10 – Mikvaot

01 – La purificación en las aguas

Es un precepto de la Torá que todas las cuestiones vinculadas a la santidad en la labor del Templo de Jerusalém, así como todo contacto con la carne de los sacrificios, la jalá, los frutos de las ofrendas (terumot), los del segundo diezmo (ma’aser shení) y la ingestión de dichos alimentos, sean únicamente efectuados por personas en estado de pureza.

Tal como ya aprendimos (ver arriba 1:2), la impureza está vinculada a la muerte, por lo que la más grave de todas es la de un cuerpo muerto, a la que se la denomina: “padre de los padres”, es decir, “el principio de toda impureza” (aví avot hatum’á).

Una impureza más leve es la producida por las secreciones que podían haber traído vida al mundo, pero resultaron malogradas, como en el caso de la impureza menstrual, la de una eyaculación seminal, o las secreciones que expresan un daño en el sistema encargado de traer vida al mundo, como en los casos del zav y la zavá.

El orden del proceso de la purificación es acorde con la gravedad de la impureza: quien se impurifica de un muerto precisa esperar siete días, y en el tercero y el séptimo precisa que se le asperje del agua que contiene ceniza de la vaca roja, y en ese séptimo día realizará una inmersión ritual al final de la cual la persona en cuestión estará pura. El zav y la zavá precisan guardar siete días limpios y posteriormente realizar una inmersión ritual sin necesidad de que se asperje sobre ellos agua con ceniza de la vaca roja. Un hombre o una mujer que se impurifican a raíz de una eyaculación seminal, así como quienes tocan el cadáver de un animal doméstico, salvaje o un reptil quedan impuros hasta el final del día y se purifican por medio de una inmersión ritual.

Las leyes de la purificación son muy numerosas y ocupan uno de los seis órdenes de la Mishná (Taharot), no obstante, sobre todas las personas impuras rige una regla general y es la de que su proceso de su purificación no llega a su compleción si no está de por medio una inmersión ritual en agua.

En cuanto al motivo por el cual la purificación tiene lugar con agua puede decirse que la aparición del líquido elemento en la creación antecedió a la de la vida, tal como fue dicho (Bereshit-Génesis 1:1-2): “En el comienzo creó Elokim los cielos y la tierra. Empero, la tierra estaba informe y desordenada, las tinieblas sobre la faz del abismo y el viento de Elokim soplaba por sobre las aguas”.

En el primer día D’s creó la luz para por su intermedio darle al mundo una dirección ya que aún se encontraba colmado de agua y rodeado por esta. En el segundo día (ídem 6-7) leemos: “Dijo Elokim: Haya firmamento en medio de las aguas para que separe entre aguas y aguas. Hizo Elokim el firmamento y separó entre las aguas que había debajo del firmamento y entre las aguas que había por encima del firmamento. Y fue así”.

Aun entonces la tierra estaba toda cubierta por agua. El tercer día leemos: “Dijo Elokim: Que se reúnan las aguas que están debajo de los cielos en un solo lugar y que aparezca la tierra seca. Y fue así. Llamó Elokim a lo seco: Tierra y a la reunión de las aguas llamó: Mares. Y vio Elokim que era bueno” (ídem 9-10).

Resulta que el agua es el fundamento a partir del cual comenzó la vida en el mundo, y el impuro, aquel que se alejó de la raíz de la vida, si vuelve a sumergirse por completo en las aguas, en virtud de ello retorna a la raíz de su vitalidad. Por lo tanto, es como si fuese creado de nuevo y se purifica (por más al respecto, ver arriba 1:11-12).

Luego de que se destruyera el Templo y el pueblo de Israel fuera exiliado de su tierra quedó sin efecto la pureza ritual en el pueblo de Israel, sin embargo, aún nos quedó una pureza importante y consagrada que es la purificación por la impureza de la nidá, ya que esta no está asociada únicamente al ingreso al recinto del Santuario ni a la ingesta de alimentos puros sino a la cercanía entre los cónyuges.

En efecto, en la relación conyugal consagrada entre marido y mujer subsistió la síntesis de la pureza y la santidad del pueblo de Israel, y tal como dijera Rabí Akiva respecto de un hombre y una mujer que tuvieron el mérito y el privilegio de vivir juntos con fidelidad, «que la Divina Presencia (Shejiná) reposa entre ellos» (Tratado de Sotá 17(A)), pues la raíz del amor, la vida y la unión entre marido y mujer se encuentra en el Kodesh HaKodashim (Santo Sanctórum) (ver arriba 1:9-10, Pninei Halajá, La alegría del hogar y su bendición 1:5-7).

En virtud de la gran importancia de la santidad del pueblo de Israel y a raíz del hecho de que la mikve sirve regularmente a un gran público femenino, se acostumbra a priori a proceder con excelencia en lo relativo a las leyes referentes a la mikve, y cuando ello resulta posible, se adopta la actitud estricta y se la construye de un modo tal que sea apta o kasher también de acuerdo con las opiniones minoritarias que no fueron sancionadas como ley (Tashbetz 1:17, Da’at Cohen 116).

