Kashrut II – Los alimentos y la cocina

02 – El precepto de apartarse de cosas repulsivas

De la prohibición de la ingestión de sheratzim aprendemos otro precepto y es que la persona tiene prohibido realizar acciones repugnantes y repulsivas, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:43-44): “no habréis de mancillar vuestras almas”. Esto es, la Torá tuvo la intención de incluir en la prohibición de los sheratzim la de alejarnos de toda cosa que sea considerada repulsiva a ojos de los seres humanos. Por lo tanto, está prohibido ingerir alimentos repugnantes o comer de modo tal que genere sensación de asco (Rambám Hiljot Maajalot Asurim 17:29-30, Shulján Aruj 116:6, Pninei Halajá Berajot 13:5-6, 13).

Todos los alimentos prohibidos son denominados impuros, su ingestión impurifica el alma y la obstruye en su capacidad de captar cuestiones vinculadas a la santidad, por cuanto que la palabra tumá (טומאה) proviene del vocablo timtúm (טמטום – que alude a la afectación de la capacidad de discernimiento) (Tratado de Yomá 39(A)).

La impureza implícita en la prohibición de los sheratzim es especialmente grave, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:43-45): “No haréis impuras a vuestras almas con todo reptil que repta, y no os mancillaréis con ellos ya que ellos os impurificarán. Ya que Yo soy HaShem vuestro D’s, y habréis de consagraros y seréis consagrados, ya que Yo soy Santo. Y no habréis de mancillar vuestras almas con todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Ya que Yo soy HaShem, el que os hizo ascender a vosotros desde la tierra de Egipto para ser vuestro D’s, y habréis de ser consagrados, ya que Yo soy Santo”.

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Baba Metziá 61(B)): “Dijo el Santo Bendito Él: Me hubiese alcanzado con hacer ascender a los hijos de Israel de Egipto tan solo por una cosa, para que no se impurifiquen con sheratzim”. Esto se debe a que la ingesta de sheratzim es sumamente repulsiva ya que crecen en sitios infectos y el proceso de su crecimiento afecta negativamente al alma, y al abstenernos de su consumo, HaShem nos elevó por sobre la impureza de Egipto. O sea, nos hizo ascender de la impureza que impulsa al ser humano a renunciar a sus valores en aras de la satisfacción de sus pasiones físicas, al grado que, a los efectos de acumular bienes y deleites, convierte a otros seres libres en esclavos, y a los efectos de aplacar sus deseos físicos viola el pacto de fidelidad existente entre marido y mujer por medio de todo tipo de adulterios (según el Maharal, Pninei Halajá Pesaj 1:3-4).

Cabe explicar que entre los sheratzim no se distinguen rasgos de conducta singulares, sino que toda su vitalidad y laboriosidad se centra en el más físico de los objetivos: conseguir alimento y multiplicarse. Para ello, se contaminan con todas las cosas más repugnantes que hay, y en cada sitio en el que aparece la podredumbre y la muerte allí se multiplican, e incluso se comen el propio cadáver del ser humano. Sin embargo, esa vitalidad atiende a una necesidad básica de supervivencia que tiene también un lugar importante en el mundo. No obstante, a los sagrados hijos de Israel que precisan elevar y encumbrar la realidad de la impureza de Egipto y revelar en cada aspecto y cuestión el valor de lo Divino, se les ordenó que no comieran los sheratzim ya que estos expresan la materialidad más repelente.

03 – La prohibición de sheratzim que pueden proliferar

Los sheratzim acuáticos que están prohibidos son aquellos que crecieron en los mares, en los arroyos, en los manantiales, esto es, en ámbitos en los cuales pueden proliferar (lishrotz), esto es, dirigirse a otros sitios de reproducción y proliferar allí en enormes números por medio de la obtención de alimento y la producción de descendencia por generaciones. Sin embargo, sheratzim que se criaron en aguas estancadas que se encuentran en pozos y en cavernas, siempre y cuando no hayan salido de estas, se los considera parte del agua y no están prohibidos, y se puede beber de esta agua a pesar de que los sheratzim se encuentran en su interior. Sin embargo, si se extrae el agua en un recipiente, dado que los sheratzim salieron de su hábitat -quedan prohibidos y no se puede beber del agua sin previo filtrado. Sheratzim que hubieren crecido en un agua o un líquido que se encontraba en un recipiente, aunque se vierta el contenido de vasija en vasija -seguirán estando permitidos porque todos los recipientes se consideran como su hábitat. Y solamente a partir del momento en que salieron del agua para pulular por el aire o reptar sobre la pared exterior de la vasija -recaerá sobre estos el carácter de prohibidos (Shuján Aruj y Ramá 84:1 y 3).

De igual manera, los sheratzim terrestres y los voladores prohibidos son aquellos que crecen sobre la tierra y sobre todo aquello que está sobre ella, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:41): “Y todo reptil que repta sobre la tierra, abominación es, no habrá de ser comido”. Sin embargo, sheratzim que se desarrollaron dentro de frutas caídas de un árbol o dentro de un trozo de carne, pescado o queso, mientras repten en su interior y no salgan -no estarán prohibidos porque no se encuentran en un sitio en el cual puedan proliferar, esto es, reproducirse en enormes cantidades por medio de la obtención de un alimento nuevo, así como la producción de descendencia por generaciones. Por ello, dentro del fruto o del trozo de carne etc. se los considera secundarios respecto del alimento en el cual se desarrollan y son considerados parte de este. A partir del momento en que salen – quedan prohibidos, por cuanto que comenzaron a proliferar (lishrotz), esto es, a multiplicarse, sobre la tierra (Shulján Aruj 84:4).

04 – Un ser vivo entero (briá) no se anula

Como continuación del carácter más estricto de la Torá que estableció que quien ingiere un sheretz -por pequeño que este sea- debe recibir castigos corporales (arriba halajá 1), nuestros sabios prescribieron que en caso de mezclarse un sheretz en la comida, mientras permanezca entero, dado que tiene la importancia de una briá, no se anula. Según la opinión de algunos de los sabios medievales o rishonim (Rabí Shimshon de Shantz, Or Zarúa y Rashbá) si bien una briá no se anula en sesenta partes, sí lo hace en casi mil (960).

Algunas de las eminencias de las últimas generaciones (ajaronim) escribieron que en caso de gran necesidad o apremio (sheat hadjak), se puede confiar en esa opinión, empero en términos generales se dictaminó que una briá no se anula ni siquiera en mil partes. Por lo tanto, en caso de que se vea que una mosca hubiere entrado a una olla enorme y no se logre encontrarla y retirarla -todo el alimento cocido quedará prohibido para su consumo. No obstante, en caso de que el potaje contenga caldo límpido, se lo podrá filtrar de modo tal que la mosca no pueda pasar el colador y el caldo filtrado se podrá consumir. Otro tanto ocurre en caso de que el potaje contenga un trozo de carne o de papas, se los podrá autorizar por medio de un enjuagado que retire a la mosca en la medida en que estuviere pegada a estos. Pero en el caso de una mezcla espesa cuyos trozos resulte difícil de lavar o enjuagar –estos quedarán prohibidos (Shulján Aruj 100:2-3). De igual manera, si un sheretz pequeño se mezclase entre los granos de trigo, mientras no se lo encuentre, la mezcla resultará prohibida porque un ser vivo entero no se anula ni siquiera en mil partes.

En caso de que una parte del sheretz resultase cortada, por ejemplo, una pata, o si resultase aplastado al grado de que su forma llegó a cambiar, tal como ocurre al cocinar, carece de la importancia de una briá y por ende se anula en sesenta partes (Shulján Aruj 100:1). En opinión de muchas autoridades, un sheretz diminuto que se encuentra en un alimento, a pesar de estar entero, carece de la importancia de una briá y se anula en sesenta partes (Mishkenot Ya’akov Yoré Deá 36, Pitjei Shearim 100:1, Jojmat Shlomó 84:1, Yad Yehudá y otros).

05 – El deber de revisar

La Torá prohibió ingerir sheratzim así como frutas en las cuales pudieran encontrarse sheratzim, y en caso de que alguien sintiese sabor a sheratzim en su alimento -deberá esputar de inmediato el contenido de su cavidad bucal. Sin embargo, de las palabras de los sabios surge que cuando cabe la posibilidad razonable de que en las frutas haya sheratzim, no se deberá comerlas sin ser previamente revisadas (Tratado de Julín 58:1). Los juristas explicaron que en esta circunstancia existen tres situaciones posibles:

1) Alimentos que por lo general contienen sheratzim, por ejemplo, aquellos que permanecieron en un sitio contaminado, se considera que los contienen y resulta obligatorio revisarlos. Mientras que no hayan sido revisados o limpiados de sheratzim -estará prohibido ingerirlos.

2) Alimentos que por lo general no contienen sheratzim, pero en una minoría que es dable encontrar (mi’ut matzui – minoría común)[1] sí los contienen, precisan ser revisados, no obstante, a posteriori, cuando no resulta posible hacerlo, se puede proceder conforme a la mayoría de los casos e ingerirlos.

3) Alimentos que por lo general no contienen sheratzim, a pesar de que a veces sí los contienen, cabe ingerirlos sin revisarlos. Esta es la situación de la mayoría de los alimentos, las frutas y las verduras de las que disponemos, que solamente en una minoría que no es dable encontrar (<[2]) poseen sheratzim. Sin embargo, en caso de percibirse señales de podredumbre, telas de araña u orificios, pasan a la categoría de alimentos que suelen poseer sheratzim y resulta obligatorio revisarlos.

La gran mayoría de las autoridades halájicas no definieron qué es un caso minoría que es dable encontrar o “minoría común” (mi’ut hamatzui) y no fijaron la unidad o el parámetro según los cuales se fijan mayoría y minoría (frecuencia e infrecuencia) y tuvieron la intención de dejarlo librado al criterio de cada individuo, para que en concomitancia con lo que éste conoce o entiende, decida en qué grado de peligro de sheratzim se encuentra el alimento que se encuentra ante él. Si bien algunos juristas trataron de definir parcialmente el concepto de mi’ut matzui (caso que se presenta infrecuentemente) en la práctica no acuñaron una definición que permita fijar el estatus de los diferentes alimentos, ya que la frecuencia de la presencia de sheratzim no depende únicamente del tipo de alimento sino también de las condiciones de su crecimiento y almacenamiento. Cuando se cultiva un vegetal o se lo almacena en condiciones de calor y humedad, los sheratzim se multiplican, y en condiciones de frío su número se reduce al grado de no poder desarrollarse. Asimismo, en la medida en que el período de almacenamiento se prolongue y el sitio sea poco higiénico, la probabilidad de que los sheratzim proliferen es mayor. De esto resulta que no cabe establecer con exactitud el deber de la revisación de los alimentos según su tipo o especie o según la temporada del año. Por lo tanto, forzosamente debemos decir que la responsabilidad por la fijación del estatus del alimento recae sobre la consciencia de la persona, cada uno según su ser, y en concomitancia con los niveles arriba señalados, deberá decidir si debe o no revisar los alimentos. Sin embargo, los cuerpos de supervisión de la kashrut deben establecer definiciones más claras.

En el caso de un alimento que es considerado como no portador de sheratzim, si se le encuentran tres, todo el alimento del recipiente en cuestión o toda su envoltura pasan a ser considerados como portadores de sheratzim por lo que queda prohibido ingerir el alimento sin que medie antes una revisación (Shulján Aruj 100:4, 84:9).


[1]. Se acepta que una fruta que normalmente está infestada de insectos, incluso si la contaminación es solo al nivel de una pequeña minoría debe ser revisada antes de comerla.

[2]. Minoría que no es dable encontrar o literalmente “minoría que no está presente” y se refiere a aquellas frutas y verduras que no requieren de revisación alguna en particular.

06 – La discusión respecto de qué hacer con los sheratzim diminutos

Hay consenso en cuanto a que no es preciso revisar los sheratzim diminutos que son imperceptibles para el ojo humano, ya que la Torá ordenó al hombre conforme a su capacidad visual natural. El problema radica en que resulta difícil establecer cuál es el tamaño del sheretz a partir del cual es preciso revisar, porque la capacidad visual de las personas varía de una a otra, y depende también del color del sheretz y del trasfondo sobre el cual se encuentra. Una persona poseedora de una buena capacidad visual puede ver microbios grandes de cinco centésimas de milímetro sobre un trasfondo blanco, pero cuando el color del sheretz se asemeja al del trasfondo sobre el cual se encuentra, aunque su tamaño sea diez veces mayor será imposible verlo, y solamente los expertos en la cuestión podrán hacerlo. También en el caso de un sheretz de dos milímetros de longitud, los poseedores de una buena capacidad visual no siempre logran captarlo, pero si se les señala, lograrán verlo. O sea, la captación del sheretz depende de varios factores: 1) El tamaño. 2) La calidad de la visualización. 3) El color del sheretz y el trasfondo sobre cual se lo observa. 4) El conocimiento de los sheratzim. 5) El estado del sheretz, si repta es más fácil percibirlo.

