De acuerdo con las reglas de la Halajá y las restricciones que fijaron nuestros sabios en lo que refiere a las leyes relativas a las manchas, la norma debería indicar que la novia se impurifique únicamente en caso de que viera sangre producto de su ansiedad romántica, pero en su defecto, si en la práctica no viere sangre alguna salvo la correspondiente a sus períodos menstruales regulares, no debería temer por una sangre adicional del ‘deseo’ (dam hajimud). Sin embargo, los sabios endurecieron más en esta norma y temieron que tal vez salga ‘sangre del deseo’ y ella no la vea porque esta se perdió, y por eso instituyeron que toda novia se purifique por temor a la sangre del deseo.
Al parecer, los sabios tuvieron una razón espiritual para ello y es que, de cara a su enlace, la novia debe purificarse de la etapa de las dudas y las búsquedas en la cual no logró completarse por medio de la vida de pareja, y solo pudo anhelar y desear. Por medio de los siete días limpios y la inmersión, la novia se habrá de purificar previo a la unión con su marido con amor y alegría. El conteo de estos días se asemeja a las siete semanas que contara el pueblo de Israel previo a la entrega de la Torá, evento al que se considera ‘el día del enlace’ entre el Santo Bendito Él y el pueblo de Israel.
Como continuación de esto, en las últimas generaciones se ha difundido una bonita costumbre en el pueblo de Israel y es la de que los novios no se encuentren durante la semana previa a la boda, y hay muchos que se esmeran por tampoco hablar por teléfono. Parece que el fundamento halájico de esta práctica se origina en lo dicho por las autoridades medievales (rishonim) en cuanto a que a medida que se acerca la fecha del enlace, sin que este se pueda aun concretar, se intensifica el temor por el sangrado causado por la ansiedad romántica, y en caso de que los novios se vean durante la última semana, el temor a que ello ocurra se torna aun mayor. La explicación espiritual de esta práctica es que, en esta última semana tan especial, por medio del anhelo y el deseo por llegar a la alegría nupcial, los novios se habrán de purificar de cara a su casamiento con alegría y amor.