04 – Los siete días limpios

01 – Interrupción de la impureza (hefsek tahará)

El orden de la purificación de la mujer para su marido consiste en tres etapas: 1) La interrupción de la impureza (hefsek tahará). 2) Los siete días limpios (shiv’á nekiím). 3) La inmersión ritual (tevilá).

Cuando la mujer estima que su sangrado cesó, deber realizarse una revisación pormenorizada que recibe el nombre de “interrupción de la impureza” (hefsek tahará). Si de la revisación resultare que está limpia de sangre, esto es, que el sangrado cesó, al ponerse el sol podrá comenzar a contar el primero de los siete días limpios. De no mediar la revisación de interrupción de la impureza, aunque en la práctica el sangrado haya cesado, la mujer no saldrá del estatus de quien ve sangre y no podrá comenzar a contar los siete días limpios.

El momento más apropiado para efectuar la revisación de la interrupción de la impureza es en contigüidad a la puesta del sol, y toda aquella mujer que efectúa la revisación menos de dos horas y media antes de la puesta del sol, se considera que la lleva a cabo en el tiempo más dilecto. Pero si el sol ya se puso, el nuevo día ya comenzó, y solamente con la puesta del sol de este día siguiente podrá comenzar a contar los siete días limpios. Por ello, una mujer que temiere olvidar efectuar la revisación en las dos horas y media previas a la puesta del sol o temiere encontrarse en un sitio en el cual no pudiere efectuar su revisación, es mejor que realice la “interrupción de la impureza” por la mañana o al mediodía y que no insista en efectuarla en el momento ‘de preferencia’ exponiéndose así al riesgo de no poder llevarla a cabo y perdiendo así el día.

02 – Los preparativos para la interrupción de la impureza

La revisación de la interrupción de la impureza debe efectuarse por medio de una tela suave y blanca, para que, si quedase sangre en la vagina, pueda ser visible sobre la tela (Shulján Aruj 196:6). No se debe revisar por medio de un tissue para evitar la posibilidad que este se rompa o desintegre y de esa forma la revisación resulte malograda. No obstante, en caso de apremio, cuando no hubiere otra solución al alcance, se podrá efectuar la revisación con el pañuelo de papel, teniendo el recaudo de que no se rompa. A las telas con las que se suele efectuar la revisación se acostumbra a llamarlas “edei bediká” (lit. testigos de la revisación) y se venden al público en las tiendas, y ya en los días del Talmud se acostumbraba a venderlas (Tratado de Nidá 17(A)).

Previo a la revisación de la interrupción de la impureza es preciso limpiar la vagina de restos de sangre por medio de una tela húmeda similar a los “edei bediká”. Pues a veces el sangrado proveniente del útero ya cesó, pero quedaron en la vagina restos de sangre que, de no ser limpiados, afectarán negativamente el resultado final de la revisación.

Aquella mujer que temiere que en caso de realizar la revisación con una tela seca su vagina pudiera lastimarse, podrá humedecer un poco el “ed habediká”, a condición de que no esté completamente mojado, no sea que el agua diluya o haga desparecer una gota de sangre. Asimismo, podrá aplicar aceite sobre la vagina, a condición de que lo haga un tiempo antes de la revisación para que alcance a ser absorbido por la piel vaginal y no recubra la sangre.

Previo a la revisación de la interrupción de la impureza, es bueno higienizar el sitio en cuestión con una toallita húmeda de bebé (magbón) o con agua, para asegurarse que no hayan quedado allí restos de sangre o suciedad que pudieran despertar dudas respecto de la revisación. Asimismo, es bueno limpiar los dedos y cerciorarse que no hay sobre ellos restos de sangre o similares.

03 – Cómo se efectúa la revisación

A los efectos de realizar la revisación es preciso envolver el dedo en el “testigo” e introducirlo en la profundidad de la vagina sin que ello requiera de un esfuerzo especial, y checar con calma en los orificios y las grietas, esto es, adjuntar el “testigo” a todas las paredes interiores de la vagina, para que, si solo hubiere sangre en los pliegues vaginales, pueda ser visible sobre el “testigo”. Tras la revisación la mujer deberá observar el “testigo”. De haber sangre sobre este, la revisación quedará invalidada. De no haber sobre la tela ninguno de los colores de sangre prohibidos (ver arriba 2:3), aunque hubiere sobre ésta secreciones poseedoras de otras coloraciones, la revisación resultará válida, y la mujer podrá comenzar el conteo de los siete días limpios.