Hay quienes adoptan una actitud más estricta y entienden que cuando se trata de una verdura o una fruta que es considerada propensa a tener sheratzim resulta obligatorio revisarla de cualquier tipo de sheretz que sea visible en condiciones óptimas. Cuando resulta difícil de revisar en condiciones habituales, es preciso recurrir a la ayuda de expertos en la cuestión o utilizar una mesa luminosa y similares, y solamente después de que resulte claro que no hay sheretz alguno, se podrá proceder a su ingestión.

Cuando no resulta posible realizar una buena revisación está prohibido ingerirla. Por ello, quienes detentan una actitud más estricta instruyeron que no se ingieran verduras tales como choclos o coliflor sin previamente haberlas revisado como corresponde, y redactaron una serie de libros a los efectos de definir la situación de cada especie, los tipos de sheratzim que suelen presentar y cómo deben ser revisados (Rav Vaie y Rav Revaj).

Por otra parte, hay quienes adoptan una actitud más flexible pues entienden que la halajá se fija de acuerdo con la visión efectiva de las personas, y no está prohibido ingerir una fruta o una verdura que contienen sheratzim diminutos que personas con una buena capacidad visual no logran detectar mirando normalmente. En virtud de ello, durante muchas generaciones los hijos de Israel acostumbraron a no adoptar una actitud estricta en esta cuestión para no menospreciar la opinión de los sabios medievales (rishonim).

07 – La halajá es según la opinión más flexible

A los efectos de la sentencia de la halajá, se considera definirla conforme la opinión de quienes detentan una actitud flexible, por la cual no se debe revisar y buscar sheratzim diminutos que los seres humanos no pueden percibir a simple vista. Esto se asienta en cinco principios fundamentales sobre cada uno de los cuales es posible definir la halajá de acuerdo con la opinión flexible, y cuánto más aun cuando los cinco se presentan conjuntamente.

1) Se trata de un debate respecto de una prohibición rabínica, ya que según la Torá mientras no se perciba el sabor de los sheratzim -estos son secundarios al alimento en el cual se encuentran. Los sabios son quienes adoptaron una actitud más estricta y establecieron que un ser vivo entero (briá) no se anula ni siquiera en mil partes, y por ende, en caso de discusión sobre si resulta necesario o no revisar los sheratzim es preciso dictar la halajá según la opinión más flexible.

2) Aunque sigamos la opinión estricta que requiere revisar para ver si hay en los alimentos sheratzim diminutos, en opinión de varias de las grandes eminencias medievales, si hay mil veces más alimentos que sheratzim, estos resultan anulados. Esto así dado que la medida estricta de los sabios indica que una briá no se anula en sesenta, pero en cerca de mil sí lo hace. Y algunas de las grandes eminencias de las últimas generaciones escribieron que en caso de necesidad se puede confiar en esta opinión. Cuánto más cuando se trata de sheratzim diminutos carentes de importancia.

3) Dado que existe una discusión en torno al estatus de los sheratzim diminutos, en todo lo relacionado a mi’ut matzui o una minoría común que es dable encontrar, es preciso proceder según la opinión más flexible, y de todas maneras, por lo general no se encuentran sheratzim en una cantidad de mi’ut matzui, por lo que no resulta necesario revisarlos puesto que se va según la mayoría de las opiniones.

4) Resulta que una prohibición de ingestión prescrita por la Torá no puede recaer sobre un alimento que cuando se lo ingiere es imposible sentir su sabor ni percibir su presencia al tragarlo. En la práctica, resulta imposible sentir el sabor de sheratzim diminutos tales como los tisanópteros y los ácaros o percibirlos al tragarlos. En efecto, vemos que una persona que los ve e igualmente se los come transgrede una prohibición rabínica, pero mientras no los perciba, no incurre en prohibición alguna.

5) Incluso si se trata de un sheretz que quien lo ingiere, en caso de concentrarse, puede sentir su sabor y percibirlo al tragarlo, y por ende transgrede una prohibición de la Torá, cuando se duda si se encuentra en otro alimento y al ingerirlo resulta imposible sentir el sabor del sheretz, su ingestión no estará prohibida, ya que en cada bocado que come no sabe si en efecto también comió o no un sheretz, y por ende se trata de una acción de la que el individuo no tiene la intención de disfrutar (davar sheeinó mitkavén).

08 – Cómo se procede en la práctica y cuál es el método de mayor excelencia (mehadrín)

Tal como estudiamos, según varios fundamentos, la halajá central es conforme la opinión de los juristas que detentan una actitud flexible. No obstante, en nuestros días hay también lugar para la opinión más estricta ya que esta se basa en los métodos de investigación y medición modernos que intensificaron nuestra conciencia o atención respecto de la existencia de sheratzim diminutos en las verduras y los diferentes alimentos.

Esta actitud más estricta es hoy viable o aplicable en virtud del desarrollo científico y tecnológico que nos ha brindado herramientas que nos permiten lidiar con los sheratzim diminutos, tal como es el caso de los detergentes y los productos de limpieza que nos permiten limpiar a las verduras de la presencia de sheratzim. Además, se optimizaron los refrigeradores o heladeras que nos permiten guardar frutas y verduras sin que se desarrollen en su seno sheratzim diminutos. Asimismo, se desarrollaron métodos de cultivo que permiten que las frutas y las verduras crezcan en condiciones que impiden el desarrollo de sheratzim diminutos.

A raíz de todo ello, en las últimas generaciones numerosos rabinos instruyeron cumplir con excelencia de acuerdo con la opinión de los juristas estrictos. Incluso, resulta correcto decir que las acciones comunes que las personas realizan para lavar las verduras y las frutas, tales como ponerlas en remojo y enjuagarlas -es bueno realizarlas para retirar de estas a los sheratzim diminutos. Pero cuando ello implica un gran esfuerzo o un gasto excesivo, es preciso regresar a las reglas generales de la Halajá e instruir que se proceda de acuerdo con la opinión de los juristas flexibles.

Resulta entonces que en términos generales encontramos en la Halajá tres métodos: 1) Kasher, según la opinión principal de la Halajá. 2) El camino del medio, esto es, lavar las frutas y las verduras por medio de su remojo en agua que tenga disuelto en su interior un producto que elimina los sheratzim y su posterior enjuagado. 3) El método más estricto para quienes deseen proceder con excelencia. En las siguientes halajot explicaremos cada uno de los métodos respecto de los diferentes alimentos.

Cabe destacar que, en las fábricas y cocinas grandes, a veces resulta necesario adoptar una actitud más estricta que en una casa de familia porque una falla en estas puede hacer transgredir a cientos y a miles de personas. Además, en estos sitios la tentación de transgredir la Halajá es mayor, tanto por parte del dueño del negocio que puede ganar con ello ingentes sumas de dinero como también por parte de los empleados que a veces, en virtud de la sobrecarga laboral, se les dificulta efectuar las revisaciones y los lavados necesarios. Asimismo, a veces las condiciones de almacenamiento en las cocinas y en las fábricas son menos buenas que en una casa particular, lo cual conduce a la aparición de más insectos. Por lo tanto, a los efectos de asegurar que se llegue al nivel básico de observancia requerido por la Halajá, a menudo es preciso indicarle a las fábricas y a las cocinas grandes que procedan conforme la opinión de los juristas estrictos, y a la vez, los negocios resultan beneficiados del hecho que ascienden al grado de kashrut de excelencia, volviéndose mehadrín.

09 – Verduras de hojas verdes: el método estricto

El problema con este tipo de verduras tales como la lechuga, el repollo o col, el perejil, el eneldo, el cilantro, la alcachofa, los espárragos, la espinaca y la menta es que durante su crecimiento atraen a sheratzim diminutos tales como los tisanópteros y los pulgones de hoja. Si bien también hay sheratzim comunes que son dables de encontrar en estas verduras, estos son visibles y salen con un lavado común. Pero los sheratzim diminutos cuyo color es similar al de la hoja es difícil verlos, e incluso el procedimiento de su puesta en remojo con agua y vinagre o jabón y su enjuague que es efectivo con muchos sheratzim no logra retirar la totalidad de los diminutos, tal como surge de las revisaciones en laboratorios. Por lo tanto, según el método estricto, está prohibido ingerir este tipo de verduras sin que una persona temerosa del cielo de buena vista y experta en la cuestión de los sheratzim observe detenidamente cada hoja ya sea al sol o sobre una mesa luminosa y retire a todos los sheratzim diminutos. Dado que semejante revisación es de difícil realización, según el método estricto, en la práctica, hay dos formas de obtener verduras que se puedan considerar libres de sheratzim.

El primer método fue inventado en Gush Katif bajo la dirección de los rabinos del Majón HaTorá VeHaaretz (Instituto de la Torá y la tierra de Israel), según la cual se cultivan verduras libres de sheratzim en invernaderos aislados. Para ello, se esteriliza la tierra de sheratzim y de sus huevos, se sella o cierra el invernadero con mallas que permiten el ingreso del aire y los rayos de sol, pero bloquean el ingreso de sheratzim. Asimismo, de tanto en tanto se fumiga a las verduras con insecticidas, y en el caso de las empresas confiables en el rubro, como por ejemplo “Jasalat”, se tiene el recaudo de no aplicar más fumigación que la permitida por las regulaciones sanitarias. A pesar de todas estas medidas de precaución y el ingente esfuerzo, y en cierta medida también a raíz de las limitaciones en el área de la fumigación, a veces los sheratzim logran ingresar al invernadero y multiplicarse en una cantidad que se califica como mi’ut matzui, y toda la cosecha pierde su condición de libre de sheratzim diminutos según el método de los que detentan la opinión estricta. Por ello, el precio de estas verduras es mucho mayor que el de las comunes.

El segundo método es cultivar las verduras en sitios fríos, de modo tal que a lo largo de todas las etapas de su crecimiento la temperatura ambiente nunca exceda de los 14 grados centígrados. En un clima así, los sheratzim no se reproducen y las verduras son consideradas libres de estos. Este método es cómodo para su uso en el exterior en sitios fríos. Sin embargo, en nuestro país no hay sitios tan fríos y a pesar de ello, por medio de una fumigación controlada es posible cultivar en el invierno en terrenos abiertos con una cantidad mínima de sheratzim diminutos, y por medio del lavado de las verduras es  posible llegar a una situación en la cual la probabilidad de que se encuentren sheratzim en las verduras sea baja, al punto de que también según el método de la mayoría de quienes detentan una actitud estricta -las verduras son consideradas libres de sheratzim.

10 – La Halajá y el camino del medio en el caso de verduras de hoja verde

Según la norma de la Halajá es posible contentarse con un buen lavado con agua de las verduras de hojas verdes y observarlas normalmente, y en caso de ver en estas algún sheretz -retirarlo. Sin embargo, tal como aprendimos (halajá 8) corresponde transitar por el camino del medio y llevar a cabo una acción por efecto de la cual, en la medida que haya sheratzim sobre las hojas, habrán de ser eliminados. Para ello, es preciso poner las hojas en remojo en agua con un producto disolvente tal como la sal o el vinagre durante cuatro minutos y posteriormente enjuagarla bajo agua corriente para que en la medida que haya sheratzim sobre las hojas, la inmersión de estas con material disolvente debilite el pegamento que sostiene a los sheratzim adheridos a las hojas y el posterior enjuague los retire de estas.

En muchas ocasiones este procedimiento retira a la totalidad de los sheratzim diminutos o los reduce a un nivel inferior al de la categoría de mi’ut matzui (una prohibición que se encuentra en la minoría constatada de los casos y que requiere de una revisación obligatoria) y por ello resulta útil también según el método de quienes detentan una actitud estricta.

Con el fin de quitar los sheratzim, es preferible poner las hojas en remojo en agua con jabón, lo cual resulta ser más eficiente que la sal o el vinagre, no obstante, hay quienes temen que el jabón pudiera resultar insalubre. Hay otros productos naturales tales como “Sterily” (en venta en Israel) que han resultado eficientes como el jabón sin reportar riesgo sanitario alguno.

Cabe prestar atención al hecho de que, tanto durante la puesta en remojo de las hojas como al enjuagarlas, el agua llegue a todos sus pliegues y fisuras. Por lo tanto, en el caso de verduras tales como la lechuga, el repollo o col y la alcachofa es preciso desarmar las hojas para que el agua pueda ingresar entre ellas, ya que a pesar de que la lechuga o el repollo llegan a nosotros cerrados, al inicio de su cultivo están abiertos y es entonces cuando los sheratzim pueden penetrar a las hojas interiores. Cuando uno se dispone a cortar las hojas para preparar una ensalada, es preferible hacerlo en primera instancia según el trozado deseado y posteriormente ponerlas en remojo y enjuagarlas pues en la medida que estén cortadas en trozos más pequeños el agua podrá llegar más fácilmente a todos los sitios necesarios.

