El sebo (jelev), el nervio ciático (guid hanashé) y su extracción – 21

01 –La prohibición del sebo

Los sebos son parte de las grasas del animal, y cuando se ofrenda uno de estos a HaShem, es preceptivo quemarlos y asperjar la sangre de la bestia sobre el altar. A modo de continuación de este mandato, la Torá prohibió también ingerir tanto el sebo como la sangre, ya que el primero es digno de ser ofrendado a HaShem y la segunda se debe asperjar sobre el altar, por lo tanto, los hijos de Israel no pueden ingerirlos. Tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 3:14-17): “…y rociarán los hijos de Aharón su sangre sobre el altar en derredor. Y acercará de él su sacrificio -sacrificio ante HaShem-: el sebo que recubre las entrañas y todo el sebo que está sobre las entrañas, y los dos riñones y el sebo que está sobre ellos, que está sobre los flancos, y el lóbulo cuadrado del hígado, con los riñones habrá de quitarlo y los hará consumir el cohen en el altar, alimento para el sacrificio al fuego para aroma grato, todo el sebo ante HaShem. Ley perpetua por vuestras generaciones en todas vuestras residencias, ni sebo ni sangre habréis de comer” (esta prohibición será explicada en el capítulo siguiente).

La prohibición del sebo recae sobre tres tipos de animal doméstico: el toro, el cordero y la cabra los cuales son aptos para ser ofrendados en el altar, tal como fue dicho (ídem 7:23): “Habla a los hijos de Israel diciendo: ningún sebo de toro, ni de cordero ni de cabra comeréis”. Sin embargo, la prohibición del sebo (jelev) no aplica sobre las grasas de las siete especies de los animales no domésticos (jaiá) que son puros, ya que de estos no se ofrendan sacrificios. Asimismo, la prohibición del sebo no aplica a las especies de aves puras, y si bien algunas de estas son aptas para la ofrenda de sacrificios, sus grasas carecen de singularidad, ya que la ofrenda de olá (holocausto) se consume completamente sobre el altar, y en el caso del ave que se trae como ofrenda expiatoria por un pecado (jatat haof), los cohanim ingieren la totalidad de su carne (Tratado de Julín 117(A)). Respecto del sebo, está prohibido ingerirlo, pero se permite obtener beneficio del mismo realizando con éste labores o efectuando transacciones comerciales (ver adelante 37:10).

Las prohibiciones de la ingestión del sebo y de la sangre son más graves que las de los demás alimentos vedados, ya que el castigo aplicado por la ingesta de animales no domésticos impuros o reptiles, conlleva la pena de azotes (malkot), al tiempo que quien consume sebo y/o sangre el castigo es de caret, dado que son dignos de ser ofrendados sobre el altar como sacrificio ante HaShem, y quien los come denigra las ofrendas sagradas (kodashim) y desconecta (coret) su alma de la fuente de la vida. Tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 7:25-27): “Ya que todo el que comiere sebo del animal del cual se ofrece sacrificio consumido por el fuego ante HaShem, será truncada la persona que lo comiere de entre su pueblo… Toda persona que comiere alguna sangre, será truncada de entre su pueblo”.

02 –¿Qué es el sebo?

Los sebos se asemejan en su forma y en su textura a las grasas del animal doméstico, con la diferencia de que los primeros son trozos de grasa consolidados y relativamente grandes que se encuentran en tres sitios y resulta relativamente sencillo retirarlos en bloque (Shulján Aruj 64:4), y cuando se ofrenda un sacrificio, se nos ordenó quemarlos sobre el altar. Por su parte la grasa común está más absorbida en la carne y resulta difícil retirarla como un bloque, y cuando se ofrenda el animal como ofrenda de paz (shelamim) esta se come junto a la carne del sacrificio.

Dado que los sebos y la grasa del animal se asemejan, una vez cortados y extraídos del cuerpo del animal resulta difícil distinguirlos, y por ello, la ingestión de un trozo del que se duda si se trata de grasa o de sebo es el caso más habitual de una ingesta que se duda o sospecha que esté prohibida (safek isur), por la cual es preciso después ofrendar un sacrificio denominado ofrenda por culpa en caso de duda (asham talui) como forma de expiación (Mishná Keritot 4:1).