En caso de que sobre el “testigo” se encontrare sangre o algo sobre lo cual se duda si lo es, conviene limpiar nuevamente la vagina con una tela mojada e intentar realizar nuevamente la revisación de cese de la impureza antes de la puesta del sol, para así, tras el ocaso, poder comenzar el conteo de los siete días limpios. Por ello, conviene efectuar la revisación de la interrupción de la impureza un tiempo prudencial antes de la puesta del sol, de modo tal que en caso de ser necesario haya cuándo realizar una higienización suplementaria para repetir el procedimiento.

Aquella mujer que no pudiere introducir el dedo al interior de su vagina, por ejemplo, en el caso de una virgen, que revise con el “testigo” hasta el sitio del himen (ver adelante 8:3). Asimismo, una mujer que padeciere de una herida vaginal que pudiere sangrar durante la revisación, que revise hasta el sitio de la lastimadura puesto que lo más importante es que revise hasta donde le resulte posible.

04 – El “moj dajuk”: un paño de ‘bdiká’ ajustado tras la realización del ‘hefsek tahará’ (interrupción de pureza)

Las mujeres detentan una costumbre de práctica de excelencia (hidur) que además de la revisación de la interrupción de la impureza, entre la puesta del sol y la salida de las estrellas (bein hashemashot) llevan a cabo otra revisación por medio de un “moj” ajustado. Esto es, colocan un “testigo de revisación” al interior de la vagina, que esté ajustado allí desde antes de la puesta del sol y hasta después de la salida de las estrellas, para que la mujer tenga la más completa certeza que su sangrado cesó. El horario de la puesta del sol se publica en los calendarios, y a priori, hay que dejar el “moj” adentro por el lapso aproximado de una media hora. No obstante, está aceptado que la costumbre del “moj” ajustado es una práctica excelente pero su no realización no representa un impedimento en el proceso de purificación.

05 – ¿Qué ocurre cuando la mujer secreta esperma?

Previo a la entrega de la Torá en el Monte Sinai los hijos de Israel fueron preceptuados: “Estad preparados durante los tres días, no os acerquéis a la mujer” (Shemot-Éxodo 19:15). Nuestros sabios explicaron que durante los tres días posteriores al vínculo sexual la vagina secreta esperma capaz de fecundar, y por ello, su pérdida implica impureza, y para que también las mujeres pudieran recibir la Torá en estado de pureza se ordenó a los maridos que se separaran de sus esposas durante tres días (Tratado de Shabat 86(B)). Asimismo, nuestros sabios ordenaron que cónyuges que hayan mantenido relaciones sexuales, y pasado un tiempo la mujer viere sangre y se impurificare, aunque la sangre dejase de salir, mientras pudiere secretar de su vagina esperma capaz de fecundar, no podrá comenzar a contar los siete días limpios. Esto es así ya que los siete días deben ser también limpios de toda secreción de esperma. Pero pasados tres días (72 horas) desde la relación sexual, el esperma pierde su vitalidad y su secreción no altera el conteo de los siete días limpios. Hay dos métodos principales de cómo proceder en lo que refiere a las reglas y a las limitantes que se derivan de esta halajá, el del Shulján Aruj y el del Ramá:

Según el Shulján Aruj (196:11 y 13) tras tres días desde el último contacto sexual se pueden comenzar a contar los siete días limpios. Pero como en la práctica, las tres jornadas se extienden a lo largo de cuatro días, solamente al final del cuarto día se puede comenzar el conteo de los siete días limpios. O sea, si el contacto sexual tuviere lugar un domingo, tanto sea a su inicio al concluir el Shabat o en su parte final previo a la puesta del sol, los tres días terminarán al concluir el miércoles, y el conteo de los siete días limpios comenzará en la noche del jueves. Y aunque el sangrado se extendiere solamente por una hora, no se podrá comenzar el conteo de los siete días antes de ello, por temor a que pudiera secretar esperma. No obstante, en caso de que la mujer quisiera adelantar el proceso, podrá retirar todo el esperma que quedare dentro suyo por medio de la higienización del interior de la vagina con una tela o a través de un baño de inmersión con agua caliente, y acto seguido podrá realizar la interrupción de la impureza y comenzar a contar los siete días limpios sin esperar a que pasen cuatro días desde el último contacto sexual. Así es la halajá según la opinión mayoritaria de los sabios medievales (rishonim) y así es como se procedió en algunas de las comunidades sefaradíes y orientales.

06 – El método del Ramá y quienes adoptan una actitud estricta (majmirim)

Según el método del Ramá, siempre se deben esperar cinco días desde la primera vez que se vio sangre, y solamente después es posible comenzar a contar los siete días limpios. Porque si el contacto sexual tuviere lugar entre la puesta del sol y la salida de las estrellas entre el domingo y el lunes, cabe temer que se equivoquen en pensar que tuvo lugar el domingo, y por ende, se puede interrumpir la impureza al final del miércoles y comenzar el conteo de los siete días limpios al comienzo de la noche del jueves, cuando en realidad el contacto tuvo lugar al inicio de la noche del lunes y los tres días se extienden hasta dentro del jueves, y por ende, solo se puede interrumpir la impureza al finalizar jueves y comenzar el conteo de los siete días limpios en la noche del viernes.