A veces, las verduras de hojas son de baja calidad, por lo que están repletas de sheratzim pequeños y grandes que son fácilmente perceptibles a la vista, por lo que es preciso limpiarlas y enjuagarlas reiteradas veces hasta que queden libres de sheratzim.

11 – La coliflor y el brócoli

Hay verduras en las que es dable encontrar sheratzim diminutos y no resulta posible sacarlos a todos por medio del lavado o de su revisión. Ese es el caso de la coliflor y el brócoli, una parte importante de los cuales son hojas tupidas (floridas – tifrajat) en el interior de las cuales se encuentran sheratzim diminutos que resulta imposible ver sin desarmar por completo la flor, revisando prolongadamente cada una de sus diminutas partes. Tampoco el remojo en agua con jabón y su posterior enjuague resultan suficientemente útiles ya que el flujo de agua corriente no llega con fuerza suficiente a los sitios en los cuales se esconden los sheratzim, y por ende, no puede retirarlos a todos. Según la opinión de quienes detentan la actitud estricta, la única manera de poder ingerir estas verduras cuando son provenientes de un cultivo común es arrojar las flores o el ‘florete’ que es aproximadamente un 40% del total del vegetal y comer únicamente el tallo tras un buen lavado. En su defecto, se pueden consumir coliflores o brócolis que hayan crecido en condiciones especiales que eviten que se desarrollen sheratzim en su interior.

Sin embargo, tal como hemos aprendido, según las reglas de la Halajá no es necesario revisar en procura de sheratzim diminutos, por lo que alcanza con lavarlos bien, y mientras no se perciba la existencia de sheratzim -los vegetales se pueden comer. Es más correcto ponerlos en remojo durante cuatro minutos en agua con algún tipo de producto que disuelva el pegamento que adhiere a los insectos a la planta y enjuagar bien bajo el flujo del agua.

No obstante, a diferencia del caso de la lechuga y de las demás verduras de hojas, que muchas veces tras su remojo y enjuague ya no poseen más sheratzim diminutos o los poseen en una cantidad inferior a la categoría de mi’ut matzui, en el caso de la coliflor y el brócoli el remojo y el enjuague no alcanzan a llegar resultados igualmente buenos. Pero dado que se comen cocidos, a veces el sheretz se ablanda y se deshace durante la cocción por lo que pierde su estatus de briá, por lo que se puede considerar a este método como el camino del medio.

12 – Mazorcas, frutillas o fresas y cebolla de verdeo

Mazorcas: Según la opinión de los que detentan la opinión más estricta, está prohibido ingerir los granos de maíz cuando se encuentran aún en la mazorca, ya que a veces se esconden entre estos sheratzim diminutos (tisanópteros) y la única manera de poder ingerirlos cuando provienen de un cultivo común es cortar los granos de la mazorca y lavarlos para asegurarnos que estén libres de sheratzim. Sin embargo, según las reglas de la Halajá y según el camino intermedio, dado que una persona común no los percibe a simple vista y cabe dudar si se encuentran o no, y además posteriormente los granos han de ser cocidos, alcanza solamente con lavar el choclo.

Las hojas de la cebolla de verdeo y del puerro: Según la opinión de los que detentan la opinión estricta es preciso cortar cada hoja en dos, ponerlas en remojo en agua con jabón y lavarlas frotándolas todo a lo largo, dado que a veces se encuentran en ellas sheratzim diminutos. Según las reglas de la Halajá no hay que temer por la presencia de sheratzim diminutos que una persona común no ve a simple vista. Según el camino del medio, es preciso cortar unos tres centímetros desde el punto de conexión entre la cebolla y la hoja y tirarlos, ya que allí el temor es mayor, y para el resto de las hojas alcanza con desarmarlas, ponerlas en remojo con un producto que disuelva el pegamento con el que los sheratzim se adhieren a las hojas y enjuagarlas sin necesidad de cortar cada hoja en dos.

En el caso de las frutillas o fresas, a veces hay ácaros diminutos con un diámetro de un tercio de milímetro que se ocultan en los hoyuelos de las diminutas semillas que se hallan sobre su cáscara.

Según la opinión de los que detentan la opinión más estricta, está prohibido ingerir frutillas o fresas provenientes de un cultivo común en el campo a menos que se les pele su cáscara o se las ponga en remojo con un producto que disuelva el pegamento que adhiere a los sheratzim a la superficie del fruto y se las lave cepillando de modo sistemático su cáscara. Sin embargo, según las reglas de la Halajá, dado que una persona común no puede percibir estos ácaros diminutos a simple vista, no resulta necesario buscarlos. Según la opinión del camino del medio, es preciso cortar el sitio de conexión de la fresa con la rama o pedículo, ponerlas en remojo con un producto que disuelva el pegamento que adhiere a los ácaros a la superficie del fruto y enjuagarlas bien. Así debe procederse también con las frambuesas y las moras.

13 – Frutas de las que se sospecha

Hay frutas tales como el higo, la guayaba, los dátiles y los damascos o albaricoques en las que a veces se alojan sheratzim, por lo que previo a su ingestión es preciso abrirlas y revisarlas. En el caso de los higos frescos, así como los secos, es preciso observar atentamente pues a veces los sheratzim se asemejan en su forma a la del interior del fruto. Sin embargo, no cabe temer por aquello que la mayoría de las personas no pueden ver. Asimismo, en la fruta de la guayaba se encuentran gusanos y es preciso cortarla en cuartos para revisarla. De igual manera, es preciso analizar cada fruta que tenga algo de podredumbre, no sea que alrededor de esta se encuentren sheratzim.

En diferentes tipos de nueces tales como el cajú, hay a veces sheratzim, y la señal de ello es si tienen telas (suerte de telarañas) blancas o si están picadas. A veces, los sheratzim simplemente se alojan alrededor del fruto, por lo que si se retira la tela en cuestión y la nuez permanece entera y bonita -se la puede comer.

En el caso de fruta seca que viene empaquetada, como en el caso de las pasas de uva, si exhiben telas o si se desprende de ésta una suerte de polvo, será señal que están afectadas por sheratzim y es preciso revisarlas cuidadosamente, y a veces, resulta preferible botarlas puesto que la revisación resulta muy difícil.

Insectos escama o cocoideos: A veces, sobre la cáscara de la naranja o de otros cítricos se perciben puntos negros generados por pequeños insectos que afectan a las plantas (0.2 – 0.6 milímetros), que reptaron sobre la cáscara, establecieron en ella su residencia y secretaron un producto para defenderse. Las autoridades halájicas debatieron respecto de qué hacer con estos.

Hay quienes detentan una actitud estricta y entienden que, dado que la cobertura de los insectos escama es visible para todos, y también es dable distinguir al sheretz mientras repta, quienes preparan el alimento a partir de las cáscaras -tienen el deber de retirarlos. Otro tanto ocurre cuando se pela una naranja, es preciso prestar atención a que durante el pelado no se peguen insectos a los dedos y puedan así pasar a otros alimentos (Rav Shlomó Zalman Auerbach en Shmirat Shabat Kehiljatá 3:117). Hay quienes consideran que no cabe temer por estos insectos, dado que, de no mediar la capa protectora, una persona común no podría verlos a simple vista. Y aunque los viese, pensaría que se trata de una suciedad diminuta. Cuánto más aun cuando en la práctica lo que se ve es un punto negro sobre la cáscara y cabe dudar si se trata de suciedad o de la cobertura de un ‘insecto escama’ (Shevet Haleví 7:122). También cuando sabemos que el punto es una cobertura de un insecto escama, ello no implica necesariamente que el insecto se encuentre allí, ya que a lo largo del tiempo los machos se van por su camino y las hembras se deshacen, al grado de que no pueden ser consideradas una briá o un ser viviente completo. En la práctica, la opinión principal es la de quienes detentan la opinión flexible.

14 – Cereales, arroz y legumbres

En los granos de cereal, el arroz y las legumbres se encuentran a veces sheratzim que se desarrollaron entre los granos mientras se encontraban en los campos o en los depósitos. En la medida que la cosecha sea de buena calidad y fuera almacenada en un sitio limpio y frio durante un breve período, se reduce la probabilidad de que aparezcan sheratzim. Dado que en la actualidad los consumidores exigen productos limpios, las condiciones de almacenamiento mejoraron y el tiempo en depósito se redujo –cuando se adquieren productos de compañías confiables en tiendas limpias no es preciso revisarlos en busca de sheratzim, ya que el temor de que se encuentren, según todas las opiniones, es inferior al de mi’ut matzui.

Solamente en caso de que en el empaque se vea un cambio que genere la sospecha de que quizás haya estado depositado en un sitio no limpio o por un período de tiempo demasiado prolongado, será preciso efectuar la revisión de una muestra, y en caso de que ésta resultare limpia, no será preciso revisar el resto.

En caso de que se encuentre un sheretz, será preciso revisar todo el contenido del paquete. Cuando se ve en el paquete telas de polillas o partículas de polvo, es altamente probable que allí se encuentren sheratzim, por lo que hay que revisarlo bien. En la actualidad las empresas que venden alimentos tienen el recaudo de cuidar la limpieza de sus productos y están dispuestas a cambiar un producto afectado por sheratzim por otro limpio, y cuando no se tiene premura o urgencia por el artículo, es preferible cambiarlo en lugar de revisarlo.

Sin embargo, quienes adquieren granos de cereal o legumbres a granel, en bolsas viejas o en tiendas que no guardan un alto nivel de limpieza, pueden toparse con sheratzim en una cantidad de mi’ut matzui por lo que resultará necesario revisarlos extendiéndolos sobre una superficie.

Garbanzos y porotos o frijoles: En el caso de los garbanzos y los porotos o frijoles y semejantes se teme por dos cuestiones: 1) Como en el caso de todos los cereales, a veces proliferan entre estos los sheratzim. 2) A veces, moscas y mosquitos ponen huevos sobre estos granos, los cuales se desarrollan en larvas que finalmente saldrán de sus cáscaras exteriores y volarán. Exteriormente, estas larvas se ven como círculos negros, que cuando son presionados por ambos lados la larva sale expedida hacia afuera y a veces incluso hasta se mueve un poco. Dado que mientras que las larvas están secas no son visibles, es preciso sumergirlos en agua hirviendo durante media hora, o en agua tibia durante ocho horas para que sus cáscaras exteriores se vuelvan transparentes y se puedan revisar los granos.

Cuando se compran estas legumbres en paquetes o bolsas de compañías confiables que las almacenaron en sitios higiénicos, no es preciso revisarlas, dado que se las considera libres de sheratzim y alcanza con mirar que estén limpias como corresponde. Sin embargo, si los paquetes permanecieron demasiado tiempo sobre el estante, fueron almacenados en un sitio sucio, o si provienen de una empresa menos confiable o bien fueron adquiridos a granel -es preciso revisarlos bien. Cuando surge la duda respecto de una bolsa de una compañía confiable que quizás no fue cuidada como corresponde, es preciso revisar una muestra del producto, y en caso de que se encuentre un sheretz, será preciso revisar toda la bolsa.

15 – La harina y el tamiz

Cuando se desarrollan sheratzim en la harina, mientras no hayan salido de esta – no están prohibidos, ya que su estatus se asemeja al de las frutas caídas en las que se desarrollaron sheratzim, que mientras no salgan de la fruta – no estarán prohibidos (arriba halajá 3). Sin embargo, cuando se ve en la harina sheratzim y resulta razonable pensar que salieron de ésta y volvieron, según la opinión de la mayoría de los sabios medievales (rishonim) se teme que hayan salido y están prohibidos. Sin embargo, los juristas debatieron respecto de si es preciso revisar una harina cualquiera en la que no se perciben sheratzim. Según la opinión de muchos, en virtud de tratarse de una duda doble (sfek sfeika) no resulta obligatorio revisarla. Una duda, es que quizás la harina no contenga sheratzim. La segunda, que aunque sí los contenga, quizás no salieron y por ende no estén prohibidos (Turei Zahav, Kneset Haguedolá, Shulján Gavoha y otros). Y hay quienes dicen que, dado que a veces se encuentran sheratzim en la harina y es dable revisarla y salir de duda, es preciso hacerlo y no confiar en la cuestión de la duda doble (Pletí y Minjat Ya’akov). Y así, los hijos de Israel acostumbraron a cernir la harina, pero todos concuerdan con que si se horneó o cocinó con harina no tamizada, el producto resultante será kasher.