El significado del vocablo sebo, “jelev”, significa “selecto, excelente y grasoso”. Tal como le dijera Faraón a Yosef cuando le pidió traer a su padre Ya’akov y a sus hermanos a residir en Egipto: “Tomad a vuestro padre y (a las personas de) vuestras casas, venid a mí y os daré lo mejor de la tierra de Egipto, comeréis de la grosura (jelev) de la tierra” (Bereshit-Génesis 45:18). O tal como se dijera de Hevel, quien trajera un sacrificio de lo selecto de su rebaño: “Y Hevel trajo también de los primogénitos de sus ovejas -de las más gruesas (jelveihen)- y HaShem atendió (o aceptó) a Hevel y a su ofrenda” (ídem 4:4). Asimismo, cuando se le entrega la ofrenda (terumá) al cohen, se nos ordenó separar la parte mejor de las frutas, tal como fue dicho (Bemidbar-Números 18:30): “Cuando separéis lo mejor (jelbó) de ello”.

Resulta entonces que el sebo del animal es la parte mejor y más gorda del animal doméstico, ya que la grasa es la parte más blanda y rica en calorías, y los sebos son los mejores trozos de grasa, y por ello se nos ordenó sacrificarlos sobre el altar.

Existen tres tipos de sebo: 1) El sebo que se encuentra sobre las entrañas (kerev) – sobre los estómagos que son llamados kerabaim. 2) El sebo que se encuentra sobre los riñones. 3) El sebo que se encuentra sobre los lados de la cadera (kesalim), contiguo al sebo que se encuentra sobre los riñones. Tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 3:3-5): “Del sacrificio de shelamím habrá de ofrendar como sacrificio ígneo ante HaShem el sebo que recubre las entrañas, todo el sebo que está sobre las entrañas y los dos riñones y el sebo que está sobre ellos, sobre los flancos…”.

03 – Las reglas del sebo en la práctica

Se dieron dos definiciones respecto del jelev, la primera que está extendido cual prenda de vestir y posee una membrana que al despegarse se desprende con ella el sebo (totav krum veniklaf) (Tratado de Julín 49(B)). La segunda, que todo aquel que la carne lo recubre al grado de que parece estar absorbido por ella -se trata de grasa y su ingestión está permitida (ídem 93(A)).

Además, nuestros sabios prohibieron también las grasas que están adheridas y se extraen a partir de estos sebos, a pesar de que están como incorporadas en la carne, porque se nutren del sebo. Asimismo, prohibieron los hilos (jutim) y las membranas que se extraen a partir de los sebos prohibidos por la Torá, porque se nutren de estos. Y tal como dijeran nuestros sabios (ídem) hay cinco sitios en los cuales se encuentran hilos y membranas que deben ser retirados, tres de ellos por tratarse de sebo y estos son: en el bazo, en los flancos de las caderas (kesalim) y en los riñones. En diferentes comunidades se acostumbra a tener el recaudo de abstenerse de otras grasas suplementarias por su cercanía o su semejanza a los sebos prohibidos.

Además de ello, a raíz de la destrucción de las comunidades y de los exilios surgieron dudas respecto de otras grasas en el cuerpo del animal, y en todo caso de duda sobre una prohibición de la Torá – debe adoptarse la actitud más estricta. En el caso de las dudas respecto de prohibiciones prescritas por los rabinos u originadas en la costumbre, desde la perspectiva legal sería posible permitirlas, pero en la práctica, a raíz de la gravedad de la prohibición del sebo y la dificultad que se presenta a la hora de diferenciar sebo de grasa, por lo general se acostumbra a adoptar la actitud más estricta (adelante halajot 8 y 9).

Una vez separado el sebo de las demás partes de carne o grasa del animal es preciso colocarlo en un sitio en el cual no se tema que pudiera mezclarse con las carnes y las grasas aptas. En la actualidad no se suele utilizar sebo para la elaboración de velas y semejantes, y se acostumbra a arrojarlo al sitio al cual se botan los trozos de carne inhabilitados (trefot).