Tampoco quisieron confiar en la higienización de la vagina por temor a que no sea limpiada correctamente, y tampoco quisieron calcular los días desde el último contacto sexual por temor a que los cónyuges se olviden si este tuvo o no lugar y cuándo. Y a los efectos de no crear divisiones en las normativas, ya que estas generan confusión, fijaron que, aunque no hubiere habido contacto sexual en todo el lapso anterior, jamás deberán comenzarse a contar los siete días limpios antes de pasados cinco días desde el comienzo del sangrado, y el día del inicio del sangrado es el primero de los cinco días.

Hubo comunidades en las que se acostumbró a adoptar una actitud más estricta, y en las que se comenzó a contar los siete días limpios seis o siete días después de que se viera el primer sangrado. Y si bien, tal como parece, este proceder carece de basamento en la Halajá, dado que en el caso de muchas mujeres el flujo menstrual se prolonga por más de cinco días, y había mujeres que no efectuaban correctamente la revisación de interrupción de la impureza y comenzaban a contar los siete días limpios antes de que se interrumpiese por completo el sangrado, se estableció una norma restrictiva, que no se comience a contar los siete días limpios hasta pasados seis o siete días del comienzo del flujo menstrual. Empero, dado que se trata de una medida sumamente estricta la mayoría de los sabios de Israel la rechazaron. Por lo tanto, la costumbre de quienes detentan la actitud estricta es proceder según el método del Ramá tal como lo hemos explicado y que fuera adoptado por todas las comunidades ashkenazíes, así como también en muchas de las sefaradíes y de los judíos de los países orientales.

Cabe destacar que por lo general esta costumbre no implica la adopción de una actitud estricta (jumrá), ya que de todas maneras la mayoría de las mujeres no pueden interrumpir la impureza antes de pasados cinco días desde el inicio del sangrado. No obstante, para las mujeres que tienen un período menstrual breve este proceder implica la adopción de una actitud estricta, y en especial se trata de una medida estricta para con aquella mujer que se impurificó a raíz de una mancha o de un sangrado breve que no tuvo lugar en el marco del período menstrual.

07 – ¿Está permitido cambiar de costumbre?

Muchos preguntan si los miembros de las comunidades que procedían según el método del Ramá pueden modificar su costumbre y proceder según el método del Shulján Aruj. Cabe destacar que esta pregunta no encierra solamente el deseo de adoptar una actitud más leve, sino que tiene un objetivo preceptivo, ya que el precepto de oná es un mandato primordial de la Torá y toda práctica rigurosa que agregue días de prohibición de contacto atenta contra su observancia.

Asimismo, agregar días de prohibición de contacto puede hacer que se termine incurriendo en una transgresión. Además de ello, cabe decir que la costumbre de proceder según el método del Ramá se basa en una situación en la cual había menos medios para limpiar adecuadamente la vagina, parte de las mujeres no habían recibido instrucción suficiente y existía el razonable temor de que se equivocasen a la hora de hacer las cuentas, y para evitarlo, se adoptó una actitud más estricta y se trazó una línea recta, clara y sencilla que abarque a la totalidad de los casos. Pero en la actualidad, corresponde volver a dictaminar e instruir en conformidad con la opinión principal de la Halajá. Además, la costumbre de las comunidades que adoptan una actitud estricta quizás resulte completamente obligatoria en un sitio en el cual todas las congregaciones solían observarla, pero en la actualidad, que nos hemos vuelto a reunir todos en la tierra de Israel, quienes proceden según la actitud estricta pueden conducirse según el método del Shulján Aruj que se basa en la opinión mayoritaria de las autoridades halájicas medievales (rishonim).

En la práctica, a pesar de los sólidos argumentos de quienes desean adoptar una actitud más flexible, de no mediar un amplio acuerdo de parte de los rabinos, no es posible decidir sobre un cambio en la costumbre, ya que la educación para la observancia de los preceptos se basa en una gran medida en la preservación de las tradiciones y las costumbres.

Pero cuando no se trata de una clara modificación de la costumbre, los cónyuges tienen permitido adoptar para sí el método del Shulján Aruj. Los primeros en ello son los provenientes de las comunidades sefaradíes y orientales, que, aunque en sus congregaciones se acostumbrase a proceder de manera estricta según el método del Ramá, dado que en la mayoría de las halajot proceden según el Shulján Aruj, hacerlo también bajo esta norma no implica un gran cambio en la costumbre.