No obstante, en caso de que la adopción de una exigencia extra (más estricta) pudiera causar dificultades a la hora de la construcción, no corresponde ser estrictos. Cuánto más aun que no se deben adoptar medidas estrictas nuevas que pudieran de alguna manera desprestigiar a las mujeres que realizaron sus inmersiones rituales en el pasado (Morenu Rabí Yosef de Colonia 56, Da’at Cohen 117:125).

En virtud de la gran importancia que tiene la mikve, toda comunidad debe construir una (Ramá Joshen Mishpat 163:3). Asimismo, es preceptivo construirla de modo tal que sea sumamente bonita, limpia y agradable (Jidushei Rabí Akiva Eiguer 39).

02 – Aguas puras en la tierra

La purificación de la impureza de una persona se lleva a cabo por medio de la inmersión de todo su cuerpo en aguas puras reunidas en la tierra, o sea, en aguas subterráneas que brotaron de un manantial o en agua de lluvias que se reunieron en la tierra. Esto es así ya que mientras el agua se encuentre en la tierra de manera natural, será pura y no podrá adquirir impureza, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:36): “Empero, solo el manantial o la cisterna -reunión de aguas- será pura”. Pero aguas que fueron desconectadas de la tierra por medio de la acción humana o a través de recipientes, pueden adquirir impureza, y por ende, cuando el individuo impuro entre en contacto con ellas, esas aguas se impurificarán y ya no podrán purificarlo (Jatam Sofer Yoré Deá 213).

Todo lugar en la tierra donde el agua puede reunirse es apto para mikve. Esto incluye al manantial, el mar y una cisterna que hubiera sido excavado en la tierra. También es apta una piscina o alberca que hubiere sido construida por medio de ladrillos y cemento en el interior de un edificio o en su azotea, aunque se encuentre en el piso cien, es apta para ser mikve. Esto es así dado que el edificio, como construcción, está conectado a la tierra, por lo que la piscina o alberca que se construyó sobre este se considera también lo está. No obstante, agua que fue reunida en el interior de un recipiente, aunque se trate de uno de enormes dimensiones como pudiera ser una piscina de plástico o un barco, puede adquirir impureza, ya que no se acumuló en un sitio que esté conectado a la tierra, y por ende no es apta para una mikve.

Quien desee hacer una mikve por medio de un recipiente grande tal como un tanque de plástico o de metal, en primer lugar, debe quitarle al objeto su condición de utensilio (klí), efectuando un orificio en su base que posea un diámetro de 8 centímetros. Además, deberá conectar el recipiente a la tierra por medio de cemento o un material similar, introduciéndolo en una excavación profunda en el suelo. Luego de que el recipiente perforado sea conectado con la tierra, el orificio se considera sellado con la propia tierra, y además, será posible taparlo con cualquier otro material (Rambám, Shulján Aruj 201:7).

Cuando se construye una mikve, está permitido usar hierro para reforzar el cemento -a pesar de que en determinadas condiciones este metal puede adquirir impureza- ya que todo aquello que esté conectado a la tierra y no sea un utensilio se considerará secundario o anulado respecto a la tierra.

Además del hecho de que las aguas de la mikve deben estar reunidas en la tierra, deben también cumplir con tres reglas generales (que se explicarán en las halajot 7 y 8): 1) Que no hayan sido extraídas por medio de recipientes (kelim). 2) Que su formación o creación no se haya producido por la acción del hombre sino de forma natural. 3) Que no se mantengan en su lugar por medio de algo pasible de absorber impureza.

03 – La cantidad mínima de agua que debe tener una mikve es 40 seá

Nuestros sabios aprendieron de los versículos de la Torá que la cantidad mínima de agua que debe contener una mikve debe ser tal que alcance para que una persona sumerja la totalidad de su cuerpo de una vez y no órgano por órgano. A estos efectos, es preciso que el volumen del agua sea como mínimo de un codo por un codo y de una profundidad de tres codos, ya que la estatura promedio de una persona (sin su cabeza) es de unos tres codos y al ingresar al agua y sumergirse, el nivel del agua se eleva. Además, quien se sumerge se inclina un poco de modo tal que su cabeza ingresa al interior del agua. El volumen de esta cantidad de agua equivale a (la medida talmúdica de) 40 seá (Tratado de Jaguigá 11(A), Tosafot a Yoma 31(A) en el párrafo que inicia con la palabra ‘אמה’). Una persona de baja estatura que puede sumergirse en una cantidad inferior de agua no puede purificarse en una mikve cuyo volumen de agua sea inferior a 40 seá, ya que una mikve es apta solamente si puede purificar a la generalidad de las personas.

Aunque a la mikve solo le faltare una cantidad nimia de agua para alcanzar las 40 seá, no será apta (Tratado de Ketuvot 104(A)). Por lo tanto, si la mikve tenía exactamente 40 seá y una persona se sumergió y se purificó, dado que al salir de la inmersión con las gotas de agua que se encuentran adheridas a su cuerpo, en la mikve ya no queda la medida de 40 seá y pierde su aptitud (Shulján Aruj 201:62).