04 – La prohibición de la ingesta del nervio ciático (guid hanashé)

Es precepto de la Torá que no ingiramos el nervio ciático que se encuentra en la articulación de los muslos derecho e izquierdo de los animales domésticos (behemot) y no domésticos (jaiot), tal como fue dicho (Bereshit-Génesis 32:33): “Por eso hasta el día de hoy los hijos de Israel no comen el nervio ciático, el que está en la articulación del muslo”. El ciático es un nervio grande a través del cual pasan la mayoría de los nervios de la pata (Nervus ischiadicus). Se origina en la columna vertebral y culmina al final de la pata, y la Torá prohibió ingerir la parte que se encuentra sobre la articulación del muslo (kaf haiarej), esto es, sobre la carne prominente que cubre el hueso del muslo que posee la forma de un cucharón (kaf) de olla, o sea, una forma redondeada que se eleva en el medio. Esta formación existe en todo animal doméstico o no doméstico, al tiempo que, en el caso de las aves, si bien poseen carne en el muslo, este no es redondo cual cucharón sino llano. Por lo tanto, el nervio ciático está prohibido en el caso de los animales domésticos y no domésticos pero permitido en el caso de las aves.

En el caso de un toro grande, la longitud de la parte prohibida por la Torá es como máximo unos ocho centímetros y en el caso de un cordero grande unos cuatro (Ramá 100:1, Turei Zahav 3). Esta parte del nervio resulta sencilla de extraer porque tras desmontar la carne de la articulación del muslo, sobresale de la carne.

Nuestros sabios añadieron y prohibieron también el comienzo de este nervio en la columna vertebral y su continuación hasta el final de la (pantorrilla de la) pata. Asimismo, prohibieron los zarcillos del nervio ciático, esto es, las ramificaciones que se expanden dentro de la carne del muslo.

Los sagrados hijos de Israel acostumbran a prohibir también la grasa que rodea al nervio ciático y a los zarcillos (knokanot). Existe otro nervio o tendón llamado externo (jitzón) el cual también fue prohibido por nuestros sabios. Este se origina en la columna vertebral, dos vértebras antes del inicio del nervio ciático, y de allí se extiende sobre el lado exterior de la carne del muslo y penetra en su interior (Shulján Aruj 65:8). Este nervio es el segundo en importancia en la transmisión nerviosa en la pata.

La extracción de todas las partes prohibidas por prescripción rabínica y originadas en la costumbre de Israel, es una labor compleja que requiere estudio, a los efectos de saber cómo cortar la carne de modo tal que con relativamente pocas incisiones se pueda retirar el nervio, sus ramificaciones y su grasa.

A pesar de que el nervio ciático es bastante insulso, dado que fue prohibido por la Torá, quien lo coma junto al muslo, aunque no disfrute de su sabor –transgrede una prohibición de la Torá cuyo castigo son azotes. En el caso de los zarcillos (knokanot) y la carne que rodea al nervio, los cuales están prohibidos por prescripción rabínica y por la costumbre, estos tienen sabor y por ello en caso de ser cocidos en una comida, si el sabor fuera perceptible -estará prohibido ingerir el alimento. En el caso del nervio ciático, se prohíbe su ingestión y se permite obtener beneficio de él (Shulján Aruj 65:9-10).

05 – El fundamento de la prohibición es la lucha de nuestro patriarca Ya’akov

El fundamento de la prohibición del nervio ciático está explicado en la Torá (Bereshit-Génesis 32:23-33). Después que nuestro patriarca Ya’akov se salvara de su suegro, Labán el arameo, quien procurara matarlo, comenzó a preparar su encuentro con su hermano Esav el cual también deseaba darle muerte. “Se levantó en aquella noche, tomó a sus dos esposas y a sus dos siervas y a sus once hijos y pasó el vado de Yabok. Los tomó y los hizo pasar el torrente e hizo pasar todas sus pertenencias”. Dijeron nuestros sabios (Tratado de Julín 91(A)) que volvió a cruzar el rio para traer unos cacharros pequeños que se habían quedado olvidados allí, pues los justos se preocupan más por sus pertenecías (mamonam) que por su integridad corporal ya que se abstienen de las ganancias indebidas (y por ende cada centavo les resulta crucial, N. de T.). “Habíase quedado Ya’akov solo y luchó un hombre con él hasta despuntar el alba. Cuando vio que no podía prevalecer sobre él, tocó la articulación de su muslo y se dislocó la articulación del muslo de Ya’akov en su luchar con él. Dijo: ¡Déjame ir, pues ya ha despuntado el alba! Dijo: No te dejaré ir, hasta que me bendigas. Le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Dijo: Ya’akov.  Dijo: ¡No más Ya’akov será llamado tu nombre, sino Israel pues has contendido ante D’s y con los hombres y has prevalecido! Preguntó Ya’akov y dijo: Dime, por favor, tu nombre Dijo él: ¿Por qué es que preguntas mi nombre? Y lo bendijo allí. Llamó Ya’akov el nombre del lugar Peniel, pues ¡he visto al enviado de D’s cara a cara, empero mi vida ha sido salvada! Le salió el sol, cuando hubo pasado Penuel y él cojeaba sobre su muslo. Por eso no comen los hijos de Israel el nervio ciático que está en la articulación del muslo hasta el día de hoy. Pues él había tocado la articulación del muslo de Ya’akov, en el nervio ciático”. O sea, por el hecho de que no ingerimos el nervio ciático en el cual fuera herido Ya’akov recordamos su legado, el hecho de que con entrega y valentía formó la familia de Israel y la devolvió a la tierra prometida.

