02 – Tipos de sangre y de mancha

01 – Sangre pura e impura

Una mujer de la cual fluyó sangre de nidá, esto es, sangre del período menstrual, se vuelve impura, y tanto el hombre como la mujer quedan prohibidos el uno para la otra, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 15:19): “Y una mujer cuando tuviere flujo -sangre será su flujo en su carne- siete días permanecerá en su alejamiento”. La sangre de la nidá que impurifica es aquella que sale del útero, tal como fue dicho (ídem 20:18): “Y el hombre que se acostare con una mujer menstruante (nidá) … si ella descubriere la fuente de su sangre, serán truncados los dos del seno de su pueblo”. O sea, el útero que es el lugar donde se genera la vida es a su vez el sitio del cual sale la sangre impura de la nidá o la zivá (el flujo de sangre durante tres días de los once posteriores al período, N. de T.). Por medio del precepto de oná en los días puros y del alejamiento en los impuros, el hombre y la mujer potencian su vínculo de un modo tal que se incrementan el bien y la vida, y evitan desviar sus energías hacia el lado de la impureza y el mal que son los que llevan a perder y truncar sus vidas.

La sangre posee diferentes colores, hay matices que son puros y otros que resultan impuros, tal como fue dicho (Devarim-Deuteronomio 17:8): “Cuando te quedare oculto a ti un caso para juicio: entre sangre y sangre” – esto es, entre sangre pura e impura (Tratado de Nidá 19(A)). De un análisis pormenorizado y exacto de los versículos, nuestros sabios aprendieron que la Torá tenía la intención de prohibir cuatro matices de sangre, y que el resto de las tonalidades fuesen puras. Estos son los matices impuros:

1) “El rojo semejante al de una herida”, semejante al color de la sangre que sale de un corte inmediatamente después de producido, y no un poco después.

2) “La del color azafrán”, semejante a hojas finas de azafrán cuyo color es rojo-anaranjado.

3) “Como el agua de la tierra”, tonalidad semejante a la de la tierra fértil de los valles de la Galilea que están cubiertos de agua, cuya tonalidad es marrón-rojiza.

4) “Cual vino servido”, semejante a la tonalidad del vino tinto del Sharón mezclado con una doble cantidad de agua (rojo-violáceo).

5) Nuestros sabios agregaron que existe un quinto color, el “negro como la tinta”, que de hecho es como el primer tipo de sangre (“rojo semejante al de una herida”) cuya tonalidad fue alterada y cambió (Tratado de Nidá 19(A) – 20(A)). Según la Torá, el resto de las tonalidades de rojo, negro, rosado, naranja y marrón   son puras.

02 – La dificultad existente a la hora de discernir

La distinción entre la sangre pura y la impura requiere de una gran expertez porque existen numerosos matices de sangre, y es preciso acostumbrarse a observar su tonalidad y su textura, para poder distinguir entre la permitida y la prohibida. Por ello, la Torá ordenó que en caso de duda se consulte a los sabios, y en casos excepcionales, se pregunte al Gran Tribunal de Jerusalém, tal como fue dicho (Devarim-Deuteronomio 17:8): “Cuando te quedare oculto a ti un caso para juicio: entre sangre y sangre” –“entre sangre pura e impura”- “…te levantarás y ascenderás al lugar que habrá elegido HaShem tu D’s” para escuchar la instrucción de los sabios respecto de qué tonalidad de sangre es pura y cuál impura. Por eso, tenían el recaudo de no observar sangre por la noche, para poder discernir con exactitud su color (Tratado de Meguilá 14(A)).

Por ejemplo, respecto del primer matiz, “el rojo semejante al de una herida”, nuestros sabios explicaron (Tratado de Nidá 19(B)) que se refiere a la sangre que sale del toro inmediatamente después de ser faenado, y no la que brota de este posteriormente. Además, dijeron que se asemeja a la sangre de un piojo de la cabeza y no a uno del cuerpo cuyo color es levemente diferente. Dijeron también que se asemeja a la sangre de la herida de un hombre joven y no a la de un hombre mayor. Todo ello para explicar el primer matiz. De igual manera, los sabios amoraítas debatieron respecto de los cuatro matices de rojo cuando estos se volvían un poco más claros o un poco más oscuros. Otro tanto dijeron nuestros sabios en la Mishná respecto de la sangre negra que se asemeja a la tinta, y explicaron que, si es un matiz menos profundo, esto es, si es el color negro del cuervo o del alquitrán, la sangre será pura (ídem 20(A)).