En las últimas generaciones surgió una duda respecto de las diferentes medidas establecidas por los sabios, y ello incluyó a la de las 40 seá. De acuerdo con la opinión principal la mikve debe contener unos 310 litros de agua. Hay quienes sostienen que por lo menos 455 (Rav Jaím Naé), mientras que otros entienden que deben ser 650 (Jazón Ish). Sin embargo, en la práctica, a los efectos de salir de duda, y para que resulte cómodo sumergirse, se acostumbra a preparar mikvaot que contengan por lo menos mil litros de agua (un metro cúbico). También cuando surge la necesidad de hacer una mikve de tamaño reducido, nos alejamos en la medida de lo posible de la cantidad menor para apartarnos así de la duda.

Si bien el tamaño de la mikve se fijó que sea de un codo por un codo por una altura de tres codos, no resulta obligatorio que esa sea su forma. Esta es la regla general: toda mikve que contenga 40 seá de agua, y en la práctica, quien se sumerja podrá ingresar la totalidad de su cuerpo de una vez -es apta (kasher). No obstante, a priori, es preciso construir la mikve con una forma que resulte cómoda para la inmersión (Shulján Aruj 201:1, 61 y Ramá 201:66).

Solamente el agua es apta para la mikve, y el resto de los líquidos tales como el vino, el aceite o la leche –son inválidos. Y aunque a la mikve le faltare una mínima cantidad de agua, no se podrá completarla con vino, aceite o leche (Shulján Aruj 201:24).

04 – Las diferencias entre el manantial y la mikve

Existen dos tipos de acumulación de agua sobre la tierra: 1) El manantial cuyo origen es en aguas subterráneas, esto es, agua que brota de la tierra. 2) Un pozo en el cual se reúnen (nikavim) aguas de lluvia y recibe el nombre de mikve, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:36): “Empero, solo el manantial o la cisterna -reunión (mikve) de aguas- será pura”.

El agua del manantial es apta para la inmersión también cuando fluye, en cambio, las aguas de la mikve deben estar en reposo (ashboren), es decir, cuando permanecen en su lugar, ya que las aguas son aptas cuando se encuentran en su estado natural. Las aguas de la lluvia descienden del cielo, y mientras fluyen, su estado es transitorio y no fijo, y solo cuando se reúnen en un sitio, se mantienen allí y es posible usarlas. Por su parte, el manantial continuamente brota y fluye, y dado que ese es su estado natural y de uso, es apto para la inmersión también cuando sus aguas fluyen (Mishná Tratado de Mikvaot 1:7-8, Shulján Aruj 201:2).

Un manantial en cuyo interior cayere otro tipo de líquido, por ejemplo, vino tinto, si bien este pudiera haber alterado el aspecto del agua, dado que las aguas del manantial son consideradas “aguas vivas” (maim jaím), seguirá siendo apto para sumergirse. Por su parte, en el caso de una mikve en cuyo interior cayere vino tinto y este pudiera haber alterado el aspecto del agua, dado que el color del agua de la mikve se vio modificado por un líquido que no es agua, la mikve dejará de ser apta. Sin embargo, dado que en la mikve ya había previamente 40 seá de agua apta, se podrá agregar más agua extraída del aljibe (o de la canilla o grifo – sheuvim) hasta que el aspecto del agua de la mikve retorne a su estado inicial y entonces volverá a ser apta. En caso de que la apariencia del agua de la mikve cambió por causa de llevar mucho tiempo allí estancada o porque se lavaron allí utensilios -la mikve continuará siendo apta (Shulján Aruj 201:25-28).

El manantial, al igual que la mikve, precisa de una cantidad de 40 seá de agua para que una persona se sumerja en él, pero si las aguas fluyen, se suma la totalidad de esta desde donde brotan y hasta el final de su curso para calcular las 40 seá (Shulján Aruj 201:1).

05 – El mar y el rio

Todos los mares, grandes como pequeños, son aptos para la inmersión purificadora de personas y utensilios. Si bien el agua del mar se va moviendo de un sitio a otro por efecto del viento que genera las olas, o fluye por causa de los ríos que desembocan en el mar, el mar en sí no pierde por ello su aptitud, sino que al igual que el manantial, mantiene su carácter de apto cuando sus aguas fluyen por naturaleza, así también el mar es apto cuando sus aguas fluyen o se agitan en virtud de su naturaleza (Rashi, Tosafot al Tratado de Shabat 109(A)).

Un rio que se origina en un manantial tiene el estatus de manantial, y es apto para la inmersión, aunque sus aguas se arrastren o fluyan. Por otra parte, un arroyo que fluye solamente cuando llueve y luego cesa en su fluir (najal ajzav o arroyo estacional), tiene el estatus de mikve, y es apto para la inmersión ritual cuando sus aguas están reunidas y en reposo (ashboren). En el caso de un rio que se origina en un manantial, pero cuyo caudal se incrementa durante la temporada de lluvias o tras el deshielo de la nieve, se va de acuerdo con la mayoría. Cuando la mayor parte del caudal del rio proviene del manantial, es apto para la inmersión ritual, aunque sus aguas fluyan (zojalim). Cuando la mayor parte del caudal del rio proviene de la lluvia o del deshielo (notfim), su estatus es similar al de una mikve, y durante toda la temporada en la que fluye no es apto para la inmersión ritual.

