en consecuencia resulte contagiada. Además, advirtieron que no se tragase el sudor ni se lo mezclase con los alimentos. Asimismo, advirtieron que una persona no colocase pan bajo sus axilas para que no se le adhiriese sudor (Talmud Jerosolimitano Tratado de Terumot 8:3, Shulján Aruj 116:4-5).

Igualmente, las personas que preparan alimentos deben ser escrupulosas con la higiene de sus manos, especialmente los cocineros que preparan comida para multitudes. Estos deben tener el recaudo de lavarse bien las manos y los dedos con agua y con jabón antes de tener contacto con los alimentos. Cada vez que vayan al excusado, al regresar, deberán lavarse las manos con agua y con jabón. De igual manera, si el cocinero se enfermare de una afección contagiosa, deberá abstenerse de preparar la comida, a fin de no contagiar su enfermedad a los alimentos.

Es preciso tener especial cuidado a la hora de preparar alimentos de origen animal, ya que, en estos, es dable que se presenten más microbios y más infecciones. Por lo tanto, quien procesare carne o pescado previo a su cocción, inmediatamente después de hacerlo deberá lavar sus manos con agua y jabón para desinfectarlas de gérmenes e infecciones, pues la cocción de la carne y del pescado elimina a las bacterias y a las infecciones provocados por estos alimentos, pero no a lo que queda impregnado en las manos de la persona que los tocó antes de cocinarlos. De igual forma, es correcto lavar bien con agua y jabón las superficies sobre las cuales fueron cortados la carne y el pescado crudos, para evitar así la transmisión de microbios a otros alimentos.

Es preciso tener el recaudo de mantener los alimentos en el refrigerador, porque en condiciones de alta temperatura, los gérmenes capaces de provocar una intoxicación se multiplican. Cuando se retira del refrigerador un platillo o un guiso líquido y se desea calentarlo, es preciso cuidar de que efectivamente hierva para matar así a los gérmenes que pudieran generarse durante el calentamiento. Y por sobre todo, es preciso tener el recaudo de guardar en el refrigerador los alimentos de origen animal que no fueron cocidos, por ejemplo, aquellos que, como la mayonesa, contienen huevos crudos y en los cuales pudieran desarrollarse microbios peligrosos tales como la Salmonela y la Escherichia coli.

Asimismo, es preciso tener cuidado de no dejar un cuchillo de una manera y en un lugar tales que pudiera poner en peligro a las demás personas. Por ejemplo, no se debe clavar un cuchillo en una fruta, no sea cosa que luego venga alguien que pase por alto la presencia del cuchillo y al apoyarse en esta o caer sobre ella resulte herido (Talmud Jerosolimitano Tratado de Terumot 8:3, Rambám Hiljot Rotzeaj 12:6, Shulján Aruj 116:5).

04 – La ingesta conjunta de carne y pescado

Los judíos acostumbran a no comer carne junto con pescado, porque había una postura médica según la cual ingerirlos conjuntamente podía causar la lepra y el mal aliento (halitosis) (Tratado de Pesajim 76(B), Shulján Aruj 116:2). Sin embargo, de acuerdo con lo dicho por muchos sabios medievales, ello no está prohibido, y del Rambám surge de manera explícita que se puede comer un pescado que fue asado junto con la carne (Hiljot Maajalot Asurot 9:23). Las autoridades halájicas explicaron que, en virtud de sus estudios médicos y su experiencia como galeno, llegó a la conclusión de que no era peligroso, y por ende, no hay prohibición de ingerir carne con pescado. No obstante, la mayoría de los sabios de las últimas generaciones (ajaronim) temieron que comerlos juntos podría resultar peligroso, y si bien los médicos de su tiempo no advirtieron que no se comiese carne junto con pescado, por otra parte, tampoco podían comprometerse a que hacerlo no reportase riesgo alguno.

Esto es así, ya que la opinión médica se basó en las especulaciones, la tradición y la experiencia personal, y por ende, la actitud hacia la postura médica era que se la debía tomar en cuenta, pero no aceptarla como segura. Por ende, no podían confiar en los doctores en medicina y dejar sin efecto el temor a que la ingesta de carne con pescado pudiera resultar riesgosa. Por ello, solamente en caso de duda, los sabios de las últimas generaciones recurrieron a la opinión del Rambám para adoptar una actitud más flexible (Jatam Sofer Yoré Deá 101, Divrei Malquiel 2:53).