A raíz de la destrucción del Templo y la dispersión en el exilio las tradiciones se debilitaron, al grado de que también rabinos importantes tuvieron dificultades para diferenciar sangres puras de impuras. En este sentido, se narra sobre tres grandes sabios amoraítas: Ameimar, Mar Zutra y Rav Ashi que fueron a hacerse sangrías siguiendo el consejo de la medicina aceptada en aquel entonces. Luego de que la sangre comenzara a ser vertida en el primer recipiente, Ameimar, que era el mayor del grupo, dijo que era de un color “semejante al de una herida” que es el primer tipo de sangre impura. Luego, cuando la sangre fue vertida a un segundo recipiente, dijo que esa ya no se semejaba a la de una herida y por ende no generaba prohibición.

Rav Ashi, que era discípulo y amigo de Ameimar, dijo que no lograba diferenciar entre aquellos dos matices de sangre, y por lo tanto, no podía dictaminar halajá al respecto (ídem ídem). Con el correr del tiempo, numerosos sabios se abstuvieron de discernir entre las tonalidades de sangre pura e impura, por lo que adoptaron una actitud estricta y las prohibieron a todas. Esto fue así hasta llegar a la etapa de los sabios medievales, que es cuando en todo el pueblo de Israel era aceptado adoptar una actitud estricta sobre todas las tonalidades de la sangre roja y negra.

03 – La diferencia entre los colores impuros y los puros

A pesar de que hubo consenso en cuanto a prohibir todas las tonalidades de sangre roja, la labor de dictaminar la halajá sigue requiriendo tanto de estudio como de experiencia, para distinguir entre una imagen poseedora de una tonalidad rojiza proveniente de la sangre y otra cuya tonalidad no tiene tal procedencia. Esto resulta especialmente difícil cuando esta se seca, el rojo se desvanece y su color cambia.

En apariencia, se puede resolver el problema definiendo los colores por medio de sus nombres, siendo los colores prohibidos los siguientes: rojo, rojo-rosado, bordó y negro; y permitidos los siguientes: amarillo, gris y marrón, y así es como se manifestaron por escrito numerosas eminencias halájicas. No obstante, esta definición resulta insatisfactoria, porque existe una infinidad de matices y combinaciones de tonalidades, y muchos de los colores de la sangre pueden ser tonalidades intermedias. Y si intentamos definir lo prohibido y lo permitido según los nombres de los colores, en algunas ocasiones autorizaremos lo prohibido y en otras prohibiremos lo permitido. Incluso la definición aceptada por nosotros del color de la sangre como rojo no resulta exacta, pues por lo general, el color de la sangre en estado líquido tiende al bordó, y al secarse, su tonalidad pasa a ser más violácea o marrón. Asimismo, los colores intermedios cercanos al rojo y al negro, como en el caso del violeta, el marrón, el rosado, el anaranjado y el gris -a veces están prohibidos y otras están permitidos.

La definición más cercana a la Halajá es que si en las tonalidades intermedias se observare una tonalidad rojiza de sangre, esto es, una especie de color bordó o violeta de sangre, la sangre en cuestión generará prohibición, y si careciere de estas tonalidades, estará permitida.

De hecho, por medio de la práctica rutinaria en la observación de la sangre del período menstrual, se aprende a discernir entre una imagen que contiene sangre y otra que no, y en el matiz que adquiere al estar húmeda o seca. Cuando a la mujer le resulte claro que ve el color rojizo de la sangre, se tratará de algo impuro. Cuando le resulte claro que lo que ve no posee del color rojizo de la sangre, será puro. En caso de que dude, que consulte a un sabio. Cabe prestar atención al hecho de que hay mujeres a las que el proceso de corte del sangrado les ocurre de manera gradual, y hacia el final de este, se pueden observar tonalidades marrones-rojas impuras, que paulatinamente se van transformando en marrones puras.

04 – La sangre y la mancha

La sangre impura que sale del útero impurifica a la mujer según la Torá, con la condición de que al fluir hacia afuera sea sentida por ella (hargashá) como un flujo menstrual. Pero en caso de que saliere sin ser sentida, aunque se tuviere la certeza de que proviene del útero, y por más que su color se asemejare al de la sangre impura, no impurificará. Tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 15:19): “Y una mujer cuando tuviere flujo -sangre será su flujo en su carne. Nuestros sabios explicaron: “en su carne: hasta que la sienta en su carne” (Tratado de Nidá 57(B)). Esta norma fue dicha para la mujer nidá y para la zavá por igual (Rambám Hiljot Isurei Biá 9:1).