Quienes detentan una actitud estricta exigen cernir la harina por medio de un tamiz de seda poseedor de orificios diminutos en una densidad de 70 por pulgada (70 orificios por pulgada cuadrada), porque a veces en la harina se encuentran sheratzim diminutos llamados ‘ácaros de la harina’ cuyo tamaño es apenas superior al de una partícula de harina y solamente puede ser filtrado por medio de un tamiz de seda de cernido denso. Sin embargo, a los efectos de la halajá, incluso según el camino del medio cabe cernir la harina con un tamiz común poseedor de treinta orificios por pulgada cuadrada, ya que además de que la opinión principal es que no hay que preocuparse por sheratzim tan pequeños, mientras que no hubieren salido o no se hubieren separado de la harina -no están prohibidos, y en el caso de estos sheratzim diminutos -no cabe temer que hubieren salido o se hubieren separado de esta y luego regresado.

16 – El estatus de la harina en nuestros días

En el pasado, aparecían gusanos en la harina por dos motivos: el primero, la molienda no era completa, y por ello quedaban en ésta huevos de los cuales nacían sheratzim. El segundo, los sheratzim voladores y los reptantes llegaban hasta la harina y ponían en ella huevos de los cuales nacían sheratzim. Sin embargo, en la actualidad, a raíz de las mejoras tecnológicas y las exigencias del público consumidor que demanda productos de calidad y limpios de sheratzim, el estado de la harina comercializada para consumo hogareño en los países desarrollados ha mejorado mucho. Para ello, las compañías confiables tienen el recaudo de que la harina sea completamente molida, de modo tal que la mayor parte de los huevos de sheratzim sean eliminados durante la molienda, y a los efectos de eliminar los huevos restantes se usa gas de nitrógeno o se calienta la harina. Inmediatamente después se la empaqueta en bolsas cerradas para protegerla. No obstante, cuando se dejan las bolsas de harina en sitios sucios, o sobre tierra, o almacenada durante períodos muy prolongados, es razonablemente probable que los sheratzim perforen el envoltorio y pongan huevos en la harina.

Por lo tanto, la harina blanca que es comercializada en paquetes cerrados, que proviene de compañías confiables y es comercializada en cadenas de supermercados y negocios responsables, y que fue almacenada en los hogares en un sitio limpio no más que durante un par de semanas –posee el estatus de limpia de sheratzim y no es preciso cernirla dado que todos los casos especiales en los que sí se encuentran sheratzim no alcanzan la cantidad de mi’ut hamatzui. No obstante, al verter la harina es oportuno echarle una mirada, para ver que en efecto está limpia tal como corresponde.

Sin embargo, harina que es comprada al por mayor o en el mercado, es preciso cernirla. Asimismo, es preciso cernir la harina de compañías confiables que fue comprada en tiendas en las cuales la mercadería permanece por un período prolongado sobre los estantes o en los depósitos, o si es almacenada en un sitio sucio o sobre la tierra. En los comercios, es también necesario cernir la harina dado que acostumbran a comprar barato y al por mayor y por lo general carecen de condiciones apropiadas para almacenarla.

También en el caso de harina que se sabe que es limpia o que fue cernida, si fue colocada al aire libre o en un envoltorio abierto durante una jornada -y en el caso de un día caluroso, incluso durante un par de horas- puede adquirir gusanos y por ello es preciso cernirla. Quien desee asegurarse que la harina no adquirirá gusanos tras la apertura de su envoltorio o de su cernido –que la guarde en el refrigerador.

Quien adquiere harina de origen dudoso, que la revise mientras considere que habrá de encontrar sheratzim con frecuencia, y en caso de que su evaluación cambie y piense que solamente habrá de hallarlos esporádicamente, ya no precisará revisar la harina que provenga de ese origen. Una compañía o comercio cuya harina sea considerada limpia y un par de veces se encontraron en esta sheratzim, pierde su estatus, y de ahora en adelante es preciso tener el recaudo de cernir la harina que se adquiere a estas. En caso de que esto hubiere ocurrido debido a que de modo extraordinario se almacenó la harina en un sitio inapropiado, la compañía o la tienda no pierden su estatus.

La harina integral precisa ser cernida, ya que es molida en una molienda gruesa y a veces permanecen en ésta huevos de sheratzim. Hay compañías que comercializan harina integral de la cual eliminaron los huevos por medio del uso de gas nitrógeno y su posterior empaquetado al vacío. En un caso así, su harina detentará el estatus de limpia de sheratzim y no requerirá de revisión. Asimismo, hay compañías que comercializan harina que es guardada en frío desde el momento de su molienda, y siempre y cuando tengan el recaudo de que no pase un día sin refrigeración, no será necesario revisarla, ya que los huevos no dan lugar a nacimientos estando a bajas temperaturas. En caso de que el comprador desconozca la calidad de la harina integral de la compañía de la cual está adquiriendo, que la revise, y cuando llegue a la conclusión de que en esta marca de harina puede aparecer un sheretz solo de manera esporádica, ya no precisará revisarla.

17 – La carne

Los gusanos que se encuentran en la carne del animal doméstico (behemá) o no doméstico (jaiá) mientras está con vida, o en la carne del ave mientras está con vida –están prohibidos. En caso de tratarse de gusanos que ingresaron al animal, resulta que estando afuera ya estaban prohibidos por reptar sobre la tierra, y en caso de haberse desarrollado en la carne misma, así como se prohíbe ingerir carne sin previa faena ritual, de igual forma está prohibido ingerir los gusanos que se desarrollaron en esta. E incluso tras la faena, los gusanos permanecen en su condición de prohibidos pues la shejitá torna apta la carne de los animales domésticos, no domésticos y aves mas no a los gusanos que en ella se encuentren.

Sin embargo, no están prohibidos los gusanos que se desarrollaron en la carne del animal doméstico, no doméstico o el ave tras su faena, ya que su estatus se asemeja al de los que se desarrollan en frutas caídas, y mientras no se hayan separado o salido del fruto, no recae sobre éstos prohibición alguna (arriba halajá 3). Este es también el estatus de los gusanos que se desarrollaron al interior del queso, mientras no salgan o se separen de éste, no estarán prohibidos. No obstante, si generan sensación de asco -estará prohibido ingerirlos por efecto de la prohibición de la Torá de “no habréis de mancillar vuestras almas” (bal teshaktzú) (arriba halajá 2).

La carne comercializada en tiendas confiables está libre de sheratzim, debido a que su acato a las normativas de higiene y salubridad destinadas a evitar el riesgo de contraer enfermedades o infecciones impide el desarrollo de sheratzim en la carne. No obstante, en el momento de preparar la carne en la cocina y servirla es preciso mantenerla a salvo de sheratzim y moscas. En las cocinas grandes es bueno instalar redes y trampas contra moscas y mosquitos para evitar que la carne y los demás alimentos contraigan gusanos.

18 – El pescado

Los gusanos que se desarrollaron en la carne del pez, tanto vivo como muerto (pescado) mientras no se separen o salgan de éste, no están prohibidos. En este aspecto el pescado se diferencia de la carne, pues en esta última, solamente los gusanos que se desarrollan en su interior con posterioridad a la faena no están prohibidos (tal como se vio en la halajá anterior), pero en el caso del pez, tampoco se prohíben los gusanos que se desarrollaron en él estando aún con vida, por cuanto que resultan secundarios respecto de su carne que es apta para ser consumida sin necesidad de faena.

No obstante, gusanos que entraron al pez desde el exterior están prohibidos, dado que la prohibición rige desde antes que ingresaran. Por lo tanto, gusanos que se encuentran en las entrañas (intestinos) del pez o alrededor de su cavidad bucal y de las branquias que se encuentran en su cabeza, o pegados a su piel –están prohibidos, por cuanto que llegaron a éste provenientes del agua en la que este vive. Este fenómeno se presenta con cierta frecuencia, por lo que es bueno comprar un pescado que posea una supervisión confiable que testifique que está limpio de gusanos. En caso de no conseguirse un pescado de estas características, o cuando se compra el pez aun vivo, es preciso tirar sus entrañas, pelar su piel, frotar su lado exterior y el interior contiguo a las entrañas, así como también limpiar diligentemente la zona de la boca y de las branquias. Quienes deseen aliviar para sí la tarea, que tiren la cabeza en vez de limpiar todos los sitios contiguos al orificio de la boca y las branquias que es donde los gusanos se alojan.

En el caso del salmón y otros pescados tales como el arenque, surgió una interrogante. Estos peces tragan y acumulan en su interior sheratzim diminutos que previamente tragaron larvas diminutas. Estas larvas diminutas se transforman en gusanos denominados “anisakis” cuya longitud alcanza a los 10 cm. y su color tiende a ser transparente. Mientras el pez está vivo este tipo de gusano no tiene la capacidad de penetrar desde los intestinos al interior del cuerpo, pero una vez muerto, si no se lo congela de inmediato, puede hacerlo. Hay quienes dicen que, dado que la larva diminuta comenzó a desarrollarse fuera del pez, la prohibición ya recae sobre esta, y por ello resulta obligatorio supervisar que en los salmones y símiles no haya gusanos anisakis. Otras autoridades sostienen que dado que al momento de ser tragada la larva era diminuta (una décima de milímetro), al grado de que una persona común, aunque abriese los intestinos del sheretz pequeño que la tragó no lograría distinguirla, la prohibición no recae sobre esta. Por ende, el estatus de los gusanos anisakis se asemeja al de los gusanos que se desarrollaron en la carne del pez, y mientras no hayan salido o no se hayan separado de este -no están prohibidos.

A los efectos de la halajá final, la idea principal es la opinión flexible, ya que antes de que la larva ingrese al intestino del pez era diminuta e imperceptible, por lo que se la considera como si se hubiese desarrollado en el cuerpo del pez. Empero a priori, es bueno adoptar una actitud estricta, ya que además de la opinión de los juristas que detentan una actitud estricta, estos gusanos son grandes y por ende la repulsión que provocan es más notoria (arriba halajá 2) y desde un punto de vista sanitario pueden causar enfermedades. En la práctica, dado que resulta difícil revisar la carne del pescado en busca de los gusanos anisakis, y dado que su color es transparente, es correcto comprar pescados que tengan una supervisión de kashrut que revise esta cuestión.

01 – Huevos puros

Los huevos de las aves puras son aptos para su ingestión, al tiempo que se prohíbe la ingesta de los huevos de las aves impuras, siguiendo el principio según el cual “todo aquello que proviene de los puro -es puro, y lo que proviene de lo impuro -es impuro” (Tratado de Bejorot 5(B)).

Los huevos de gallina que solemos comer pueden ser adquiridos a cualquier persona ya que huevos de aves impuras no se encuentran a nuestra disposición o no son dables de encontrar entre nosotros, y además, todos los huevos que se asemejan a los comunes que solemos ingerir son considerados kasher (Shulján Aruj 86:2).

En caso de que los huevos sean distintos a los comunes, dijeron nuestros sabios (Tratado de Julín 64(A)) que, si los dos extremos del huevo son esféricos como una pelota, o puntiagudos, esto es alargados, o si la yema es exterior a la clara -es sabido que se trata de un huevo de un ave impura y su ingestión se prohíbe. Y aunque el vendedor diga que los huevos provienen de un ave pura -no se le cree. Pero si el huevo tiene un extremo redondeado y el otro más puntiagudo y la yema se encuentra en el interior de la clara cabe pensar que el huevo proviene de un ave pura y por ello si una persona entendida en Halajá lo afirma –se confía en su afirmación y el huevo es apto para su consumo. Pero si la persona fuere considerada confiable mas no entendida en Halajá, solo se creerá en su afirmación si indicare que se trata de un huevo de una especie que es reconocida como pura, y entonces, el huevo será puro (ver Shulján Aruj y Ramá 86:1).

Huevos puestos por un ave que se tornó trefá a raíz de una herida o una enfermedad -estará prohibido consumirlos, pues, así como su carne está prohibida igualmente lo están sus huevos. Asimismo, en el caso de un huevo hallado en las entrañas del cadáver de un ave (nevelá) –su consumo estará prohibido. No se coloca el huevo de una trefá o una nevelá bajo una gallina para que esta los empolle, para evitar que sea ingerido por error. Pero si fue colocado y salió de este un polluelo –este último será kasher (Shulján Aruj 86:7, Pitjei Teshuvá 4).

Huevos que fueron hallados en el interior de un ave tras haber sido faenada según las indicaciones de la Halajá –son kasher. Si ya poseen yema y clara entonces tienen el estatus de los huevos en general y son parve, por lo que pueden ser consumidos con leche. En caso de que carezcan de clara, tienen estatus cárnico y no pueden ser consumidos con leche (Shulján Aruj 87:5).

02 – Sangre en huevos fecundados

Sangre que es hallada en un huevo, si es en el sitio en el cual comienza a formarse el polluelo -recae sobre esta la prohibición del consumo de sangre la cual se extenderá a la totalidad del huevo. Hay juristas que opinan que la prohibición de esta sangre tiene su origen en la Torá, pues así como la sangre del polluelo está prohibida por la Torá, de igual manera lo está aquella a partir de la cual comienza la formación del polluelo (Rashbá y Rosh); al tiempo que otros consideran que la prohibición es por prescripción rabínica, ya que en la práctica no se trata aún de la sangre del nefesh (alma vital) que es aquella que le da vida al ave (Rabí Ytzjak Alfasi, Rabí Aharón Halevi, Sha’arei Dura).

