01 – Confiabilidad básica
En términos generales, todo judío que cree en HaShem y en Su Torá es digno de confianza en lo que respecta a la observancia de los preceptos, y por ello, la Torá ordenó que todo israelita, tanto hombre como mujer, observe por sí mismo todos los preceptos referidos a la kashrut: que faene sus animales y les retire los sebos prohibidos, el nervio ciático y la sangre, separe las ofrendas y los diezmos de sus frutos sin que resulte necesario que sea supervisado por sacerdote o sabio alguno. Asimismo, toda persona que se aloje en lo de su compañero podrá confiar en él e ingerir de sus alimentos. Si le sirvió carne, puede confiar en que la haya kasherizado previamente de sangre como corresponde, que en el platillo servido no se hayan mezclado carne con leche, que revisó que el alimento no contenga insectos y que de las frutas y las verduras servidas se hayan separado las ofrendas y los diezmos necesarios. Esto y más, según lo preceptuado por la Torá, incluso los miembros de la sagrada familia sacerdotal confían en la faena de animales de cualquier miembro del pueblo de Israel, ya que la Torá ordenó que cada judío que faene para sí de sus propios animales le otorgue al cohen el brazo, la quijada y el cuajar a modo de obsequio. A este respecto, nuestros sabios dijeron que “un testigo solo es suficiente para dar testimonio sobre prohibiciones”, esto es, que un judío puede testificar sobre la kashrut de los alimentos (Rashi a Yevamot 88(A) en el pasaje que inicia con ‘ואמר’, Julín 10(B) en el pasaje que inicia con ‘עד’).
Vimos también, que todo varón judío confía en que su esposa se cuida de la impureza del período menstrual (nidá) (Tosafot a Guitín 2(B) en el pasaje que inicia con ‘עד’).
De igual manera, nuestros sabios dijeron: “Los preceptos de consagración (hekdesh), de ofrendas y diezmos, son principios fundamentales de la Torá y fueron entregados a los judíos legos en cuestiones religiosas (amei haaretz)” (Tratado de Shabat 32(A)).
Sin embargo, esta confiabilidad básica depende de dos factores: el primero que se trate de una persona que sabe observar los diferentes detalles del precepto. Por eso, antes que una persona comience a faenar se acostumbra a revisar que sabe hacerlo de acuerdo con la ley (Tratado de Julín 3(B), Shulján Aruj Yoré Deá 1:1, Aruj Hashulján 119:2).
Asimismo, cuando los sabios cayeron en la cuenta de que los judíos legos en cuestiones religiosas no tenían conocimiento de las leyes referentes a la pureza y la impureza, establecieron que no fueran confiables en estas cuestiones, a menos que se comprometieran previamente ante tres personas (una suerte de tribunal) a estudiarlas y observarlas, y entonces él, su esposa e hijos pasaban a ser confiables en la materia (Rambám Hiljot Metaamei Mishkav uMoshav 10:1-5).
La segunda condición es que la persona no sea displicente respecto del precepto, pero en caso de que se sepa que lo es, no se confía en ella. Por lo tanto, cuando en los días del Segundo Templo los sabios se dieron por enterados de que en virtud del alto costo de los diezmos había judíos legos en cuestiones religiosas que no los separaban, decretaron que a ese respecto solamente se confía en quien se hubiera comprometido ante un tribunal de tres miembros a tener el recaudo de este precepto y ser declarado confiable por ellos (Tratado de Sotá 48(A), Talmud Jerosolimitano Sotá 9:11, Rambám Hiljot Ma’aser 9:1, ver en el tomo I 8:13).