Cabe explicar que la impureza se genera a partir de la sangre que sale del útero en un proceso que implica la pérdida de vitalidad, y una suerte de muerte. Pues si la sangre saliere en el marco del período menstrual (nidá), resultará que un óvulo que pudo haberse desarrollado como embrión se perdió, y en caso de que lo hiciere en el marco de la zivá, resultará que se generó un problema en el proceso de la generación del óvulo y su posterior absorción en el útero. Y la naturaleza del cuerpo hace que el flujo hacia afuera de una sangre que implica la pérdida de vitalidad sea sentido al salir, y por ello el flujo que sale sin serlo, no impurifica.

Sin embargo, nuestros sabios decretaron también la impureza de una mancha que saliere del útero sin ser percibida, si es que cumple con las siguientes tres condiciones: a) Que tenga un diámetro de más de dos centímetros. b) Que tenga un trasfondo blanco. c) Que esté sobre algo que puede adquirir impureza. Sin embargo, si la mancha no tuviere un diámetro superior a los dos centímetros, o no se encontrare sobre un trasfondo blanco o no estuviere sobre algo que puede adquirir impureza, no impurificará.

Esto se debe a que cuando en el pueblo de Israel se acostumbraba a preservar la pureza, la sangre que salía del útero sin ser percibida, si bien no tornaba a la mujer en prohibida para su marido, de por sí dicha sangre era impura e impurificaba a aquellos objetos puros con los que tenía contacto. Por lo tanto, nuestros sabios decretaron que todo aquello que impurifique objetos puros, impurifique también a la mujer, y por ende quede prohibida, con la condición de que se cumplan las tres condiciones antes mencionadas. Dijeron, además, que cada vez que surja una duda en lo referente a la normativa de las manchas, se adopte la actitud flexible, tal como lo manifestara Rabí Akiva (Mishná Tratado de Nidá 58(B)): “Los sabios no lo dijeron para adoptar una actitud más estricta sino una más flexible”.

05 – ¿Cuál es la sensación (hargashá) percibida durante la salida de la sangre?

Tal como aprendimos, la sensación que acompaña a la salida de la sangre es sumamente significativa para la Halajá, pues si fuere percibida al salir, una sola gota pequeña de esta impurificará. Y en caso de que saliere sin haber mediado sensación alguna, impurificará solo en caso de que generare una mancha de más de dos centímetros de diámetro sobre un trasfondo blanco de un material pasible de adquirir impureza.

Los sabios del Talmud, los gaonitas y las eminencias medievales (rishonim) no explicaron en qué consiste esta sensación, sino que se refirieron a ella como a algo conocido que no resulta necesario explicar. Sin embargo, en las últimas generaciones surgieron dudas respecto de la sensación que perciben las mujeres al salir la sangre, y de la generalidad de los conceptos vertidos surgen tres explicaciones: 1) Hubo quienes puntualizaron expresiones de los sabios medievales y del Talmud y explicaron que la sensación en cuestión es una suerte de apertura del útero o una especie de temblor y escalofrío. El problema es que numerosas mujeres sostienen que no experimentan estas sensaciones al momento de la salida de la sangre. De acuerdo con esto, aparentemente, desde la óptica Torá, estas mujeres no se impurifican durante sus períodos menstruales, más ello es ilógico, pues no resulta razonable que para estas féminas las leyes de la Torá referentes a la nidá o a la zavá queden sin efecto. Tampoco resulta plausible que la naturaleza haya cambiado tanto al grado de que las sensaciones que eran comunes a todas las mujeres hayan desaparecido. 2) Hay quienes dicen que el flujo de sangre de la vagina también se considera “sensación” o “percepción” (hargashá) y esto es algo que numerosas mujeres sienten durante su menstruación. 3) Hay quienes entienden que también sensaciones físicas generales que se perciben previo a la menstruación o durante esta se incluyen entre aquellas que hacen que la sangre impurifique según la Torá.