Sin embargo, si la sangre que se encontró en el huevo no se encuentra en el sitio donde comienza a formarse el polluelo –no estará prohibida, no obstante, por una cuestión de apariencia (mar’ít ain), es preciso retirarla y el huevo podrá ser consumido. Esta sangre aparece cuando alguno de los vasos capilares que rodean al huevo se rompe al inicio de su formación.

Los sabios medievales (rishonim) debatieron acerca cuál es el sitio a partir del cual el polluelo comienza a formarse. Hay quienes dicen que es en la parte interior amarilla del huevo que se denomina yema (Rabí Ytzjak Alfasi, Rambám y Shulján Aruj 66:3). Por otra parte, hay quienes opinan que este sitio se halla en la parte exterior blanca denominada clara (Rabí Aharón Halevi, Rabí Shlomó Luria). Y hay quienes consideran que, si la sangre se encuentra en el sitio de conexión de la yema con el costado del huevo, solamente la sangre estará prohibida pero el resto del huevo podrá ser ingerido pues la formación del polluelo no ha comenzado aún. Cuando la sangre se expande desde el sitio de conexión de la clara con el núcleo de la yema ello indica que la formación del polluelo ha comenzado y se prohíbe el consumo de la totalidad del huevo (Rashi y Tosafot). En la práctica, dado que en todo sitio en el cual hay sangre en el huevo cabe temer que según alguna de las corrientes de opinión se trate de aquella vinculada al comienzo de la formación del polluelo que prohíbe la totalidad del huevo -ante cualquier sangre que se hallase se acostumbra a prohibirlo en su totalidad (Ramá 66:4, Bait Jadash, Ben Ysh Jai).

Si bien la sangre correspondiente al inicio de la formación del polluelo está prohibida, quien desee comer un huevo duro o perforar la cáscara para succionar su contenido no precisa revisarlo previo a su ingesta, ya que en la gran mayoría de los huevos no hay sangre, y según la regla general por la que procedemos nos guiamos de acuerdo con la mayoría.  No obstante, si se rompen unos huevos para hacer con ellos una tortilla u omelette o para mezclarlos en un guiso o en un producto horneado, dado que de todas maneras se ve el interior del huevo, es preciso adoptar la actitud estricta y revisarlo por si contiene sangre (Beit Yosef y Shulján Aruj Ramá 66:8). Y dado que, si se encontrare sangre, todo el huevo resultará prohibido, es conveniente revisarlo en un recipiente separado para que en caso de hallársela solo se descarte el huevo en cuestión y no sea necesario desechar a los demás ni el guisado en el cual están mezclados.

Todo lo que aprendimos hasta el momento se refiere a un huevo fecundado, esto es, proveniente de una gallina que fuera fecundada por un gallo cuyos huevos pueden desarrollarse y devenir en polluelos, tal como eran la mayoría de los huevos en el pasado.

03 – Huevos no fecundados

La sangre que se prohíbe en el huevo es aquella a partir de la cual comienza a formarse un polluelo. Por ello, desde el punto de vista principal de la normativa, no se prohíbe la sangre que pudiere hallarse en un huevo no fecundado, ya que resulta imposible que a partir de esta se desarrolle un polluelo. No obstante, por una cuestión de apariencia (mar’it ain), es preciso retirarla (Shulján Aruj 66:7). Por lo tanto, no es preciso revisar huevos no fecundados ya que solamente en caso de verse sangre será preciso retirarla. Este fenómeno de sangre en un huevo no fecundado ocurre en uno de cada varios miles que son vendidos bajo supervisión.

En la actualidad, por motivos sanitarios, en el Estado de Israel está prohibido comercializar huevos fecundados para su ingestión ya que contienen restos de los medicamentos que le son inyectados a las gallinas que los ponen. En la práctica, en el Estado de Israel más del 97% de los huevos comercializados para su ingestión están inspeccionados y certificados como no fecundados y la señal de la supervisión es el sello que tienen impreso sobre la cáscara.

Por lo tanto, según la Halajá no es preciso revisar huevos que traen sellado, y en caso de que por azar se viera sangre al abrir uno -será preciso extraerla por una cuestión de apariencia y el huevo será apto para consumir. Sin embargo, muchos acostumbran a adoptar una actitud estricta y revisan cada huevo que es expendido en las tiendas, porque no saben que no precisan hacerlo o porque desean proceder con un grado superior de excelencia y asegurarse que en los huevos que consumen no haya siquiera aquella sangre que está prohibida únicamente por una cuestión de apariencia.

04 – La miel

La miel es apta para ser ingerida, y en el Tanaj se relata cómo Shimshón y Yehonatán comieron miel. De todas maneras, cabe preguntar cómo es que, si es elaborada por abejas, las cuales no pueden ser comidas por tratarse de un sheretz volador, el producto elaborado por estas sea apto para su consumo, siendo que nos guiamos por la regla que indica que todo aquello que proviene de una especie impura -es impuro, motivo por el cual, por ejemplo, no ingerimos la leche proveniente de animales impuros. En el Talmud se mencionan dos explicaciones para ello (Tratado de Bejorot 7(B)): Según una opinión, la del “taná primero”[1] (tana kama) que se expresa, la miel difiere de la leche, ya que esta última es producida en el interior del cuerpo del animal por lo que si este es impuro también la leche producida en su seno lo será. Pero la miel no se forma en el cuerpo de las abejas, sino que estas recolectan néctar de flores y plantas y lo almacenan en sus cuerpos y luego lo emiten en el panal, y allí, el líquido del néctar se evapora y se forma la miel. Según otra opinión (la de Rabí Ya’akov), del versículo que habla del sheretz volador se extrae un importante aprendizaje, a partir del cual cabe puntualizar que la miel de abeja es kasher.

Los apicultores precisan filtrar la miel, ya que a veces en esta se encuentran abejas muertas, patas o partes de sus cuerpos. Tras el filtrado, la miel será kasher. Y aunque hubiesen permanecido abejas muertas en el interior de la miel durante un largo período, no cabe temer que pudieran haberla saborizado, porque aún en ese caso, se trataría de un sabor estropeado que no prohíbe al producto (Shulján Aruj Yoré De’á 81:8, ver adelante 34:7).


[1]. Tana o tanaíta (tanaím en hebreo) hace referencia a los sabios de la Torá Oral, compilada en la monumental obra de Rabí Yehudá HaNasí, la “Mishná” (año 220 E.C.). “Tana kama” es aquel que expresa la primera opinión en la sentencia o en el tema en cuestión de la Mishná (N. de E.).

05 – La jalea real

La jalea real es un material semilíquido producido por las abejas por medio de unas glándulas que se encuentran en sus cabezas y cuyo sabor es un tanto amargo. Por medio de una ingesta abundante de jalea real, una larva común se desarrolla hasta llegar a ser una reina, y en caso de no ingerirla se transformará en una abeja común. La abeja reina tiene la particularidad de que da origen a la nueva generación, es capaz de poner dos mil huevos por día, su peso es el doble que el de las demás abejas y su expectativa de vida cuarenta veces mayor. Dado que la jalea real es capaz de obrar cambios gigantescos en la abeja, hay curadores que entienden que se trata de un alimento poseedor de importantes propiedades medicinales.

Sin embargo, los juristas han debatido respecto de si es o no kasher. Hay quienes sostienen que está prohibido ingerirla porque todo lo que proviene de un animal impuro –es impuro, y dado que está prohibido comer abejas, la jalea real que estas producen a partir de las glándulas ubicadas en sus cabezas también lo es. Y no entra en la misma categoría que la miel, ya que la miel es néctar que las abejas recogen de flores y plantas y lo almacenan en los buches que se encuentran en sus bocas y en sus estómagos (zefek) y luego lo vierten en la colmena, donde el néctar se evapora un poco y se transforma en miel. Dado que se trata de néctar procesado, la miel es apta para ser consumida. Sin embargo, la jalea real se produce en el interior de los cuerpos de las abejas, por lo que su consumo está prohibido. Y aunque digamos que del versículo podemos aprender que la miel de abejas es kasher, la intención de la Torá fue autorizar solamente la miel de sabor conocido, mas no las otras sustancias secretadas por las abejas.

Otros juristas entienden que su estatus es semejante al de la miel, ya que todo lo que las abejas producen a partir de su cuerpo se basa en el néctar y los diferentes productos vegetales que recolectan. E incluso la propia miel se solidifica por medio del agregado de encimas secretadas por glándulas que se encuentran en el cuerpo de la abeja, y así como la miel de abejas es kasher, también los son todas las sustancias provenientes de su cuerpo. Y aunque digamos que la base del permiso para ingerir miel de abejas tiene su origen en lo que aprendemos del texto del versículo, así como aprendimos que la miel es kasher, de igual manera se puede aprender que todos los materiales producidos por las abejas lo son.

En la práctica, si bien corresponde tomar en cuenta la opinión de los juristas que detentan la actitud estricta, en caso de necesidad médica, cabe adoptar una actitud flexible y permitir la ingestión de jalea real, ya que se acostumbra a mezclarla con miel en una cantidad cuarenta veces mayor, y entonces, dado que su sabor resulta imperceptible, queda sin efecto la prohibición y puede consumirse. Asimismo, si se prepara la jalea real bajo el formato de grageas carentes de sabor, se permite tragarlas. Quien adopta una actitud flexible e ingiere jalea real en estado puro, no hay que realizarle observaciones por ello ya que tiene autoridades halájicas en las cuales respaldarse.

Las abejas producen otro material denominado propóleo, por medio del cual preservan la colmena de infecciones y enfermedades, amén de otro material denominado polen que ayuda a alimentar a las abejas jóvenes, y puede ser consumido al igual que la miel.

01 – La prohibición de cocinar carne con leche

La Torá prohibió cocinar carne con leche, tal como fue dicho: “No cocerás al cabrito en la leche de su madre”. Esta prohibición se menciona en la Torá tres veces (Shemot-Éxodo 23:19, 34:26, Devarim-Deuteronomio 14:21), lo cual nos enseña que la prohibición incluye tres partes: 1) Está prohibido cocinarlos juntos. 2) Si fueron cocinados juntos está prohibido ingerirlos. 3) Si fueron cocinados juntos está también prohibido obtener beneficio de ellos (Tratado de Julín 115(B), Shulján Aruj Yoré Deá 87(A)).

Esta prohibición es singular y diferente del resto de las prohibiciones dietéticas de la Torá ya que todos los alimentos prohibidos lo están siempre, al tiempo que la carne en sí es kasher, otro tanto ocurre con la leche, y si son cocidos juntos están vedados por medio de una prohibición particularmente grave. Señal de ello es que todos los demás alimentos prohibidos, por ejemplo, la carne de los animales o las aves impuras, pueden ser cocinadas por un judío para un gentil al tiempo que en el caso de la carne con leche ello está vedado. E incluso se prohíbe el participar o ayudar en la cocción, por ejemplo, aumentando la intensidad del fuego con el que se están cociendo.

Además, está prohibido obtener cualquier beneficio de carne y leche que fueron cocinados juntos, por lo tanto, está prohibido vendérselo a un gentil e incluso entregárselo gratuitamente a modo de presente, dado que el judío obtiene de ello un beneficio (una suerte de disfrute). Incluso si un judío quema el alimento vedado, tendrá prohibido disfrutar del calor o de las cenizas producidas. Se prohíbe incluso darlo como alimento a animales que carecen de propietario por cuanto que al judío en cuestión ello le da satisfacción. El alimento prohibido debe ser enterrado, y en caso de que ello resulte dificultoso puede ser arrojado al campo o botado a la basura. Y aunque resulte que a raíz de ello distintos animales terminen comiéndolo, ello no está prohibido por cuanto que el judío no tuvo la intención de que ello ocurriera.

De acuerdo con la Torá, lo que está vedado es cocinar carne con leche, y en caso de que no hubiere cocción, no se incurrirá en prohibición alguna. Por lo tanto, se permite mezclar carne con leche sin que medie cocción si es que un gentil lo necesita o en caso de cualquier otra necesidad. Sin embargo, los sabios establecieron un cerco alrededor de los preceptos de la Torá y prohibieron que un judío coma carne con leche, aunque no se los haya cocido juntos (Shulján Aruj Yoré Deá 87:1, 91:8), y lo reforzaron por medio de numerosas prohibiciones, por ejemplo, ingerir uno de estos si el otro se encuentra sobre la mesa (ver adelante halajá 3), hornear un pan cárnico o lácteo, no vaya a ocurrir que por error sea ingerido con un alimento del otro tipo (ver adelante halajá 4). E incluso agregaron la prohibición de no ingerir leche tras haber comido carne a menos de que medie una separación significativa, y la de comer carne tras haber ingerido leche a menos de que medie un enjuague o aseo bucal (tal como se verá en el siguiente capítulo). El motivo de todos estos decretos se explicará más adelante en la halajá 5.