Sin embargo, en la actualidad, la ciencia médica se basa en investigaciones sistemáticas que son evaluadas y revisadas en diferentes lugares del mundo con intercambio de información entre todos los centros de estudio y sanidad, las posturas médicas son consideradas como más sólidas que en el pasado. Por lo tanto, dado que es aceptado por todos los médicos de la actualidad que comer carne con pescado no es riesgoso, y esa era también la opinión de algunas de las autoridades halájicas, y ello no reporta riesgo, por lo que no hay prohibición alguna. Y no cabe argumentar que ello viene a dejar sin efecto las palabras de nuestros sabios, porque en las cuestiones médicas los sabios carecían de una postura halájica a priori, sino que para cumplir con el precepto de cuidar la salud indicaron al público que se condujera de acuerdo con las instrucciones médicas aceptadas en sus días. Y en la actualidad, a los médicos les resulta claro que ingerir carne con pescado no es peligroso, no está prohibido hacerlo.

Sin embargo, dado que por generaciones los judíos acostumbraron a no comer carne junto con pescado, al punto de que la separación entre estos es una de las señales características de la cocina judía y de sus costumbres, la práctica aceptada es de no cocinar carne con pescado y no servir carne con pescado en un mismo plato. Y cuando se desea comer una porción de pescado y una de carne, se prepara un tenedor, un cuchillo y un plato separado para cada una de las porciones. En caso de necesidad, se los limpia con una servilleta o con pan antes de comer el segundo alimento, o se limpian el tenedor y el cuchillo por medio del uso de la boca para que no se mezclen los restos de uno alimento con el otro. En caso de que quedare en los dedos salsa de un tipo, se los lavará o se los limpiará con una servilleta. Asimismo, se beberá algo entre las dos ingestiones (Shulján Aruj y Ramá 116:3, Pri Toar 4).

05 – Pescado con leche

Se puede cocinar pescado con leche, así como también comer pescado con leche, ya que los sabios no decretaron que se considere al pescado como si fuera carne, por cuanto que su aspecto es muy diferente, y también el criterio para su consumo lo es, ya que el pescado no requiere de la faena ritual (shejitá) y su sangre puede ser ingerida. Tal como se explica en la Mishná (Tratado de Julín 103(B)), se permite cocinar y comer pescado con leche, y tal como lo explica el Talmud (ídem 111(B)), se acostumbraba a sumergir el pescado en una salsa láctea.

Sin embargo, Rabí Yosef Caro escribió (Beit Yosef Yoré Deá 87:3) que no se debe comer pescado con leche por temor a que resulte peligroso (mipnei jashash sakaná), y en virtud de sus palabras, en los países orientales y norafricanos muchos acostumbran a abstenerse de hacerlo. Y hubo quienes dijeron que únicamente era preciso cuidarse de no ingerir pescado con leche, pero ello no aplica para el pescado con manteca (Zivjei Tzedek). Por otra parte, también entre las autoridades halájicas sefaradíes hubo quienes autorizaron comer pescado con leche (Pri Jadash, Jidá, Shulján Gavoha).

En la práctica, en la actualidad, los miembros de todas las congregaciones tienen autorizado comer pescado con leche por cuanto que esta explicado en el Talmud y en los escritos de los sabios medievales que está permitido hacerlo a priori. E incluso quienes acostumbraron a adoptar la actitud estricta, lo hicieron únicamente por motivos médicos, y dado que en nuestros días los médicos coinciden en que comer pescado con leche no es peligroso, la prohibición queda sin efecto.

Es posible que en el pasado en ciertos lugares la leche contuviera determinados gérmenes y que en contacto con el pescado generaban enfermedades, y en virtud de la experiencia, los médicos ordenaron que en esas regiones la gente se abstuviera de comer pescado con leche. Dado que es preceptivo cuidarse de los peligros, los rabinos ordenaron que en esos lugares se escuchara la voz de los galenos. Pero en la actualidad, que se acostumbra a pasteurizar la leche, ya no cabe temer que se produzcan esas afecciones y también quienes en el pasado adoptaron a este respecto una actitud estricta, pueden comer pescado con leche.