Sin embargo, es posible sumergirse en un rio de este tipo mediante el cercado del lugar de la inmersión con una esterilla, de modo tal que la corriente del rio no sea perceptible dentro del área cercada, y así, el agua que se encuentra dentro de la esterilla será apta para la inmersión (Shulján Aruj 201:2).

06 – Una mikve que resulta inválida porque su agua fluye

Tal como ya aprendimos, una mikve es una reunión de aguas que provienen de la lluvia, y si su agua fluye (zojalim), no es apta para la inmersión ritual. Por lo tanto, es preciso tener el recaudo de que no haya una gotera o una pérdida de agua en la mikve. A posteriori, si apareciere en la mikve una grieta y el agua saliere por esta, si una vez salida el agua, hasta el nivel de la pérdida quedaren 40 seá, la mikve será apta también mientras el agua fluye (hacia afuera), dado que este flujo no causa la pérdida de su aptitud. Pero si tras la salida del agua hasta la altura de la grieta no quedaren en la mikve 40 seá, dado que a raíz del flujo de agua la mikve ya no puede fungir como tal, estará inapta durante el flujo, aunque entonces tuviere todavía 40 seá. Solamente en caso de que la grieta fuera tapada y quedaren en la mikve 40 seá podrá volver a ser apta. Cuando el agua fluye a través de un orificio es preciso taparlo con un material que no sea pasible de absorber impureza, por ejemplo, impermeabilizantes y tapones de plástico o madera que no tengan cavidad, pero no por medio de un tapón de metal o de una tela (Shulján Aruj 201:50).

Solamente un flujo perceptible que genera movimiento en el agua inhabilita a la mikve, pero si el agua fluye un poco o es absorbida por la tierra en una porción leve, mientras el flujo no sea perceptible y queden en el interior de la mikve 40 seá de agua -la mikve será kasher (Shulján Aruj 201:51). Hay quienes adoptan a este respecto una actitud estricta e inhabilitan la mikve aunque la pérdida sea imperceptible (Gaón de Vilna). Si bien la opinión principal es la de quienes detentan la actitud flexible, a priori se toma en cuenta la opinión estricta. No obstante, un leve descenso en el nivel de las aguas que resulta perceptible solamente tras varias horas, según todas las opiniones, no inhabilita a la mikve.

07 – La inhabilitación por agua fue extraída del suelo (sheuvim)

Aguas extraídas (sheuvim) del suelo, o sea, que fueron separadas de la tierra y pasaron a alojarse en recipientes, no es apta para una mikve. Incluso cuando las aguas no hayan sido extraídas por una persona, sino que llegaron al recipiente desde el cielo. Por ejemplo, si alguien colocó recipientes en el patio de su casa para captar en éstos agua de lluvia. En dicho caso las aguas acumuladas en los recipientes se considerarán extraídas (sheuvim) y no aptas para la mikve.

Aguas que fluyen a través de una cañería desde el manantial o desde los aljibes no se considera extraída (sheuvim), pero si el caño tuviere una “cavidad” (beit kibul) se ha de convertir en un recipiente y el agua que pasa a través suyo se considerará extraída y por ende, no apta para la mikve. Dado que en numerosas ocasiones las aguas que las compañías de agua hacen fluir por las cañerías pasan por cavidades (beit kibul) al agua de la canilla que llega a los hogares y los parques se considera extraída (tal como se explicará más adelante en la halajá 12).

No solo que las aguas extraídas no son aptas para la mikve sino que además, en caso de que una cantidad de tres log de esta (unos 900 mililitros) entraren en una cantidad de agua de la lluvia inferior a 40 seá, todas las aguas pluviales aptas para la inmersión quedarán inhabilitadas. También cuando los tres log de agua extraída cayeren sin intención sobre las de lluvia que son aptas, estas últimas resultarán inhabilitadas. Y aunque se le añada otras 40 seá de aguas aptas, la mikve continuará estando inhabilitada. La solución es vaciar la mikve de todas sus aguas y esperar a que vuelva a llenarse con aguas de lluvia. Pero si desde un principio había en la mikve aguas de lluvia en una cantidad de 40 seá, aunque se le ingresaren miles de litros de aguas extraídas, no quedará inhabilitada.

Las aguas extraídas invalidan las aguas de lluvia cuando la cantidad de estas últimas es inferior a 40 seá con la condición de que hayan caído directamente dentro de ellas,  pero si hubieren sido vertidas en un sitio contiguo a la mikve y desde allí se deslizaron sobre la tierra a lo largo de tres palmos (unos 23 centímetros) y luego ingresaron a las aguas aptas, pasarán a anularse respecto del suelo transformándose así en kasher, con la condición de que el agua de lluvia sea la mayoría de las 40 seá. Por lo tanto, si hubiere en la mikve más de veinte seá de agua de lluvia, será posible completarla con aguas extraídas que fueron vertidas cerca de la mikve y fluyó sobre la tierra hasta ingresar en ella (Shulján Aruj 201:44-45). Esta acción se denomina “hamshajá” (“hacer fluir sobre” o conducción de aguas). La forma en como esta debe efectuarse se explicará en el final de la siguiente halajá.