02 – La carne y la leche incluidas en la prohibición

Los sabios de la Mishná (tanaítas) debatieron respecto de cuáles tipos de carne y leche están incluidos en la prohibición de la Torá. Según Rabí Akiva, la carne y la leche que fueron prohibidas son las de alguna de las tres especies de animales domésticos puros: vacas, corderos y cabras.

Por su parte, las siete especies de animales no domésticos (jaiot) puros tales como el ciervo y el antílope -no están incluidas. Y esta norma la aprendemos del hecho que la Torá menciona tres veces la prohibición de “no cocerás al cabrito en la leche de su madre”, para enseñarnos que los tres tipos de animales domésticos puros están incluidos en la prohibición, al tiempo que las especies puras de animales no domésticos, así como las diferentes especies de aves puras y la generalidad de los animales impuros no lo están (Mishná Tratado de Julín 113(A)). La diferencia entre los animales domésticos y los que no lo son (behemot y jaiot) es su domesticación, y dado que los primeros se encuentran a merced del hombre, este puede ordeñar su leche y faenar a sus crías, por lo que la Torá prohibió mezclar la carne de alguno de los animales domésticos con la leche de otro de estos. La Torá trajo a colación el ejemplo del cabrito en la leche de su madre porque la leche de la cabra es abundante y a veces pare dos cabritos, por lo cual son criados un tiempo hasta que uno es faenado para comer su carne, y dado que la madre sigue amamantando al otro, ocurría que el cabrito faenado era cocido en la leche de su madre (Rashbám a Shemot-Éxodo 23:19).

Según la opinión de Rabí Yosei HaGlilí, la prohibición de la Torá aplica también a las siete especies de animales no domésticos puros por cuanto que también poseen carne y leche cuya ingesta está permitida, pero las aves no están incluidas por cuanto que sus hembras carecen de leche. Y hay quienes opinan que la carne de ave está incluida en la prohibición de la Torá dado que la aviar también es un tipo de carne, y prueba de ello resulta que es preciso faenarla ritualmente para poder comerla.

En la práctica, se dictó la halajá conforme la opinión de Rabí Akiva, según la cual la prohibición de la Torá recae únicamente sobre los animales domésticos, y por prescripción rabínica se prohíbe también la ingesta de carne de animales no domésticos y de aves con leche, pero se permite cocinarlas a estas últimas para un gentil y obtener beneficios de ellas (Shulján Aruj Yoré Deá 87:2).

03 – La ingesta sobre una misma mesa

Nuestros sabios reglamentaron que cuando una persona coma un alimento cárnico no haya sobre la mesa otro que sea lácteo, ni viceversa, para que no incurra en el error de ingerirlos juntos. Y esta prohibición no incluye únicamente a la carne de los animales domésticos, sino que también abarca a la de los animales no domésticos y a la de las aves (Tratado de Julín 103(B), 104(B), Shulján Aruj 88:1). No obstante, quien comió carne puede preparar alimentos lácteos antes de pasadas las seis horas de separación, ya que el decreto fue establecido para servir como cerco protector a la ingesta de carne con leche y no para conservar la espera ente la ingesta de carne y la de leche (ver Aruj HaShulján 11 y Darkei Teshuvá 16).

Nuestros sabios establecieron que dos individuos que se conocen no coman el uno carne y el otro leche sobre una misma mesa, no sea que por error uno pruebe de la comida de su compañero y resulte que ingirió carne con leche. Mas esta prohibición no aplica a dos extraños que fortuitamente terminaron comiendo en una misma mesa, ya que en una situación así ninguno de los dos va a probar del platillo de la otra persona (Tratado de Julín 107(B)). Si los dos individuos que se conocen han de colocar en medio de ambos una señal que les recuerde que sus alimentos deben separarse, podrán comer en una misma mesa. A los efectos de separar, cabe colocar un utensilio o un alimento que no se suela poner allí, así como también extenderle a uno de los comensales un mantel individual separado (Shulján Aruj 88:2). En caso de que los comensales estén sentados lejos el uno del otro, al grado de que no resulte posible que uno extienda su mano y alcance el alimento de su compañero, pueden sentarse a comer en una misma mesa sin que medie la necesidad de colocar un objeto de señal o separación (Yam Shel Shomó y Bait Jadash). Quien concluye la ingestión de carne puede sentarse junto a su compañero que come leche e ingerir allí un alimento parve a pesar de que no hayan pasado aun las seis horas de separación.

04 – El horneado de pan lácteo o cárnico

Nuestros sabios decretaron que no se amase la masa del pan con leche no sea que las personas olviden que el pan es lácteo y este sea ingerido con carne. Asimismo, decretaron que no sea amasado con grasa animal, no sea que luego por olvido se termine ingiriendo con leche. En caso de que por error se hubiere amasado el pan con leche o grasa animal, por decreto de nuestros sabios estará prohibido ingerirlo (Tratado de Pesajim 30 (A) y (B)).

La prohibición implica la preparación de un pan que sea ingerido en más de una comida, pero se permite preparar un pan lácteo o cárnico en la cantidad que los miembros del hogar suelan ingerir hasta la próxima comida, pues en un caso así no cabe temer que hasta ella las personas se olviden que este es cárnico o lácteo.

Asimismo, se permite preparar un pan lácteo o cárnico cuando su forma es modificada, de modo tal que los miembros del hogar entiendan que su estatus es diferente y consulten si es cárnico o lácteo. No obstante, esta señal no autoriza a hornear pan lácteo o cárnico para su comercialización, no sea que los compradores pasen por alto la señal. Solamente cuando se efectúa una señalización o un marcado claro y evidente de modo tal que a todos les queda claro que el pan en cuestión es lácteo o cárnico –se permitirá elaborar pan cárnico o lácteo para su venta, como en el caso del pan pita al cual se le adhiere una feta de queso amarillo o una tira de carne (Tratado de Pesajim 36(A), Shulján Aruj 97:1).

La prohibición aplica específicamente al pan, el cual suele ser ingerido tanto con alimentos cárnicos como lácteos. Otro tanto ocurre con las galletas al agua o crackers, las cuales a veces son ingeridas con queso y otras con fiambre o carne frías. Mas en el caso de los pasteles o tortas y demás productos panificados –se permite elaborarlos lácteos o cárnicos, por cuanto que por lo general no suelen ser ingeridos con carne o con leche (Maharit 2, Yoré Deá 18).

05 – La causa de los decretos suplementarios sobre la carne y la leche

Cabe preguntarse: es sabido que los sabios no dictan un decreto sobre otro decreto, al tiempo que en el caso de la prohibición de la ingesta de carne en una mesa sobre la que hay leche, o bien en la prohibición de la elaboración de pan cárnico o lácteo, sí se han expresado de esa manera. Esto es así ya que según la Torá se prohíbe solamente carne y leche que fueron cocidos juntos, y nuestros sabios decretaron que no se coman juntos, aunque hayan sido cocidos por separado, por lo tanto, ¿por qué continuaron decretando una prohibición sobre otra, prohibiendo servir simultáneamente carne y leche sobre una misma mesa a la hora de comer, y vedando además que se elabore pan cárnico o lácteo?

Los comentaristas explicaron que en lo que refiere a la prohibición de carne con leche se temió en gran manera de que se incurriese en un error sustancial, por cuanto que la carne en sí misma está permitida, y otro tanto ocurre con la leche, y ambos se encuentran habitualmente en la cocina por lo que pueden llegar a mezclarse con suma facilidad. En virtud de ello fue necesario decretar prohibiciones rabínicas sobre otras semejantes. Además, si los sabios no hubiesen agregado estas prohibiciones suplementarias, tampoco las primeras se cumplirían, por lo tanto, se las considera a todas estas medidas como una sola que está destinada a fortificar la regla de la separación entre carne y leche.

Esto y más, en todos los decretos prohibitivos se equiparó la carne aviar y la de los animales no domésticos (cuya prohibición se deriva de una prescripción rabínica) a la de los domésticos que está prohibida por la Torá, puesto que, si se aplica un criterio flexible en el caso de las dos primeras, las personas se equivocarán en lo referente a la tercera (la carne de animales domésticos).

06 – La separación entre alimentos cárnicos y lácteos

Quien desee ingerir carne en una mesa sobre la cual se comió leche o viceversa debe limpiarla de los restos de la ingesta anterior, y de no hacerlo, tendrá prohibido comer el otro tipo de alimento. Asimismo, está prohibido comer carne sobre un mantel sobre el cual se comió leche y viceversa sin que esté limpio de los restos del alimento anterior (Shulján Aruj 89:4). Si el mantel es de tela -por lo que absorbe la suciedad- será preciso lavarlo, y en caso de que sea de plástico -que no la absorbe- se lo podrá limpiar con un trapo húmedo. También en caso de que se tenga el recaudo de colocar los alimentos en platos, será preciso limpiar la mesa entre una ingesta de carne y otra de leche.

Un pan que fue servido en una comida cárnica, si cabe tener la duda razonable de que pudiera haber sido tocado con manos que tenían adheridas restos de grasa animal o salsa cárnica, no deberá ser servido en una comida láctea para que los comensales no ingieran restos de carne junto con la leche, y viceversa (Shulján Aruj 89:4). En caso de que se hubiere tenido el recaudo de no tocar el pan con manos que tuviesen adheridas grasa animal o salsa cárnica -se podrá comer en una comida láctea (ver Shulján Aruj 91:3).

En el caso de ensaladas que fueron servidas en una comida cárnica, si existe la duda razonable que los comensales pudieran servirse de estas con cubiertos sobre los cuales había restos de carne, no deberán ser servidas en una comida láctea, y viceversa. En caso de que hubiere cucharas especiales para servirse las ensaladas y no cabe temer que algún comensal se sirviere de estas con cubiertos que tenían adheridos restos de carne, podrán ser servidas en una comida láctea, y viceversa. Y hay quienes a priori adoptan una actitud estricta y no servirán en una comida láctea ningún alimento que fuera previamente servido en una cárnica y viceversa. Quienes cumplen con excelencia procediendo así, en caso de necesidad podrán adoptar una actitud flexible, siempre y cuando que no resulte fundado temer que restos de carne o leche pudieran haberse adherido al pan o a la ensalada.

Tal como lo aprendimos (en la halajá 3), al momento de comer carne se prohíbe que haya leche sobre la mesa, y viceversa, no sea que se coman juntas por error. Pero cuando no se trata de la hora de comer, se los puede colocar sobre una misma mesa (Tratado de Julín 104(B), Shulján Aruj 88:1). Asimismo, se permite colocar trozos de carne y de queso en una mochila o en un cajón de un armario o del refrigerador teniendo el recaudo de que no se toquen entre sí. En caso de que se hubieran tocado, se deberá enjuagar el sitio de contacto y posteriormente podrán ser ingeridos (Tratado de Julín 107(B), Shulján Aruj 91:1-2, ver adelante 35:1).

De igual modo, no se debe colocar bolsas de leche en un sitio desde el cual pudieran gotear sobre alimentos cárnicos, y en caso de que lo hicieran, es preciso enjuagar la carne hasta que no quede rastro del sabor a leche, y entonces se la podrá comer o cocinar.

07 – Separación entre cubiertos y utensilios

En una cocina en la cual se preparan alimentos cárnicos y lácteos es preciso designar utensilios diferentes para carne y para leche, y es bueno que entre estos exista una diferencia notoria para que no se intercambien por equivocación. Asimismo, es preciso designar un juego de platos y cubiertos para carne y otro para leche, y es bueno que entre estos exista una diferencia notoria para que no se intercambien. De igual manera, es bueno adjudicarle a cada tipo de estos utensilios un sitio separado para que no se mezclen. Igualmente, cuando se ingieren alimentos fríos tanto cárnicos como lácteos, es una adecuada costumbre en Israel mantener la separación de utensilios, de modo tal que los alimentos cárnicos sean servidos en platos y con cubiertos cárnicos y los de leche en platos y con cubiertos lácteos para evitar así dificultades y mezclas entre estos.

Muchos acostumbran a designar dos saleros diferentes, uno para las comidas lácteas y el otro para las cárnicas, ya que en ocasiones estos rozan los alimentos y otras veces son tomados con las manos sucias de salsa, y en caso de emplearse un solo salero para ambos tipos de alimento, cabe temer que algo del sabor de uno pudiera mezclarse con el del otro. En caso de que se desee utilizar un solo salero para cárnico y para lácteo, será preciso tener el recaudo de que esté limpio, y en caso de que se ensuciase con algo de alimento, se deberá limpiarlo y secarlo bien.