Si bien el motivo del precepto está vinculado al episodio ocurrido con nuestro patriarca Ya’akov, no fue hasta que Moshé recibió la Torá en el Monte Sinai que se nos ordenó que no comamos el nervio ciático, y en ella, se le adjuntó al precepto el relato de lo ocurrido para enseñarnos su motivo (Tratado de Julín 100(B)). Sin embargo, tal como parece, antes de la entrega de la Torá la familia de Ya’akov ya se abstenía de ingerir el nervio ciático, pero su práctica se basaba en un sentimiento interior y no en un precepto de carácter obligatorio (ver Rambám comentario a la Mishná Julín 7:6, Hiljot Melajim 9:1, Kesef Mishné ídem).

06 – El significado oculto del nervio ciático

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Julín 91(A), Bereshit Rabá 77:3) que el ángel que se enfrentó a Ya’akov era el emisario de Esav y que su lucha ascendió hasta el Trono de la Gloria Celestial, porque esta contienda afectó a los fundamentos de la fe. El ángel regente de Esav deseaba que el mundo se condujera según su naturaleza, al tiempo que Ya’akov deseaba repararlo por medio de la fe, los valores y la Torá. Cuando el ángel de Esav vio que no lograba superar a Ya’akov en virtud de la firmeza de su fe, lo hirió en su sitio débil, en el nervio ciático, y a pesar de ello Ya’akov se hizo de fuerzas y no lo liberó hasta que este reconoció su derrota y lo bendijo.

Por el guid hanashé pasan los nervios centrales de la pierna, y desde el punto de vista espiritual, es aquel que conecta tanto la cabeza como el corazón que son los que expresan los pensamientos y los sentimientos, hacia las piernas que son aquellas que manifiestan las acciones. La herida en el nervio ciático manifestó el argumento de Esav de que si bien las palabras sobre fe y valores son elevadas y bellas, en la práctica no resulta posible conducir el mundo de acuerdo con los principios sagrados, pues en este mundo los pecados son siempre más fuertes que los valores y los ideales. Esto y más, todo intento de dirigir el mundo según los principios sagrados conlleva en cierta forma una profanación de lo sacro, pues lo sagrado está destinado a existir en el cielo, y por ello los justos que desean seguir la senda de HaShem en este mundo incurren en transgresiones. El vocablo hebreo nashé significa debilidad, olvido y cambio, de modo que al pasar a las piernas y con ello, al mundo de la acción, las buenas ideas se debilitan, son olvidadas e incluso son modificadas en su detrimento, ya que el nervio ciático pasa junto a la zona del cuerpo donde tienen asiento las pasiones carnales.

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Julín 91(A)) que el motivo del regreso de nuestro patriarca Ya’akov en la oscuridad de la noche a la otra ribera del rio era el de traer pequeños cacharros olvidados, y fue entonces que el ángel lo atacó. Estos cacharros pequeños aluden a los hijos de Israel que son débiles e incurren en pecados, a los cuales Ya’akov no quiso renunciar, porque sin ellos la totalidad de la congregación de Israel, Kneset Israel, estará incompleta y no podrá reparar el mundo.

Esto es así ya que su debilidad no obedece a que sus corazones sean malvados sino a que la misión que tienen encomendada resulta muy difícil, esta es, revelar la santidad en el seno de la realidad práctica y material, y a veces, hasta que ellos logran reparar todas las tendencias materialistas resultan superados por las pasiones mundanas las cuales les hacen incurrir en pecados.