08 – Elementos inhabilitantes en la formación de una mikve por la acción humana o por impureza

Incluso cuando la mikve no fuere llenada por medio de recipientes -los cuales transforman al agua en extraída (sheuvim)- por ejemplo, si una persona la llenó por medio de un recipiente que contiene un orificio en su parte inferior (kli nakuv), o si junto a la mikve hubiere un charco de agua de lluvia y una persona salpicare con sus manos del charco al interior de esta, la mikve resultará inhabilitada (pasul) por cuanto que su formación tiene origen en la acción del hombre y no en el cielo, o sea, en las fuerzas de la naturaleza. Aunque hubieren llegado a una mikve que aún no alcanza a tener 40 seá de agua, tres log del líquido elemento proveniente de la mano de una persona, toda la mikve queda inhabilitada según la norma de las aguas extraídas (maim sheuvim) que cayeron a una mikve incompleta (Shulján Aruj 201:15, 39).

Otra condición que se requiere para que una mikve sea pura es que el agua se haya generado en pureza, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 11:36): “Empero, solo el manantial o la cisterna -reunión de aguas- será pura”, nuestros sabios estudiaron de ello (Tratado de Zvajim 25(B)): “Que se haya formado en pureza”. Pero si las aguas de la lluvia ingresaron a la mikve por medio de elementos que pudieran adquirir impureza, no serán aptas.

Por lo tanto, aguas que fluyeron a una mikve a través de tuberías o de cañerías metálicas que no están conectadas a la tierra, resultan inválidas, por cuanto que una tubería de metal no conectada a la tierra adquiere impureza. Todo esto es así a condición de que las aguas hayan llegado a la mikve directamente por medio de un elemento que adquiere impureza, pero después de salir de algo que recibe impureza, continuaron fluyendo sobre la tierra y después se vertieron en la mikve, serán aptas, ya que, en la práctica, entraron en la mikve sin que medie la ayuda de un elemento pasible de adquirir impureza (Shulján Aruj 201:48).

Se acostumbra a terminar el fluido del agua de lluvia que desciende del techo a la mikve a través de una canaleta de una longitud de tres palmos (unos 23 cm.), cuya parte inferior consiste en cemento blando que pueda absorber agua, y en ese caso, aunque el agua hubiere sido invalidada por tratarse de agua “extraída” (sheuvim), formada por la acción del hombre o en impureza, la inaptitud se verá reparada por medio del flujo del agua sobre esta canaleta (hamshajá).

09 – El “sembrado” de agua (zriá) y el contacto con la de lluvia (hashaká)

Una vez que tenemos una mikve apta, por su intermedio se puede hacer otras suplementarias empleando los métodos de «zriá» o de «hashaká», tal como lo explicaremos a continuación.

Zriá: Así como la mikve apta purifica a quienes se sumergen en ella, de igual forma purifica y habilita a las aguas extraídas que fueron “sembradas” (nizreú) en ella, esto es, que cayeron o fluyeron a su interior. Y aunque se hiciere fluir al interior de una mikve apta una cantidad mil veces superior a la que posee de aguas “extraídas”, todas las aguas derramadas se transformarán en aptas para la inmersión ritual. Y si se “cultivaren” en una mikve abundantes aguas de modo tal que desborden y llenen otras muchas piscinas, todas estas serán aptas para la inmersión ritual dado que el agua que se encuentra en su interior fue tornada en apta para ello por medio de su “cultivo” (zriá) en una mikve válida.

Si bien hay autoridades halájicas que entienden que si en la mikve original no quedaren más de veinte seá de aguas de lluvia originales esta resultará inhabilitada por prescripción rabínica (Raavad), de todas maneras, según la opinión de los demás sabios medievales (rishonim), por medio del “sembrado” (zriá) una mikve puede habilitar una cantidad ilimitada de agua, y no es preciso que quede en su interior aguas de lluvia originales, ya que todas las aguas que fueron “sembradas” en su interior se tornaron en aptas como las de lluvia. Y así es la halajá (Shulján Aruj 201:15, 24).

Hashaká: Aguas extraídas (sheuvim) que “besaron” (nashká) o tuvieron contacto con aguas de la mikve, se tornan en aptas para la inmersión ritual. O sea, si hubiere una mikve apta y a su lado una pileta de aguas extraídas y se conectare a ambas aguas por medio de un orificio que posea un diámetro de 5 cm. (“como el tubo de un odre”, shfoferet hanod), cuando las aguas de la pileta toquen a las de la mikve se habilitan y la pileta se transformará en una mikve apta (kasher). Y aunque luego se tape el orificio que conecta a la mikve con la pileta, las aguas de la pileta se habrán convertido en una mikve apta y ya no perderán ese estatus. Si bien hay quien considera que si se tapare el orificio que conecta a ambas aguas, la de la pileta resultará inhabilitada para la inmersión ritual (Rabenu Yerujam). Pero, a los efectos de la halajá, una vez que las aguas de la pileta hayan tocado «besado» a las de la mikve (o las del depósito de aguas de lluvia, otzar) las aguas de la pileta se mantendrán aptas para siempre para la inmersión ritual (Shulján Aruj 201:52, ver Siftei Cohen 112. En la actualidad que se llena las piscinas de inmersión por medio del pasaje por una canaleta conectada a la tierra de al menos tres palmos –hamshajá– incluso según la opinión más estricta la invalidación es solo rabínica, como se explicó más arriba en la halajá 7).