Quienes emplean botellas que contienen salsas o cátsup para aderezar comidas cárnicas y lácteas deben tener el recaudo de que el pico no llegue a tocar los alimentos para que no se adhiera a este nada de los alimentos lácteos o cárnicos. Asimismo, es preciso tener cuidado de no tocar los envases de las salsas con manos que pudieran tener algo de humedad proveniente de alimentos de carne o leche. En caso de que no se hubiere sido cuidadoso en este respecto, es preciso limpiar el pico de la botella de la salsa para evitar que por su intermedio pudiera llegar algo del sabor de un tipo de alimento al otro.

En el caso de la mesita de las sillas de bebés, dado que por lo general no se apoya sobre esta un alimento que esté a una temperatura que provoque el alejamiento de la mano al tocarlo (yad soledet bo) para no dañar al bebé, no se teme que la mesita absorba sabor a carne o a leche, y todo lo que se precisa es limpiarla bien entre comidas. No obstante, quien a menudo apoye sobre la mesa en cuestión alimentos que se encuentran a una temperatura elevada (que provoca el alejamiento de la mano al tocarlos), deberá decidir si la mesita habrá de ser cárnica o láctea, y en caso de que deseare apoyar sobre ésta alimentos del otro tipo, habrá de limpiarla primero, teniendo el recaudo de que el alimento del segundo tipo no llegue a la temperatura “que lleva a la mano a alejarse al tocarlo” (yad soledet bo).

08 – Los alimentos parve

Un alimento parve es aquel que no es ni cárnico ni lácteo. A priori, es preciso mantener la separación entre los diferentes tipos, tal que cuando se tenga la intención de ingerir alimentos parve con carne –estos deberán ser cocidos en una olla cárnica, y cuando se desee comerlos con leche –deberán ser cocidos en una olla láctea. Esto es así para evitar las confusiones, pues en caso de que las personas se acostumbren a comer alimentos parve cocidos en una olla cárnica con leche, es probable que a veces se incurra en equivocaciones y se piense que un alimento cárnico es parve y se lo termine ingiriendo con leche o viceversa. Asimismo, cabe pensar que a veces no se limpie los utensilios adecuadamente y entonces se tema remotamente que un alimento parve adquiera sabor de la olla y se vuelva cárnico o lácteo y las personas se equivoquen comiéndolo con el otro tipo de alimento.

Sin embargo, en caso de necesidad, está permitido cocinar un alimento parve en una olla cárnica limpia metálica o de vidrio para ingerirlo posteriormente con leche y viceversa. Asimismo, en caso de necesidad se permite cortar alimentos picantes tales como la cebolla o el ajo con un cuchillo metálico cárnico bien limpio para una comida láctea o viceversa. Si bien hay quienes adoptan una actitud estricta en esta cuestión y prohíben comer un alimento parve cocido en una olla cárnica con leche y viceversa, no obstante, dado que resulta claro más allá de cualquier duda que tras haber limpiado un recipiente de vidrio o metal con detergente este ya no emite sabores (adelante 32:6 y 8) la halajá final es de acuerdo con los que detentan la opinión flexible (adelante 32:11-12).

Empero, si se cocinare un alimento parve en una olla cárnica o láctea metálica o de vidrio que no hubiese sido bien lavada con detergente, los juristas debatieron respecto de si se permite o no ingerir el producto parve con el otro tipo de alimento. Asimismo, en caso de que se hubiere cocinado un alimento parve en un recipiente de porcelana o loza cárnico o lácteo, aunque hubiere sido bien lavado con detergente, dado que se trata de un material que absorbe sabores, los juristas debatieron si se puede o no comerlo con el otro tipo de alimento.

Una tabla de picar de madera o plástico absorbe sabores, por lo tanto, es preciso destinar una tabla especial para los alimentos cárnicos y otra para los lácteos. Quien desee picar o cortar productos para los dos tipos de alimentos en la misma tabla, debe destinar una especial para los alimentos parve. A posteriori, si se cortaron verduras sobre una tabla de picar cárnica que previamente fue bien lavada, y estas fueron agregadas a una comida láctea, esta última será kasher.

Mas si las verduras fueren picantes, como por ejemplo en el caso de cebollas, si en el alimento cocido no hubiere sesenta veces el volumen de estas, deberá prohibirse su ingestión no sea que a través de la cebolla ingrese a este sabor a carne. En caso de gran necesidad o premura es preciso adoptar una actitud flexible (adelante 32:12).

09 – La mezcla de utensilios

También cuando se desea preparar un alimento parve frio, es correcto hacerlo con un set de utensilios de un tipo, cárnico o lácteo, para preservar así la separación entre carne y leche. Por ejemplo, cuando se prepara un alimento parve en un bol cárnico, es bueno mezclarlo con una cuchara cárnica. Sin embargo, en caso de necesidad, por ejemplo, cuando se tiene prisa y no se encuentra en el lugar ninguna cuchara cárnica lavada, se podrá mezclar o revolver el alimento parve con una cuchara láctea o viceversa.

En cocinas en las que hay numerosos empleados, por ejemplo, las pertenecientes a instituciones educativas, la experiencia indica que de no fijarse pautas estrictas el temor de que se mezclen alimentos cárnicos con lácteos se incrementa. Cuánto más cuando una parte de los empleados no son observantes de los preceptos, como en el caso de las cocinas del ejército o las de salones de fiesta, hoteles y restaurantes. Por ello, resulta habitual que para las cocinas públicas se fijen pautas de separación más estrictas que lo comúnmente acostumbrado en las cocinas domésticas, y de ello se ocupan los rabinos encargados de otorgar los certificados de kashrut que son quienes establecen las directivas de separación de acuerdo con su experiencia personal y su conocimiento de los trabajadores de la cocina.

10 – Utensilios parve

Desde el punto de vista de la Halajá no resulta necesario poseer utensilios parve, pues cuando se desea cocinar un alimento parve para ingerir una parte de este con carne y la otra con leche, es posible hacerlo en una olla de metal cárnica o láctea limpia (tal como ya se explicó en la halajá 8). Sin embargo, en la práctica, muchos acostumbran a cumplir con excelencia y poseer utensilios parve para preparar con ellos alimentos que se desean ingerir una parte con carne y la otra con leche. Uno de los motivos para esta excelencia en la observancia obedece al temor a que a veces no se lave bien los utensilios y quede en ellos sabor a carne o leche. Esta excelencia en la observancia se ha tornado más frecuente en virtud del abaratamiento de los utensilios.

Por otra parte, hay quienes prefieren a priori no poseer utensilios parve porque a veces, se generan con éstos distintas confusiones, ya que se acostumbra a tener el recaudo de separar entre carne y leche, pero no se acostumbra a ser tan cuidadosos en el caso de los utensilios parve, y quizás por error se cocine un platillo cárnico en una olla parve y luego se mezcle el alimento con leche o viceversa. Además, no se sabe si lavar o no los utensilios parve junto a los cárnicos o a los lácteos.

Quienes acostumbran a utilizar utensilios parve, en caso de que por error hubieren cocinado en estos un alimento cárnico o lácteo, deberán kasherizarlos por medio de su inmersión en agua hirviendo (hag’alá) para devolverlos a su condición neutra. Si se vertiese sobre estos leche hirviendo o salsa cárnica hirviendo, se deberá limpiar la salsa y se verterá sobre el sitio agua hirviendo para mantenerlo parve.

Según la Halajá, se permite lavar un utensilio parve junto a otros lácteos o cárnicos en el mismo lavavajillas, pileta o piletón manteniendo su condición de parve. No obstante, en caso de que se trate de un lavavajillas defectivo en el cual quedan restos de grasa y alimentos -no se deberá lavar utensilios parve junto a cárnicos o lácteos. Otro tanto ocurre con la pileta o piletón de la cocina, si se colocan allí en remojo utensilios con agua muy caliente o sumergidos durante todo un día o más, no se deberán poner en remojo utensilios parve junto a los cárnicos o los lácteos. En efecto, esta es una de las confusiones que pueden causarse a raíz de la posesión de utensilios parve, al desdibujarse la clara diferencia entre los cárnicos y los lácteos, por lo que hay quienes observan con excelencia y lavan siempre los utensilios parve por separado.

11 – Errores y percances

Cuando se cocina un alimento parve en una olla cárnica, no se lo debe mezclar con una cuchara láctea y viceversa. En caso de que por error ello hubiera ocurrido, si la olla y la cuchara son de metal y estaban limpias antes de comenzarse a cocinar, el alimento cocido será kasher y la cuchara no precisará ser kasherizada.

Quien por error hubiere mezclado un alimento cárnico con una cuchara láctea y viceversa, si la cuchara estaba limpia, a posteriori el alimento será kasher ya que una cuchara limpia no libera sabores. Pero la cuchara precisará ser kasherizada por medio de su inmersión en agua hirviendo (hag’alá) porque fue utilizada una vez con leche hirviendo y otra con carne hirviendo.

A veces, se cocina simultáneamente en la misma cocina un alimento cárnico y otro lácteo o parve en una olla metálica láctea, y salpica salsa de la olla cárnica sobre la pared exterior de la olla láctea, o viceversa. Dado que todo se encontraba hirviendo, ambas ollas deberán ser kasherizadas por medio de su inmersión en agua hirviendo. No obstante, el alimento cocinado que se encuentra al interior de la olla será kasher o apto para su consumo ya que el sabor de lo salpicado no atraviesa el metal de la olla.

En caso de que se salpicase salsa cárnica sobre la pared de una olla metálica láctea fría y viceversa, dado que la olla que recibió el salpicón estaba fría, solamente su superficie se vio afectada por lo que no resulta necesario sumergirla completamente alcanzando con verter agua hirviendo de la caldera sobre el sitio del salpicado, según el principio que sostiene que el modo de absorción es el mismo que el de eliminación (kebol’ó ken poltó). Así es como se hace: se limpia la salsa de la olla y se vierte sobre el sitio agua hirviendo. Se acostumbra a verter sobre el sitio abundante agua, una cantidad que sea sesenta veces mayor a la superficie de la olla que recibió el salpicado, y en caso de duda respecto de las proporciones, se vierte agua con detergente (Pninei Halajá Pesaj 10:10, ver adelante 33:4).

En caso de que por error se cortase carne hirviendo con un cuchillo metálico lácteo, si este estaba limpio como debe, la carne será kasher y el cuchillo precisará ser kasherizado por medio de su inmersión en agua hirviendo (ver adelante 32:8). Si la carne estuviere fría, el cuchillo precisará ser bien lavado, pero no kasherizado.

12 – La costumbre de tener dos piletas en la cocina y qué ocurre con el lavavajillas

Se acostumbre a instalar dos piletas en la cocina, una para lavar los cubiertos y utensilios de carne y la otra para los de leche. Asimismo, se acostumbra a establecer que una parte de la mesada de mármol sea para alimentos de carne y la otra para los de leche. Los alimentos parve pueden ser preparados en cualquiera de los dos lados a condición de que el mármol esté limpio. En caso de necesidad, se puede hacer uso de una sola pileta para los dos tipos de alimento, a condición de que entre la preparación de un tipo de alimentos y el otro se tenga el recaudo de lavarla junto con la mesada de mármol de los restos de alimentos.

Se acostumbra a destinar esponjas separadas para carne y para leche. No obstante, desde el punto de vista de la Halajá, cada vez que se le echa agua con detergente a una esponja esta puede ser usada con carne o con leche ya que el jabón estropea el sabor de los alimentos de modo tal que ya no se los considera ni cárnicos ni lácteos.

Lavavajilla: Se permite utilizar el mismo lavavajilla y las mismas bandejas para utensilios y cubiertos cárnicos y para los lácteos, unos tras los otros, teniendo el recaudo de que no se laven juntos, no sea que los sabores de carne y leche se mezclen antes de haber sido estropeados por efecto de la acción del detergente.

Hay quienes acostumbran a cumplir con excelencia y compran dos bandejas diferentes, una para los utensilios cárnicos y la otra para los lácteos, a los efectos de mantener la separación habitual entre ambos tipos de objetos, y hay quienes proceden con mayor excelencia y destinan la máquina lavavajillas a un solo tipo de utensilios, por lo que poseen dos máquinas lavavajillas. Sin embargo, tal como ya dijimos, según la Halajá se permite lavar en la misma máquina y en la misma bandeja, en una tanda los utensilios de carne y en la otra los de leche.

13 – Las hornallas

Se permite emplear la misma rejilla para carne y para leche ya que, aunque se desborde un poco de salsa cárnica o láctea sobre esta, el fuego que allí predomina habrá de quemarla y estropearla. Lo mismo ocurre con las hornallas eléctricas y cerámicas, sobre las cuales se puede apoyar ollas cárnicas y lácteas sucesivamente, dado que el calor de la hornalla quema cualquier resto que pudiera desbordarse o derramarse sobre estas.

