Las autoridades halájicas debatieron respecto del caso de la hembra de un animal doméstico (behemá) a la cual se le dificulta parir al grado de que entra en situación de peligro, y por medio de una cesárea se le abre el útero y se le retira su cría. La Halajá indica que un animal al cual se le retira su útero es apto (kasher) (Shulján Aruj Yoré Deá 45:1). Sin embargo, en lo que respecta a la situación en la cual el útero ha sido cortado y perforado hay quienes detentan opiniones más estrictas o rigurosas (Bait Jadash), y hay quienes consideran que a priori corresponde adoptar una actitud estricta y en caso de gran necesidad o apremio (sheat hadjak) se puede adoptar una actitud más flexible (Ramá), mientras que otros adoptan una actitud más flexible a priori (Prí Jadash y Gaón de Vilna). Y hay otras eminencias que sostienen que también aquellos que adoptan una actitud estricta en el caso de una perforación en el útero habrán de flexibilizarse si este fuese efectuado en el marco de una intervención quirúrgica realizada por un veterinario (Hagahot Isur Veheter HaAroj 55:7:2). A los efectos de la halajá práctica, consideramos que estas hembras son aptas a priori, dado que de hecho continúan viviendo doce meses, quedan preñadas y paren, y según la opinión de muchos de los juristas se puede habilitar a la generalidad de las hembras que pasan por una cesárea. Además, hay quienes sostienen que todo animal que fue intervenido quirúrgicamente por un veterinario y que finalmente habrá de recuperarse, aunque el corte fuese en un sitio que provocaría su inhabilitación, el animal no resulta prohibido (arriba halajá 3).
Surgió otra interrogante respecto de un animal doméstico que comió hierbas que le produjeron una acumulación de gases que en caso de no poder liberarlos provocarían la perforación de su vientre y en consecuencia su muerte. En estos casos, la práctica común es realizar una punción en la zona de las costillas para liberar así los gases y tras esto el animal continúa viviendo, y en el caso de la hembra, esta queda preñada y pare.
El problema es que existe una controversia sobre si ese orificio en el vientre inhabilita o no al animal y la opinión mayoritaria de las autoridades es adoptar una actitud estricta.
En la práctica, también en este tema la halajá es de acuerdo con la opinión más flexible (arriba halajá 3), dado que cuando existe una duda de trefá (safek trefá), si el animal continúa viviendo por espacio de doce meses o si la hembra quedó preñada, no se los considera inhabilitados o trefá. Y si se constató que esta es la situación para con todos los animales, se debe establecer la halajá de acuerdo con la opinión más flexible o leve (ver arriba halajá 3). No obstante, en la práctica, por temor a la opinión de los que detentan la actitud estricta, se desarrollaron métodos de liberación de los gases peligrosos que no perforan el estómago, sino que introducen un tubo a través del esófago. Y así se procede en la actualidad con todos los animales domésticos que se crían para su consumo en Israel.
Cuando se crían animales domésticos junto a una residencia humana, estos comen todo cuanto se presenta ante ellos, y por eso pueden tragar clavos que lleguen hasta lo que se denomina “beit hakosot” (uno de los estómagos de la vaca). Entonces, si el clavo en cuestión perfora completamente la pared del “beit hakosot” (nekev mefulash) el animal quedará inhabilitado (Shulján Aruj 48:1, 6y7) y es oportuno que quienes revisen los pulmones le presten atención a esta cuestión.