10 – La mikve en nuestros días

En el pasado, eran muchos los que acostumbraban a efectuar sus inmersiones rituales en manantiales, en el mar y en los ríos, ya que en el tiempo en el que no existía un sistema de tuberías para el suministro de agua, las personas se veían en la necesidad de residir en la cercanía de una fuente de agua, y por ende, recurrían a esta para sus inmersiones. En aquello sitios que no se encontraban cercanos a una fuente de agua disponible, se acostumbraba a excavar en los patios un pozo para almacenar agua de lluvia, y uno de estos pozos era destinado a las inmersiones. En virtud de la aparición de soluciones para el transporte de agua y a raíz del incremento en la población urbana, surgió la necesidad de construir baños rituales que atendieran a muchas personas, por lo que si todos realizaran sus inmersiones en la misma mikve, el agua se contaminaría, y por ello se pasó a separar entre el depósito de agua de lluvia (otzar) y la pileta donde se efectúa la inmersión, la cual era tornada apta o por medio del “cultivo” (zriá) del depósito de agua de lluvia o a través de su contacto con este (hashaká). De este modo, resultaba posible cambiar el agua de la pileta en la que se efectúa la inmersión con frecuencia.

En las últimas generaciones, con el aumento en el nivel de vida de las personas, muchos comenzaron a cumplir la norma con excelencia y tornar en apta el agua de la pileta de inmersión por los dos medios, zriá y hashaká. Es decir, se habilita la mikve por medio de la creación de dos depósitos que contienen cada uno 40 seá de aguas de lluvia. 1) Un depósito para el “cultivo” (otzar zriá), a cuyo interior fluye agua de la canilla y del cual el agua se desborda y pasa por medio de una canaleta conectada a la tierra de al menos tres palmos (hamshajá) al interior de la pileta de la inmersión. 2) Un depósito de contacto (otzar hashaká) que se ubica de manera contigua a la pileta de inmersión para que su agua trabe contacto con la de esta a través de un orificio cuyo diámetro es cuanto menos 5 cm.

Al momento de efectuar la inmersión, se abre el orificio y cuando no hay quien precise sumergirse, se lo vuelve a tapar, para que las aguas del depósito (otzar hashaká) no se ensucien con las aguas en las que se sumergieron. De todas maneras, aunque el orificio estuviere tapado durante la inmersión ritual, esta será válida, ya que la apertura del tapón durante la inmersión es una excelencia en el cumplimiento y no un requerimiento básico de la norma (ver Igrot Moshé Yoré Deá 1:112).

11 – Una mikve de nieve o de hielo descongelado

Tal como ya aprendimos (halajá 7) la extracción inhabilita al agua, pero si las aguas se solidificaron transformándose en nieve, granizo o hielo, perderán la inaptitud producto de su extracción (sheuvim), y aunque fueren puestas dentro de un recipiente, dado que puede mantenerse en su forma sin necesidad de este, no se las considera aguas extraídas (sheuvim) y son aptas para su uso en la mikve.

Mas aun, aguas extraídas que ya habían sido inhabilitadas para ser usadas en la mikve, al congelarse y transformarse en hielo pierden la inhabilitación producto de su carácter de ‘agua extraida’ (sheuvim), y tras descongelarse se tornarán en agua apta para la mikve. Por lo tanto, cuando resulta necesario hacer una mikve durante el verano, en vez de esperar a que lleguen las lluvias y llenen el depósito (otzar), se podrá llenarlo con aguas que se descongelaron.

Así es como esto se hace: se congela agua en una cámara de refrigeración y se la transforma en un bloque de hielo, se transporta los bloques hielo sobre superficies de madera que no son un recipiente (kli) y se los coloca junto a la mikve para que se descongelen, de modo que el agua que vaya saliendo fluya a través de la tierra y entre a la mikve. No obstante, hay quienes ponen en duda la validez de este proceder ya que temen a diversas opiniones individuales entre los juristas, y por ello, a priori es preferible hacer una mikve a partir de agua de lluvia. No obstante, en caso de necesidad, es posible preparar una mikve trayendo bloques de hielo (Da’at Cohen 94, 98).

12- El estatus del agua que fluye a los hogares por la cañería

El agua que fluye por el sistema de cañerías dispuesto a lo largo y ancho del país, por lo general se origina en aguas que son aptas para su uso en la mikve. En el pasado, estas provenían de aguas de lluvia que se acumulaban en los lagos, en las aguas subterráneas y los manantiales. Con el tiempo se comenzó a purificar aguas residuales, y dado que al final de su proceso estas son absorbidas por la tierra y se unen con las aguas subterráneas, se convierten en aptas (Shulján Aruj 201:47). En la actualidad, la mayor parte de las aguas que fluyen por las tuberías de Israel son aguas de mar desalinizadas, las cuales básicamente son aptas para la realización de inmersiones rituales dado que proviene del mar.