Cuando se cocina simultáneamente sobre las hornallas, en una se coloca una olla cárnica y sobre la otra una láctea es preciso tener el recaudo de que quede entre estas una distancia para que no se derrame de una comida sobre la otra. En caso de que durante la cocción las ollas se hubieren tocado entre sí, mientras no hubiere un líquido o humedad que las uniera en su punto de contacto, tanto las ollas como los alimentos en ellas cocidos serán aptos para su uso y consumo, ya que los sabores no pasan a través de utensilios secos (Ramá 92:8). En caso de que hubiere un líquido o una humedad que una o conecte entre las ollas, por ejemplo, si uno de los alimentos en cocción se desbordase, ambos alimentos serán aptos y las ollas requerirán de inmersión en agua hirviendo (tal como se explica en la halajá 11).

Es preciso adoptar una actitud estricta y no ingerir alimentos que hubieren caído sobre la superficie metálica que se encuentra debajo de la rejilla ya que a veces allí se encuentran restos de alimentos cárnicos y lácteos. En caso de que cayere allí un trozo grande, será posible cortarlo y arrojar un corte de unos 2 cm. de grosor del lado que toco la superficie metálica y arrojarlo y comer el resto. En caso de que se supiera que la superficie en cuestión ha sido aseada y aún está limpia, se permitirá ingerir el alimento que allí cayere ya que todo el temor es por la crasitud que hubiere sobre esta, mas no cabe temer que pudiera haber absorbido un sabor que luego pueda expulsar. Asimismo, si cayere sobre esta un alimento lácteo y se supiere que desde la última limpieza no se ha cocinado alimento cárnico alguno, el alimento lácteo que allí ha caído será apto para su consumo (ver adelante 32:8-9).

14 – El horno

Es tradición en el pueblo de Israel mantener una fuerte división entre carne y leche, y según esto, muchos acostumbran a comprar un horno con dos compartimentos, uno para alimentos cárnicos y el otro para alimentos lácteos, o en su defecto, suelen comprar un horno de un solo compartimento y destinarlo solamente a uno de los dos tipos de alimento. Quien desee utilizar este compartimento alternadamente, una vez para carne y otra para leche, podrá hacerlo a condición de que tenga una bandeja especial para cada tipo de alimento y tenga el recaudo de kasherizar el horno al pasar de uno a otro por medio de su encendido a temperatura máxima durante media hora, y antes de ello, se suele también limpiarlo. Incluso aquellos que cumplen con excelencia y no utilizan el mismo compartimento del horno una vez para carne y otra para leche, en caso de necesidad -pueden hacerlo.

Muchos acostumbran a que cuando desean hornear un alimento parve que pueda ser ingerido indistintamente con los dos tipos de alimentos en un horno cárnico o lácteo, calientan previamente el horno a temperatura máxima durante media hora para volverlo parve. Quienes deseen adoptar una actitud más flexible, pueden hornear un alimento parve sin previa kasherización del horno ya que resulta claro que no hay posibilidad alguna que en el alimento parve se perciba sabor a carne o a leche.

Quienes por error hubieren horneado un alimento lácteo en un horno cárnico, a posteriori el alimento lácteo será kasher ya que en la práctica no ingresó sabor real de carne en la leche, y máxime, si hubieren quedado en el horno restos de carne, estos podrían generar vapores que quizás otorguen aroma cárnico al alimento lácteo, y a posteriori, semejante aroma no está prohibido (ver adelante 35:10). En un caso así, el horno precisa ser kasherizado calentándolo a máxima temperatura durante media hora.

15 – El horno microondas

Se puede utilizar el mismo horno microondas para alimento lácteos y cárnicos generando una separación entre estos. A la hora de hacer una separación, es preciso tomar en cuenta dos cuestiones: la primera, que no se coloquen alimentos cárnicos o lácteos directamente sobre el mismo plato. La segunda, que no ingrese demasiado vapor del espacio interior del horno al alimento que se calienta.

Por lo tanto, es preciso tener el recaudo de no colocar los alimentos directamente sobre el plato (fijo o permanente) del microondas sino colocar alimentos lácteos sobre un plato lácteo y cárnicos sobre un plato cárnico y estos platos respectivos colocarlos a su vez sobre el plato permanente del horno microondas. Asimismo, es preciso destinar una cobertura especial para los alimentos cárnicos y otra para los lácteos. Si bien a través de los pequeños orificios de las coberturas o tapas usadas en el horno microondas salen vapores, estos no tienen la capacidad de acumularse en las paredes o en el techo del horno y conferirles sabor, y cuánto menos aún extraer un sabor que pudiera haberse acumulado en las paredes o el techo del horno para impregnar con este al alimento que se ha colocado para calentar.

Asimismo, se puede establecer que el estatus normal del horno microondas sea lácteo y en caso de que se desee calentar un alimento cárnico que se coloque sobre el plato permanente del horno otro suplementario o una superficie diferente y los alimentos cárnicos sean cubiertos con una tapa, una caja, o envueltos en una bolsa. De igual manera deberá procederse a la hora de calentar un alimento parve que se deseará ingerir junto a alimentos cárnicos.

Un horno microondas que fue utilizado para calentar alimentos no aptos (ritualmente, ‘taref’) debe ser kasherizado (ver adelante 33:9). A posteriori, en caso de no disponerse del tiempo para hacerlo o si pertenece a personas que no observan las reglas de la kashrut, se puede calentar alimentos colocándolos sobre un plato suplementario al fijo o permanente e ingresándolos a una bolsa o caja que los envuelva por todos sus costados, aunque este embalaje disponga de un orificio para la salida del vapor.

01 – La ingestión de carne tras haber comido leche

Dado que nuestros sabios prohibieron comer carne con leche, aunque no se hayan cocido juntos, quien ingiera un alimento lácteo y posteriormente desee ingerir carne deberá retirar los restos de leche de su boca limpiándose y enjuagándose la boca y solamente después de ello podrá comer la carne. La limpieza de la boca se lleva a cabo mediante la ingesta de un alimento sólido tal como pan o una fruta y el enjuagado se efectúa bebiendo agua. Sin embargo, no se debe limpiar la boca comiendo harina, dátiles o vegetales de hojas verdes porque estos se pegan a los dientes y no limpian los restos de la comida anterior como corresponde (Tratado de Julín 104(B), Shulján Aruj Yoré Deá 89:2). El cepillado de dientes y el posterior enjuague bucal actualmente acostumbrados sirven a modo de limpieza y enjuague e inclusive son mejores que los formatos originales porque limpian mejor la boca de los restos de leche.

Además de limpiar y enjuagar la boca, antes de comer la carne es preciso observar los dedos y en el caso de que crasitud láctea se encontrare pegada a éstos –será preciso lavarlos (ídem Julín, ídem Shulján Aruj).

Cuando en medio de una comida se desea pasar de alimentos lácteos a cárnicos, tal como muchos acostumbran a hacer en la festividad de Shavu’ot, además de limpiar la boca, enjuagarla y revisar los dedos es preciso retirar de la mesa los alimentos lácteos, los utensilios utilizados para ingerirlos, limpiar la mesa o cambiar el mantel y recién después se podrá servir la carne (Pninei Halajá Mo’adim 13:14).

02 – La ingestión de leche tras haber comido carne

Si bien tras la ingestión de leche se permite limpiar la boca, enjuagarla y comer carne, tras haber ingerido carne está prohibido comer leche porque la digestión de la carne es prolongada, su fuerte sabor perdura por largo tiempo, y quien come leche tras haber ingerido carne puede llegar a sentir sabor a carne y a leche conjuntamente. Además, como la carne es dura, puede quedar atrapada entre los dientes y solamente pasado un tiempo se desprende de estos o se disipa su sabor. Sin embargo, en el Talmud no se especifica cuánto tiempo es preciso esperar entre las ingestas de carne y leche, y solamente se mencionan las palabras de Mar Ukva, quien fuera uno de los primeros sabios amoraítas, y diera testimonio personal de que en esa cuestión era una suerte de “vinagre hijo de vino”[1] pues su padre solía esperar veinticuatro horas entre carne y leche al tiempo que él se contentaba con esperar hasta la siguiente comida (Tratado de Julín 105(A)).

Según la opinión mayoritaria de los sabios medievales o rishonim la intención de Mar Ukva es enseñarnos que entre carne y leche es preciso esperar al menos el tiempo que pasa entre las dos comidas que se solía comer a diario, la primera por la mañana y la segunda de noche (Rabenu Jananel y Rabí Ytzjak Alfasi). Cuando se calcularon las horas, resultó que entre ambas comidas no pasaban menos de seis horas, ya que quienes desayunaban tarde, casi al mediodía, esperaban unas seis horas hasta la cena que tenía lugar después del rezo de Arvit. Resulta entonces que el tiempo que una persona precisaba esperar entre carne y leche era de seis horas (Rambám, Ytur, Rosh, Rashbá, Rabenu Nisim y Gaón de Vilna). Así acostumbran a proceder los judíos de origen sefaradí y la mayoría de los ashkenazíes (Shulján Aruj y Ramá 89:1).

Por su parte, algunos de los grandes sabios medievales ashkenazíes sostienen que de las palabras de Mar Ukva se aprende que está prohibido ingerir carne y leche en la misma comida, pero en la subsiguiente, sin importar cuándo sea, se permite ingerir leche. Por lo tanto, inmediatamente después de finalizada una comida de carne y recitado el Birkat HaMazón se puede asear la mesa, limpiarse la boca, enjuagarla e ingerir una comida láctea (Tosafot, Rabí Eliezer ben Yoel HaLeví). Quienes detentaban esta opinión acostumbraban a esperar cuanto menos una hora entre la ingestión de carne y la de leche ya que de esa manera quedaba claro que se trataba de dos comidas distintas o separadas. Dado que esperaban una hora, ya no resultaba necesario tener el recaudo de limpiar la boca y enjuagarla, y solo en caso de que se supiera que efectivamente habían quedado restos de carne entre los dientes -era preciso retirarlos antes de ingerir la comida láctea. Y así es como proceden algunos de los judíos ashkenazíes (Ramá 89:1, Siftei Cohen 7). Entre estos, hay quienes acostumbran a esperar tres horas entre carne y leche, y su razonamiento es que a partir del momento en que se comenzó a ingerir tres comidas diarias, tres horas pasó a ser el lapso más breve que se acostumbra a esperar entre comidas.

Muchas de las eminencias halájicas ashkenazíes de las últimas generaciones instaron a todos a esperar seis horas entre carne y leche (Ramá 89:1, Siftei Cohen 8). Sin embargo, en la práctica consideramos que dado que el fundamento de esta halajá se origina en las palabras de los sabios, y dado que corresponde honrar las costumbres del pueblo de Israel que fueron establecidas por eminencias de la Torá, no es procedente convencer a quienes adoptan una actitud flexible y esperan una o tres horas que modifiquen su proceder. Pero en el caso de todo aquel cuya familia no detente claramente la usanza de adoptar la actitud flexible, es preciso que tenga el recaudo de cuidar seis horas, tal como lo hace la mayoría del pueblo de Israel.


[1]. Expresión lingüística originada en el Talmud que significa que una persona determinada es de peor conducta que su padre.

03 – Las distintas usanzas en la espera de seis horas

Tal como aprendimos, la costumbre más difundida es la de esperar seis horas entre carne y leche, pero no es necesario esperar ese lapso desde la conclusión de la comida cárnica hasta el inicio de la láctea (Dagul Mirevavá 89:1).

Hay quienes entienden que los rabinos medievales no tenían la intención de que esperemos seis horas enteras ya que no poseían relojes y resulta que no obligaron a ser puntillosos en esta cuestión, por lo que habiendo pasado cinco horas y habiendo comenzado la sexta -se puede ya comer leche. Y hay quienes consideran que pasadas cinco horas y media ya se puede comer leche, dado que pasó la mayor parte de la sexta. Según la opinión de muchas de las autoridades halájicas de las últimas generaciones, es preciso tener el recaudo de que hayan pasado seis horas enteras. Y proceder así nos parece correcto ya que desde que los relojes se volvieron comunes y el orden del día se define según horarios exactos, es preciso cumplir también con exactitud las palabras de los sabios medievales que indicaron esperar seis horas. Además de ello, aprendimos que en la práctica la mayoría de las personas solían esperar ocho horas entre las dos comidas (Tratado de Shabat 10(A)), e incluso quien ingería tarde la comida de la mañana, esperaba unas seis horas o más hasta la cena, y por ende, no corresponde flexibilizar la actitud y esperar menos de seis horas.

Sin embargo, en caso de necesidad es posible adoptar una actitud flexible y comer tras haber esperado cinco horas y media, y en caso de gran necesidad o apremio (sheat hadjak) se podrá alivianar, incluso si pasaron más de cinco horas. Quien desee adoptar una actitud flexible a priori, comiendo leche pasadas más de las cinco horas -tiene en quien respaldarse, y quienes deseen cumplir con excelencia –que adopten la actitud estricta de esperar seis horas completas incluso en situación de gran necesidad y apremio.

Contents

Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
Ordenar ahora