El precepto de orlá recae sobre árboles frutales, no sobre las verduras comunes, ni sobre aquellas que crecen en los arbustos de renovación anual. La principal diferencia entre un árbol y un vegetal o arbusto que dura varios años es que el tronco del segundo se marchita cada año y vuelve a crecer al siguiente a partir de sus raíces, mientras que el tronco del árbol y sus raíces se fortalecen año tras año y a partir de estos continúan creciendo cada año las ramas y los frutos. Según esto, se fija también si la bendición a recitar por la ingestión del fruto es la del árbol o la de la tierra. Por ello, por una banana se bendice «Boré Prí HaAdamá» («que crea el fruto de la tierra»), a pesar de que el banano se eleva a una altura de unos cuatro metros y se ve como árbol, pero dado que cada año su tronco y sus raíces se marchitan y vuelve a crecer de su tubérculo, se lo considera como una verdura (Tratado de Berajot 40(A), según la opinión de los gaonitas, Shulján Aruj y Ramá Oraj Jaím 203:2-3, Pninei Halajá Berajot 8:2).
Respecto de las berenjenas y los ajíes o pimientos surgió un interrogante, ya que el tronco del arbusto permanece año tras año. Sin embargo, a estas especies no se les aplica el deber de orlá porque se trata de arbustos sumamente diferentes a un árbol, y dan fruto desde el primer año. En el segundo, la cantidad de frutos disminuye tanto en cantidad como en calidad y no dan fruto más que tres años. Tal como aprendimos en la Torá, un árbol da frutos por lo menos durante cinco años, y gracias al cumplimiento del precepto de orlá sus frutas se multiplican y mejoran en el quinto año, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 19:23-25): «Y cuando entréis a la tierra y plantéis cualquier árbol frutal, habréis de alejar como incircunciso (‘araltem orlató’) a su fruto, tres años serán para vosotros alejados, no se habrá de comer. Al cuarto año será todo su fruto consagrado, loas ante HaShem. Y al quinto año comeréis su fruto para aumentar para vosotros su producto. Yo soy HaShem vuestro D’s».
Tal como dijeron nuestros sabios: «Este precepto que habréis de observar incrementará vuestra cosecha, y en recompensa por su observancia, Yo bendigo el fruto de lo que habéis plantado. Rabí Akiva decía: La Torá se refería al Yetzer HaRá (inclinación al mal), para que el individuo no diga para sí ‘he sufrido cuatro años en vano’, por lo tanto, fue dicho: ‘para aumentar para vosotros su producto’, Yo soy HaShem aquel que promete y cumplirá fielmente su promesa» (Rashí según Torat Cohanim a ese versículo). Asimismo, el Rambán explica (ídem) que las frutas que crecen el tercer año son escasas y de baja calidad y solamente en el cuarto estas se tornan buenas y corresponde traerlas ante HaShem, en el marco del precepto de neta revai.
Según esto, el precepto de orlá no recae sobre frutas tales como la papaya ni la pasiflora por cuanto que estas especies dan fruto desde el primer año y hasta el quinto su cantidad decrece, y muchos de estos árboles tampoco resisten cinco años. No obstante, hay quienes adoptan a este respecto una actitud estricta, pero la idea que prevalece es la flexible. Asimismo, la orlá no recae sobre la frambuesa roja ni sobre la frambuesa negra en todas sus variantes.