Aun así, resulta difícil de aceptarlo, porque de las palabras de la Mishná y el Talmud aprendimos que las mujeres sentían el momento de llegada de la menstruación, y hubo quienes lograban identificarla incluso mientras mantenían relaciones sexuales (Tratado de Shevu’ot 14(B)), al tiempo que sentir la salida de sangre de la vagina y las sensaciones físicas generales asociadas no caracterizan el momento de inicio de la menstruación, y tampoco son perceptibles en medio del acto sexual.

06 – Definiendo la “sensación” en la práctica

De la generalidad del debate sobre el tema y de la mayoría de las opiniones surge que la sensación de la cual hablaron los sabios no es una percepción determinada sino un conjunto de sensaciones que acompañan a la menstruación, que en diferentes mujeres se manifiestan de un modo distinto. No obstante, la regla general es que la mujer sabe claramente, a partir de sus propias percepciones, que le está saliendo el flujo menstrual. Y no es de asombrar que resulte difícil definir la sensación que provoca ya que todas las sensaciones somáticas generales que incluyen numerosos componentes corporales tales como el hambre, el cansancio y el dolor, resultan difíciles de definir. Ello obedece al hecho de que están compuestas de un entretejido de sensaciones diferentes que se articulan en la consciencia de cada persona de un modo singular, aun así, todos saben identificarlas en sí mismos.

De igual manera, la sensación de la salida del flujo menstrual, la cual es consecuencia de un proceso hormonal que afecta a la totalidad del cuerpo de la mujer, se registra bajo la forma de diversas percepciones corporales, tales como dolor de cabeza, dolor de vientre, sensación de pesadez en diferentes órganos, nerviosismo, irascibilidad, decaimiento al punto de tender a llorar, temblores, apertura del útero y el flujo de sangre por la vagina. Hay mujeres que son muy precisas al discernir sus sensaciones, al grado de que a partir de la sumatoria de los diferentes efectos corporales saben discernir la percepción sutil de la apertura del útero, o los escalofríos que se suceden mientras la mucosidad uterina comienza a despegarse y salir bajo la forma de sangrado.

Hay mujeres que tienen una sensación general de que su período menstrual está por llegar, y en virtud de ello, cuando sienten que sale de ellas algo mojado, saben con certeza que se trata del sangrado menstrual. Y hay otras mujeres que están menos atentas a toda esta serie de sensaciones, y solamente en plena menstruación, cuando sale de ellas un gran flujo de sangre, se consolida a nivel consciente la sensación de certidumbre en cuanto a que les está saliendo sangre menstrual.

En el pasado, eran más numerosas las mujeres que percibían el momento del inicio del flujo de sangre menstrual, quizás ello obedezca a que su aparición tenía una gran influencia en su estilo de vida, y la alerta de cara a su advenimiento afinaba sus sentidos y permitía una mayor percepción de su salida. Sin embargo, también entonces había mujeres que no sentían el comienzo del sangrado, y por ello nuestros sabios decretaron que una mujer que hubiere visto sangre deberá temer por aquellos objetos puros que hubiere tocado durante la jornada anterior, pues quizás entonces el sangrado ya había comenzado a fluir. De todas maneras, no se concibió la posibilidad de que mujeres que no hubieren sentido el momento de la aparición de la menstruación no se hubieren impurificado de acuerdo con la Torá, porque resultaba claro que a final de cuentas toda mujer siente el período, cuanto menos, durante su fase más intensa.

Por lo tanto, si bien la sensación exacta de la apertura del útero y el comienzo de la salida de la sangre se ha perdido un poco, la regla de la halajá en su generalidad no cambió, y toda mujer que sabe claramente a partir de su sensación corporal que le está saliendo el flujo menstrual -queda impura según la Torá, y no importa a partir de qué combinación de sensaciones es que lo sabe. Y toda aquella mujer que no sabe que sangra por causa de la menstruación, el estatus de la sangre que ve se asemeja al de una mancha en cuanto a que es impura solamente bajo determinadas circunstancias.

07 – El tamaño que debe tener la mancha para tornarse prohibida

Nuestros sabios establecieron que una mancha de un tamaño igual o menor al de un grano de cereal (gris) no impurificará, porque hasta esa dimensión era posible suponer que la sangre de la mancha proviniese de una liendre grande que resultó inadvertidamente aplastada, pero en caso de que la mancha fuere de mayor tamaño, resultará claro que proviene del cuerpo. Un grano de cereal es un haba grande partida a la mitad, y en nuestras medidas actuales, es el área de un círculo con un diámetro de casi dos centímetros (19 milímetros).