El sitio más propicio para afectar a estas almas en el cuerpo de Ya’akov -el padre de Israel- es en el nervio ciático que se encuentra contiguo al lugar del deseo, y una herida en él genera una desconexión entre los pensamientos, los sentimientos superiores y el mundo práctico con todas sus pasiones. Por ello, nuestros sabios dijeron que la herida que le asestó el ángel regente de Esav a nuestro patriarca Ya’akov afectó a las personas de acción que mantienen a los estudiosos de la Torá, debilitándolos en su convicción, haciéndoles olvidar la importancia de su participación en el mantenimiento del estudio de la Torá y llevándolos a cesar en su apoyo a los estudiosos (Zohar I 171(A)).

El nervio ciático insinúa algo más, y es que a pesar de su enorme importancia -ya que a través suyo pasan los nervios a las piernas- carece de sabor, lo cual se asemeja a las personas que se dedican a los quehaceres prácticos y a menudo, cuando comienzan a desear estudiar Torá y observar los preceptos, no tienen una buena sensación, pues este mundo con sus pasiones oculta la luz de la Torá e impide la revelación del placer y la alegría asociadas a los preceptos.

Esto se asemeja a las hojas de sauce (aravá) que carecen tanto de sabor como de aroma, pero precisan formar parte de las cuatro especies y toda la reparación depende de estas (Pninei Halajá Sucot 4:2-3). Dado que a veces las personas dedicadas a las actividades prácticas no disfrutan del cumplimiento de los preceptos, muchas de estas tienden a pecar. Sin embargo, al final, el sol salió para nuestro patriarca Ya’akov y logró doblegar al ángel, de la misma manera, al final de cuentas los malvados del pueblo de Israel serán corregidos y los valores sagrados se manifestarán en el mundo práctico, así también, las pasiones se verán corregidas y se tornarán positivas, e incluso el sauce y los demás árboles no frutales de la tierra de Israel darán frutos (Tratado de Ketuvot 112(B)).

No obstante, a los efectos de que no nos veamos arrastrados tras las debilidades y las transgresiones, se nos ordenó que no comamos del guid hanashé, cuya misión sagrada es conectar los valores superiores al mundo de la acción, y su ingestión expresa el olvido de esta idea y su debacle.

Dijeron nuestros sabios (Bereshit Rabá 77:3) que la herida en el nervio ciático afectó a “los hombres y mujeres justos, a los profetas y a las profetisas que en un futuro habrán de surgir de Ya’akov”. Esto es así ya que de no mediar los hombres de acción que estén completamente conectados a ellos, los justos no podrán manifestar sus ideas en la realidad, ni los profetas podrán expresar de un modo coherente y preciso el mensaje de sus profecías. A raíz de ello, abundaron los pecados, lo cual causó la muerte de los justos junto al resto de los miembros de su pueblo durante los tiempos en los que imperó el genocidio y el terror, cuando la oscuridad cubrió la tierra. Y a pesar de ello, nuestro patriarca Ya’akov resistió valientemente al ángel emisario de Esav hasta el amanecer, y cuando comenzó a aclarar, se dio cuenta que Ya’akov tenía razón, hecho que debió aceptar y reconocer, y acto seguido debió bendecirlo.

Los hechos acaecidos a los padres son una señal para los hijos, para que resistan heroicamente a todos aquellos que se alcen contra ellos para exterminarlos hasta que la luz de su redención aclare. Entonces, todos los acusadores desearán bendecirlos y el reino del mal se esfumará. Así, el nervio ciático que se saliera de su lugar regresará a su sitio, y de ese modo se completará la conexión entre los mundos del espíritu y el de la acción.

07 – El orden de la extracción del sebo y el nervio ciático de la carne

El nikur es la labor de limpieza de la carne del animal doméstico del sebo y del nervio ciático. A los efectos de estudiar esta importante área de la Halajá de la cual depende la kashrut de la carne, es preciso conocer bien los órganos internos del animal, ver en la práctica cuáles son los sebos prohibidos, cuál es el nervio ciático con sus ramificaciones y su grasa prohibidas y aprender de un menaker experimentado cómo cortar tanto los órganos del animal como su carne para extraer las partes prohibidas.

Tal como escribiera el Ramá respecto de la extracción de los sebos y del nervio ciático (64:7, 65:8): “Se debe aprender el nikur solamente por medio de la observación de la labor de un especialista experto mientras la realiza”.

