06 – El significado oculto del nervio ciático

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Julín 91(A), Bereshit Rabá 77:3) que el ángel que se enfrentó a Ya’akov era el emisario de Esav y que su lucha ascendió hasta el Trono de la Gloria Celestial, porque esta contienda afectó a los fundamentos de la fe. El ángel regente de Esav deseaba que el mundo se condujera según su naturaleza, al tiempo que Ya’akov deseaba repararlo por medio de la fe, los valores y la Torá. Cuando el ángel de Esav vio que no lograba superar a Ya’akov en virtud de la firmeza de su fe, lo hirió en su sitio débil, en el nervio ciático, y a pesar de ello Ya’akov se hizo de fuerzas y no lo liberó hasta que este reconoció su derrota y lo bendijo.

Por el guid hanashé pasan los nervios centrales de la pierna, y desde el punto de vista espiritual, es aquel que conecta tanto la cabeza como el corazón que son los que expresan los pensamientos y los sentimientos, hacia las piernas que son aquellas que manifiestan las acciones. La herida en el nervio ciático manifestó el argumento de Esav de que si bien las palabras sobre fe y valores son elevadas y bellas, en la práctica no resulta posible conducir el mundo de acuerdo con los principios sagrados, pues en este mundo los pecados son siempre más fuertes que los valores y los ideales. Esto y más, todo intento de dirigir el mundo según los principios sagrados conlleva en cierta forma una profanación de lo sacro, pues lo sagrado está destinado a existir en el cielo, y por ello los justos que desean seguir la senda de HaShem en este mundo incurren en transgresiones. El vocablo hebreo nashé significa debilidad, olvido y cambio, de modo que al pasar a las piernas y con ello, al mundo de la acción, las buenas ideas se debilitan, son olvidadas e incluso son modificadas en su detrimento, ya que el nervio ciático pasa junto a la zona del cuerpo donde tienen asiento las pasiones carnales.

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Julín 91(A)) que el motivo del regreso de nuestro patriarca Ya’akov en la oscuridad de la noche a la otra ribera del rio era el de traer pequeños cacharros olvidados, y fue entonces que el ángel lo atacó. Estos cacharros pequeños aluden a los hijos de Israel que son débiles e incurren en pecados, a los cuales Ya’akov no quiso renunciar, porque sin ellos la totalidad de la congregación de Israel, Kneset Israel, estará incompleta y no podrá reparar el mundo.

Esto es así ya que su debilidad no obedece a que sus corazones sean malvados sino a que la misión que tienen encomendada resulta muy difícil, esta es, revelar la santidad en el seno de la realidad práctica y material, y a veces, hasta que ellos logran reparar todas las tendencias materialistas resultan superados por las pasiones mundanas las cuales les hacen incurrir en pecados.

El sitio más propicio para afectar a estas almas en el cuerpo de Ya’akov -el padre de Israel- es en el nervio ciático que se encuentra contiguo al lugar del deseo, y una herida en él genera una desconexión entre los pensamientos, los sentimientos superiores y el mundo práctico con todas sus pasiones. Por ello, nuestros sabios dijeron que la herida que le asestó el ángel regente de Esav a nuestro patriarca Ya’akov afectó a las personas de acción que mantienen a los estudiosos de la Torá, debilitándolos en su convicción, haciéndoles olvidar la importancia de su participación en el mantenimiento del estudio de la Torá y llevándolos a cesar en su apoyo a los estudiosos (Zohar I 171(A)).

El nervio ciático insinúa algo más, y es que a pesar de su enorme importancia -ya que a través suyo pasan los nervios a las piernas- carece de sabor, lo cual se asemeja a las personas que se dedican a los quehaceres prácticos y a menudo, cuando comienzan a desear estudiar Torá y observar los preceptos, no tienen una buena sensación, pues este mundo con sus pasiones oculta la luz de la Torá e impide la revelación del placer y la alegría asociadas a los preceptos.

Esto se asemeja a las hojas de sauce (aravá) que carecen tanto de sabor como de aroma, pero precisan formar parte de las cuatro especies y toda la reparación depende de estas (Pninei Halajá Sucot 4:2-3). Dado que a veces las personas dedicadas a las actividades prácticas no disfrutan del cumplimiento de los preceptos, muchas de estas tienden a pecar. Sin embargo, al final, el sol salió para nuestro patriarca Ya’akov y logró doblegar al ángel, de la misma manera, al final de cuentas los malvados del pueblo de Israel serán corregidos y los valores sagrados se manifestarán en el mundo práctico, así también, las pasiones se verán corregidas y se tornarán positivas, e incluso el sauce y los demás árboles no frutales de la tierra de Israel darán frutos (Tratado de Ketuvot 112(B)).

No obstante, a los efectos de que no nos veamos arrastrados tras las debilidades y las transgresiones, se nos ordenó que no comamos del guid hanashé, cuya misión sagrada es conectar los valores superiores al mundo de la acción, y su ingestión expresa el olvido de esta idea y su debacle.

Dijeron nuestros sabios (Bereshit Rabá 77:3) que la herida en el nervio ciático afectó a “los hombres y mujeres justos, a los profetas y a las profetisas que en un futuro habrán de surgir de Ya’akov”. Esto es así ya que de no mediar los hombres de acción que estén completamente conectados a ellos, los justos no podrán manifestar sus ideas en la realidad, ni los profetas podrán expresar de un modo coherente y preciso el mensaje de sus profecías. A raíz de ello, abundaron los pecados, lo cual causó la muerte de los justos junto al resto de los miembros de su pueblo durante los tiempos en los que imperó el genocidio y el terror, cuando la oscuridad cubrió la tierra. Y a pesar de ello, nuestro patriarca Ya’akov resistió valientemente al ángel emisario de Esav hasta el amanecer, y cuando comenzó a aclarar, se dio cuenta que Ya’akov tenía razón, hecho que debió aceptar y reconocer, y acto seguido debió bendecirlo.

Los hechos acaecidos a los padres son una señal para los hijos, para que resistan heroicamente a todos aquellos que se alcen contra ellos para exterminarlos hasta que la luz de su redención aclare. Entonces, todos los acusadores desearán bendecirlos y el reino del mal se esfumará. Así, el nervio ciático que se saliera de su lugar regresará a su sitio, y de ese modo se completará la conexión entre los mundos del espíritu y el de la acción.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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