Surge la pregunta de si se puede o no hacer una mikve con aguas que fluyen por el sistema de tuberías. La respuesta depende de si las tuberías poseen o no un receptáculo (beit kibul). En caso de que posean, por ejemplo, un espacio para la recolección de residuos, las aguas que pasan a través de estas tuberías resultan inhabilitadas tal como ocurre con las aguas “extraídas” (ver arriba halajá 7, Mishná Tratado de Mikvaot 4:3, Shulján Aruj 201:36).

En la práctica, se suele considerar como “extraídas” a las aguas que la compañía del agua hace fluir por las tuberías hacia los hogares y los jardines, porque en numerosas ocasiones pasan por un receptáculo similar al que se hace a los efectos de instalar una máquina de bombeo, un medidor de agua o para separar residuos y sales. Con mayor razón, cuando las aguas pasan a través de tanques que se encuentran sobre torres o junto a estas, o cuando pasa a través de los tanques que se encuentran sobre los techos de las casas destinados a su almacenamiento o calentamiento. Y aunque se conecten las tuberías con el “beit kibul” (receptáculo) a la tierra, dado que los caños poseían receptáculos antes de ser conectados al suelo, incluso después de su conexión a la tierra todavía se los sigue considerando como recipientes (kelim), y por ende, las aguas que pasan a través de estos se las considera “aguas extraídas”.

13- La renovación de la pureza en el pueblo de Israel

Como consecuencia del pecado, se adhiere al individuo una impureza que bloquea su corazón y afecta negativamente su capacidad de conectar sus pensamientos, sentimientos y acciones con el origen de su vida. Dado que su vínculo con HaShem se ha visto deteriorado, se adhiere a él la muerte. El sistema de preceptos que se ocupan de todos los tipos de impurezas y su purificación, que está ligado principalmente con el Templo de Jerusalém, tiene por objetivo elevar al hombre por sobre la impureza que se ha adherido a él en sus aspectos materiales y conectarlo con la fuente de su existencia.

Por medio de la inmersión ritual en la mikve, la persona que se ha impurificado retorna al primer fundamento de la vida, y en virtud de ello podrá conectarse con HaShem -la fuente de todo ser-, ascender al Santuario, traer vida a la tierra y al cuerpo, a la imaginación y a los sentimientos y a todas las capacidades humanas, para que estén conectados a D’s y traigan bendición y reparación al mundo.

No obstante, a los efectos de estudiar Torá y observar los preceptos que están vinculados a los aspectos espirituales del hombre, no es preciso sumergirse, y los preparativos requeridos para dedicarse a estos son la fe y las buenas cualidades de la conducta sin que para ello resulte necesario preparar al cuerpo o a la carne. Tal como dijeran nuestros sabios (Tratado de Berajot 22(A)): “Las palabras de la Torá no reciben impureza, como dijera el profeta (Yrmiahu-Jeremías 23:29): ‘¿Acaso Mis palabras no son como el fuego? declara el Eterno’, así como el fuego no adquiere impureza de igual manera las palabras de la Torá no adquieren impureza” (ver Orot HaTjiá 35 de nuestro maestro el Rav Kuk).

Desde la destrucción del Templo de Jerusalém y desde que los hijos de Israel fueron exiliados de su tierra, la pureza quedó sin efecto en el pueblo judío y solo perduró una pureza que se asemeja a la del Santuario y es la de la inmersión ritual purificadora de la mujer, la cual está destinada a revelar la vida y la santidad que anidan en el cuerpo, en el amor y la alegría que florece entre los cónyuges, que es la cúspide de la observancia del precepto de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, que equivale en importancia a la sumatoria del resto de los mandamientos de la Torá. Esto es así ya que el objetivo principal de la inmersión ritual es purificar a la vida concreta, con el cuerpo y la carne, con la imaginación y los sentimientos, para que todos ellos puedan conectarse a la fuente de la existencia y verse infinitamente potenciados.

Sea Su voluntad que en virtud de nuestro retorno a nuestra tierra tengamos el mérito de crecer en el estudio de la Torá de la tierra de Israel y su guía para la reparación del mundo, que a partir de la pureza y la alegría de la conexión entre el hombre y la mujer se expanda la bendición a todos los ámbitos de la vida y merezcamos la construcción del Tercer Templo. Que desde el Kodesh Hakodashim, su lugar más sagrado, se expanda la pureza de la fe israelita a todo el mundo, para purificar a todas las creencias que se revelan en los diferentes componentes de la vida material.

Tal como dijeran nuestros sabios (Tratado de Yoma 77(B)): “El manantial que brota del lugar del Kodesh Hakodashim al comienzo se asemeja en grosor a las antenas de una langosta, al llegar a la entrada del recinto del Templo se vuelve como el hilo de la urdimbre, al ingresar al recinto del Templo se vuelve como el hilo de la trama, y al llegar a la puerta que da al patio exterior adquiere la dimensión de la boca de un pequeño jarrón”.