Dado que las leyes del nikur se aprenden a través de la tradición, la continuidad de su transmisión de generación en generación se vio afectada por los sobresaltos del exilio, y en la medida que este se prolongó, se multiplicaron los casos de comunidades enteras que fueron destruidas por lo que la transmisión de sus tradiciones se vio afectada por lo que surgieron más dudas con relación a las halajot de nikur.

A los efectos de superar estas dudas, los sagrados judíos se vieron en la necesidad de adoptar una actitud cada vez más estricta. Es así como vemos que al inicio de la era de los sabios medievales (rishonim), a raíz de las dudas, los sabios tendían a adoptar una actitud más estricta que la que el deber básico de la Halajá indicaba, y tal como lo dijera Rabí Ya’akov ben HaRosh (vivió hace unos 700 años), quien en su libro “Arbaá Turim” (Yoré Deá 65) copió el orden de las leyes del nikur que escribiera Rabí Ytzjak Ba’al Haitur (vivió hace unos 850 años), y al final del texto realizó la siguiente observación: “Este sabio adoptó una actitud estricta, y quien así proceda -será bendecido”. En su comentario Beit Yosef, Rabí Yosef Caro explicó: “Varios de los lugares de los cuales hay que efectuar nikur y extraer carecen de fundamento y raíz, tal como lo expliqué en cada caso en su lugar…”

Y, aun así, los hijos de Israel faenaban y sabían extraer los sebos y el nervio ciático y los capilares sanguíneos, y en reiteradas ocasiones las mujeres eran responsables por el nikur de la carne y su kasherización por medio de la extracción de la sangre. Tal como escribiera Rabenu Yerujam (Toldot Adam VeJavá 15:5:14, vivió hace unos 700 años), que todos los juristas halájicos están de acuerdo en que se puede confiar el nikur de la carne a una mujer tanto como respecto a la faena. Hay sabios rishonim entre los que se encuentra Rabí Abraham ben Natán (vivió hace 800 años) que en sus libros llegaron a criticar la práctica común entre las mujeres de adoptar una actitud excesivamente estricta, por lo cual retiran de la carne grasas permitidas por temor a que se trate de sebo. Por otra parte, en el libro Haagur (escrito hace unos 600 años) su autor escribió sobre un determinado tipo de grasa en la zona de la cadera que es preciso retirarla, pero muchos no tienen el recaudo de hacerlo “salvo algunas mujeres piadosas que extraen también el sebo que se encuentra debajo de esa membrana y las felicito por ello” (Beit Yosef 64:7, 64:12:2).

En la medida que el exilio se fue prolongando, más comunidades fueron destruidas, y hasta que lograron recomponerse y establecer nuevas congregaciones, surgieron nuevas dudas respecto de la tradición del nikur y se debió adoptar una actitud aún más estricta, por lo que para realizar esta tarea se requirió de un mayor profesionalismo y expertez. Tal como escribiera el Rabino Shlomó Luria  (Yam Shel Shlomó al Tratado de Julín 1:2, hace unos 450 años), si bien en tiempo de los rishonim se le confiaba la tarea del nikur a todo judío piadoso, en la actualidad no se confía ya que “en tiempo de los antiguos no se tenía una actitud tan estricta respecto del nikur como en la actualidad, porque según el Talmud no se trata de una labor tan complicada, pero luego se le fueron agregando cuestiones, tal como el Ba’al Haitur que adoptó una actitud estricta en el procedimiento del nikur, y en tierras de Ashkenaz se adoptó una actitud cada vez más estricta respecto de la revisación de los zarcillos y la cobertura de la carne del sebo, así como una serie de venas por la cuestión de la sangre”.

Continuó explicando que si bien la mayoría de las medidas estrictas son por prescripción rabínica y para esos casos se puede confiar en quien no fuese muy entendido, en el caso de estas halajot, las normas son complejas, y por lo tanto, el público no sabe qué está prohibido por decreto de los sabios y qué por la misma Torá, qué se prohíbe para evitar el sebo y qué para evitar el nervio ciático o los zarcillos o qué se prohíbe a causa de la prohibición de la sangre. Por ello, solo se puede confiar en un menaker que sea reconocido como “temeroso de D’s y ducho en la labor del nikur”.