También hoy en día, que en las casas no son dables de encontrar liendres de las que pueda salir una cantidad de sangre equivalente a un grano de cereal o “gris” (גריס), y no cabe argumentar que una mancha de ese tamaño provenga de una liendre o piojo, de todas maneras no se debe prohibir una mancha igual o inferior a un “gris”, ya que según la Torá, toda sangre que hubiere salido sin generar sensación corporal no habrá de impurificar, y son los sabios quienes decretaron la impureza de las manchas, y su dictamen solamente se refería a una mancha de un tamaño superior al de un grano de cereal. Más aun, muchas autoridades halájicas explicaron que lo principal del decreto de los sabios apuntaba a los objetos que precisaban estar en estado de pureza (taharot), y de paso extendieron su dictamen a la prohibición de la cercanía entre marido y mujer, e incluso después de la destrucción del Templo que los órdenes de la pureza quedaron sin efecto, su decreto no fue derogado, mas no debe ser extendido más allá de su alcance original.

En caso de que se hubieren encontrado manchas en una prenda de vestir y ninguna de ellas alcanzare el tamaño de un “gris”, no se sumarán para generar una prohibición, porque solamente una mancha de un diámetro superior a los dos centímetros impurifica. En caso de que la mancha fuere gruesa, pero de una dimensión que no impurifica, pero que, en caso de expandirse por la prenda, sí impurificaría, dado que en la práctica no se ha expandido, se considera pura.

08 – Una mancha sobre una prenda de colores

Si la mancha se encontrare sobre algo de color, por ejemplo, ropa interior colorida, incluso si los colores fueren claros, no generará prohibición. Esto se debe a que, según la Torá, toda sangre que sale sin que medie sensación o percepción (hargashá), está permitida, y cuando los sabios prohibieron las manchas, lo hicieron a condición de que en estas se pudiera discernir entre el color de la sangre pura y la impura. Y dado que sobre algo que es de color -aunque sea claro- no se puede percibir la sutil diferencia entre el color de la sangre pura y la impura, los sabios no les confirieron a las manchas que se presentan sobre superficies coloridas el carácter de generadoras de prohibición.

En caso de que la mancha se encontrare sobre una prenda blanca que tuviere estampados motivos o franjas de color, la parte que se encuentra sobre el color no se suma, y solamente si la mancha de sangre que se encuentra sobre la parte blanca fuere de un tamaño mayor que un grano de cereal, esta impurificará.

A los efectos de evitar la impureza producida por las manchas, corresponde que durante sus días puros la mujer use ropa interior de color (Rambám, Ramá 190:10), mas durante los siete días limpios, se considera como costumbre correcta (kasher) usar ropa interior blanca (Ramá 196:3). No obstante, en el caso de una mujer que temiere ver manchas a causa de sus lesiones, de la presencia de un dispositivo intrauterino o de la ingestión de medicación hormonal y similares, usará ropa interior de color también durante los siete días limpios, ya que no hay obligaciones de que sea blanca (tal como se explicará más adelante 4:9).

09 – Una mancha que se encuentra sobre algo que no adquiere impureza

Si la mancha se encontrare sobre algo que no adquiere impureza, por ejemplo, sobre el inodoro o sobre la bañera, aunque resultare claro que se origina en sangre proveniente del útero, no será impura. Pues el fundamento del decreto rabínico es que la mancha impurifica al objeto sobre el cual se encuentra, y decretaron que, en virtud de ello, impurifique también a la mujer, aunque esta no haya sentido a la sangre salir de ella. Pero si la mancha no impurificare al objeto sobre el cual se encuentra, no cabrá dictaminar que impurifique a la mujer.

En general, las vestimentas y los utensilios adquieren impureza, al tiempo que las materias primas naturales no. Las toallas higiénicas (para el período), las toallas sanitarias (para uso diario), el algodón y el papel higiénico no reciben impureza porque están hechos de materiales que no la adquieren. Y aunque fueren de tela, dado que son desechables, no se impurifican.