La continuación de su flujo está descrita en la profecía de Yejezkel-Ezequiel (47:1-12): “He aquí que salía agua por debajo del umbral del Templo…”, y las aguas del arroyo se incrementaban: una vez que se alejaban mil codos llegaban a los tobillos del hombre, y tras mil codos más llegaban a sus rodillas, tras mil codos más llegaban a la cintura, y tras otros mil codos una persona ya no las podía atravesar, y así continuaban aumentando su caudal y su fuerza. Entonces se le dijo al profeta: “He aquí que a la orilla del arroyo hay muchos árboles a ambos lados… y estas aguas llegarán al mar de las aguas fétidas (Mar Muerto) y allí sanarán. Y ocurrirá que todo ser viviente por cualquier rio que viniere habrá de vivir, y habrá allí una gran multitud de peces porque estas aguas llegan allí para sanar, y todas las cosas que llegaren allí al arroyo vivirán… y a ambas riberas del arroyo se elevarán árboles frutales, cuyas hojas no se marchitarán y sus frutos no se caerán. Todos los meses darán frutos nuevos porque las aguas que los riegan provienen del Templo Sagrado y su fruto será para alimento y sus hojas para la cura”.

Dado que podremos purificarnos y conectarnos a HaShem con la plenitud de las fuerzas vitales, el sitio en el cual pecaron los hombres de Sdom (Sodoma) en su pasión desmedida por el dinero y demás deseos materiales, al grado de que esta ciudad se transformó en un sitio de muerte, regresará a ese lugar la vida. Allí los peces abundarán y a su alrededor crecerán árboles maravillosos que darán fruto durante todo el año, ya que cada mes crecerán nuevas frutas y sus hojas servirán como medicina.

Otro tanto leemos en la profecía de Yoel-Joel (4:18): “Y en ese día brotará de las montañas jugo de uvas, y de las colinas manará leche, y por todos los arroyos de Yehudá fluirá agua, y un manantial saldrá de la Casa de HaShem y regará el valle de Shitim”. El valle de Shitim es una alusión al pecado de lascivia en el que incurriera el pueblo de Israel, tal como fue dicho (Bemidbar-Números 25:1): “Y se asentó Israel en Shitím, y el pueblo empezó a prostituirse con las hijas de Moab”. Y el manantial que saldrá de la Casa de HaShem también purificará y reparará este deseo, el cual se transformará en pasión amorosa entre el hombre y su mujer, y por todas las cosas vinculadas a la santidad, y de ese modo abundará la bendición en toda la tierra.

Sin embargo, el manantial que brota en el Templo de Jerusalém purificará y sanará no solo al Mar Muerto, sino que tal como se insinúa en la profecía de Yejezkel (Ezequiel) y se explicita en la de Zejariá (Zacarías), una mitad de este se dirigirá al Mar Mediterráneo, y de esa forma se generará una conexión entre el manantial que sale del Santuario, -vía el Mar Mediterráneo- y el océano que rodea a todos los continentes, y por medio de ello todas las aguas del mundo se purificarán y santificarán. Tal como fue dicho (Zejariá-Zacarías 14:8-9): “Y ocurrirá que en aquel día saldrán aguas surgentes desde Jerusalém; la mitad de ellas hacia el mar oriental, y su otra mitad hacia el mar occidental; en el verano y en el invierno, así será. Y HaShem será Rey sobre toda la tierra; en aquel día HaShem Uno y Su Nombre Uno”.

Y la impureza de la nidá se anulará, tal como dijeran nuestros sabios: “No hay prohibición mayor que la nidá, en la que una mujer ve sangre y el Santo Bendito Él la prohíbe para su marido, en el futuro por venir la permitirá. Tal como fue dicho (Zejariá-Zacarías 13:2): “… y quitaré el espíritu de impureza de la tierra” (Shojer Tov a Tehilim-Salmos 146). E incluso la impureza de la muerte desaparecerá de la faz de la tierra, tal como dijeran nuestros sabios: “El Santo Bendito Él le dijo al pueblo de Israel: En este mundo ustedes se purifican y vuelven a impurificarse, pero en el futuro por venir Yo los voy a purificar para siempre y no se volverán a impurificar, tal como fue dicho (Yejezkel-Ezequiel 36:25): ‘Y arrojaré sobre ustedes agua pura y los purificaré’ (Midrash Tanjuma Metzorá 9). Y la muerte será eliminada del mundo, tal como fue dicho (Yshaiahu-Isaías 11:6-9): “El lobo morará con el cordero y el leopardo yacerá con el cabrito … y el león comerá heno cual vacuno. Y el infante se deleitará en la madriguera de la víbora y el destetado tenderá su mano hacia la hura del basilisco. No harán el mal y no causarán daño en toda la montaña de Mi Santuario; ya que la tierra estará colmada del conocimiento de HaShem cual aguas que recubren el mar”. Y fue dicho (ídem 25:8): “Y tragará a la muerte para siempre y HaShem Elokim secará las lágrimas de todo rostro, retirará el oprobio de Su pueblo de toda la faz de la tierra pues así lo ha dispuesto HaShem”.

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