08 – Las costumbres respecto de la parte trasera

En virtud de la dificultad que encierra el nikur, en numerosas comunidades durante las últimas generaciones prefirieron vender la parte trasera del animal doméstico -que es donde se encuentran casi todos los sebos prohibidos y el nervio ciático con sus ramificaciones- a un gentil. El primero en mencionar esta costumbre (hace unos 500 años) fue Rabí David ben Zimrá (Radbaz 1:162) quien escribiera que así se acostumbró a hacer en Egipto y resultó ser “una práctica adecuada, ya que no todos son duchos en la tarea del nikur”. Y otro tanto escribió el autor del libro Shnei Lujot Habrit (Shelá Hakadosh – Rabí Yshaiahu Haleví Horowitz) que es así como se debía proceder, y de esa manera se actuaba en numerosas comunidades de Europa.

Sin embargo, no lo establecieron como norma obligatoria, y por ello, cuando no se encontraban suficientes gentiles que adquiriesen los cortes traseros -volvían a realizar el nikur y a comer esa carne.

La renuncia a los cortes traseros es significativa, ya que en esa parte se encuentra aproximadamente la mitad de la carne de la vaca y allí hay una carne especialmente buena y selecta. Sin embargo, la pérdida no es tan cuantiosa porque en la medida en que se adopta una actitud más estricta en lo referente al nikur de los sebos y el nervio ciático, la calidad de la carne que los rodea se ve más afectada, porque es preciso cortarla en más pedazos y mayores superficies de esta quedan al descubierto, por lo que es necesario sumergirlos en agua para kasherizarlos y salarlos, y el agua afecta muy negativamente la calidad y el aspecto de la carne. Además de ello, el esfuerzo requerido para la realización del nikur es muy considerable. El nikur de una sola pata trasera, especialmente del nervio ciático y sus ramificaciones, lleva entre una y dos horas y luego la carne queda tan cortada que sirve principalmente para ser picada o molida.

Hay otros que acostumbran a vender la mayor parte de los cortes traseros a los gentiles y llevan a cabo el nikur únicamente de los trozos más selectos (filé y lomo) en los que el procedimiento es relativamente sencillo y conveniente.

09 – Orden del procedimiento del nikur jerosolimitano

A raíz del encuentro que se dio en Jerusalém hace unos ciento cincuenta años entre los inmigrantes europeos (Ashkenaz) con las tradiciones sefaradíes del occidente y los judíos orientales, los rabinos ashkenazíes de Jerusalém instituyeron el “seder hanikur haierushalmi” o el ‘orden del procedimiento del nikur jerosolimitano’ de acuerdo con todas las medidas estrictas combinadas de los judíos sefaradíes, de los judíos de los países orientales y de los judíos europeos, cuando de hecho, la estrictez (jumrot) provino de las comunidades de los judíos de Ashkenaz, que pasaron por más destrucciones y destierros.

Dado que este procedimiento incluía a todas las congregaciones, de Jerusalém salió la instrucción, hasta que paulatinamente fue aceptada en todo el país, así como también en las diásporas. En este tipo de nikur se pierde entre un 13 y un 25 % del peso de los cortes traseros. Aún hoy hay comunidades tales como la yemenita y la marroquí en las que se continúa llevando a cabo el nikur de acuerdo con la tradición de sus ancestros sin tomar en cuenta las medidas estrictas de las demás congregaciones. Mediante estos procedimientos se pierde entre un 5 y un 10% del peso de los cortes traseros y quien desee confiar en estos puede hacerlo, sin embargo, en las supervisiones de kashrut destinadas al público en general, se suele tomar en cuenta a todas las tradiciones, y por ello se efectúa el nikur jerosolimitano.

Sin embargo, cuando se reconstruya el Templo, prontamente en nuestros días, será necesario tomar una decisión definitiva respecto a todas las dudas para definir con exactitud cuáles son los sebos y el nervio ciático, ya que en los sacrificios de shelamim, jatat, asham y pesaj es preceptivo quemar únicamente los sebos sobre el altar y el resto de la carne es preceptivo que sea ingerida, y no cabe adoptar una actitud estricta con la grasa del animal que desde la perspectiva legal está permitida. Nuevamente, de Jerusalém saldrá la Torá, cuando en el Gran Tribunal se definan todas las interrogantes.

Contents

Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
Ordenar ahora