Hay quienes adoptan una actitud estricta y entienden que una mancha sobre un objeto que no adquiere impureza o sobre una prenda de color no impurifica, a condición de que no sea muy grande, ya que, de serlo, por ejemplo, si su dimensión fuere de 7 X 7 centímetros, impurificará, pues se teme que pudiera ser sangre que fue percibida o sentida al momento de salir pero a la cual la mujer no le prestó atención. Por otra parte, están los que adoptan la actitud flexible y entienden que siempre y cuando la sangre saliere sin la sensación que viene asociada al flujo menstrual, aunque la prenda estuviere completamente sucia de sangre, su estatus será de mancha que no impurifica por hallarse sobre una prenda de color o sobre un objeto que no adquiere impureza. En la práctica, muchos acostumbran a adoptar una actitud estricta, especialmente durante los siete días limpios. Quienes desearen adoptar una actitud flexible, podrán hacerlo, siempre y cuando resulte claro que la sangre no salió en el marco del período menstrual.

10 – Cuando se duda si la sangre procede o no del útero

Una mancha de un tamaño mayor al de un grano de cereal (gris) que se encontrare sobre una prenda de vestir blanca impurificará a condición de que se sepa que proviene del útero. Por ejemplo, cuando la mancha se encuentra en la ropa interior. En caso de que la mujer no hubiere vestido ropa interior ajustada, la mancha impurificará si se encontrare sobre una sábana o un camisón blancos y resultare claro que proviene del útero. Pero en caso de que cupiere dudar de que la mancha provenga del útero y se pudiere pensar que se originó otro sitio, aunque lo más probable fuere que el origen sea uterino, no impurificará. Esto es así ya que según la Torá la sangre que salió sin ser percibida es pura, y los sabios fueron más estrictos con esta a condición de que se tenga la certeza de que proviene del útero. En ese sentido, Rabí Akiva dijo (Tratado de Nidá 58(B)): “Los sabios no se expresaron para adoptar la actitud estricta (lehajmir) sino la flexible (para alivianar, lehakel), tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 15:19): ‘Y una mujer cuando tuviere flujo -sangre será su flujo en su carne’, sangre y no una mancha”.

Por lo tanto, si cabe la posibilidad de que la mancha que se encuentra en la ropa interior proviene de una lesión corporal, y por tanto es pura, y aunque dicha lesión hubiere cicatrizado o sanado, siempre y cuando exista alguna posibilidad de que la lastimadura pueda haberse abierto y la sangre provenga de esta, la mujer estará pura.

Otro tanto ocurre si cabe la posibilidad de que la sangre tenga su origen en hemorroides o en una infección en las vías urinarias, en una defecación vinculada a un malestar estomacal o en la ingestión de remolacha y similares, en todos esos casos, la mujer estará pura. Asimismo, si cabe la posibilidad de que la sangre tenga su origen en que la mujer haya tocado con sus manos sangre de ave, de pescado, o remolacha, un lápiz labial rojo o un marcador rojo y similares y posteriormente las llevase y tocase su ropa interior -estará pura. Incluso cuando la probabilidad de que esto ocurra fuere pequeña, mientras exista la posibilidad que la mancha provenga de otro sitio que no sea su útero, estará pura.

11 – La revisación interior y la higienización tras ir de cuerpo

Si la mujer se revisare en la profundidad de su vagina, aunque la revisación fuere llevada a cabo con una tela de color que no adquiere impureza y en esta encontrare poca sangre, del tamaño de un grano de mostaza, estará impura, pues, dado que la sangre fue hallada en la profundidad de la vagina cerca de la entrada al útero, se teme que pudiera haber sido sentida al salir, en el mero momento o en las horas previas, por lo que según la Torá prohíbe a la mujer, y por ende, no recaerán sobre esta las flexibilizaciones propias de las manchas. Asimismo, sangre que se encontrare en un tampón, se la considerará como si hubiere sido hallada en una revisación interior.

En caso de que la mujer se hubiere higienizado tras haber ido de cuerpo y encontrare sangre en el papel higiénico, hay quienes adoptan una actitud estricta y entienden que por cuanto que resulta claro que la sangre proviene de la vagina, cabe temer que haya sido sentida al salir, y que la sensación experimentada al orinar la haya disminuido. Por lo tanto, según la opinión de los juristas, es preferible no mirar al papel higiénico en las primeras pasadas. Pero en la práctica, si bien seguramente la sangre provenga de la vagina, dado que en la práctica fue absorbida fuera de esta y la mujer no sintió nada cuando salía, ingresará en la categoría de “mancha”, y dado que esta se encuentra sobre papel higiénico que no adquiere impureza, la mujer estará pura. Asimismo, si se hubiere secado con una tela blanca que adquiere impureza, pero en esta no hubiere una mancha mayor que el tamaño de un grano de cereal, estará pura.