06 – La actitud ante temores singulares vinculados a espíritus malignos

En la actualidad, no es preciso tener en cuenta las costumbres de los antiguos de cuidarse por peligros singulares, esto es, los peligros derivados de la acción de espíritus malignos y demonios. Asimismo, aprendimos sobre las prácticas de tener cuidado con los números pares (zugot) (Tratado de Pesajim 110(A)).

En los días del Talmud, muchos se cuidaban de no beber un número par de copas o no ingerir un número par de platillos para no ser víctimas de los espíritus malignos. Por ello, tenían el recaudo de beber una, tres o cinco copas y no dos, cuatro o seis etc. Asimismo, se cuidaban de no ingerir números pares de alimentos tales como huevos. Cabe explicar que los espíritus malignos cobraron fuerza a instancias de la religión zoroástrica, la cual cree que en el mundo hay dos fuerzas, el bien y el mal, y quienes comen o beben en números pares, eran atacados por los espíritus malignos de la idolatría.

Sin embargo, nuestros sabios agregaron una regla según la cual “todo aquel que se preocupa de ello, se ocupan de él, y quien no se preocupa, no se ocupan de él, pero es preciso tener cuidado (lajshosh tzarij)”. Esto es, quien se preocupa de cuidarse de este tipo de peligros y no lo hace, puede resultar perjudicado, y quien no se preocupa y bebe un número par de copas, los espíritus malignos no le afectan, pero a priori, es preferible no exponerse a este peligro y no beber un número par de copas, pues a veces, estos espíritus malignos afectan incluso a quien no les teme.

La explicación es que los mundos espirituales están compuestos de diferentes ámbitos y dimensiones. En cada mundo hay fuerzas buenas y provechosas y otras malignas y dañinas. En los mundos que tienden a la imaginación y la mística, estas fuerzas aparecen bajo la forma de ángeles, espíritus y demonios que tienen una presencia influyente para bien o para mal, cada mundo según el tipo de conciencia de su imaginario. En los mundos que tienden al intelecto, las fuerzas positivas o negativas se manifiestan bajo la forma de ideas buenas y malas que se expanden e influyen sobre la persona y la humanidad toda, cada mundo conforme a las premisas en las que se sustenta.

Cada persona que posee un mundo consciente propio, y en el mundo en el cual su consciencia se encuentra, allí vive, y las fuerzas que actúan en ese mundo influyen sobre ella para bien o para mal. Sobre esto dijeron nuestros sabios que “todo aquel que se preocupa de ello, se ocupan de él, y quien no se preocupa, no se ocupan de él”.

Esto es, aquella persona cuya consciencia se encuentra en el mundo de espíritus y demonios determinados, como los que afectan negativamente a quienes beben un numero par de copas, se ve influenciada por su actuar. Y aquella persona cuya consciencia no se encuentra allí, esos espíritus no actúan sobre ella. Y a pesar de ello, nuestros sabios dijeron que es correcto temer ante cosas que es sabido que resultan peligrosas. Pues, aunque la consciencia personal esté lejos de esos espíritus malignos y de esos demonios, dado que el individuo vive en una época en la que la consciencia respecto de su existencia es común y extendida, y él de por sí teme a espíritus y demonios de otro tipo, forzosamente los espíritus y los demonios que afectan a quienes beben un número par de copas le influyen en cierta medida, por lo que resulta prudente cuidarse ante su posible influencia.

Sin embargo, en la actualidad, que casi todo el pueblo de Israel vive en la consciencia de los mundos espirituales intelectuales o racionales, en los que no hay lugar para espíritus malignos ni para demonios, e incluso los secretos de la Torá y los ricos mundos de la imaginación son explicados racionalmente, no cabe temer por la influencia de fuerzas malignas. Y solo aquellas personas que aún les concedan a estas entidades un espacio en su percepción del mundo, en virtud de su inclinación natural individual o por causa de la educación recibida, solamente ellas, deberán cuidarse de esas fuerzas.