Asimismo, cuando la novia es una judía sefaradí u oriental y el novio es ashkenazí, podrán conducirse según el Shulján Aruj. Y si bien lo comúnmente aceptado es que la mujer siga la costumbre de su marido, cabe la posibilidad de que en las leyes vinculadas a las mujeres conserve la costumbre de su madre, especialmente en esta norma en la cual la halajá principal es conforme la opinión del Shulján Aruj.

En caso de que ambos cónyuges fueren ashkenazíes, y desearen de gran manera cambiar su costumbre, deberán asesorarse sobre ello con su rabino.

08 – Los siete días limpios y las revisaciones que deben realizarse en su transcurso

Los siete días limpios son siete jornadas en las cuales la mujer no ve sangre, y cuando concluyen, podrá realizar la inmersión ritual. La jornada comienza al principio de la noche. Resulta que en la misma noche en la que la mujer comienza el conteo de los siete días limpios, una semana después, podrá realizar la inmersión. Por ejemplo, Si la interrupción de la impureza tuviere lugar poco antes de la conclusión del Shabat y la mujer comenzare a contar los siete días tras la finalización de día sagrado, al terminar el Shabat de la semana siguiente podrá realizar la inmersión.

Durante estos siete días la mujer deberá prestar atención si está o no limpia de todo sangrado, y ello se realizará por medio de las revisaciones. A priori, deberá revisarse dos veces por día, una por la mañana y otra previo a la puesta del sol. En caso de que ello le resultase difícil, que se revise una vez todos los días. Estas revisaciones son similares a las de la “interrupción de la impureza”, se realizan por medio de un paño blanco, suave y absorbente, en la profundidad de la vagina, en “los orificios y las ranuras”, esto es, aplicando el “testigo” a todos los lados de la vagina. Tras la revisación, deberá observar al “testigo de la revisación” y en caso de ver sangre, todos los días que contó hasta entonces quedan sin efecto, ya que los siete días deben ser continuados. A los efectos de purificarse, la mujer deberá volver a “interrumpir la impureza” hacia el atardecer y por la noche volverá a comenzar el conteo de los siete días (Shulján Aruj 196:10).

En caso de necesidad, aquella mujer a la cual las revisaciones diarias le resultaren difíciles podrá revisarse el primer día y el séptimo únicamente (Shulján Aruj 196:4). Asimismo, una mujer que viere manchas a veces, a priori que se revise el primer día y el séptimo únicamente (en caso de que padezca allí de una herida, que revise el sitio de la lastimadura, tal como se explicó anteriormente en el inciso 3). En caso de gran necesidad o apremio, si además de la revisación de la interrupción de la impureza se hubiere revisado una sola vez durante los siete días, podrá adoptar una actitud más leve y efectuar la inmersión ritual.

09 – El uso de ropa interior

Tras la revisación de la “interrupción de la impureza”, la mujer deberá vestir una braga limpia que no tenga manchas de sangre. Asimismo, una mujer que no usa bombacha durante la noche, que revise si la sábana y la manta con las que duerme están limpias de manchas de sangre (Shulján Aruj 196:3). Es una costumbre proba (minhag kasher) usar bragas blancas durante los siete días limpios (Ramá ídem). Se puede observar esta costumbre proba por medio de una toalla higiénica blanca, y dado que no adquiere impureza, las manchas que aparezcan sobre esta no habrán de dejar sin efecto los siete días limpios.

Una mujer que pudiere ver manchas debido a heridas vaginales o uterinas, por causa del uso de un dispositivo intrauterino, o por pastillas hormonales y semejantes, deberá a priori usar bragas de color o negras (Rabí Akiva Eiguer Tneina 34, Maharsham 1:81).

10 – La consciencia del conteo de los siete días limpios

A priori, la mujer no debe distraerse del conteo de los siete días limpios, y aunque viere algo que le pareciere impuro y pensare que deberá realizar nuevamente una interrupción de la impureza, que no lo decida, ya que quizás, resulte que un rabino le indique que lo que ve es puro y que continúe así el conteo original.

Asimismo, si su marido saliere a un viaje prolongado, que no interrumpa el conteo de los siete días limpios, por si él cambia de planes y regresa antes de lo previsto. Sin embargo, a posteriori, aunque en medio de los siete días limpios hubiere pensado no continuar contando, y luego quisiere seguir haciéndolo, mientras no haya visto sangre en el interín, podrá retomar el conteo original y realizar la inmersión ritual.

No es preceptivo contar los siete días en voz alta, tal como se hace durante el conteo del Omer, sino que alcanza con que la mujer se acuerde que se encuentra en el período de los siete días limpios.

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