12 – Cuando la mujer duda si sintió o no cuando comenzó su flujo menstrual

Una mujer que siente claramente que le está saliendo sangre menstrual, precisa revisarse para saber si se impurificó, y de mientras, los cónyuges deben abstenerse de tener contacto físico. Esta revisación no precisa ser interna o por medio de una tela blanca (ed bdiká) sino que alcanza con una revisación superficial con papel higiénico sobre la entrada de la vagina. En caso de que viere sangre, aunque fuere escasa, estará impura. Si no encontrare sangre, estará pura.

En caso de que la mujer dudare si tuvo o no una clara sensación de que le salió sangre del flujo menstrual, por ejemplo, si tras esa sensación experimentada suele recibir el período, pero en algunas ocasiones ello no ha sido así, al sentirla, deberá realizarse una revisación exterior, y mientras tanto, ella y su marido tendrán prohibido mantener contacto físico. Si encontrare en la revisación una cantidad de sangre de la cual supiere que efectivamente su período ha comenzado, estará impura. En caso de que no la encontrare, sabrá sin duda que está pura.

A veces, habrá de encontrar poca sangre, y dado que esta fue hallada en una revisación exterior, su estatus será similar al de una mancha que no impurifica. Sin embargo, si en virtud de la mancha encontrada pudiera surgir en ella una duda, que tal vez esté por comenzar su período, si bien no se impurificó a causa de la mancha, deberá abstenerse de tener contacto con su pareja hasta el final del lapso (oná) (de día, hasta la puesta del sol; de noche, hasta el amanecer). Si su período menstrual no comenzare durante el lapso en cuestión, estará pura.

Si experimentare una sensación tras la cual, en la mayoría de las oportunidades, no encuentra sangre menstrual, no habrá de sospechar, y se habrá de mantener en el estatus de supuestamente pura (bejezkat tehorá) y no precisará revisarse. Asimismo, una mujer que durante su ovulación experimentare una sensación semejante a la del inicio de la menstruación, y luego hallare solamente una gota de sangre, dado que resultó que esa sensación no indicó la llegada del período, la sangre encontrada tendrá el estatus de mancha producto de sangre que salió sin ser percibida.

13 – Sangre originada en una herida o lesión

La sangre que impurifica es aquella que sale del útero en el marco del período menstrual o la zivá (el sangrado durante tres días consecutivos durante los once días posteriores a la semana del período, N. de T.), pero la que sale de una herida en la vagina o incluso en el útero, no impurifica. En esta norma hay tres situaciones: 1) Cuando a la mujer le resulta claro que la sangre tiene su origen en una herida. 2) Cuando resulta claro que hay una lastimadura que puede sangrar, pero se duda si la sangre que salió proviene de esta. 3) Cuando se duda si hay o no una herida que sangra.

1) Nuestros sabios dijeron que cuando una mujer dice: “Tengo allí una herida que sangra”, se da por cierto su testimonio, y entonces, la sangre que sale no la impurifica (Tratado de Nidá 66(A), Shulján Aruj 187:5-6). Hay mujeres que saben que la sangre que ven se origina en una lastimadura sangrante a raíz de una sensación de dolor en una herida vaginal que experimentan en contigüidad a su aparición, hay mujeres que lo saben porque se revisaron la vagina y percibieron la herida sangrante con su dedo, y hay otras que arriban a esa conclusión en virtud de haber visto salir a la sangre mezclada con pus, lo cual no se asemeja al sangrado menstrual. Asimismo, una mujer que realiza una revisación interna y ve que la sangre siempre aparece en el mismo lado, puede concluir que tiene allí una lesión (Shulján Aruj 187:7). De todas maneras, cuando la mujer está segura de que la sangre se origina en una herida, está pura.

Si la sangre apareciere en una revisación interior en un momento en el cual el período está por llegar, mientras esté convencida que la sangre proviene de una herida y no de la menstruación, estará pura. Se impurificará únicamente después de que deje de pensar que la sangre en cuestión se origina en una lastimadura, o cuando sienta que la sangre sale tal como lo hace durante la menstruación, o porque en virtud de la cantidad de sangre, sepa que se trata del período.