07 – Advertencias singulares para quienes son cuidadosos

De acuerdo con los fundamentos estudiados, explicaremos la actitud ante las diferentes prácticas donde tener cuidado: hay quienes acostumbran a no ingerir un ajo, una cebolla o un huevo que han sido pelados y han pasado la noche en ese estado, aunque hayan estado guardados dentro de un recipiente o envueltos en una bolsa, por temor a un espíritu maligno (ruaj ra’á). No obstante, hay muchos que no toman esto en cuenta, porque esta advertencia no fue sentenciada como halajá por el Rambám, ni en la gran mayoría de los libros de los sabios medievales ni en el Shulján Aruj. Y si bien en los días de los sabios tanaítas ese espíritu maligno podía hacer daño, con el correr del tiempo caducó el cuidado por él. Además, hay una regla halájica según la cual no corresponde mantener vigentes prohibiciones que carezcan de raíz u origen en la Halajá y cuya justificación se base en un peligro que en nuestros días resulta imperceptible. No obstante, quien provenga de una familia en la cual se acostumbraba a tomar en cuenta esta cuestión, y por error dejó estos productos ya mondados al descubierto durante toda la noche, podrá no ingerirlos sin temor a incurrir en la prohibición de echar a perder o malograr alimentos (bal tashjit).

Desde los días de los gaonitas hubo quienes se cuidaron de no beber agua en el momento de cambio de la estación (sheat hatkufá). El año solar está dividido en cuatro partes, y “la hora estacional” (sheat hatkufá) es el instante en el cual se producen los cambios estacionales. Hay quienes acostumbraron a abstenerse de beber agua que fue extraída del aljibe y luego permaneció quieta, a menos de que colocasen en esta un hierro (Ramá Yoré Deá 116:5, Oraj Jaím 455:1). Por otra parte, la opinión de los gaonitas y de los sabios medievales es que no se debe temer en absoluto por esta cuestión (Rav Hai Gaón, Ibn Ezra). Y esta es la costumbre en la práctica.

Los sabios advirtieron que no bebamos por la noche agua de los ríos o de los lagos, ya que el líquido elemento no se ve con claridad y se teme que se pudiera tragar una sanguijuela (Tratado de Avodá Zará 12(B)). Empero no se toman en cuenta temores vinculados a espíritus malignos o demonios.

08– Advertencias específicas que obedecen a motivos adicionales

Hay advertencias que poseen un sustento moral, y por lo tanto es oportuno tomarlas en cuenta, ya que a veces el peligro específico coincide profundamente con el motivo moral. Por ejemplo, nuestros sabios dijeron que es correcto tener cuidado de no tirar migas de pan al suelo ya que quien lo hace trae sobre sí pobreza, pues el ángel encargado de los alimentos y del sustento es llamado “Nakid” (o sea, “pulcritud” – Nekiut shemó) y el encargado de la pobreza se llama “Naval”, o sea, descuidado, y “sucio” (Lijluj shemó). Por lo tanto, allí donde hay migas de pan sobre el piso, se encuentra el ángel de la pobreza y donde está limpio, se encuentra el de la riqueza (Tratados de Pesajim 111(B), Julín 105 (B), Shulján Aruj Oraj Jaím 180:4).

Corresponde ser cuidadosos en esta cuestión porque esta instrucción singular coincide con la moral, pues quien arroja migas al suelo se ve como quien desprecia (‘arroja o patea’ en el original) la bendición divina y merece que esta le sea cesada o concluida. Además, el descuido por el aseo de la casa genera la costumbre de descuidarse en las demás áreas del quehacer, incluida la administración del dinero y la propiedad, y por ende genera pobreza (ver arriba 13:12).

Muchos acostumbran a no colocar alimentos cocidos o bebidas debajo de la cama porque estos pueden ensuciarse u olvidarse, y por ende, echarse a perder. Además, el sueño se considera como un sesentavo de la muerte, y no es respetuoso para con los alimentos que están destinados a proveernos de vitalidad, el encontrarse debajo de la cama sobre la cual yace una persona inmóvil como un muerto. Hay quienes incluso temen que un espíritu maligno repose sobre los alimentos o las bebidas que se encontraban debajo de la cama a la hora de dormir, y por ello se abstienen de ingerir alimentos o líquidos que estuvieron debajo de la cama. En la práctica, a priori, no se deben colocar alimentos o bebidas debajo de la cama, y en caso de haberlos colocado, podrán ser ingeridos.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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