2) Una mujer que sabe que tiene una herida que sangra a veces, pero está en la duda si la sangre que vio se origina o no en una herida y por ende es pura o si se origina en el útero y es impura, si fuere encontrada en una revisación interior en los días fijos en los que suele tener su período, será impura. Pero si la encontrare en una revisación interior fuera de los días fijos en los que suele tener su período, o en la ropa interior bajo la forma de mancha incluso durante los días fijos en los que recibe su período, será pura (Ramá 187:5).

3) Una mujer que está en la duda respecto de si tiene o no una herida que sangra, si hallare sangre sobre una vestimenta blanca, dado que salió sin que ella experimentara sensación alguna, por lo que puede provenir de una lesión, será pura, aunque el tamaño de la mancha sea mayor que un grano de cereal (gris), pues en el caso de las manchas se tiende a adoptar la actitud flexible.

Pero en caso de que viere la sangre en una revisación interior, se deberá adoptar la actitud estricta por pequeña que sea la mancha. Es bueno que acuda a consultar a un sabio entendido que a partir de su pregunta o en virtud del aspecto de la mancha pueda saber que se trata de sangre de una lastimadura respecto de la cual se puede adoptar una actitud flexible. En caso de que esta situación sucediere reiteradamente, es preferible que sea revisada por su médico o una enfermera especializada, y si se encontrare que allí hay una herida que pudiere sangrar, de ahí en más podrá adoptar una actitud flexible en la revisación interior que se lleve a cabo fuera de los días en los que suele recibir el período (onat vestá) (situación 2). En caso de que en la revisación no se hallare una herida que pudiere sangrar, su estatus se asemejará al del resto de las mujeres, que en una revisación interior queda prohibida para su marido ante la más mínima cantidad de sangre hallada, y en una observación exterior de acuerdo con las reglas preestablecidas con referencia a las manchas.

14 – Lesiones en el útero

La sangre que impurifica es la que sale del útero a raíz de la actividad hormonal regular del ciclo menstrual o irregular en caso de la zivá. Empero la sangre que sale a raíz de una lesión uterina no impurifica.

Por lo tanto, una mujer que viere sangre tras colocarse o retirarse un dispositivo intrauterino (DIU), dado que se trata de una acción que pudiere lastimar el útero o el cuello uterino, se trata de una sangre procedente de una lesión o herida que no impurifica. Si la mujer se encontrare durante los siete días limpios, podrá continuar contándolos. Asimismo, si a una mujer le extirparen tumores uterinos por vía quirúrgica, la sangre que vea posteriormente no impurificará, por cuanto que se trata de la sangre de una herida. De igual manera, una mujer que pasare por una revisación médica que pudiere lastimar su vagina o su cuello uterino, y posteriormente viere sangre, estará pura (veremos más sobre revisaciones médicas más adelante en 7:7).

En ese contexto, una mujer que fuere revisada por su médico y este hallare en su útero tumores benignos o malignos, tanto sobre el músculo uterino (mioma) como sobre la mucosa que lo recubre (pólipo), y en opinión del galeno pudieren provocar sangrado, en caso de que viere sangre fuera del tiempo del período menstrual, será pura. Y cuando viere sangre en el tiempo de su período menstrual o evaluare que la sangre que le sale es menstrual, se impurificará.

Una mujer que posee un DIU en su matriz como contraceptivo, y tras la finalización de su período menstrual viere sangre en alguna prenda blanca, será pura. Esto obedece a que es sabido que este tipo de dispositivos a menudo lastiman el útero y generan sangrados, y en las reglas referentes a las manchas se tiende a adoptar la actitud flexible. Si la sangre fuere encontrada en una revisación interior, hay quienes adoptan una actitud estricta, en virtud del temor a que estos sangrados sean producto de una reacción infecciosa causada por la presencia del dispositivo intrauterino, el cual causa un desprendimiento de la mucosa semejante al que tiene lugar durante la menstruación, por lo que no ingresan en la categoría de sangre provocada por una lesión. No obstante, a los efectos de la sentencia halájica, una vez concluido el período menstrual y la impureza, aunque la sangre sea hallada en una revisación interior, mientras no sea abundante como la del flujo menstrual, se la puede asociar al hecho de que hay un DIU en el interior de la matriz que pudiere haber causado una lastimadura. No obstante, a los efectos de salir de duda, es correcto que una mujer que posee un dispositivo intrauterino que causa sangrados se abstenga de realizar revisaciones interiores que no sean indispensables para su purificación y de usar ropa interior blanca.

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